“Todo
esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para
que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi
boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo”.
Mateo 13:34-35
Introducción
El apóstol Mateo inicio el capítulo 13 con una nueva serie de mensajes que
nuestro Señor Jesucristo enseño a las personas. Anteriormente habíamos visto
dos grandes discursos, el de sermón del monte (Mateo 5-7) y las instrucciones a
sus apóstoles en cuanto a la tarea evangelizadora que iban a realizar (Mateo
10). Ahora Mateo nos presenta otro de los grandes discursos que Jesús dio en
forma de parábolas. No olvidemos que el propósito principal de este evangelio
es presentar a Jesús como el Mesías Rey que fue anunciado por la ley, los
profetas y los Salmos, y ahora el autor volverá a aprovechar la ocasión para
enlazar los acontecimientos presentes con otra de las profecías que se
encuentran en el Antiguo Testamento.
El uso adecuado de las parábolas |
El Uso Adecuado que Jesús le Daba a las Parábolas
“Todo esto habló Jesús por parábolas a la
gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el
profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas
desde la fundación del mundo”.
Mateo
13:34-35
Ya anteriormente en Mateo 13:10-17 se explicó las razones por las cuales
Jesús les hablaba a las personas por parábolas y allí se mostró que estas eran
el cumplimiento profético de un pasaje de Isaías. Ahora en estos versículos se
muestra el buen uso que nuestro Señor les daba a las parábolas y una vez más
Mateo enlaza estos acontecimientos con una profecía que está registrada en el
libro de los Salmos. En Marcos se nos da un detalle extra acerca del uso que
Jesús les daba a las parábolas: “Con muchas parábolas como estas les hablaba
la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba;
aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo”, (Marcos 4:33-34).
Si nos damos cuenta Jesús compartía las parábolas conforme la capacidad de
comprensión que la gente tenía. Por un lado sus parábolas eran sencillas pero
complicadas a la vez ya que extraían su contenido de los acontecimientos
rutinarios de la vida, como la agricultura, el leudar la masa, la pesca, el
trabajar en un campo, etc.; pero por otro lado arrojaba un desafío el llegar a
interpretar los principios espirituales que se encuentran ocultas en su
mensaje, por ello nuestro Señor trataba de ser lo más sencillo posible, y en
ocasiones se tomaba su tiempo para explicárselas a sus discípulos: Y sin
parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba
todo. En el caso de sus
discípulos, estos mismos se acercaban a su Maestro para recibir la correcta
interpretación, así como nosotros ahora dependemos de la oración y el Espíritu
Santo para hacerlo, de hecho lo vemos haciendo esto cuando les explicaba la
parábola del sembrador en Mateo 13:18-23, y luego más tarde les explica la
parábola del trigo y la cizaña en Mateo 13:36-43. Considerando esto viene Mateo
y dice: Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin
parábolas no les hablaba, de tal forma que sus discípulos podían acudir a su
Maestro por la interpretación, y al mismo tiempo Jesús procuraba no dar un
mensaje que estuviera demasiado complicado para la capacidad intelectual de la
gente que lo oía. No obstante, sus enemigos no comprendían y al no tener la
humildad de reconocer su dureza de corazón las parábolas se convertían en un
misterio que jamás se les revelaría, lo cual era parte de las profecías de
Isaías 6:9-10 que anteriormente vimos. Ahora viene Mateo y nos introduce una
nueva profecía que confirmaba la misión mesiánica que nuestro Señor Jesús hacia
al hablar por parábolas: Para que se cumpliese lo dicho por el
profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas
desde la fundación del mundo. En este caso es una cita directa de un Salmo: “Abriré
mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos”, (Salmo 78:2). Este
Salmo fue escrito por Asaf al cual Mateo llama profeta, y esto no es de
extrañarse porque los judíos llamaban profeta a todos aquellos que recibían de
parte de Dios una palabra profética inspirada por el Espíritu Santo y por ello
se le llama en otra parte de la Escritura junto con David, vidente, que es otra
palabra para referirse este ministerio: “Entonces el rey Ezequías y los príncipes
dijeron a los levitas que alabasen a Jehová con las palabras de David y de Asaf
vidente; y ellos alabaron con gran alegría, y se inclinaron y adoraron”, (2 Crónicas 29:30).
En este caso el apóstol Mateo intercambia la palabra proverbios por parábola, y
con ello nos descubre el objetivo de ello el cual era hablar cosas escondidas
que desde la fundación del mundo habían sido escondidas para nosotros que
creemos. Esto es lo que son las parábolas, son formas literarias creadas con
gran ingenio y disfrazadas con lenguaje figurado que tienen dentro de sí
grandes enseñanzas espirituales acerca del reino de Dios, las cuales muchos no
comprenderán, como los fariseos y escribas que se creían sabios delante de
Dios, pero se necesita más que eso para comprenderlas, se necesita la fe y
dependencia del Espíritu Santo el cual nos revelara todos estos maravillosos
misterios.
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