“Os
alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones
tal como os las entregué. Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de
todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero
toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza;
porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre,
que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello
o raparse, que se cubra. Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es
imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no
procede de la mujer, sino la mujer del varón,
y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por
causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su
cabeza, por causa de los ángeles. Pero en el Señor, ni el varón es sin la
mujer, ni la mujer sin el varón; porque
así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero
todo procede de Dios. Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a
Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le
es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse
crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el
cabello. Con todo eso, si alguno quiere
ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios”.
1 Corintios 11:2-16
INTRODUCCIÓN
A partir del versículo 2 del capítulo 11 de 1
Corintios Pablo comenzara a tocar temas referentes a la forma de culto dentro
de la iglesia cristiana. En estos 15 versículos el apóstol toca el tema de la
forma apropiada de la mujer de vestir y para ello desarrolla toda una temática
que gira en torno a su rol como un ser sujeta a la autoridad del varón. Estos
versículos han sido muy difíciles de interpretar a lo largo de la historia, y
muchos los han utilizado impropiamente para favorecer el machismo, algo que
definitivamente Dios desaprueba. Por otro lado muchas iglesias han hecho
doctrina de estos versículos afirmando que es obligatorio para la mujer
cubrirse, de allí que algunos afirman que las mujeres cristianas tienen que
andar en todo momento cubierta y solo quitárselo para bañarse y dormir, otras
afirman que solo debe utilizarse dentro del templo durante la realización del
culto; y otros dicen que no es obligación usarlo, que para eso el Señor les ha
dado el cabello largo en vez de velo. Lo cierto es que no debemos hacer
doctrina basándonos en un solo versículo, y en todo el Nuevo Testamento es el
único lugar donde aparece, y por otro
lado es importante estudia el contexto histórico-cultural para comprender mejor
lo que el apóstol quiso decir.
El Atavió de las mujeres |
TODOS SUJETOS A AUTORIDAD
“Os
alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones
tal como os las entregué. Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de
todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”.
1 Corintio 11:2-3
En estos versículos no se está apoyando el machismo que
afirma que la mujer es inferior al hombre y esta solo para servirle, al
contrario nos está diciendo que todos, incluyendo al hombre están bajo
autoridad. Lo primero que Pablo hacer es elogiar a los corintios por retener
las instrucciones que les había dado: Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las
instrucciones tal como os las entregué. La palabra que en la Reina Valera 60 se traduce como “instrucciones”,
proviene del griego parádosis (παράδοσις) la cual hace referencia a una norma enseñada, pero
también se puede considerar como una tradición enseñada. Si este es así,
posiblemente Pablo les había enseñado la forma tradicional de vivir como nuevas
criaturas delante de este mundo, y entre esas enseñanzas estaba la forma de
como la mujeres cristianas debía vestir. No podemos negar que en la antigüedad
la mujer fue vista como un objeto sin muchos derechos. Por ejemplo, en la
cultura oriental antigua la mujer era vista como un objeto de placer, que solo
servía para reproducir y cuidar de los quehaceres del hogar y de los niños. Los
griegos no tenían un concepto muy diferente de esto. La cultura judía era
semejante en cuanto al trato de las mujeres las cuales no tenían muchos
derechos de igualdad, pero no porque el deseo de Dios fuera así, sino por las
tradiciones antiguas en las cuales ellos vivían. Una antigua interpretación
rabínica nos revela la perspectiva judía de la mujer: “Dios no formó a la mujer de la cabeza del
varón para que no fuera soberbia; ni del ojo, para que no fuera lujuriosa; ni
del oído, para que no fuera curiosa; ni de la boca, para que no fuera
charlatana; ni del corazón, para que no fuera celosa; ni de la mano, para que
no fuera codiciosa; ni del pie, para que no fuera traicionera; sino de una
costilla, para que siempre vaya tapadita; por tanto, el pudor debe ser su
cualidad superlativa”. Prácticamente a la mujer no se le permitía
nada, e incluso era una costumbre del medio oriente antiguo el que se cubriese
como muestra de sujeción y decoro. Sin embargo, Pablo les dice a los corintios
que todo ser esta bajo la autoridad de alguien, y no solo la mujer. Aquí
aparece varias veces la palabra “cabeza” que proviene del griego kefalé (κεφαλή), la cual no se
refiere en si a la cabeza del cuerpo humano, sino una mejor traducción seria
jefe. En este sentido cada quien tiene su Jefe y Cristo es el mejor ejemplo
porque durante todo su ministerio estuvo sujeto a su Padre y de Él ha recibido
toda autoridad en los cielos y la tierra: “la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y
sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y
señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también
en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza
sobre todas las cosas a la iglesia”, (Efesios 1:20-22). De esta
forma Cristo ejerce su autoridad en conformidad a como el Padre lo haría, y así
Cristo es la cabeza del hombre el cual debe someterse a Él para hacer conforme
a su voluntad, y el hombre se convierte al mismo tiempo en cabeza de la mujer
con el fin de desarrollar su rol de ejercer un gobierno sabio y benéfico como
el sacerdote de toda su familia. Para que todo esto funcione perfecto el hombre
debe estar completamente sumiso a Cristo, su carácter y manera de ejercer su
privilegio de cabeza debe ser acorde a la sabiduría que Cristo otorga porque de
lo contrario la mujer sufrirá. En Efesios se nos enseña que las mujeres deben
está sujeta a sus maridos, pero a estos maridos se les demanda que sepan
amarlas como Cristo ha amado a la iglesia: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la
iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia
está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que
fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como
a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie
aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como
también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y
de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a
su mujer, y los dos serán una sola carne”, (Efesios 5:22-31). Esto
significa que así como la mujer debe aprender a ser sujeta a la autoridad del
hombre, el hombre tiene que aprender a amarla así como Cristo ha amado a la
iglesia, sabiendo ser un buen gobernador, justo, equitativo y sabio, y esto
representa un gran desafío para el hombre. Esto abroga completamente el
concepto de machismo: “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en
el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas”,
(Colosenses 3:19). El hombre debe saber reconocer la importancia que la mujer
tiene en su vida, de cómo ella viene a ser el complemento perfecto que necesita
para vencer en este mundo, y que ambos como una sola carne y bajo el señorío de
Cristo deben aprender a amarse.
EL ATAVIÓ DE LAS MUJERES EN EL CULTO
“Todo varón que ora o profetiza con la
cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la
cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese
rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si
le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. Porque
el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero
la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la
mujer del varón, y tampoco el varón fue
creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la
mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles”.
1 Corintios 11:4-10
En estos versículos el apóstol Pablo hace mención del
atavió del hombre y la mujer en el culto, pero se extiende la discusión
alrededor a la de la mujer más que en la del hombre. Al parecer Pablo estaba
acomodando sus instrucciones en torno a las costumbre de vestido de su tiempo.
Para los griegos era costumbre que los hombres que oraban a sus divinidades no
se cubriesen la cabeza, mas no así las mujeres que si lo hacían. En el caso de
la cultura judía la tradición enseñaba que los hombres debían cubrirse la
cabeza al momento de orar. Considerando la cultura de los griegos Pablo les
dice: Todo varón que ora o profetiza
con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza
con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se
hubiese rapado. En el medio oriente existía
la costumbre, y aun sobrevive en algunos lugares ortodoxos, de que la mujer se
cubriese ya que por un lado era una señal de su sujeción al hombre, y por otra
era considerado un acto de indecencia ver a una mujer con su cabeza
descubierta. Por cuestiones culturales una mujer decente no se atrevía a salir
a la calle descubierta y en el culto a Dios se esperaba que por cuestiones de
conciencia y decoro se mantuvieran cubiertas de un velo. Pablo trata de dar
algunas razones por las cuales las mujeres deberían obedecer esta instrucción.
La primera es por cuestiones de moral y buen testimonio ya que en Corinto las
sacerdotisas de Afrodita, que no eran más que rameras, no se cubrían y
generalmente se asociaba con una mujer indecente aquella que no se cubría la
cabeza y vendría a ser motivo de afrenta para su marido: Pero toda mujer que ora o profetiza con la
cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese
rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si
le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. En estos tiempos solía raparse a las rameras como una
señal de vergüenza y por ello el apóstol les dirige estas palabras. En segundo
lugar trata de dar razones un tanto bíblicas y dice que el velo sobre la cabeza
de la mujer es símbolo de su sujeción al hombre, ya que así como el hombre es
imagen y gloria de Dios, la mujer es la gloria del varón: Porque el varón no debe cubrirse la
cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Tratando de justificar este pensamiento nos dice que si
bien es cierto, ambos, hombre y mujer, son imagen y semejanza de Dios, el
hombre fue creado primero del polvo de la tierra, y luego la mujer fue creada
de la costilla del hombre como consecuencia de la necesidad de ayuda mutua: Porque el varón no procede de la mujer,
sino la mujer del varón, y tampoco el
varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. En tercer lugar, se nos dice que la mujer debe cubrirse
como señal que está sujeta a autoridad por respeto a los poderes espirituales
que se mueven en el culto: Por lo
cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los
ángeles. Los antiguos cristianos creían que durante la
realización del culto se movían los ángeles en medio de la presencia del
Espíritu Santo, y por ello debían las mujeres mostrar señal de autoridad
delante de ellos. Una sugerencia no tan aceptable de esta razón que Pablo
expone acerca de los ángeles es que las mujeres deben cubrirse para no
despertar deseos sexuales en ellos, considerando la tradición judía que se
encuentra registrada en el libro de Enoc que dice que algunos ángeles
abandonaron su morada celestial y se incendiaron en lascivia teniendo
relaciones sexuales con las mujeres.
La
observación de Pablo de que las mujeres debían cubrirse con un velo durante el
culto a Dios estaba orientada a mantener su pudor y buen testimonio delante de
los demás, ya que no debían mostrarse como las mujeres indecorosas del mundo
que no se cubrían. De hecho la misma Biblia exhorta a las mujeres a vestir con
decencia, no en opulencia y una sensualidad que despierte la lascivia en los
hombres: “Asimismo
que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con
peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas
obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. La mujer aprenda en
silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer
dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado
primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada,
incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en
fe, amor y santificación, con modestia”, (1 Timoteo 2:9-15). Si nos
damos cuenta los argumentos en cuanto a la sumisión de la mujer son parecidos: Porque Adán fue
formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo
engañada, incurrió en transgresión. La razón de su sujeción se
remota a los mismo orígenes de la humanidad en el huerto del Edén y a las
consecuencias de la desobediencia de la mujer: “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera
los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será
para tu marido, y él se enseñoreará de ti”, (Génesis 3:16). También
dice que la mujer debe vestirse no con peinado ostentoso, sino decentemente, por
lo que muchas contaminadas con esta tendencia de la moda abandonarían sus velos
pero eso sería en esta época un símbolo de sexualidad. Pablo dice que sus
principales adornos deben ser las buenas obras que la acompañan, como toda
mujer que profesa piedad. También se le prohíbe hablar en público, debe guardar
silencio y preguntarle a su marido cualquier duda después del culto. Esto
último pudiese parecer muy machista, pero lo cierto es que hasta el día de hoy
estos países orientales ven como impertinente que la mujer hable sin que su
marido este cerca, de hecho, ni siquiera se les permitía hablar en las calles
con los hombres. Por tanto, lo que Pablo dice es que la mujer guarde todas las
medidas de decoro y respeto que eran propias de su tiempo. Hoy en día podríamos
aplicar este versículo a la forma adecuada que una mujer tiene que vestir, no
solo en el culto, sino también en cualquier lugar donde se mueva. Más que usar
un velo el punto principal aquí está en el atavió decoroso de la mujer, en
llevar una vida santa con amor y fe: Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe,
amor y santificación, con modestia.
DELANTE DE DIOS TODOS SOMOS IGUALES
“Pero en el Señor, ni el varón es sin la
mujer, ni la mujer sin el varón; porque
así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero
todo procede de Dios”.
1 Corintios 11:11-12
Hemos venido hablando mucho acerca de que la mujer
cristiana debe vivir en sujeción y decoro, y en esta época el cubrirse con un
velo durante el culto era un símbolo de ello ya que las rameras y mujeres
indecentes no lo usaban, sin embargo, delante de Dios ni el hombre es más que
la mujer ni la mujer es más que el hombre, ambos son complementados el uno con
el otro y ambos como imagen de Dios se les permite adorar, orar o incluso
profetizar en el culto.
LA CONCLUSIÓN DE ESTE PASAJE
“Juzgad
vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La
naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el
cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso;
porque en lugar de velo le es dado el cabello. Con todo eso, si alguno quiere
ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios”.
1 Corintios 11:13-16
Este pasaje difícil termina con la invitación de Pablo a
juzgar que si es apropiado que la mujer no use velo sobre su cabeza. Para
juzgar adecuadamente debemos hacerlo considerando el contexto histórico y
cultural bajo el cual se escribieron estos versículos. Pablo pregunta: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin
cubrirse la cabeza?, la respuesta en esta época
era no, ya que el no usar velo era característico de las mujeres indecentes y
las cristianas no podían vestir como una de ellas. Además Pablo acude a la
naturaleza misma para decir que así como al hombre le es deshonroso el dejarse
crecer el cabello, así a la mujer le es honroso el dejarse crecer, pero en esta
época el cabello era visto como algo sensual por lo que las mujeres tendían a
cubrirse la cabeza de tal forma que esta costumbre era digna de ser imitada en
la iglesia. Al final el apóstol espera que sus palabras sean escuchadas y no
que haya contiendas por estas cuestiones culturales ya que las iglesias del
Señor no tienen la costumbre de discutir por cuestiones vanas.
El
uso del velo en la actualidad es muy discutido. Unas iglesias afirman que las
mujeres cristianas deben usarlo siempre, y solo quitárselo cuando duermen o se
bañan. Otros opinan que solo debe usarse durante el culto, y otros dicen que ya
no es necesario, que solo era algo que usaban las mujeres del medio oriente y
que las occidentales no deben usarlo ya que no es parte de su cultura, y que
para eso tiene el cabello largo el cual le es dado en lugar del velo. Entrar en
una discusión en cuanto a que si debe usarse o no el velo no tiene sentido, ya
que durante años los teólogos no se han puesto de acuerdo, pero lo que si
podemos rescatar de esta enseñanza es que el hombre que es cabeza de la mujer
debe saber amarla como Cristo a amado a la iglesia, y que la mujer debe
aprender a vivir en sujeción a su esposo vistiendo con todo decoro, no como las
mujeres indecentes de nuestros tiempos, sino como aquellas que profesan
piedad.
Excelente explicaciòn
ResponderBorrarTotalmente de acuerdo con la explicación del texto
ResponderBorrarme quedó todo claro.....había leído este pasaje y no lo entendía...muchas gracias ..bendiciones
ResponderBorrarMuy buena explicación
ResponderBorrarmuy buena explicacion
ResponderBorrarGracias por este comentario bíblico me ayuda mucho ya que hoy día hay una tremenda pelea en las iglesias evangélicas porque por falta de conocimiento.
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