“Nosotros
también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud”.
2 Pedro
1:5
Los Hábitos de un Líder Cristiano |
INTRODUCCIÓN
Como ya
hemos visto anteriormente el tema de liderazgo es de suma importancia ya que de
eso depende el éxito o fracaso de toda organización, y eso incluye a la
iglesia. Hoy en día la iglesia necesita buenos líderes que sepan guiar al
pueblo de Dios en su perfecta voluntad, y de aquí que el crecimiento personal
del líder se vuelva clave para lograr este fin. Uno de los factores que
determinan el éxito del liderazgo son sus hábitos. Ahora bien, la palabra de
Dios nos exhorta en este pasaje de 2 Pedro a agregar a nuestra fe virtud: Nosotros
también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud, pero
¿qué es una virtud? Si uno considera el significado de la palabra que se
tradujo como virtud encontramos que proviene del griego areté
(ἀρέτη) la cual sugiere una habilidad que se desarrolla con esfuerzo, excelencia y coraje.
En este sentido, lo que Pedro nos está diciendo es que seamos diligentes en añadir
a nuestra nueva vida cristiana todas aquellas habilidades que promuevan nuestro
crecimiento personal y espiritual, y si estas son practicadas de manera
regular, se convierten en hábitos los cuales nos catapultaran al éxito. Un
hábito es el resultado de una acción que se repite frecuentemente de forma
inconsciente. Por tanto, todo hábito en nuestra vida es resultado de aquellas
actividades que realizamos de manera cotidiana, donde el cerebro ya no realiza
ningún proceso mental de raciocinio, sino las hace de forma automática, como
respuesta a un estímulo en el cerebro. Por ejemplo, alguien llega a su casa y
se siente aburrido, esa señal de aburrimiento llega al cerebro el cual provoca
un proceso de razonamiento para encontrar ¿qué hacer?, luego de pensarlo
encuentra una respuesta y lo traduce en una acción (como podría ser ver
televisión, salir de paseo, practicar algún deporte, etc.). Ahora bien, cuando
este proceso produce una acción determinada y produce un placer o recompensa en
la satisfacción del individuo, la próxima vez que el evento se vuelva a repetir
no tendrá que repetirse el proceso completo, sino que en automático el cerebro
sin pensar hará que se ejecute la acción que tanta satisfacción produce de tal
forma que se habrá formado un hábito. Nuestra vida está llena de hábitos porque
a nuestro cerebro no le gusta pensar ya que al hacerlo consume energía de tal
forma que cuando la situación es repetitiva ya tiene programada la acción que
realizara de forma rutinaria.
¿Cómo se forman los hábitos? |
Por tanto, si nuestra vida está llena de hábitos, es importante identificarlos, ya que unos pueden ser buenos y contribuir a nuestro bienestar y éxito personal. Hábitos como hacer ejercicio, leer, orar, ser puntuales, tomar la iniciativa, ser proactivos, ser visionario, entre otras, pueden contribuir a este fin. No obstante, si nuestros hábitos son malos, estos solo contribuirán a nuestro detrimento personal. El asegurarnos de que nuestros hábitos sean buenos es de suma importancia ya ellos nos llevaran, ya sea al éxito, o al fracaso, o como lo dice este antiguo dicho, nos fraguará nuestro futuro: Siembra un pensamiento, cosecha una acción; siembra una acción, cosecha un hábito. Siembra un hábito, cosecha un carácter; siembra un carácter, cosecha un destino”. Ahora bien, antes de buscar desarrollar los mejores hábitos en nuestra vida debemos entender que elementos intervienen para que estos se formen en nuestra vida. Stephen Covey dice que un hábito es como “una intersección de conocimiento, capacidad y deseo”.[1]
Tres elementos que definen los hábitos |
Si esto
es así, todo aquello que aprendemos, ya sea como resultado de leer un libro, o
en un seminario, o en la escuela o por cualquier medio es clave para
desarrollar buenos hábitos. En segundo
lugar, tenemos las capacidades que no son más que la habilidad que
desarrollamos para hacer una tarea con eficiencia. Uno puede llegar a
desarrollar diferentes habilidades y en la medida que estas se repiten una y
otra vez se adquiere gran pericia en este campo. Finalmente, está el deseo que
querer hacer las cosas. Si no existe deseo entonces no lograremos desarrollar
el hábito que tanto deseamos, y esto requiere determinación. Cuando somos
capaces de combinar de forma efectiva estos tres elementos: el conocimiento, la
capacidad y el deseo, estaremos en el camino de desarrollar los mejores
hábitos, y estos a su vez nos ayudarán a desarrollar nuestro carácter para
desarrollar las mejores características personales que nos conducirán a madurar
día a día. Stephen Covey nos dice en su libro los 7 hábitos de la gente
altamente efectiva que los buenos hábitos ayudan a una persona a ser más
efectiva en su rol de líder pasando por tres niveles de competencia: la
dependencia, la independencia y la interdependencia.
Niveles de madurez en el desarrollo humano |
1. Dependencia
(Paradigma del tú): Al nacer, somos totalmente dependientes, sin el cuidado de
otras personas no sobreviviríamos (tú me cuidas, tú haces o no lo que tienes
que hacer y yo te culpo si no lo haces…). Sin embargo, conforme la persona
crece va superando esta fase hasta volverse independiente en algunas áreas.
2. Independencia
(Paradigma del yo): Yo puedo hacerlo, yo soy responsable, yo me basto a mí
mismo. Podemos desenvolvernos por nuestros propios medios.
3. Interdependencia
(Paradigma del nosotros): Nosotros podemos cooperar, nosotros podemos combinar
nuestros talentos y actitudes para crear juntos algo mejor y más importante.
Una vez que hemos alcanzado la independencia, podemos atrevernos con la
interdependencia, pero no antes. Este es el nivel óptimo de madurez y
desarrollo personal que buscamos en el liderazgo.
Considerando todo lo que hemos hablado
entendemos por qué el crear buenos hábitos es clave para la vida del líder, y
en el cristianismo no es la excepción. Como líderes cristianos debemos
enfocarnos en desarrollar al menos tres áreas: la espiritual, nuestro
desarrollo personal y nuestra capacidad de influir y dirigir a otros. En esta
sección veremos los hábitos que nos ayudaran a desarrollar estas áreas.
[1] Stephen Covey. “Los
siete hábitos de la gente altamente efectiva”. Buenos Aires, Paidós, 1ª
edición, 2005. Pág. 20.
Excelente, el desarrollo de estos temas para el liderazgo eclesiástico, Dios le siga dando sabiduría para nuestro aprendizaje por medio de Nuestro Señor y salvador Jesucristo con su Santo Espíritu. Amén 🙏
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