“Y después
de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos,
volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los
discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es
necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”.
Hechos 14:21-22
INTRODUCCIÓN
El sufrimiento para muchos es un
misterio ya que difícilmente se encuentra una respuesta satisfactoria que nos
haga sentir mejor. Lo cierto es que todos los seres humanos estamos expuestos a
sufrir, sean o no cristianos, y de allí la importancia de por qué debemos conocer todo lo que la Biblia dice respecto a él.
El misterio del sufrimiento |
I.
EL SUFRIMIENTO HUMANO A VECES NO
TIENE SENTIDO NI EXPLICACIÓN RACIONAL.
Cuando revisamos diferentes casos
de sufrimiento nos damos cuenta de que muchos de ellos no tienen una
explicación racional del por qué Dios permite que tales cosas. Por ejemplo,
encontrar la respuesta a situaciones tales como por qué un bebe se quedó
huérfano después que sus padres murieron en un accidente, o el ser inculpado
injustamente de un cargo criminal, o el nacer con una enfermedad incurable que
limita nuestro potencial, o quedar en sillas de ruedas por haber sufrido un
accidente, o el fracaso de un sueño que frustra toda nuestra vida, o quedar en
banca rota después de una mala jugada de la vida, y en general, cualquier
calamidad que ocurra en nuestra vida hace que surjan las siguientes preguntas:
¿Por qué Dios permite el sufrimiento? ¿A caso es su voluntad de el hombre sufra?
¿Es por esto Dios injusto al permitir el sufrimiento en la vida de los seres
humanos? Si uno estudia la Biblia se
dará cuenta que el hombre tendrá que experimentar el sufrimiento en su corta
existencia: “El
hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale como una
flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece”, (Job
14:1-2). Y esto no excluye a los justos, ya que Pablo y Bernabé exhortaban a
los creyentes a perseverar en la fe aun en medio de las dificultades: Es necesario que a
través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Cuando
uno escucha estas palabras podría preocuparse al saber que ni siquiera los
cristianos estamos exentos de sufrir en este mundo, pero ¿cuál es la verdadera
razón por la que hay tanto sufrimiento en este mundo? Veamos lo que la Biblia
nos enseña al respecto.
II.
LA RAÍZ DEL SUFRIMIENTO HUMANO: EL
PECADO.
En primer lugar, uno ve que la
causa principal del sufrimiento del ser humano es el pecado el cual tiene sus
orígenes desde el mismo huerto del Edén. Cuando Dios creo al ser humano a su
imagen y semejanza no conocía el sufrimiento porque era parte de la perfección
que se le había atribuido, y llevaba una vida cómoda y llena de bendiciones: “Y Jehová Dios plantó un huerto
en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios
hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer;
también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien
y del mal... Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén,
para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo
árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal
no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”,
(Génesis 2:8-9, 15-17). Si nos damos cuenta la vida del hombre era placentera
pero lamentablemente con la entrada del pecado todo cambio, ya que el hombre
perdió su perfección original y con ello la enfermedad y muerte entro: “Por tanto, como el
pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la
muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”, (Romanos
5:12). El pecado es la causa de tanto sufrimiento, ya que la maldad del hombre
provoca tantas injusticias, muertes, sufrimientos, epidemias, deterioro del
medio ambiente, abortos, y miles de calamidades más ya que su corazón es duro,
egoísta y amante de la maldad. Por este Dios le advirtió a Adán que no comise
del fruto prohibido, porque el día que lo hiciera ciertamente morería, pero
lamentablemente no obedeció.
III. DOS FORMAS DE ENFRENTAR EL SUFRIMIENTO.
Por todo lo que hemos visto hasta
el momento el sufrimiento es una realidad que no podemos evitar ya que es una
de tantas consecuencias negativas que el pecado a traído a nuestras vidas, sin
embargo, hay dos formas de enfrentar el sufrimiento en la vida.
1. El sufrimiento que solo lleva a la ruina total.
Para los que no tiene a Cristo el
sufrimiento de este mundo solo los lleva a un estado de desesperanza y ruina
total ya que tendrán que enfrentar las dificultades del mundo con sus propias
fuerzas de tal forma que su vida brota como la hierba, pero está destinada a la
destrucción: “Cuando
brotan los impíos como la hierba, y florecen todos los que hacen iniquidad, es
para ser destruidos eternamente”, (Salmo 92:7). La misma maldad del
hombre lo conducirá a un camino de sufrimiento y por causa de su pecado
enfrentará el castigo eterno a menos que este se arrepienta de sus pecados: “Cuando yo dijere al
impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el
impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su
maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y
él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su
maldad, pero tú habrás librado tu alma. Si el justo se apartare de su justicia
e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no
le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán
en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si al justo amonestares
para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás
librado tu alma”, (Ezequiel 3:8-21). Lo cierto es que la vida de
pecado nos conducirá a una vida de sin sabores que terminará en la condenación
eterna, y nadie puede cambiar esta realidad a menos que se convierta a Cristo.
2. El sufrimiento que produce mayor resplandor de gloria.
Como ya lo dijimos, el hecho de ser
cristianos no nos excluye del sufrimiento, pero nos ayuda a enfrentarlo con la
promesa que seremos victoriosos. Aun estando en Cristo podemos cometer errores
que nos conduzcan a situaciones difíciles que nos hagan sufrir, también podemos
ser victimas del ambiente hostil y de la maldad que nos rodea, y nuestro
testimonio por Cristo puede ser una causa de sufrimiento debido a las
persecuciones que podamos enfrentar. Sin embargo, en este mundo de dificultades,
aunque suframos tenemos grandes promesas que alivian nuestra alma angustiada;
mientras que los impíos, aunque parezca que son felices, serán alcanzados por
sus pecados. En cierta ocasión Jesús hablo a todos aquellos cuyas almas estaban
afligidas y les consoló con estas palabras:
“Y alzando
los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres,
porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis
hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque
reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os
aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa
del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro
galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los
profetas. Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de
vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de
vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros,
cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres
con los falsos profetas”.
Lucas 6:20-26
A parte de esto Pablo también nos
alienta diciéndonos que en Cristo todas las cosas nos ayudan a bien: “Y sabemos que a los
que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme
a su propósito son llamados. Porque a
los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y
a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues,
diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”,
(Romanos 8:28-31).
CONCLUSIÓN.
Por tanto, por causa del pecado el
sufrimiento ha entrado en esta vida y todos los seres humanos estamos expuestos
a atravesar por estas situaciones, sin embargo, en esta vida hay dos formas de enfrentarlo,
la primera es sin Cristo, y es un sufrimiento que conduce a un mundo sin
esperanza y en la eternidad la condenación. La segunda forma es con Cristo, con
la promesa de que Dios nos ayudará y nos dará la victoria sobre toda situación
y en el futuro la vida eterna.
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