“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
Todas vuestras cosas sean hechas con amor.
Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de
Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os
sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan. Me
regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han
suplido vuestra ausencia. Porque confortaron mi espíritu y el vuestro;
reconoced, pues, a tales personas. Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y
Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. Os
saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Yo,
Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. El que no amare al Señor
Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. La gracia del Señor Jesucristo esté
con vosotros. Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén”.
1 Corintios 16:13-24
INTRODUCCIÓN
Gracias a Dios
hemos llegado al final de esta sorprendente primera carta del apóstol Pablo a
los corintios donde hemos aprendido mucho en cuanto a los diferentes problemas
que atraviesa la iglesia. Antes de finalizar, el apóstol les encarga ciertos
mandamientos que los cristianos tenían que cumplir con el fin de continuar
perseverando en la fe cristiana, además les exhorta a someterse a aquellos que
son servidores del pueblo de Dios a los cuales menciona por nombre en estos
versículos, y termina dando los saludos finales de su propia mano con el fin de
que ellos vean que era él mismo el que les escribía.
EXHORTACIÓN A PERMANECER FIELES
“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
Todas vuestras cosas sean hechas con amor”.
1 Corintios 16:13-14
Pablo no
puede despedirse sin antes exhortar a los creyentes a permanecer fieles en los
caminos de la fe, especialmente porque sabe que la vida cristiana no es fácil,
y por ello les ordena que desarrollen ciertas virtudes que les pueden ayudar a
este fin. En primer lugar le manda a que velen. La palabra velad se traduce del
griego gregoreúo (γρηγορεύω), que hace
referencia a alguien que vigila y esta alerta. No es la primera vez que en la
Biblia se nos exhorte a los cristianos a velar, de hecho Pedro alienta a los
creyentes a ser sobrios y velar porque tenemos un enemigo poderoso que nos
destruirá si nos descuidamos: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo,
como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”, (1
Pedro 5:8). Y nuestro Señor Jesucristo exhorto a sus discípulos a velar porque
no sabrían la hora y el día de su regreso: “Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la
casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;
para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros
digo, a todos lo digo: Velad”, (Mateo 13:35-37). Y en otra ocasión
les enseño a sus discípulos la necesidad de velar estando en oración ya con el
fin de no ceder ante la debilidad de la carne: “Velad y orad, para que no entréis en
tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”,
(Mateo 26:41). Por tanto, todos los cristianos tenemos que mantenernos siempre
alertas, no confiarnos y descuidarnos espiritualmente, ya que los días son
difíciles y por ello debemos velar en todo momento. En segundo lugar, Pablo les
pide a os corintios que este firmes en la fe. La palabra firme proviene del
griego stéko (στήκω), que sugiere a
algo que está bien anclado y es difícil de mover, y esto es lo que se espera
del cristiano, el permanecer bien anclado en la fe de Cristo con el fin de ser
constante y perseverar en medio de cualquier dificultad. En tercer lugar, les
pide que se porten varonilmente y se esfuercen, y en el griego las palabras
portarse varonilmente es una sola palabra, andrídsomai
(ἀνδρίζομαι), la cual es una
palabra que describe a alguien que se comporta con valentía; mientras que la
palabra esforzarse proviene del griego krataióo
(κραταιόω), que precisamente
es eso, alguien que se esfuerza con gran vigor en realizar una tarea. Cuando
Dios llamo a Josué le ordeno que fuera esforzado y valiente para que su corazón
no desfalleciera ante los retos futuros: “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo
por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la
ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a
siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás
en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te
mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu
Dios estará contigo en dondequiera que vayas”, (Josué 1:6-9).la vida
cristiana está llena de desafíos que generalmente pueden intimidar el corazón
del creyente y hacerlo retroceder, pero el Señor no pide coraje para no temer,
y esforzarnos para cumplir con sus propósitos. Finalmente, Pablo pide que todas
estas grandes virtudes sean reguladas por la mayor de todas, el amor: Todas vuestras cosas
sean hechas con amor. Aquí la palabra amor es agápe (ἀγάπη), el cual describe
un amor sacrificial que no es egoísta y solo busca el bien de los demás, este
tipo de amor debe ser la fuente de nuestra motivación al momento de hacer
cualquier cosa para el Señor.
RECONOCER A LOS QUE SIRVEN AL SEÑOR
“Hermanos, ya sabéis que la
familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al
servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a
todos los que ayudan y trabajan. Me regocijo con la venida de Estéfanas, de
Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. Porque
confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. Las
iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su
casa, os saludan mucho en el Señor. Os saludan todos los hermanos. Saludaos los
unos a los otros con ósculo santo”.
1 Corintios 16:15-20
Mientras
Pablo se despide, no quiere pasar por alto a aquellos creyentes que dedican su
vida al servicio de los santos. En primer lugar, menciona a los de la familia
de Estéfanas, los cuales son de los primeros convertidos de Acaya y que se han
dedicado a servir a los santos: Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las
primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos.
Esta familia fue bautizada por el mismo Pablo: “También bauticé a la familia de Estéfanas; de
los demás, no sé si he bautizado a algún otro”, (1 Corintios 1:16),
y junto a otros cristianos se había dedicado no solo a trabajar en pro de los cristianos,
sino también habían apoyado a Pablo en su ministerio, y por ello les anima a
que se sujeten a personas como estas: Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los
que ayudan y trabajan. Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y
de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia. Porque confortaron mi
espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. De igual
forma el apóstol hace referencia a los santos que trabajan en Asia, de los
cuales Aquila y Priscila resaltan entre estos obreros: Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y
Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor.
Priscila y Aquila era un matrimonio ejemplar que se habían dedicado al servicio
de la obra de Dios, a estos los conoció en Corinto donde se unió con ellos en
este noble oficio: “Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a
Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de
Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los
judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con
ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas. Y
discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a
griegos”, (Hechos 18:1-4). Este matrimonio era principal entre los
servidores de Dios a tal punto que la iglesia se reunía en su casa: Aquila y Priscila,
con la iglesia que está en su casa, y el apóstol reconocía su gran
contribución en su ministerio: “Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo
Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino
también todas las iglesias de los gentiles. Saludad también a la iglesia de su
casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para
Cristo”, (Romanos 16:3-5). Durante el primer siglo la iglesia no tenía
templos y por ello acostumbraba a reunirse en las casas de otros creyentes, así
lo vemos en el libro de Hechos cuando Lidia la vendedora de purpura acogió a
Pablo en su hogar: “Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de
la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el
corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue
bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel
al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”, (Hechos
16:14-15). De igual forma en Colosa la iglesia se reunía en casa de Filemón: “Pablo, prisionero
de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a
la amada hermana Apia, y a Arquipo
nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa”,
(Filemón 1-2). De esta forma la iglesia acostumbraba reunirse en las casas de
algunos cristianos y Priscila y Aquila eran uno de esos. Finalmente, Pablo les
dice que los saludan todos los santos con un ósculo santo, es decir, un beso
que se acostumbraba dar entre los hermanos en Cristo: Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos
a los otros con ósculo santo.
LA DESPEDIDA DEL APÓSTOL
“Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano. El que no
amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene. La gracia del Señor
Jesucristo esté con vosotros. Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros.
Amén”.
1 Corintios 16:21-24
Ahora
sí, Pablo se despide finalmente haciéndoles ver que el saludo final era de su
propia mano para que ellos reconocieran su escritura: Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi
propia mano. En la antigüedad se acostumbraba dictar las cartas a un
amanuense, y Pablo lo hacía de esta forma: “Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor”,
(Romanos 16:22). Sin embargo, acostumbraba escribir el saludo final de sus
cartas con sus propias manos: “La salutación de mi propia mano, de Pablo. Acordaos de mis
prisiones. La gracia sea con vosotros. Amén”, (Colosenses 4:18). El
hecho de que Pablo hiciera referencia a que sus lectores reconocerían su
escritura es un indicativo que el tamaño de esta fuera diferente al del
amanuense ya que se cree que tenía una enfermedad en los ojos que le
dificultaba ver: “Mirad
con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano”, (Gálatas
6:11), y por eso Pablo agradece a los gálatas su intención de darle sus propios
ojos si esto hubiese sido posible: “¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais?
Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado
vuestros propios ojos para dármelos”, (Gálatas 4:15). De la misma
forma el apóstol declara que todo aquel que no ama a Cristo sea anatema, ósea
maldito, y que el Señor pronto viene: El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor
viene. La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. Realmente
las palabras El
Señor viene, proviene de una sola palabra aramea que es Maranata, la cual significa exactamente
eso y es una expresión de anhelo de los cristianos del primer siglo por el tan
ansiado regreso de Cristo por su iglesia. Finalmente, el apóstol Pablo se
despide de sus lectores expresando el gran amor en Cristo que les tiene y sella
su carta con un amén: Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.
De esta forma termina esta maravillosa carta inspirada por el Espíritu Santa la
cual es de gran bendición hoy en día para la iglesia del Señor.
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