“Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le
dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le
dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena
envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y
todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda,
y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco
yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo:
Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas
cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé
pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los
mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como
mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por
los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo
que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena”.
Lucas 14:15-24
INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia se han
realizado grandes fiestas y bodas, donde muchos de los convidados se sienten
horrados por tal privilegio, pero lo cierto es que hoy en día Dios también nos
hace una gran invitación a ser salvos y participar de la cena de las bodas del
Cordero en la eternidad. Lamentablemente, muchos como en esta parábola rechazan
la invitación que Dios les realiza. Esta parábola nos ilustra muy bien todo
esto y de ella podemos aprender a no rechazar esta gran invitación que Dios nos
hace.
Los invitados a la gran cena |
I.
ISRAEL CREÍA QUE EN EL
MILENIO SE REALIZARÍA UNA GRAN CENA DONDE ELLOS ESTABAN INVITADOS.
“Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le
dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios”.
En cierta ocasión uno
de los que habían estado en la mesa junto con Jesús escuchando sus enseñanzas
dijo: Bienaventurado
el que coma pan en el reino de Dios. Los judíos creían que ellos
estaban invitados a una gran cena que Dios realizaría en el milenio, por otro
lado creían que todos los gentiles estaban excluidos. Ellos creían que durante
el milenio se sentarían a comer junto con los patriarcas y los profetas en una
gran mesa donde los platillos principales sería el leviatán y el behemot, dos monstruos
que aparecen en el libro de Job. Leviatán era descrito como un monstruo marino
muy temible: “¿Sacarás
tú al leviatán con anzuelo, o con cuerda que le eches en su lengua? ¿Pondrás tú
soga en sus narices, y horadarás con garfio su quijada? ¿Multiplicará él ruegos
para contigo? ¿Te hablará él lisonjas? ¿Hará pacto contigo para que lo tomes
por siervo perpetuo? ¿Jugarás con él como con pájaro, o lo atarás para tus
niñas? ¿Harán de él banquete los compañeros? ¿Lo repartirán entre los
mercaderes? ¿Cortarás tú con cuchillo su piel, o con arpón de pescadores su
cabeza? Pon tu mano sobre él; Te acordarás de la batalla, y nunca más volverás.
He aquí que la esperanza acerca de él será burlada, porque aun a su sola vista
se desmayarán”, (Job 41:1-9). Por otro lado behemot es descrito como
un enorme animal con una cola como de cedro: “He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti;
hierba come como buey. He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos, y su
vigor en los músculos de su vientre. Su cola mueve como un cedro, y los nervios
de sus muslos están entretejidos. Sus huesos son fuertes como bronce, y sus
miembros como barras de hierro. Él es el principio de los caminos de Dios; el
que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque. Ciertamente los montes
producen hierba para él; y toda bestia del campo retoza allá. Se echará debajo
de las sombras, en lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos. Los árboles
sombríos lo cubren con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean. He aquí,
sale de madre el río, pero él no se inmuta; tranquilo está, aunque todo un
Jordán se estrelle contra su boca”, (Job 40:15-23). Los judíos
creían que estos dos animales serian el platillo principal durante el milenio y
que ellos eran los invitados especiales, pero no era así porque a través de sus
acciones se estaban excluyendo de dicho festejo milenial.
II.
MUCHOS DE LOS
INVITADOS LO RECHAZARON ASÍ COMO HOY EL HOMBRE RECHAZA LA GRAN INVITACIÓN DE
DIOS.
“Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a
muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid,
que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero
dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que
me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir”.
En la mente judía se
encontraba bien arraigada la idea de que ellos eran los únicos que estaban
convidados al gran banquete que se realizarían en el milenio, pero a través de
sus acciones rechazaban la invitación que Dios les hacía a participar de él. En
esta parábola vemos como Jesús lo ilustra con una ingeniosa parábola: Un hombre hizo una
gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir
a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a
excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te
ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a
probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto
no puedo ir. Como en esta parábola así muchos hoy en día rechazan la
gran invitación que el evangelio les hace de venir a Cristo y ser salvos de la
ira venidera. Algunos están ocupados con sus vidas laborales, o su vida
familiar, sus proyectos personales, sus estudios o negocios, o simplemente
hundidos en sus pecados, de tal forma que cuando se les realiza la invitación
del evangelio para venir a Cristo, estos la rechazan por estar ocupados en su
vida. Como estos judíos muchas personas quedaran excluidas de la vida eterna, y
lo peor de todo es que mucho creen que serán salvos, así como estos judíos
pensaban, pero están equivocados y por ello Jesús les dijo: “Y os digo que
vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y
Jacob en el reino de los cielos; más los hijos del reino serán echados a las
tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”,
(Mateo 8:11-12).
III.
SI NO APROVECHAMOS LA
INVITACIÓN OTROS LO HARÁN.
“Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces
enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las
calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los
ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.
Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a
entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos
hombres que fueron convidados, gustará mi cena”.
En esta parábola
podemos ver como el señor se ofendió con ante la ingratitud de aquellos que
fueron invitados pero lo rechazaron porque tenían otras cosas “más importantes
que hacer”. Por ello aquel señor envió a sus siervos por las plazas y las
calles de la ciudad invitando a los pobres, mancos, cojos y ciegos para que
viniesen a su fiesta, y aun a algunos los forzó a entrar. Luego, después de
todo eso aún había mucho lugar y el señor le ordeno que continuara con la
invitación, pero aquellos hombres que al principio habían sido invitados jamás
gustarían de su cena. Hoy en día el evangelio hace la invitación a todos
aquellos que quieran aceptarlo, sin importar que sean nobles o personas que el
mundo ve con desprecio, por ello Pablo decía: “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado,
para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; más para
los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de
Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de
Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que
no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil
del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de
que nadie se jacte en su presencia”, (1 Corintios 1:23-29).
A través del mensaje
del evangelio Dios realiza la mayor de todas invitaciones, el aceptar a Cristo
como Señor y Salvador, porque hay una gran cena que se está preparando y esa es
la boda del Cordero: “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de
muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el
Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle
gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.
Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el
ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”,
(Apocalipsis 19:6-9).
CONCLUSIÓN.
Por tanto, hoy en día
se realiza una gran invitación a todos los hombres a aceptar a Jesús como Señor
y Salvador, a participar de la cena de las bodas de Cordero, pero como en esta
parábola muchos la rechazan porque están ocupados con su vida laboral, familiar
o sus proyectos personales o porque no quieren abandonar sus pecados. Pero todo
aquel que crea participara de la vida eterna y de esta gloriosa cena en la
eternidad, pero lo que la rechacen serán condenados al infierno.
Excelente explicación Dios los bendiga, no sabía lo que piensan los Judíos referente a behemont.
ResponderBorrarMuy buena explicacion hnos. Como puedo hacer para que me lleguen estudios Dioa loa bendiga
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