La Conversión: Lo que nos Define como Verdaderos Cristianos




“Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”.
1 Tesalonicenses 1:9

INTRODUCCIÓN

                 Como ya lo dijimos anteriormente, para llegar a ser cristianos debemos experimentar una verdadera conversión, y lo que provoca una verdadera conversión es el arrepentimiento. Hoy en día muchos vivimos en países considerados como cristianos. Al preguntarles a las personas acerca de su religión, muchos dicen ser cristianos por el simple hecho de haber nacido en un hogar de padres cristianos. Incluso dentro de las estadísticas de los llamados cristianos se incluyen católicos, testigos de Jehová, adventistas, mormones protestantes y otros más que no visitan ninguna iglesia pero confiesan con sus bocas creer en el Dios de la Biblia. Pero realmente, quienes son los verdaderos cristianos. Antes de que Roma aceptara la fe cristiana como su religión oficial, se era cristiano por conversión, por haber tenido un verdadero encuentro con Jesucristo, lo cual lo cambiaba convirtiéndolo en nueva criatura; sin embargo, allá en el 313 d.C. Constantino proclamo que la religión oficial del imperio seria el cristianismo y a partir de allí se llegó a ser cristiano, no por conversión sino por haber nacido en una nación supuestamente cristiana. Esto provocó un gran mal, porque ser cristiano significa ser seguidor de Cristo, y este es un nombre que se le dio a los discípulos por primera vez en Antioquía de Siria: “Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía”, (Hechos 11:26), y para llegar a ser cristiano tenía que experimentar una verdadera conversión que a su vez era producto del arrepentimiento.

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La Conversión: Lo que nos Define como Verdaderos Cristianos

¿QUÉ ES LA CONVERSIÓN?

                    El Diccionario Bíblico Certeza define la conversión como: “Un volverse, o regresar, a Dios”. Myer Pearlman nos dice: “En su significado más simple, la conversión es el apartarse del pecado y acudir a Dios”. El Diccionario Bíblico Nelson nos comenta en cuanto al uso que la palabra tiene en el Antiguo Testamento: “En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea que se traduce "conversión" es shub, que significa "regresar, volverse" y es un llamado de atención para dejar de lado prácticas idolátricas y volver a Dios… En el Nuevo Testamento las palabras que expresan conversión son metanoia (en los Sinópticos y Apocalipsis) y epistrofé (en Hechos y 1 Pedro). El concepto shub del Antiguo Testamento se complementa con la noción de proceso de conversión (metanoia)… La conversión es una vuelta de algo hacia algo. En su lado negativo es el arrepentimiento (Hechos 26:20) y en su fase positiva es la fe (Hechos 11.21). La verdadera conversión se levanta sobre el arrepentimiento y la fe, que llevan al creyente no solamente a observar una nueva forma de vida, sino a una transformación espiritual completa (2 Corintios 3:18)”. Por tanto, la conversión es el acto mediante el cual el hombre, después de arrepentirse de sus pecados, se vuelve a Dios abandonando sus pecados y abrasando su nueva fe. Veamos a través de la vida del apóstol Pablo en qué consiste la verdadera conversión.

LA VERDADERA CONVERSIÓN HACE QUE ABANDONEMOS NUESTRA VIEJA VIDA

                 La verdadera conversión hace que alguien que haya estado inmerso en su vida de pecado, la deje completamente y se vuelva a una nueva vida, al cristianismo. Definitivamente este es un gran milagro que todos necesitamos experimentar, porque esto es lo que nos diferencia de un religioso más de este mundo. Uno puede ver en el Nuevo Testamento como aquellos que se convirtieron a Cristo cambiaron radicalmente. Por ejemplo, tenemos a Pablo el cual en un tiempo estuvo persuadido que su misión era perseguir y terminar con los cristianos, era un fiel creyente de su religión, un celoso fariseo que perseguía cruelmente a la iglesia: “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón”, (Hechos 9:1-5). Llego el momento donde Jesús se le cruzo en el camino en impacto tanto su vida que Pablo llego a entender que el camino que estaba recorriendo era el equivocado, y en completo arrepentimiento se sometió a su señorío: “El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”, (Hechos 9:6). Fue aquí donde Saulo, que posteriormente fue conocido como Pablo, se convirtió al cristianismo.


                De esta forma se pasa a ser cristiano, es a través de una conversión y no por medio de convencimiento o por pertenecer a una religión. En resumen, la conversión significa volverse a Dios y esta está íntimamente ligada al arrepentimiento. En el Nuevo Testamento la palabra que se traduce como conversión es epistrofé (ἐπιστροφή), y conlleva la idea de “volverse a”, y la vemos usar cuando se dice como los tesalonicenses se volvieron de su idolatría: “Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”, (1 Tesalonicenses 1:9). En Hechos de los Apóstoles Pablo y Bernabé explicaron a los creyentes de Jerusalén cómo los gentiles habían obedecido al evangelio volviéndose al único Dios: “Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos”, (Hechos 15:3). Por tanto, entendemos que la conversión implica volverse a Dios abandonando nuestra vida de pecado, y que está ocurre cuando alguien verdaderamente se ha arrepentido.

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