“Entonces
los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he
mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los
judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia;
porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito
en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino
la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre
santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de
Dios soy? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Más si las hago,
aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el
Padre está en mí, y yo en el Padre. Procuraron otra vez prenderle, pero él se
escapó de sus manos”.
Juan 10:31-39
INTRODUCCIÓN
Casi
finalizamos este hermoso capítulo del evangelio según Juan y hemos visto otro
de los grandes discursos que nos enseña mucho en cuanto a nuestra relación con
Jesús. Él se ha presentado en este capítulo como el buen pastor y ha comparado
a su iglesia con el rebaño de ovejas, nos ha transmitido la seguridad que
debemos tener en su persona tal y como las ovejas sienten hacia su pastor; pero
lamentablemente los líderes religiosos no han tomado a bien estas palabras y
ante la última declaración de Jesús donde se hace igual al Padre, deciden tomar
piedras para lapidarlo por considerarlo un blasfemo. Lo cierto es que si hay
alguien que merece el título de Hijo de Dios, ese es nuestro Señor Jesucristo.
Solo Jesús se merece el título de Hijo de Dios |
EL INTENTO DE SATANÁS DE OCULTAR LA VERDAD EN CUANTO A LA PERSONA DE JESÚS
“Entonces
los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he
mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los
judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia;
porque tú, siendo hombre, te haces Dios”.
Juan 10:31-33
Estos
judíos no aprobaban en ningún momento el ministerio de nuestro Señor y como ya
lo hemos visto anteriormente la oposición hacia Él ha ido creciendo y en esta
ocasión se molestan tanto que intentan apedrearlo: Entonces los judíos volvieron a tomar piedras
para apedrearle. Ante su intensión Jesús les pregunta: Muchas buenas obras
os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Hasta
el momento Jesús había realizado muchas buenas obras y señales que confirmaban
su ministerio, pero estos hombres no habían creído en ninguna de ellas. La
declaración que termino enfureciendo a los líderes religiosos de los judíos fue
donde Jesús se hace semejante a Dios: “Yo y el Padre uno somos”, (Juan 10:30), y por
ello le dijeron: Por
buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre,
te haces Dios. Para estos judíos esta afirmación era una blasfemia y
en la ley se ordenaba apedrear a los tales: “Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto;
toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si
blasfemare el Nombre, que muera”, (Levítico 24:16). Constantemente
nuestro Señor ha estado afirmando ser el Mesías, el Hijo de Dios, pero estos
hombres necios se habían empecinado en rechazarlo, negando toda obra o señal
que lo acompañaba. Mientras que sus palabras y señales eran más que suficientes
para muchos para creerle, estos hombres se negaban a hacerlo, pero ¿por qué? La
triste respuesta es porque estos hombres estaban permitiendo que Satanás los
usara para desmentir una de las verdades más gloriosas que todo hombre debe
conocer, que Jesús es Dios. La Biblia tiene el propósito de revelar a Jesús
como Señor, como Dios y como redentor de nuestros pecados; pero el diablo se
opone a que esta verdad se dé a conocer ya que de ello depende la salvación de
las personas. Aquí vemos como estos líderes religiosos de los judíos se oponían
en que la gente creyera en Jesús como Dios y Mesías, y así como vemos aquí
Satanás ha usado a otros hombres con el fin de desmentir la verdad en cuanto a
la persona de Jesús. Por ejemplo, el diablo ha tratado de desmentir la verdad
en cuanto a la persona de Jesús tratando de convencer a las personas que Él
nunca existió así paso en el siglo 19 cuando un historiador alemán llamado
Bruno Baur afirmo que Jesús jamás había existido. Otros como en el docetismo
afirmaban que Jesús no fue un hombre real de carne y hueso, sino una especie de
espíritu. Otros como los Testigos de Jehová afirman que Jesús fue el primer ser
creado. Otros piensan que Jesús solo fue un gran profeta y un buen hombre; pero
no Dios, y lo ponen a la par de los grandes líderes que se han levantado en
este mundo. Otros, como los comunistas han tratado de erradicar el cristianismo
y la creencia de Jesús como Dios, por considerarse ellos mismos ateos. Como sea
el diablo a tratado de oponerse a que la gente conozca verdaderamente a la
persona de Jesús ya que sabe que de esto depende la salvación de los mismos, y
por ello usa otros hombres como estos judíos para oponerse que esta gloriosa
verdad llegue a las personas.
SOLAMENTE JESÚS SE MERECE EL TÍTULO DE DIOS
“Jesús
les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó
dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser
quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú
blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago las obras de mi Padre, no
me creáis. Más si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para
que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre”.
Juan 10:34-38
Nuestro
Señor Jesús clama los ánimos que estos hombres tenían de apedrearlo citándoles
una parte de la Escritura: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
Esta cita se encuentra en el libro de los Salmos: “Dios está en la reunión de los dioses; en
medio de los dioses juzga. ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, y aceptaréis
las personas de los impíos? Defended al débil y al huérfano; haced justicia al
afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano
de los impíos. No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan todos los
cimientos de la tierra. Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos
del Altísimo; pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes
caeréis. Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las
naciones”, (Salmo 82:1-8). Realmente la cita está en el versículo 6
de este Salmo, pero lo citamos todo para entender el sentido de este pasaje.
Aquí dice que Dios está en la asamblea de los dioses. ¿Acaso hay más dioses
aparte de Dios? La palabra hebrea que se traduce aquí para referirse a Dios y a
dioses es la misma, elojím (אֱלֹהִים),
y se usa para referirse al mismo Omnipotente Dios, como a los jueces que están
sentados en una asamblea como representantes de Dios para juzgar con rectitud: Dios está en la
reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga. No es la
primera vez que se utiliza la palabra elojím
(אֱלֹהִים)
para referirse a los jueces. Por ejemplo aparece en Éxodo: “En toda clase de fraude, sobre buey, sobre
asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando alguno
dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces (elojím); y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su
prójimo… No injuriarás a los jueces, (elojím) ni
maldecirás al príncipe de tu pueblo.”, (Éxodo 22:9, 28). Por tanto,
los jueces eran visto en estos textos como “dioses”, como los representantes de
Dios en esta tierra para ejercer justicia, sin llegar a ser el verdadero Dios,
porque al final todos eran hombres mortales: Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros
hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los
príncipes caeréis. El punto de Jesús es el siguiente. Si la misma
Escritura ya llama dioses a hombres mortales que ejercen su autoridad como
jueces puestos por Dios en esta tierra, por qué Él no puede llamarse Hijo de
Dios, si realmente lo es, a diferencia de aquellos dioses mortales: Si llamó dioses a
aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser
quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú
blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago las obras de mi Padre, no
me creáis. Más si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para
que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Jesús ha sido santificado y enviado a este mundo por el mismo Padre como su
Hijo amado a diferencia de aquellos hombres mortales a los cuales el Salmo
llama dioses. Por otro lado su vida completa testifica esto, su doctrina, su
vida consagrada al Padre, sus milagros y señales, el mismo cumplimiento de la
ley, los profetas y los salmos en su vida son un fieles testigos de que
realmente Él es el Cristo, el Hijo del Dios Altísimo, Dios mismo al cual
debemos adorar y entregar toda nuestra vida.
CON TODO AQUELLOS HOMBRES NO CREYERON
“Procuraron
otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos”.
Juan 10:39
Tristemente
aquellos hombres no creyeron en Jesús como Mesías y Dios, al contrario
intentaron prenderlo para juzgarlo y a lo mejor matarlo pero Él se les escapó: Procuraron otra vez
prenderle, pero él se escapó de sus manos. Lo cierto es que esto es
lo peor que le puede pasar a una persona porque el que no tiene al Hijo no
tiene al Padre: “Todo
aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene
también al Padre”, (1 Juan 2:23). Y obviamente tampoco tendrá la
vida eterna: “El
que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la
vida”, (1 Juan 5:12). Por tanto, nosotros debemos creer en Jesús,
como nuestro Señor, nuestro Salvador, como nuestro único Dios, solamente así
lograremos alcanzar la vida eterna.
La multiforma Gracia de Dios.les colme de sabiduría y añada Bendición a sus vidas. Muchas gracias a sido de mucha Bendición para mi .saludos
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