“Y
les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase
de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde
Jerusalén”.
Lucas 24:46
El Arrepentimiento |
INTRODUCCIÓN
El arrepentimiento constituye uno de los temas más
descollantes de la doctrina de la salvación, especialmente porque es el
arrepentimiento que abre la puerta para que ocurra una verdadera conversión en
la vida de las personas. Nuestro Señor Jesús antes de ascender a los cielos les
dijo a sus discípulos que todo lo que hasta el momento había acontecido era
necesario para que en su nombre se predicara el arrepentimiento y perdón de
pecados a todas las naciones: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo
padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su
nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones.
Desde entonces, el arrepentimiento ha sido la médula de la predicación
cristiana, un tema que jamás debe pasar por alto. Pero, ¿qué es el
arrepentimiento? ¿Cuáles son las evidencias de un verdadero arrepentimiento?
¿Qué resultados tiene el verdadero arrepentimiento? Veamos en esta ocasión todo
lo relacionado con este bendito tema.
¿QUÉ ES EL ARREPENTIMIENTO?
Definir
el arrepentimiento es importante porque este va más allá de un simple
remordimiento o emoción de dolor pasajera. Definamos el arrepentimiento
considerando lo que dicen los diccionarios y teólogos acerca de él. El
Diccionario Nelson
dice: “Traducción de una familia de palabras que indican un regreso, un cambio
de parecer, o un repudio del pecado para volver a Dios”. Myer
Pearlman nos define el arrepentimiento como: “Un dolor verdadero por el pecado,
acompañado de un sincero esfuerzo por dejarlo”. La Confesión de Fe
de Westminster dice: “Al arrepentirse, un pecador se aflige por sus pecados y
los odia, movido no sólo por la vista y el sentimiento del peligro, sino
también por lo inmundo y odioso de ellos que son contrarios a la santa
naturaleza y a la justa ley de Dios. Y al comprender la misericordia de Dios en
Cristo para los que están arrepentidos, se aflige y odia sus pecados, de manera
que se vuelve de todos ellos hacia Dios, proponiéndose y esforzándose para
andar con él en todos los caminos de sus mandamientos”. Por tanto,
el arrepentimiento tiene que provocar aflicción por el pecado, dolor por las
faltas cometidas, cambio de vida y volverse a Dios. Ahora bien, si consideramos
la palabra griega que en el Nuevo Testamento se traduce como arrepentirse,
podemos aprender un poco más. La palabra arrepentirse viene del griego metanoéo (μετανοέω), una palabra compuesta de
otras dos, que son meta (μετά), que es dirigirse a una meta
o blanco, o ir más allá de lo esperado; y noiéo
(νοιέω) que es comprender o percibir
con la mente. Considerando el significado etimológico de la palabra muchos
llegan a traducir al arrepentimiento
como un cambio de mente que provoca un cambio de vida radical. Por
tanto, nosotros podemos definir el arrepentimiento como: Un cambio en la manera de pensar provocado
por un verdadero dolor por sus pecados que le hacen al hombre reconocer su
estado de miseria y necesidad de salvación, y que lo impulsa al mismo tiempo a
abandonar toda su inmundicia y correr a Cristo para seguir una nueva vida.
EL ARREPENTIMIENTO UN TEMA QUE EL HOMBRE NECESITA SABER
El arrepentimiento es un tema que ha sido predicado
por la iglesia del Señor. Tanta es la importancia de este que desde tiempos de
Juan el bautista se viene predicando: “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el
desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado”, (Mateo 3:1-2). Aproximadamente tres meses después
apareció Jesús predicando: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, (Mateo
4:14). Durante su ministerio Jesús hablo de la necesidad que todos tienen de
arrepentirse de sus pecados, aun aquellos que confían en sus buenas obras: “En este mismo tiempo
estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato
había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo:
¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores
que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos
pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en
Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que
habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis
igualmente”, (Lucas 13:1-5). Antes de ascender a los cielos les
ordenó a sus discípulos que predicaran el arrepentimiento a todas las naciones:
“Y les dijo: Así
está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los
muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el
perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”,
(Lucas 24:46). Cuando Pedro predico el primer mensaje de la iglesia en el día
de Pentecostés hablo acerca del arrepentimiento: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo”, (Hechos 2:38). Luego, en su
segundo discurso en el pórtico de Salomón, lo volvió a reafirmar: “Así que,
arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que
vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”, (Hechos
3:19). Y muchos años después, Pablo puesto de pie en el Areópago de Atenas,
predico este mismo mensaje: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta
ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”,
(Hechos 17:30). Por tanto, hoy en día nosotros también debemos continuar
predicando este glorioso mensaje. Por ello la Confesión de Fe de Westminster
dice: “El
arrepentimiento para vida es una gracia evangélica, y esta doctrina referente a
ella debe ser predicada por cada ministro del Evangelio, tanto como la de fe en
Cristo”.
EVIDENCIAS DE UN VERDADERO ARREPENTIMIENTO
Como ya vimos el arrepentimiento va más allá de un
remordimiento pasajero, implica un verdadero cambio de mente y vida, una
verdadera conversión. No olvidemos que se llega a ser cristiano no por
tradición o por nacer en un hogar de padres cristianos, sino por conversión, y
para experimentar una verdadera conversión es necesario arrepentirse: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio”, (Hechos 3:19). Un verdadero arrepentimiento tiene que
evidenciarse a través de tres elementos, y Myer Pearlman los describe así: “Tres elementos
constituyen el arrepentimiento bíblico: el intelectual, el emocional y el
práctico”; con palabras diferentes otros identifican tras elementos
que se evidencian en una persona que se arrepiente: Un cambio en la forma de
pensar, un cambio de sentimientos y un cambio de actitud. Consideremos la
parábola del hijo pródigo que nos ayudara a comprender lo que realmente implica
un arrepentimiento y cómo estos tres elementos se evidencian.
“También
dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre,
dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No
muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una
provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y
cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y
comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella
tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba
llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba”.
Lucas 15:1-16
Esta parábola es una hermosa
historia de caída, decadencia y restauración, que nos muestra lo bajo que puede
llegar el hombre por causa de su pecado; pero como la gracia de Dios puede
restaurarlo. Vemos como en esta parábola el hijo menor llego delante del padre
y le pidió la parte de los bienes que le correspondían. Según la ley al mayor
le tocaba el doble de herencia por ser el primogénito, por lo que es de
esperarse que al menor le correspondiera un tercio de ella. Aquel padre accedió
a la petición de su hijo menor y aquel tomando la parte de su herencia se fue
lejos y la desperdicio viviendo perdidamente: No muchos días después, juntándolo todo el hijo
menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes
viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado… Esta
parábola es una perfecta comparación entre la vida que Dios le ha otorgado a los
hombres y cómo estos terminan desperdiciándola, viviendo perdidamente. Lo
trágico de llevar este tipo de vida es que conduce a la desgracia, nuestro ser
va en decadencia hasta llegar a nuestra propia ruina: … vino una gran hambre en aquella provincia, y
comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella
tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba
llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
Es estando en esta ruina que aquel hijo pródigo experimenta un verdadero
arrepentimiento, y aunque no se menciona la palabra arrepentimiento, se ven muy
claro los tres elementos que lo evidencian: Un cambio en la forma de pensar, un
cambio de sentimientos y un cambio de actitud.
Un Cambio en la Manera de Pensar.
“Y
volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!”.
Lucas 15:17
De acuerdo a su significado
etimológico el arrepentimiento es un cambio de mente, tal y como Myer Pearlman:
“Un vocablo
griego para el arrepentimiento significa literalmente un cambio mental o de
propósito”, y esto lo podemos
ver en este versículo 17. Después que el hijo pródigo se vio en terrible ruina,
dice el texto que volvió en sí: Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi
padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Vemos como
aquel hijo pródigo cambio su manera de pensar, ya que antes solo quería salir
huyendo de la casa de su padre para vivir como a él le pareciera mejor; y ahora
piensa que hasta un jornalero está mejor que él. Esto nos sugiere que el hijo
pródigo está experimentando un verdadero arrepentimiento.
Un Cambio en la Manera de Sentir.
“Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros”.
Lucas 15:18-19
Después de cambiar su manera de
pensar, viene un cambio en sus sentimientos, ya que antes era un hombre
soberbio que creía que no necesitaba a su padre para vivir; pero ahora siente
dolor por lo que ha hecho y desea pedir perdón por lo que ha hecho y ser hecho
un jornalero: Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros. Esto es lo que provoca el verdadero arrepentimiento en
la vida de las personas, les cambia su mente, les hace ver la miseria en la que
se encentran y luego las conduce a un cambio de sentimientos que se expresan en
un auténtico dolor por su maldad y deseos de pedir perdón por todas sus
ofensas.
Un Cambio de Actitud.
“Y
levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y
fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el
hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno
de ser llamado tu hijo”.
Lucas 15:20-21
Aquí
vemos a lo que conduce todo verdadero arrepentimiento, a un cambio de actitud,
a un cambio en nuestra manera de actuar y comportarnos. Aquel hijo pródigo reconoció
su maldad y se humilló tomando la decisión de levantarse y correr al padre para
pedirle perdón y que lo hiciera como uno de sus jornaleros, porque ya no se
sentía digno de ser llamado hijo suyo: Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos,
lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su
cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo ¡Qué gran cambio! Este
es el verdadero arrepentimiento. Sin este último cambio solo sería un simple
remordimiento que no conduce a nada. El problema con aquellos que no se
arrepienten de sus pecados es que son incapaces de dejarlos y convertirse al
Señor, y por tanto no se salvan. Por eso vemos algunos casos de personas que
aunque reconocieron sus pecados, no se arrepintieron de corazón sincero y por
ello no alcanzaron la misericordia de Dios. Veamos algunos de ellos:
1.
Faraón confesó su pecado, pero sin
arrepentimiento:
“Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta
vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos”, (Génesis 9:27).
2.
Balaam confesó su pecado, pero no
se arrepintió: “Entonces
Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado, porque no sabía que tú te ponías
delante de mí en el camino; mas ahora, si te parece mal, yo me volveré”,
(Números 22:34).
3.
Saúl de igual forma confesó sus
pecados, pero no se arrepintió: “Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he
quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y
consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado”, (1
Samuel 15:24).
4.
Finalmente tenemos a Judas el
cual reconoció su pecado, pero no se arrepintió de corazón sincero sino que
decidió quitarse la vida: “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era
condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales
sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado e entregando sangre
inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!”,
(Mateo 27:3-4).
Todos estos hombres jamás se
arrepintieron de sus pecados porque aunque reconocieron sus pecados, jamás se
volvieron a Dios para buscar el perdón sino perseveraron en su maldad hasta que
encontraron la muerte, y en el caso de Judas, el decidió suicidarse antes de
pedirle perdón a Cristo.
EL ARREPENTIMIENTO ABRE LA PUERTA DEL PERDÓN
A través del arrepentimiento se
abre la puerta del perdón de Dios. Uno lo puede ver en la parábola del hijo
pródigo, donde el padre al ver a su hijo arrepentido lo aceptó y le perdonó
todas sus ofensas, restaurándolo totalmente: “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el
mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi
hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a
regocijarse”, (Lucas 15:22-24). Esta es una hermosa comparación con
lo que Dios hace en la vida de aquellos que se arrepienten de sus pecados por
le es imposible resistir un corazón contrito y humillado: “Los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”,
(Salmo 51:17). Por tanto, el necesario que la iglesia contemporánea continúe
anunciando el arrepentimiento para perdón de pecados, porque solamente el
verdadero arrepentimiento conducirá a la conversión.
Que hermoso estudio yo que estoy preparándome para mí bautismo me sirvió de ayuda este estudio gracias y bendiciones 🙏
ResponderBorrarMuy lindo y muy claro !!
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