“¿Qué Dios como tú, que
perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo
para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener
misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo
profundo del mar todos nuestros pecados”.
Miqueas
7:18-19
INTRODUCCIÓN
El perdón es una
decisión que se toma de disculpar cualquier ofensa cometida y no proceder a
ejecutar el castigo o retribución que la falta amerita. Hoy en día el perdón es
una actitud muy poco practicada, más bien, el mundo está hundido en muchos
resentimientos, odios y envidias. Este tema es de suma importancia que el hombre
lo conozca, porque, por un lado, hay muchas heridas que a veces necesitan ser
sanadas y no permitir que los resentimientos y deseos de venganza los consuma. Pero,
por otro lado, el hombre necesita comprender que él necesita ser perdonado. Ahora
bien, lo hermoso de este pasaje de Miqueas es que nos enseña que Dios no solo
puede perdonar nuestros pecados, sino que hasta se olvida de ellos. Veamos como
es que Dios nos ofrece este maravilloso perdón.
No se acordara mas de nuestras rebeliones |
I.
EL TEMA DEL PERDÓN Y LA
NECESIDAD QUE DE ÉL TENEMOS.
La
Biblia nos enseña que por causa de nuestros pecados estamos enemistados con
Dios: “Haced
morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales
la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia”, (Colosenses
3:5-6). El pecado es lo que nos separa de Dios y trae su juicio sobre nuestras
vidas ya que nos hacemos transgresores de su ley: “Todo aquel que comete pecado, infringe también
la ley; pues el pecado es infracción de la ley”, (1 Juan 3:4), por
tanto, el hombre necesita ser perdonado de sus pecados porque de lo contrario
morirá por sus maldades.
II.
DIOS PUEDE PERDONAR Y
OLVIDAR TODAS NUESTRAS TRANSGRESIONES.
Por
causa de nuestros pecados cometidos nos hemos hecho transgresores de su ley, lo
hemos ofendido, y por ello se demanda el pago por nuestras maldades, sin
embargo, Dios en su infinita misericordia puede perdonar todos nuestros
pecados. Este perdón es muy diferente al que podemos recibir en esta tierra, es
perfecto a tal punto que no solo podemos estar seguros de que nuestros pecados serán
perdonados, sino que Dios no los volverá a tomar en cuenta, y aun se olvida de
ellos: ¿Qué Dios
como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad?
No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá
a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en
lo profundo del mar todos nuestros pecados. Muchas veces se dice en
el mundo que se puede perdonar más no olvidar, muchos dicen perdonar, pero no
olvidan las ofensas cometidas y las relaciones entre estas personas no vuelven
a ser las mismas. Pero con Dios no es así, ya que cuando él perdona, nunca más
se vuelve a acordar de nuestras rebeliones, tanto así que promete echar a lo
profundo de la mar todos nuestros pecados. Hoy en día se sabe que hay partes
muy profundas en el mar a las cuales el hombre no puede descender, y es allí donde
la Biblia nos dice que Dios sepultara nuestras transgresiones: No retuvo para
siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener
misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo
profundo del mar todos nuestros pecados.
Esto
que dice que sepulta nuestros pecados y los echa en lo profundo del mar nos da
la seguridad de un perdón completo, no como el perdón parcial que encontramos
en el mundo donde la gente no olvida y las relaciones no vuelven a ser igual,
sino que delante de Dios ya no hay más memoria de nuestras transgresiones. Por esta
razón Pablo decía que aquella acta que nos era contraria, Cristo la había anulado:
“Y a vosotros,
estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida
juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en
medio y clavándola en la cruz”, (Colosenses 2:13-14). En los tiempos
de Pablo se solía levantar un acta donde se escribían los crimines que un
hombre cometía contra el estado, de tal forma que si iba a juicio era en función
de esos delitos cometidos que se juzgaba. De igual forma, nosotros teníamos un
acta que nos era contraria y por la cual íbamos a ser juzgado, pero Cristo la
limpio por nosotros de tal forma que hoy no hay nada que nos acuse porque la sangre
del Cordero nos ha limpiado. Por ello la Biblia afirma que cuando Dios perdona
no se volverá a acordar de nuestros pecados y somos salvos de la condenación eterna.
III.
¿CÓMO ALCANZAR EL PERDÓN
DE DIOS?
“Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
Hechos 2:38
Como
vimos el perdón que Dios ofrece es perfecto ya que no se vuelve a acordar de
nuestras rebeliones, pero la pregunta ahora sería, ¿cómo podemos llegar a ser
perdonados por Dios? Bueno, Pedro nos responde esa pregunta: Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados. Dios desea perdonarnos de nuestros pecados, pero para ello
debemos arrepentirnos de todos ellos, solo así lograremos escapar de la
condenación eterna y heredar la vida eterna a través de la fe en nuestro Señor
Jesucristo.
CONCLUSIÓN.
Todos
hemos pecado en contra de Dios y por ello estamos destituidos de la gloria de
Dios; pero cuando nos arrepentimos Él nos ofrece un perdón perfecto, tanto que
nunca más se vuelve a acordar de nuestras ofensas, quita todo sentimiento de
culpa y nos salva de la condenación eterna.
Exelente
ResponderBorrarLa Biblia es clara al decirnos que el perdón de pecados es atravez del bautizo en el nombre de Jesús y claro también la fé pero para que nuestros pecados sean perdonados debemos bautizarnos en el nombre de Jesús Hechos 2:38 está es la verdad y no solamente la fé, el mandamiento es bautismo en el nombre de Jesús para perdón de pecados Hechos 2:38
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