“Porque la paga del
pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro”.
Romanos 6:23
INTRODUCCIÓN
Un veneno es cualquier
sustancia química dañina, ya sea sólida, líquida o gaseosa, que puede producir
una enfermedad, lesión o la muerte. Ahora bien, hay diversas formas de venenos,
desde aquellas sustancias toxicas conocidas, algunos provenientes del piquete o
mordedura de un animal (como la serpiente, abeja, escorpión, araña, etc.), hasta
algunos venenos más sutiles, como la nicotina contenida tanto en los
cigarrillos como en los puros, el tabaco sin humo, las pipas de agua o los
cigarrillos electrónicos que provoca cáncer. De alguna forma figurativa el
pecado es como estos venenos que dañan nuestro espíritu y nos destruye arrastrándonos
a la muerte. Veamos esta comparación.
El antídoto contra el veneno del pecado |
I.
EL PECADO ES UN VENENO
QUE ENFERMA NUESTRA ALMA HASTA DESTRUIRLA EN EL INFIERNO.
Todos
los venenos conducen a la muerte a menos que se tome el antídoto con tiempo, y
de una forma figurativa así es el pecado, el cual no solo enferma nuestra alma
contaminándola con toda clase de inmundicia, sino nos conduce a la muerte y
muerte espiritual. Veamos como opera el pecado en nosotros y como este se asemeja
a los efectos del pecado.
1. El
pecado como algunos venenos nos quita la sensibilidad de nuestro corazón.
Existen
venenos como los que provienen de la mordedura de una serpiente o la picadura
de un alacrán que conforme pasa el tiempo después de un fuerte dolor en la
parte afectada, la victima va perdiendo sensibilidad en algunos miembros, sienten
hormigueo hasta perder la conciencia o desmayarse y parar el corazón. Así como
algunos venenos les roban toda sensibilidad a los miembros de las personas, así
el pecado destruye nuestra sensibilidad en el alma de tal forma que cauteriza
nuestro corazón hasta volvernos totalmente insensibles a su palabra. En Isaías
vemos la terrible condición de una persona totalmente insensible a la palabra
de Dios: “Oíd,
cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crie hijos, y los
engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el
asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene
conocimiento. ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de
malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de
Israel, se volvieron atrás. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os
rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta
del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y
podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite”,
(Isaías 1:2-6). El pecado es como una terrible enfermedad que vuelve insensible
a los hombres volviéndoles totalmente rebeldes, apartados de la voluntad de
Dios y sin la capacidad de reconocer su maldad, le endurece el corazón privándole
así de la posibilidad de salvarse.
2. El
pecado es como algunos venenos que causan adicción que poco a poco mata.
En
este mundo existen algunos venenos que destruyen nuestro cuerpo paulatinamente
pero que el hombre aun sabiéndolo no lo deja, sino se vuelven adictos a él.
Quizás un buen ejemplo de esto es el cigarro, el cual, aunque destruye los
pulmones y provoca cáncer, las personas deciden seguir consumiéndolo porque se
vuelven adictos. Así es el pecado que, aunque sus efectos los destruyen, pero
siguen practicándolos. Ejemplos de estos son los adictos a las bebidas
alcohólicas los cuales, aunque sufren terriblemente los efectos de este no lo
pueden dejar:
“¿Para quién será el ay?
¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para
quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que
se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura. No mires al
vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente;
más al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán
cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades. Serás como el que yace en
medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero. Y dirás: Me
hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aún
lo volveré a buscar”.
Proverbios
23:29-35
Otro ejemplo de esto es el pecado de
fornicación y adulterio que, aunque el hombre sabe que arriesga su bienestar y
el de su familia, es poseído por sus bajos deseos y es reducido a un bocado de
pan:
“Porque el mandamiento es
lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te
instruyen, para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de
la mujer extraña. No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con
sus ojos; porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado
de pan; y la mujer caza la preciosa alma del varón”.
Proverbios
6:23-26
El pecado del adulterio engaña al
hombre y lo hace semejante a un buey que va al matadero:
“Lo rindió con la
suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería de sus labios. Al
punto se marchó tras ella, como va el buey al degolladero, y como el necio a
las prisiones para ser castigado; como el ave que se apresura a la red, y no
sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón”.
Proverbios
7:21-23
3. El
pecado como los venenos nos conduce a la muerte eterna.
Finalmente,
el pecado, como todos los venenos nos conducen a la muerte, tal y como lo dice
el versículo que consideramos al inicio: Porque la paga del pecado es muerte. Esta muerte
no solo se refiere a la muerte física, sino también a la espiritual, es decir,
la condenación eterna en el infierno. Esta es la final consecuencia trágica de
todo aquel que practica el pecado.
II.
EL REMEDIO PARA EL
VENENO DEL PECADO.
El
remedio para el pecado es la dádiva de Dios que es Cristo: más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro. Es por medio que experimentar un verdadero
arrepentimiento y tener fe en el sacrificio de Cristo que nuestros pecados son
perdonados y somos salvos de la condenación eterna.
CONCLUSIÓN.
El
pecado es como un veneno que provoca que perdamos nuestra sensibilidad espiritual
y no respondamos al llamado de Dios, nos vuelve adictos a practicarlo aun
cuando sabemos que nos destruye (como el tabaco) y finalmente nos conduce al
infierno. Sin embargo, Dios en su infinita misericordia a provisto un remedio
para esto y es la fe en Cristo Jesús.
Yo considero q estoy en pecado pues no tengo ganas de orar y siempre me ciento enferma del cuerpo eso empezó hace poco .pido sus oraciones por mi pecado q ser restaurada
ResponderBorrarla biblia i dice que hay generos de que no salen i no es con ayuno i oracion deves de qyuner cudno te arrodilles perdile que te ayude que ronpa las cadenas i veresa que el que epera en Dios todo lo pued e
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