“Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían
pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí,
también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que
ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido
a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita
en su ley: Sin causa me aborrecieron”.
Juan 15:22-25
INTRODUCCIÓN
Casi
terminamos este capítulo 15 del evangelio según Juan, y no olvidemos que este capítulo,
junto con los capítulos 13, 14, 16 y parte del 17, forman parte del ultimo
discurso que Jesús dirigió a sus discípulos, y de hecho, es el más largo de
todos los que se presentan en los evangelios. Nuestro Señor Jesucristo ha
estado hablando acerca de la importancia de dar buen fruto en nuestra vida
cristiana, de cómo darlo y que tipo de fruto debe ser, sin embargo, a pesar del
buen fruto que la iglesia puede producir con la ayuda de Dios, este mundo la aborrecerá,
porque sus obras son malas y contrarias a la de la iglesia. Ahora, Jesús
declarara que para aquellos a los cuales la verdad se les presento y no produjeron
los frutos esperados, no tendrán excusa aquel día cuando se presente delante de
Dios.
Aborrecieron al Señor en lugar de creer en Él |
¡SIN EXCUSAS ACEPTABLES!
“Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían
pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí,
también a mi Padre aborrece. Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que
ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido
a mí y a mi Padre”.
Juan 15:22-24
Debido
a que este mundo estaba perdido en sus delitos y pecados, totalmente alejados
de Dios, Cristo vino a este mundo para anunciar el mensaje de salvación y mostrar
el camina a la restauración, muchas personas creyeron a este mensaje; pero
otros, a pesar de que escucharon y vieron con sus propios ojos el cumplimiento
de las Escrituras en la vida de Jesús, no creyeron, sino endurecieron su corazón
para rechazarlo: Si yo no hubiera venido, ni les
hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.
Durante mucho tiempo, Dios hablo a los hombres por medio de sus profetas, se manifestó
a ellos a través de su palabra, pero llego el momento donde decidió
manifestarse al mundo por medio de su Hijo Jesucristo: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en
otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo
hizo el universo”, (Hebreos 1:1-2). Así Cristo vino a este mundo a
proclamar el mensaje de evangelio, y esto fue algo que hizo desde el mismo
principio de su ministerio: “Desde entonces comenzó
Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado”, (Mateo 4:17). Ahora bien, la verdad es que, si el Señor
no hubiese venido y predicado el evangelio, estos malvados tuviesen al menos
una razón para justificar su incredulidad, pero ahora por ser el mismo Señor el
que les predico, no tendrían ninguna excusa que les fuere aceptables delante de
Dios. Ahora, al pecado de incredulidad hacia la persona de Jesús se agregaba el
odio que le sentían, sin saber que este odio no solo era a su persona, sino también
a Dios su Padre: El que me aborrece a mí, también a
mi Padre aborrece. Jesús les predicó, pero no creyeron, y no solo
eso, sino hizo obras poderosas que eran señales contundentes de sus
credenciales como verdadero Mesías, pero aun así estos hombres endurecieron sus
corazones: Si yo no hubiese hecho entre ellos obras
que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han
aborrecido a mí y a mi Padre. En muchas ocasiones Jesús recrimino su
falta de fe para creer a las señales que hacía, y en este evangelio Juan
presenta siete señales que demostraban sin duda alguna que Él era el Mesías,
pero aun con todo, estos hombres se negaron a creer, y por eso, el día que
Jesús iba a hacer su entrada triunfal a Jerusalén, lloro por Jerusalén, la cual
vio grandes señales que otros no tuvieron la oportunidad de ver, pero no
creyeron: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!
Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos
en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto,
os digo que, en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y
para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el
cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los
milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por
tanto, os digo que, en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la
tierra de Sodoma, que para ti”, (Mateo 11:21-24). Triste es el día
de juicio para estos hombres que se condenaron por su incredulidad, ya que
tuvieron la oportunidad de recibir el mensaje, no de un hombre cualquiera de
este mundo, sino del mismo Hijo de Dios, pero ni aun así creyeron: “Entonces respondieron algunos de los escribas y de los
fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. El respondió y les dijo:
La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino
la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez
tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la
tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el
juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la
predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur
se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino
de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que
Salomón en este lugar”, (Mateo 12:38-42). Mejor los hombres de
Nínive se convirtieron ante el mensaje sencillo de Jonás, un mensaje que consistía
en anunciarles que entre tantos días Nínive seria destruida por Dios por causa
de sus pecados; pero mejor los habitantes de Nínive se volvieron a Dios; y no
estos hombres perversos que tuvieron la oportunidad de escuchar al Maestro
divino. La reina del Sur quedó maravillada de contemplar la gran sabiduría de
Salomón, pero estos hombres que tuvieron la oportunidad de escuchar y sabiduría
de Jesús, cerraron su corazón para no creer, por ello, el mismo Jesús aclaro lo
terrible que seria el día del juicio para estos hombres.
CON TODO, LAS ESCRITURAS SE CUMPLIERON
“Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su
ley: Sin causa me aborrecieron”.
Juan 15:25
Aunque
es triste que estos hombres no hayan creído en Cristo, pero también esto era
necesario que pasara para que se cumplieran las Escrituras que hablaban acerca
del Mesías: Pero esto es para que se cumpla la
palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron. En
las Escrituras podemos encontrar al menos un Salmo mesiánico que anunciaba que
el Cristo seria despreciado por los hombres: “No se
alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, ni los que me aborrecen sin
causa guiñen el ojo”, (Salmo 35:19). Lamentablemente, estos hombres
que aborrecieron a Cristo estaban siendo parte del cumplimiento de la palabra
de Dios. Así que hoy, los discípulos del Señor estaban claros que, si bien era
cierto, muchas personas recibirían su mensaje de salvación a través de la fe en
Cristo, otros los aborrecerían, pero esto no significaba que ellos tendrían que
desmayar. De igual forma nosotros, debemos esforzarnos predicando el evangelio
para salvación de sus almas conscientes que no todos creerían, pero aquellos
que si creyeran serian salvos: “Y les dijo: Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”,
(Marcos 16:15-16). Ahora bien, como le ocurrió a nuestro Señor, algunas personas
de las que no crean, a lo mejor nos aborrezcan, porque el mensaje del evangelio
estará en contra de sus ideologías, religión y pecado, pero no debemos
extrañarnos, porque cuando esto pase se estará cumpliendo lo que la palabra de
Dios declara y nosotros sintámonos bienaventurados de cumplir su palabra: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os
persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y
alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así
persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”, (Mateo
5:11-12).
Sigo agradeciendo a Dios por verme puesto las enseñanzas de ustedes,están siendo de gran Bendición para Mi vida,con sus enseñanza termine de leer y estudiar los evangelios y comenzaré con echos,no dejen de subir sus enseñanzas ke vienen con gran revelación y entendimiento🙏
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