“¿Quién será aquel que diga que sucedió algo
que el Señor no mandó?”.
Lamentaciones 3:37
Vivimos en un mundo lleno de acontecimientos y detalles
que los caracterizan, eventos que marcan en ocasiones la vida de las personas y
hasta la historia de la humanidad, la naturaleza continua con su proceso
normal, el clima se comporta de acuerdo a las cuatro estaciones del año, los
astros celestes si rigen por las leyes de la astronomía, la vida se da en este
planeta de acuerdo a las leyes biológicas que lo caracterizan y así
sucesivamente, muchos detalles ocurren alrededor de nosotros, mucho
imperceptibles, pero regidos por la leyes de la física y la química. Ahora
bien, ¿será que Dios tiene control de todos estos acontecimientos que ocurren,
desde los más “insignificantes” hasta aquellos que trascienden en la vida de
las personas y la historia?, o, ¿será que Dios ha dejado este mundo a que se
gobierne en automático a través de las leyes físicas y químicas, y de acuerdo a
las decisiones de los hombres?, o, ¿acaso Dios no existe y todo es producto de
la buena planeación o el azar? Bueno, de acuerdo a la Biblia, todo lo que
ocurre está de acuerdo a la voluntad de Dios y nada pasa sin que lo haya
permitido: ¿Quién será aquel que diga que sucedió
algo que el Señor no mandó? Otro de los temas importantes que se
consideran cuando se estudia la doctrina de Dios es la providencia divina o la
providencia de Dios. Como sabemos Dios es omnipresente, omnipotente y
omnisciente, lo cual nos sugiere que Él está por encima de toda su creación y
tiene completo control de ella, de tal forma que nada ocurre sin que sea su
voluntad. Hoy iniciaremos este estudio para entender los conceptos y versículos
bíblicos que nos respaldan esta afirmación.
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La Providencia de Dios |
¿QUÉ ES LA PROVIDENCIA DE DIOS?
Antes de intentar definir el termino, la providencia de Dios, veamos lo que los diccionarios dicen en cuanto a su significado. Entre los significados que el Diccionario de la Real Academia Española da respecto a la palabra providencia tenemos: “Cuidado que Dios tiene de la creación y sus criaturas”. Además, la palabra providencia, en su sentido etimológico, proviene de la palabra latina providentia, la cual literalmente significa “ver antes”, y se le asocia con el cuidado anticipado de Dios hacia su creación. Si revisamos las definiciones de algunos diccionarios bíblicos podemos encontrar más definiciones. Por ejemplo, el Diccionario Bíblico Mundo Hispano comenta respecto a la providencia divina lo siguiente: “Tal como ha sido usado a través de toda la historia, la expresión teológica “providencia” significa nada menos que el gobierno soberano y universal de Dios”. El Diccionario Bíblico Cristiano del Dr. J. Domínguez dice que la providencia divina es: “El cuidado y gobierno de Dios para con todo el universo, especialmente para cada hombre, ¡que lo conoce por su nombre, y le tiene contados hasta los cabellos de la cabeza!”. El Nuevo Diccionario Bíblico Certeza agrega: “En la teología cristiana normalmente se define la providencia como la incesante actividad del Creador mediante la cual, con gran bondad y misericordia (Salmo 145:9; Mateo 5:45–48), mantiene a sus criaturas en ordenada existencia (Hechos 17:28; Colosenses 1:17; Hebreos 1:3), guía y dirige todos los acontecimientos, circunstancias, y acciones libres de ángeles y hombres (compárese Salmo 107; Job 1:12; 2.6; Génesis 45.5–8); y encamina todo hacia el fin propuesto, para su propia gloria”. En este sentido podemos decir que la providencia de Dios es el cuidado y gobierno absoluto que Dios ejerce sobre toda su creación, desde la cosas más triviales e insignificantes a la vista humana, hasta los acontecimientos que cambian el rumbo de la humanidad. Por tanto, todo lo que ocurre en el universo, desde los cataclismos de las estrellas solares hasta los detalles más finitos que ocurren en la naturaleza y que escapan al ojo humano, todo, absolutamente todo, ocurre por la decisión de Dios, todo planeado con anticipación por su infinita sapiencia y que tiene incidencia sobre el destino de la humanidad y, de esta forma, Dios ejerce su gobierno sobre el universo, los asuntos humanos y aun sobre las “casualidades” o “insignificancias”.
EL GOBIERNO DE DIOS SOBRE TODA SU CREACIÓN
“Jehová estableció en los cielos su trono, y
su reino domina sobre todos”.
Salmo 103:19
Nuestro Señor es
soberano y su reino está por encima de todos los demos reinos de este mundo: Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina
sobre todos, y así como Dios es soberano en los asuntos humanos,
también domina sobre todos los acontecimientos del universo en general. La
Confesión de Fe de Westminster pregunta: “¿Cuáles
son las obras de providencia de Dios?”, y a esta interrogante
responde: “Las obras de providencia de Dios son
su santa, sabia y poderosa preservación, y gobierno de todas sus criaturas, a
las cuales ordena, así como a todas las acciones de ellas, para su propia
gloria”. Esto nos enseña que todo lo que ocurre no es producto del
azar, también niega la posición deísta que afirma que Dios al crear el
universo, lo abandono, dejándolo que se gobierne solo a través de sus leyes
físicas y químicas. Por ello, el Diccionario Bíblico Mundo Hispano nos dice: “La doctrina bíblica de la divina providencia no implica
un punto de vista mecanicista o fatalista de los procesos del mundo o de la
vida humana”. En este sentido, Dios, en su providencia divina, tiene
cuidado de toda su creación, ordenado que todo ocurra según su soberana
voluntad y ejerciéndose sobre la naturaleza, sobre los gobiernos humanos y aun
sobre las supuestas casualidades o insignificancias.
El gobierno de Dios sobre la naturaleza.
Dios
tiene cuidado y control de la naturaleza, de la vida animal, de la flora, de
las condiciones climatológicas, de los movimientos de los astros y en general,
de toda su creación. Vemos en el libro de Daniel que el Señor hace su voluntad
sobre el ejército de los cielos: “Todos los
habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad
en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien
detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”, (Daniel 4:35). También
permite las lluvias sobre nuestro planeta y da mantenimiento a los animales: “Él es quien cubre de nubes los cielos, el que prepara la
lluvia para la tierra, el que hace a los montes producir hierba. Él da a la
bestia su mantenimiento, y a los hijos de los cuervos que claman”,
(Salmo 147:8-9). El hace descender la nieve sobre la tierra y los fríos vientos
que congelan el agua: “Porque a la nieve dice:
Desciende a la tierra; también a la llovizna, y a los aguaceros torrenciales…
Del sur viene el torbellino, y el frío de los vientos del norte. Por el soplo
de Dios se da el hielo, y las anchas aguas se congelan”, (Job 37:6,
9-10). Nuestro Dios tiene cuidado sobre todas las aves del cielo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni
recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis
vosotros mucho más que ellas?”, (Mateo 6:26). Tanto es el cuidado
que Dios tiene sobre estos animales que ni uno de ellos caen a tierra sin que
sea su voluntad: “¿No se venden dos pajarillos por
un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre”,
(Mateo 10:29). De esta forma vemos que Dios ejerce su cuidado y gobierno sobre
la naturaleza.
El gobierno de Dios en los asuntos humanos.
Dios,
como el soberano rey de toda su creación, también tiene cuidado y gobierno
sobre los seres humanos y sus asuntos lo cual se deja ver en las Sagradas
Escrituras. Por ejemplo, vemos que, de acuerdo a su voluntad, Él es el que pone
y quita reyes: “Él muda los tiempos y las edades;
quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los
entendidos”, (Daniel 2:21). Los gobiernos y reinados que hoy existen
han sido levantados de acuerdo a la voluntad de Dios y de acuerdo a su soberana
voluntad, estos prevalecen en el tiempo. Aunque estos reinos se levantan de
acuerdo a su voluntad, también el Señor usa a los seres humanos para que estos
elijan el gobierno que desean, dicha elección puede ser buena o mala, pero
siempre es de acuerdo a lo que Dios ya ha determinado. Así vemos en 1 Samuel
como el pueblo desagradecido a la teocracia que Dios le ofrecían decidieron
elegir un rey humano, y así eligieron a Saul como rey de Israel, pero años más
tarde se darían cuanta que eligieron un mal rey: “Entonces
todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel,
y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos;
por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las
naciones. Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que
nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del
pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me
han desechado, para que no reine sobre ellos”, (1 Samuel 8:4-7).
Como vemos, Dios permitió que ellos eligieran un rey para si mismos, este rey
fue Saúl, pero reinó mal en Israel, sin embargo, Dios levantó otro hombre como
rey de la nación conforme a su corazón, y este fue David. En todo esto podemos
ver la voluntad de Dios cumpliéndose. De igual forma, la autoridad que los
gobernantes tienen es algo que reciben de parte de Dios, y aunque muchos de
estos no lo reconocen así, es el Señor quien los pone en esa posición de
gobierno: “Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me
hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad
para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te
fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado
tiene”, (Juan 19:10-11). Las mismas autoridades han sido puestas por
Dios para ejercer su justicia: “Sométase toda
persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de
Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone
a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean
condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor
al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz
lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien.
Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es
servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo”,
(Romanos 13:1-4). De esta forma, Dios tiene control de todos los gobiernos y
reinos de este mundo, ninguno escapa a lo establecido por su voluntad, y aunque
estos crean tener el rumbo de su propio destino en sus manos, lo cierto es que
perseveraran si Dios se los permite: “Jehová hace
nulo el consejo de las naciones, y frustra las maquinaciones de los pueblos”,
(Salmo 33:10).
Ahora
bien, Dios no solo tiene cuidado y control de las naciones de los hombres, sino
también de cada uno de ellos. En la Biblia vemos como el Señor es quien ordena
y aprueba los pasos de estos: “Por Jehová son ordenados
los pasos del hombre, y él aprueba su camino”, (Proverbios 37:23).
Tanto es así, que Dios ha definido los años de su vida y los límites de su
habitación: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje
de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha
prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación”,
(Hechos 17:26). José sabia esta verdad y por ello se lo confeso a sus hermanos
que todo mal que pensaron en contra de él y todas las cosas malas que le
pasaron fueron permitidas por Dios para probar su fe y encaminarlo a
convertirse en el gobernador de Egipto, siendo así el salvador de su familia: “Vosotros pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a
bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”;
(Génesis 50:20). El mismo apóstol Pablo dice que aquellos que nos encontramos
dentro de la voluntad de Dios, todas las cosas que nos pasan, aun las malas,
contribuyen a nuestro bien: “Y sabemos que a los que
aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a
su propósito son llamados”, (Romanos 8:28). De esta forma, Dios
ejerce su voluntad sobre la vida de los hombres, y especialmente, sobre sus
escogidos, hombres y mujeres que Él ha escogido para un fin especial: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te
formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por
profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé
hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo
lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande”, (Jeremías
1:4-7). Como vemos, aun desde antes que naciéramos fuimos escogido por Dios
para un propósito especial, y aquellos que hemos conocido a nuestro Señor Jesús
y por medio de Él alcanzamos la salvación por su gracia, esta salvación fue
determinada por Dios desde antes de la fundación del mundo: “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la
cual nos hizo aceptos en el Amado”, (Efesios 1:4-6). De esta forma,
Dios interviene en la vida de los seres humanos y gobierna sobre todos sus
asuntos.
Con
todo esto alguien podría preguntarse: Si Dios es el que gobierna sobre los
asuntos humanos, entonces, ¿es la voluntad de Dios que el hombre peque? O,
dicho de otra forma: ¿Viene de Dios el pecado que el hombre practica? La
respuesta es ¡No! La Biblia enseña que Dios creo al ser humano y le advirtió
que no tenía que comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y el mal
porque de lo contrario moriría, sin embargo, el hombre eligió desobedecer a
Dios y como consecuencia el pecado entro a la vida del hombre: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron”, (Romanos 5:12). De esta forma, Dios, en su soberana
voluntad, le dio al hombre en el huerto del Edén libre albedrío,
lamentablemente, este eligió mal y desde entonces el hombre nace con una
naturaleza pecaminosa que lo impulsa a buscar siempre lo malo, porque en Dios
no hay maldad: “Cuando alguno es tentado, no diga
que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal,
ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha
concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la
muerte”, (Santiago 1:13-15). Aun Dios sabiendo lo malo que es el ser
humano le ofrece el camino de salvación y que elija entre la vida y la muerte: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra
vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”,
(Deuteronomio 30:19). Lamentablemente la mayoría de personas decide escoger el
camino de perdición: “Entrad por la puerta estrecha;
porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y
muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el
camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”, (Mateo
7:13-14). Aunque al hombre se le ofrece la oportunidad de vida eterna, Dios en
su soberana voluntad permite que algunos encuentren el camino de vida, mientras
los demás continúan en su camino de perdición.
El gobierno de Dios sobre las insignificancias o supuestas casualidades.
En
general, Dios tiene control sobre todas las cosas, nada de lo que ocurre sucede
sin que haya sido su voluntad, incluso aquellas cosas que escapan a nuestros
ojos o pueden parecer una insignificancia están bajo su control, desde el hecho
de que ningún pajarillo cae a tierra sino es su voluntad hasta el punto que aun
nuestros cabellos están contados: “¿No se venden dos
pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro
Padre. Pues aún vuestros cabellos están todos contados”, (Mateo
10:29-30). Dios tiene control de todas estas cosas, no hay nada que ocurra por
azar o por la suerte, porque aún esta está determinada por Él: “La suerte se echa en el regazo; más de Jehová es la decisión
de ella”, (Proverbios 16:33).
Y si uno peca mediante la oración según dice la Biblia q lo q pidiereis creyendo eso recibiréis y si alguien está fuera de sí o como pecador se pone en lugar de Dios tomando decisiones y las ora o si aún suceden homicidios por espíritu de muerte porque se oro con fe mal pero se recibió y pasó donde queda la providencia de Dios?
ResponderBorrarDios lo bendiga
BorrarPara q se cumpla dicha promesa en vuento a la oracion es importante saber q toda oracion q se haga con fe se responderá si lo que pedimos esta dentro de la voluntad de Dios tal y como lo dice Santiago 4.3
Ademas Juan 15.7 nos dice q aquellos q piden a Dios deben permanecer en su palabra, por ranto, cualquier hombre que no viva para Dios, sino persevera en sus pecados, sus oraciones , si es q las hace, serán inefectivas
Y también como es eso q el Señor jesus dijo q imposible es q no vengan tropiezos pero ay! De aquel por el cual vienen.
ResponderBorrarPor la palabra sabemos q los cristianos recibiremos persecución, y algunos q desean perseverar en los caminos de Dios recibirán diferentes tipos de oposición, donde algunos lamentablemente caerán y retrocederán del caminos q habían decidido seguir, pero hay de aquellos q son instrumentos para hacer caer a otros del evangelio
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