“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas
oraciones; por esto recibiréis mayor condenación”.
Mateo 23:14
INTRODUCCIÓN
Llegamos hoy al
segundo ay de siete que el Señor Jesucristo dirige a los escribas y fariseos de
su tiempo. En esta ocasión el Señor condenara la actitud de estos lideres
religiosos de utilizar su supuesta autoridad de parte de Dios para sacar
ganancia de aquellas personas que ignoran sus verdaderas intenciones. Conforme
avanza el capitulo las acusaciones y amonestaciones de Jesús hacia los escribas
y fariseos se vuelven más fuerte, lo cual es obvio que va desencadenar el odio
de estos hacia Él. No olvidemos también que nos encontramos en la ultima semana
de ministerio de Jesús, y esto será lo que a provocar que estos hombres
finalmente decidan poner en marcha su plan para matar a Jesús. Veamos pues, el
segundo ay dirigido a los escribas y fariseos. Algo curioso de este versículo
que vamos a estudiar es que no aparece en otras versiones de la Biblia, es
decir, del versículo 13 se saltan al versículo 15, así lo vemos en versiones
como la Nueva Versión Internacional, la Nacar Colunga, la Biblia al Dia, la
Nueva Versión Purificada, entre otras, especialmente en la mayoría de versiones
en inglés; pero, ¿por qué es así? Bueno, esto es así porque en los textos más
tardíos, que de hecho son los más confiables en cuanto a su fidelidad al texto,
no aparece este versículo, sino comenzó a aparecer en los textos mas tempranos
que hoy tenemos por lo que se cree que fue insertando posteriormente, y fueron
estos textos tempranos en los que Casiodoro de Reina se apoyo para traducir la
Biblia al español. Sin embargo, nosotros no entraremos en controversias del
texto y estudiaremos lo que el Espíritu Santo puede enseñarnos de este.
¡Ay de los que se aprovechan del evangelio para ganancia propia! |
¡AY DE LOS QUE SE APROVECHAN DEL EVANGELIO PARA GANANCIA PROPIA!
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas
oraciones; por esto recibiréis mayor condenación”.
Mateo 23:14
Por segunda vez el
Señor exclama un ay sobre estos líderes religiosos llamándolos hipócritas: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis
largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación. La acusación de
Jesús iba dirigida al hecho de que estos hombres se aprovechaban de su tinta de
hombres religiosos para entrar en las casas de las viudas, mujeres indefensas y
algunas de carácter “crédulo” que confiando en ellos les abrían sus casas para
compartir lo poco que tenían, pero estos hombres prácticamente les devoraban lo
que tenían en sus casas, y como pretexto hacían largas oraciones a favor de
ellas, pero estas oraciones eran solo una pura actuación, o como dirían un show
que solo tenía como pretexto impresionar a las pobres viudas crédulas que
creían que la bendición de Dios quedaba en su hogar por las oraciones de estos
hombres. Por eso en el griego original la palabra pretexto que se usa en este
texto es prófasis (πρόφασις), la cual en su
significado más profundo sugiere la idea de alguien que finge o realiza una
acción para encubrir sus malas obras. Esto de acuerdo a nuestro Señor traería
sobre ellos mayor condenación sobre estos hombres.
Era una costumbre en el medio
oriente ofrecer hospitalidad a aquellos hombres que se consideraban siervos de
Dios, ya que al hacerlo quedaba la satisfacción de servirle al Señor a través
de darle mantenimiento a uno de sus siervos. Lo podemos ver con la sunamita la
cual dio posada a Eliseo: “Aconteció
también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante,
que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí,
venía a la casa de ella a comer. Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo
entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo
te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama,
mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.
Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí
durmió”, (2 Reyes 4:8-11). De
igual forma, era costumbre de parte del hombre de Dios usar sus dones a favor
de aquellas familias que hacían misericordia con ellos, así lo hizo Eliseo
quien le profetizo a la sunamita que tendría un hijo: “Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y
Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. Dijo
entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. Y él le dijo: El
año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío,
varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. Mas la mujer concibió, y dio a luz
un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho”, (2 Reyes 4:14-17).
De igual forma Jesús les enseño a sus discípulos que cuando un hogar los
recibiera y les diese posada, la paz de Dios quedaría sobre ese hogar: “Mas en cualquier ciudad o aldea donde
entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Y
al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá
sobre ella; más si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si
alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o
ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies”, (Mateo 10:11-14). También
existieron muchas personas que ayudaron al apóstol Pablo a hospedarse en sus
casas, así lo hizo Lidia en Filipos: “Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de
púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor
abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y
cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo
sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”, (Hechos 16:14-15). Jason
también dio hospedaje a Pablo y sus compañeros en Tesalónica: “Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a
algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que
trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha
recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay
otro rey, Jesús”, (Hechos 17:6-7). Y Gayo, en Éfeso, también solía hospedar a Pablo: “Os saluda Gayo, hospedador mío y de toda la
iglesia”, (Romanos 16:23), y
así sucesivamente podemos ver como existían personas que acostumbraban apoyar a
los siervos de Dios hospedándolos, y es lógico pensar que estos oraban por sus
vidas y recibirían la recompensa de Dios por actuar con misericordia y
generosidad con sus siervos.
Posiblemente estas viudas
querían honrar a Dios siendo hospitalarias y generosas con estos fariseos y
escribas a quienes consideraban hombres de Dios, pero estos hombres, bajo el
tinte de siervos de Dios, se aprovechaban de su falsa imagen para devorar sus
casas, y como pretexto ofrecían oraciones para ocultar lo que realmente estaban
haciendo. En otras palabras, estos hombres buscaban sacar ganancia de su
supuesto servicio a Dios. Ahora bien, en la Biblia vemos como los hombres que
se dedican al servicio a Dios pueden vivir de ello, así lo vemos en el tiempo
de la ley, cuando Dios ordeno que los levitas abrían de vivir de las ofrendas
del pueblo: “Los sacerdotes
levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel;
de las ofrendas quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán”, (Deuteronomio
18:1). De igual forma, parte de los diezmos eran destinados a su mantenimiento:
“Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de
ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu
heredad en medio de los hijos de Israel. Y he aquí yo he dado a los hijos de
Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto
ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión”, (Números 18:20-21).
En el Nuevo Testamento el apóstol Pablo aprueba el hecho de que el obrero del
evangelio viva de él: “Si
nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de
vosotros lo material? … Así también ordenó el Señor a los que anuncian el
evangelio, que vivan del evangelio”, (1 Corintios 9:11, 14). Por
tanto, no es malo que los obreros vivan del evangelio, aquellos que tienen un
auténtico llamado del Señor para trabajar predicando su palabra para salvación
de las almas y provecho de la iglesia. No obstante, lo malo de esto es cuando
alguien ve el evangelio como una oportunidad de obtener ganancias y hacerse
rico, o en su defecto, considera el trabajo en el evangelio como una opción
para ganarse la vida, como si se tratara de cualquier profesión u oficio
secular del cual pueda tener un salario. Cuando el énfasis es este y la persona
no tiene un autentico llamado de Dios, las cosas van mal, y peor aún, muchos
ven la oportunidad de obtener lujos y riquezas al ver el flujo de ofrendas y
diezmos que podrían entrar. Pedro en su segunda carta, habla de esta clase de
hombres, hombres corruptos, llenos de lujuria y codicia que como Balaam han
vendido su don al precio de la iniquidad: “Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de
pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la
codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han
extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de
la maldad, y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga,
hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta”, (2 Pedro 2:14-16).
Definitivamente esta actitud de avaricia que ha llevado a estos hombres de
comercializar el evangelio es una practica que la Biblia condena y que tiene
una pena de condenación eterna: “Estos
son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más
densa oscuridad está reservada para siempre”, (2 Pedro 2:17). Y por ello,
nuestro Señor Jesús exclama a través de un ay la terrible condenación que les
esperaba a estos hombres: ¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las
viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor
condenación.
Wooow sin duda que cada día aprendo muchísimas cosas gracias al Espíritu Santo y a ustedes, que bendición el saberlo, que Dios los bendiga mucho, un fuerte abrazo!
ResponderBorrarMuy edificante está lectura Dios los siga llenando de su santo espíritu....
ResponderBorrarGracias q me aclararon mis dudas!!!toda la gloria a Jesucristo sea dada hayer ,hoy y siempre ....Aleluya!!!!
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