“Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en
la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. Y ahora te ruego,
señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido
desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor, que andemos
según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como
vosotros habéis oído desde el principio”.
2 Juan 4-6
INTRODUCCIÓN
El
apóstol Juan continua con su segunda carta que en esta ocasión es dirigida a la
señora elegida y a sus hijos. Ahora, el anciano se regocija en hallar a sus
hijos perseverando en la sana doctrina y aunque este tema de permanecer en la
sana doctrina pareciera ser muy redundante ya que toca aspecto como antiguo
mandamiento, la verdad o los anticristos, sin embargo, era sumamente necesario
porque las herejías se estaban introduciendo a través de la aparición de falsos
maestros que dividían la iglesia. Hoy en día lo mismo pasa con nuestras
iglesias las cuales se ven atacadas por la apostasía que desvía a muchos de la
verdad, por ello, como el anciano, debemos animar a otro a mantenerse firmes en
los mandamientos del Señor y la fe en Cristo Jesús.
Perseverando en la sana doctrina
EL GOZO DE VER QUE ALGUNOS PERSEVERAN EN LA SANA DOCTRINA
“Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en
la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre”.
Juan 4
En
este versículo el anciano expresa su regocijo al ver que algunos de los hijos
de la señora elegida perseveraban en la sana doctrina: Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos
andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre.
Cuando hablamos de la sana doctrina nos referimos al conjunto de
enseñanzas bíblicas que presentan el verdadero evangelio, un evangelio
que le muestra al hombre la realidad de su pecado; pero al mismo tiempo
le muestra el camino de la vida eterna a través de Jesús. La sana
doctrina nos muestra el carácter santo y justo de Dios, su naturaleza y
atributos, la inefabilidad e inerrancia de la Biblia, las promesas gloriosas
para los que creen y sus mandamientos morales. Como cristiano tenemos
que ser celoso de la sana doctrina ya que Dios se ha dado a conocer por medio
de su palabra y si esta es tergiversada, el hombre terminara creyendo una
mentira. Por ello, desde el principio los escritores del Nuevo Testamento se
preocuparon en advertir del peligro de las falsas doctrinas. Para Pedro era
importante que no creyésemos en otro mensaje que no fuese el evangelio ya que
este provino del mismo Dios y no fue invento humano, sino inspiración divina: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual
hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro,
hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros
corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad
humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el
Espíritu Santo”, (2 Pedro 1:19-21). Pablo sabia la importancia de
predicar la sana doctrina a tal punto que le advirtió a Timoteo de hacerlo bien
porque de eso dependía no solo la salvación de los que lo oían, sino la suya
propia: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina;
persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te
oyeren”, (1 Timoteo 4:16). De igual forma, Judas nos exhorta a
contender ardientemente por la fe: “Amados, por la
gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha
sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe
que ha sido una vez dada a los santos”, (Judas 3). Por tanto, como
cristianos debemos esforzarnos no solo por defender la sana doctrina, sino
permanecer en ella, y el anciano se regocija al ver cómo algunos de los hijos
de la señora elegida se mantenían firmes en la verdad.
¿CÓMO PERSEVERAR EN LA VERDAD?
“Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento,
sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y
este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento:
que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio”.
2 Juan 5-6
En estos versículos el apóstol nos habla de cómo los cristianos deben perseverar en la verdad, o sea, en la sana doctrina, esto es, andando en amor: Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Como ya hemos visto, el andar en amor es una característica indispensable en la vida de todo cristiano y este amor lleva, no solo a mantener la unidad entre los mismos creyentes, sino a seguir sus mandamientos: Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Como Pablo lo decía, el verdadero amor me ayuda a obedecer sus mandamientos, porque cuando esto es así, yo no daño a nadie, porque la observancia de sus mandamientos me ayuda a respetar la vida e integridad del ser humano: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”, (Romanos 13:8-10). Así que podemos ver que como el amor y el cumplir sus mandamientos están íntimamente relacionados y este, como ya vimos en su evangelio y primera carta, es un mandamiento antiguo que se vuelve nuevo en aquellos que lo practican, así como nuestro Señor Jesús lo hizo: Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. No puede existir un balance adecuado en el conocimiento de sus mandamientos si no hay amor, porque el cumplimiento de sus mandamientos sin amor pudiese llevarnos al legalismo, tal y como les paso a los fariseos en el tiempo de Jesús; pero, por otro lado, el amor sin cumplir sus mandamientos es imposible, porque el verdadero amor es el cumplimiento de todos sus mandamientos, de lo contrario no se trata de amor, sino de una emoción, cariño, afecto o sentimiento imperfecto. Por ello Pablo nos dijo: “… El conocimiento envanece, pero el amor edifica”, (1 Corintios 8:1). Ciertamente es así, el conocimiento sin amor envanece y puede llevarnos a un legalismo o herejías, pero cuando está presente el amor, este conocimiento de su palabra nos edifica para vida eterna.
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