“Cuando vio Simón que por la
imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció
dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo
impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero
perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.
No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto
delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si
quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura
y en prisión de maldad veo que estás. Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad
vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre
mí. Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a
Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio”.
Hechos 8:18-25
INTRODUCCIÓN
Llegamos al final del relato que está relacionado con los acontecimientos de la proclamación del evangelio en Samaria y ahora volvemos a considerar a este personaje llamado Simón el mago. Hasta el momento hemos considerado cómo esta ciudad de Samaria recibió el evangelio, creyendo en Cristo, fueron bautizados por Felipe y luego, con la llegada de los apóstoles, Pedro y Juan, los samaritanos que habían creído recibieron al Espíritu Santo con la imposición de manos, pero es aquí donde vuelve a surgir en escena este personaje para querer comprar los dones de Dios para usarlo para su propio provecho económico.
Conflicto de Pedro con Simón el Mago
por Avanzino Nucci, 1620. Simón está a la derecha, vestido de negro.
De Avanzino Nucci -
http://www.heiligenlexikon.de/Fotos/Simon_Magus.jpg, Dominio público,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7737528 |
SIMÓN EL MAGO
“Cuando vio Simón…”
Hechos 8:18
Aquí tenemos en escena a este personaje que, aunque se
menciona únicamente aquí en este pasaje de Hechos de los Apóstoles y después de
esto no se vuelve a mencionar en las Escrituras, pero su persona continuó
apareciendo en otras obras literarias extrabíblicas en otras tradiciones,
además de quedar plasmado en Hechos como un ejemplo de codicia y mercenario de
los dones divinos. De acuerdo con Hechos, Simón era un mago de una de las
ciudades de Samaria que a través de sus artes mágicas engañaba a las personas y
se hacía pasar por algún hombre grande que tenía el favor divino: “Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la
magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose
pasar por algún grande. A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño
hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. Y le estaban
atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo”,
(Hechos 8:9-10). No es difícil deducir que este hombre llamado Simón se
beneficiaba económicamente de las personas que creían en sus artes mágicas. Es
también evidente que todas sus artes mágicas eran trucos, en ningún momento las
Escrituras nos sugiere que influencias demoniacas estuviesen detrás de las
obras de este hombre. A lo largo de la historia mucho se ha escrito alrededor
de esta figura, por supuesto son fuentes de diferentes tradiciones que por no
ser Escrituras difícilmente podemos afirmar que sean ciertos los hechos
narrados acerca él, sin embargo, nos da una idea de cómo la actitud
de este hombre trascendió en el cristianismo como un ejemplo de mercader del
evangelio y aún de hereje. Acerca de Simón el mago, tenemos una referencia a éste
en los Hechos apócrifos de Pedro, una obra probablemente escrita en
griego en el siglo II d.C., pero en la actualidad solo ha sobrevivido gran
parte de este en latín. En este texto Pedro condena a Simón el mago y describe
una escena donde aparece este volando en frente del emperador Nerón, en
Roma, alardeando de sus poderes mágicos, pero es allí donde Pedro y Pablo de
rodillas oran a Dios para que detuviese el vuelo y es así como Simón el mago
cae a tierra totalmente avergonzado y posteriormente es apedreado.
Otra versión de esta historia la presentó Cirilo de Jerusalén, en el
siglo IV d.C. donde Simón el mago es visto volando en un carro jalado por
demonios, pero ante las oraciones de Pedro y Pablo este cae y fallece
inmediatamente. Esta tradición continuó durante todo el período de los padres
de la iglesia primitiva y sobrevivió hasta la época medieval donde incluso se
erigió la iglesia de la Basílica de Santa Francesca Romana, en Roma, donde el
supuesto lugar donde este mago murió. Respecto a la imagen de Simón el mago
se levantó un movimiento que algunos consideran el inicio del gnosticismo, fue
conocido como simonianismo, y consideraba un sincretismo, es decir, una mezcla
de conceptos cristianos, con aspectos de magia pagana y religiones orientales. De
igual manera, algunos padres de la iglesia primitiva escribieron acerca de
Simón el mago o de la secta gnóstica que surgió en torno a su persona, entre
ellos tenemos a Justino Mártir, Ireneo de Lyon e Hipólito. En resumen, podemos
ver cómo en la historia la imagen de Simón el mago quedo ilustrada como la de
un hombre mercenario de lo santo, practicante de artes mágicas y poderes
ocultos, así como padre de una secta gnóstica que fue señalada por los padres
de la iglesia primitiva.
LA PROPUESTA CODICIOSA DE SIMÓN EL MAGO
“Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los
apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme
también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos
reciba el Espíritu Santo”.
Hechos 8:18-19
De acuerdo con el relato de Hechos 8, Simón el mago se
convirtió al evangelio: “También creyó Simón mismo,
y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y
grandes milagros que se hacían, estaba atónito”, (Hechos 8:13).
Podemos ver cómo este hombre aparentemente creyó, se bautizó y seguía a Felipe
viendo con gran admiración los milagros que este hacía, y aunque hay argumentos
en contra a favor de su conversión, la mayoría consintieron en el hecho de que Simón
no se arrepintió realmente de sus pecados y que lo que quería era conseguir los
mismos poderes de Felipe para continuar con su negocio de poderoso mago en
Samaria. Esta última afirmación la podemos comprobar en este pasaje de
Hechos que estamos estudiando: Cuando vio Simón que
por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les
ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a
quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Podemos
ver la codicia que se desprendía del corazón de este hombre, sus deseos de
explotar la fe de las personas a su favor para enriquecerse a costa de ellos,
es por ello por lo que les ofreció dinero a los apóstoles para que le vendieran
su don y luego él sacar el provecho económico que le traería. Hoy en día, esta
codicia continúa apareciendo en medio de la iglesia, muchos hombres y mujeres
se han levantado con la finalidad de comerciar los supuestos dones que han
recibido de Dios y explotar a muchas personas que ingenuamente caen en sus engaños.
PEDRO CONDENA LA AVARICIA DE SIMÓN EL
MAGO
“Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has
pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte
en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete,
pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el
pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad
veo que estás”.
Hechos 8:20-23
Podemos ver cómo la propuesta codiciosa de Simón el mago
molestó a los apóstoles, ya que este ignoraba que los dones de Dios no se
comerciaban, sino eran dados por medio de la fe y la gracia de Dios, por ello
es duramente reprendido por Pedro: Entonces Pedro le
dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se
obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu
corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y
ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque
en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. La reprensión
fue dura pero acertada, ya que querer comerciar la gracia y dones de Dios es
un pecado muy grave, de hecho, Pedro escribe posteriormente que aquellos
que llevados por su codicia comercializan con el santo evangelio e introducen
doctrinas erraras van rumbo a la condenación eterna: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como
habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías
destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos
destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los
cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería
de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la
condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”, (2 Pedro
2:1-3).
¿SE ARREPINTIÓ SIMÓN EL MAGO?
“Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor,
para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí”.
Hechos 8:24
Muchos se han preguntado si realmente se arrepintió Simón el
mago, bueno, la verdad es que nosotros no podemos afirmar nada en contra o a
favor. Si revisamos los comentarios históricos que se ha hecho acerca de Simón
el mago, la mayoría opina que no, y aún una secta gnóstica se asocia a su
persona, pero la verdad es que solo Dios sabe la verdad. Lo importante de esto
es que debemos entender que nuestro deseo de ministrar los dones y gracia de
Dios debe descansar en las motivaciones correctas, estas son las de engrandecer
el nombre de Cristo y servir al pueblo, conduciendo a los hombres a los pies de
Jesús, no por interés económico o por alcanzar algún propósito mezquino, sino
por amor a las almas y el deseo de contribuir al avance del reino de Dios en
esta tierra.
EL EVANGELIO CONTINUÓ AVANZANDO EN
SAMARIA
“Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se
volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el
evangelio”.
Hechos 8:25
Al final, el texto nos enseña que aquella obra que Felipe había iniciado en una ciudad de Samaria fue continuada por los apóstoles a través de muchas de sus ciudades: “Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio. El evangelio había llegado a Samaria y, de hecho, hay una tradición que afirma que Juan, el apóstol, continuó influyendo a través del evangelio en las iglesias samaritanas, tanto así, que algunos creen que las cartas 1, 2 y 3 Juan fueron dirigidas a las iglesias de Samaria. Es interesante ver como en el pasado Pedro y Juan estuvieron en Samaria, viendo como el evangelio llego por primera vez a través de Jesús, cuando por medio de la samaritana alcanzó a su pueblo presentándose como el Mesías bíblico: “Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo”, (Juan 4:41-42). Aquel día la semilla del evangelio había sido sembrada por Jesús, pero con la llegada de Felipe el evangelista y posteriormente con la labor de los apóstoles, Pedro y Juan, la iglesia en Samaria fue establecida.
Que Dios Padre le siga dando mucha sabiduría mi hermano Walter Quadra, para que podamos los lectores y seguidores de nuestro Señor y Salvador Jesucristo comprender el contexto bíblico de los escritos del primer siglo siempre con la ayuda de su Santo Espíritu. Amén 🙏
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