¿Cómo debemos vivir los cristianos? (1 Pedro 2:11-12)


 


“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”.

1 Pedro 2:11-12

 

INTRODUCCIÓN

 

Continuando con nuestro estudio de 1 Pedro, llegamos a otros dos versículos del capítulo 2 que siguen enseñándonos acerca de las responsabilidades de los cristianos. Anteriormente el apóstol Pedro se introdujo con los temas referentes al nuevo nacimiento, nuestra herencia celestial, el crecimiento espiritual a través de la palabra de Dios, los cristianos como piedras vivas de una casa espiritual y las responsabilidades de los mismos, ahora, Pedro continuará hablándonos de estas responsabilidades. Por el contenido de su carta, muchos creen que 1 Pedro fue una carta escrita para instruir a recién convertidos, de allí que encontramos en ella muchos consejos prácticos que ayudan en nuestro diario vivir cristiano.

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¿Cómo debemos vivir los cristianos?

¿CÓMO DEBEMOS VIVIR LOS CRISTIANOS?

 

Para Pedro la manera de vivir de un cristiano era muy importante, especialmente porque nuestra fe proviene de una experiencia con Dios que provoca en nosotros un nuevo nacimiento que a su vez produce una nueva criatura, y como nueva criatura, se espera que vivamos a la altura y dignidad de nuestra nueva realidad. Ahora bien, ¿cómo debe ser esta nueva vida? La respuesta a esta pregunta la encontramos en este capítulo, ya anteriormente nos enseñó que como hijos de Dios somos linaje escogido, nación santa y real sacerdocio que anuncia sus maravillosas verdades, ahora, el apóstol nos introduce a otros aspectos que debemos considerar para andar dignamente.

 

Vivamos como extranjeros y peregrinos.

 

“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos…”

1 Pedro 2:11

 

Lo primero que debemos entender en cuanto a nuestra manera de vivir es que como cristianos no debemos olvidar que somos extranjeros y peregrinos en esta tierra. En este versículo se usan en griego dos palabras que pretenden enseñarnos algo respecto a nuestra manera de vivir, la primera es la que se traduce como “extranjeros”, que es la palabra griega paroíkous (παροίκους), que sugiere a una persona que vive en un país, pero su nacionalidad es de otro, luego, la palabra “peregrino” se traduce del griego parepidémous (παρεπιδήμους), la cual nos sugiere una persona extranjera que va de paso por ese país y rumbo a un destino determinado. En este sentido podemos entender dos cosas, por un lado, los cristianos somos personas que, aunque tienen su ciudadanía terrenal y habitación en un país de este mundo, nuestra verdadera ciudadanía está en el cielo, por otro lado, somos peregrinos, es decir, personas que entiende que están de paso en esta tierra porque van rumbo a la patria celestial. Así que lo primero que debemos hacer para poder vivir como cristianos es entender que esta vida y el mundo en el que vivimos no es nuestra morada final, somos peregrinos que van rumbo a las moradas celestiales y, por tanto, no debemos olvidar esto, ya que de lo contrario nos enfrascaremos en vivir nuestra vida inmersos en este mundo como si lo fuera todo. Cuando esto es así la vida cristiana toma otro significado, las pruebas y sufrimientos que podamos atravesar por causa de nuestro testimonio se vuelven más soportables, la perseverancia en nuestra fe cobra otro significado, porque sabemos que nos espera un reino celestial.

 

Debemos aprender a negar los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa.

 

“… que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma…”

1 Pedro 2:11

 

En segundo lugar, para vivir como verdaderos cristianos debemos aprender a negar nuestra carne: que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma. Pedro exhorta a los creyente que se abstengan de los deseos de la carne que batallan en el alma, estos deseos de la carne son los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa que, como dice el apóstol, desatan una batalla en nuestra alma para consumar prácticas de carácter pecaminosa: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”, (Gálatas 5:19-21). El apartarnos del mundo y sus deseos es indispensable para llevar una vida cristiana, no podemos tratar de vivir nuestro cristianismo cediendo a los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa. Si queremos seguir a Cristo, debemos aprender a negar nuestros deseos de la carne: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”, (Mateo 16:24).

 

Nuestro buen testimonio debe contrarrestar las murmuraciones.

 

“… manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”.

1 Pedro 2:12

 

Finalmente, nuestra vida cristiana debe distinguirse por tener un buen testimonio: manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles. El buen testimonio en indispensable en la vida cristiana, este buen testimonio viene de una vida que ha aprendido a batallar con los deseos de su carne para mantenerlos sujetos y permitir que sea el Espíritu Santo quien gobierne su vida, obedeciendo la palabra de Dios y apartándose de toda inmundicia. Ahora, en esta época muchas calumnias de parte de Roma se habían levantado en contra del cristianismo, los consideraban personas sediciosas que se negaban a reconocer a César como el Señor, también los consideraban caníbales ya que hablaban de comer la carne de Cristo y su sangre durante la celebración de la cena del Señor, además los veían como paganos, porque se negaban a adorar a los dioses de las naciones y no participaban de todas sus celebraciones paganas. Más tarde, serian acusados por Nerón de haber quemado Roma, tomando ventaja de sus creencias de que este mundo habría de ser destruido por fuego (2 Pedro 3:10) y así, las murmuraciones en su contra continuaron hasta el punto de que algunos filósofos romanos como Celso, en el siglo II d.C., escribieron en su contra, aunque también otros padres de la iglesia primitiva, como Orígenes lo contradijeron a través de sus obras. Luego, ante tales murmuraciones que difamaban a los cristianos, Pedro les dice cómo deben contrarrestarlo, y esto, es a través de mantener ante ellos un buen testimonio, de tal manera de que su vida santa y llena de virtudes desmienta las murmuraciones de sus enemigos: para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. La idea que Pedro nos da es que al final, nuestro buen testimonio triunfará en contra de las calumnias y terminara provocando que los incrédulos alaben a Dios por todo esto y en la eternidad serán juzgados por sus malas obras, la Nueva Traducción Viviente de la Biblia nos transmite mejor esta idea: “Procuren llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes. Así, por más que ellos los acusen de actuar mal, verán que ustedes tienen una conducta honorable y le darán honra a Dios cuando él juzgue al mundo”, (1 Pedro 2;12, NTV). Esto nos enseña una preciosa lección que aun aplica para nuestros tiempos, porque ante toda difamación lo que debemos hacer es mantenernos firmes en nuestra integridad, sirviéndole al Señor y obedeciendo su palabra, ya que al final nuestro buen testimonio contrarrestara toda calumnia. De esta manera es que todo cristiano debe vivir a la luz de su nueva naturaleza.

 


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