“¿No sabéis que los injustos
no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras,
ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los
borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados,
ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de
nuestro Dios”.
1 Corintios 6:9-11
INTRODUCCIÓN
En
esta oportunidad el apóstol Pablo quiere dejar bien claro en la mente de la
iglesia de Corinto lo terrible que es el pecado. Corinto era un ciudad puerto
lo cual abrigaba personas de todas partes de Grecia y si en algo se
caracterizaba era por la vida de pecado que allí se practicaba. Pecados como la
idolatría, la fornicación, los robos, el homosexualismo, el adulterio y otros
más eran practicados en Corinto de una forma tan normal que no se veía mal. Sin
embargo, Pablo quería que todos comprendieran que todas esas prácticas que eran
de lo más normal para las personas eran terribles pecados que los destruían y
condenaban al infierno. En medio de toda esta maldad se encontraba la iglesia
de Corinto y por ello Pablo será contundente en decirles que no se vayan
equivocar porque los injustos no heredaran el reino de Dios.
Pecados que destruyen a la humanidad |
LOS INJUSTOS NO HEREDARAN EL REINO DE DIOS
“¿No sabéis que los injustos
no heredarán el reino de Dios?...”
1 Corintios 6:9
La
iglesia del Señor esta llamada a ser luz en medio de estas tinieblas y por ello
Pablo a amonestado a los corintios cristianos con el fin de que mantenga la
unidad entre ellos, a que no toleren el pecado entre sus miembros y a cuidar el
buen testimonio con el fin de no poner tropezadero en la vida de los
incrédulos, tal y como pasaba cuando peleaban entre ellos en los tribunales.
Ahora bien, el pecado había contaminado tanto el mundo de los corintios que sus
prácticas no eran consideradas como algo inmoral o escandaloso a tal punto que
si los cristianos de Corinto no tenían cuidado podían contaminarse con esta
maldad y por ello les dice: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?
A veces no es tan obvio entre el mundo la gravedad del pecado ya que se ha
convertido en prácticas tan normales que no se consideran malas, pero el
evangelio es claro al decir: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, (Romanos 6:23). A
continuación Pablo lista una serie de pecados que se practicaban en Corinto, los
cuales son muy comunes en nuestros tiempos y de los cuales debemos cuidarnos.
LOS PECADOS EN CORINTO
“… No erréis; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que
se echan con varones, ni los ladrones,
ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores,
heredarán el reino de Dios”.
1 Corintios 6:9-10
Pablo
quiere dejar claro que nadie que practique la injusticia heredara el reino de
Dios. Para los corintios no era tan grave practicas estos pecados,
especialmente porque todo el mundo lo hacía y por esta razón Pablo dice: No erréis; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que
se echan con varones, ni los ladrones,
ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores,
heredarán el reino de Dios. De igual forma hoy en día se practican
estas maldades y el hombre no las considera pecado, sino se justifica a sí
mismo afirmando que no es tan malo como algunos predicadores lo hacen ver, y de
hecho ya ni siquiera se menciona la palabra pecado, sino que se utilizan otros
calificativos que buscan mitigar la gravedad del mismo. Por ejemplo han llegado
a decir que la borrachera es una enfermedad, a la avaricia deseos de
prosperidad, al adulterio mala elección, al homosexualismo diferente
preferencia sexual, a la fornicación promiscuidad, y así sucesivamente, pero lo
cierto es que todos estos y muchos más son pecados que conducen al ser humano
al mismo infierno. Veamos cada uno de los pecados que aquí aparecen.
El pecado de la fornicación.
En
primer lugar habla de los fornicarios. Esta palabra proviene
del griego pórnos (πόρνος) de la cual
proviene nuestra palabra española pornografía y describe a una persona que
practica las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Este tipo de práctica
era muy común en Corinto, especialmente porque el ambiente promovía a esto ya
que allí se encontraba el templo de Afrodita la diosa griega del amor y placer,
y dentro de este templo se encontraban las sacerdotisas de Afrodita las cuales
no eran más que rameras, y en medio de este ambiente perverso estaba la iglesia
de Corinto la cual se exponía a esta clase de tentación. De igual forma hoy en
día vivimos en un mundo plagado de pornografía que constantemente esta
incitando los impulsos sexuales de los hombres por lo que la fornicación es muy
practicada en nuestra sociedad. Muchos quieren mitigar la gravedad de la
fornicación afirmando que el hombre está en su derecho de satisfacer su
necesidad sexual pero lo cierto es que es un pecado terrible que conduce al
infierno. Por esta razón Dios ha provisto la forma de como el hombre tiene que
satisfacer sus necesidades sexuales y es por medio del matrimonio: “Honroso sea en
todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los
adúlteros los juzgará Dios”, (Hebreos 13:4). No debemos equivocarnos
al pensar que la fornicación no es un pecado solo porque la mayoría de personas
la practican y por eso Pablo dice: No erréis; ni los fornicarios… heredarán el reino de Dios.
El pecado de la idolatría.
En
segundo lugar están los idolatras. La palabra griega que se
usa aquí es eidololátres (εἰδωλολάτρης) la cual
describe a una persona que adora ídolos o falsos dioses. En tiempos de Pablo
existían decenas de dioses falsos a cuyas imágenes los paganos adoraban. De
igual forma hoy en día existen muchas religiones que engañan a sus miembros
arrastrándolos a creer en falsas doctrina y a dorar a imágenes y falsos dioses.
En este mundo se alaba el hecho de que alguien sea religioso sin saber que sus
tradiciones y prácticas idolatras son abominación a Dios. Este pecado es tan
terrible que los primeros dos de los diez mandamientos lo prohíben: “No tendrás dioses
ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté
arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios,
fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a
millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”, (Génesis 20:3-6).
Desde tiempos antiguos el pecado de la idolatría ha destruido al hombre y por
ello debemos reconocer que solamente existe un solo Dios: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, (1 Timoteo 2:5). Por eso
debemos alejarnos de este terrible pecado y como Pablo decía: No erréis… ni los
idólatras… heredarán el reino de Dios.
Otros pecados sexuales.
En
tercero, cuarto y quinto lugar Pablo menciona a los adúlteros, afeminados y los que
se echan con varones. La palabra adultero se traduce del griego moijós (μοιχός) la
cual describe a una persona que ya se encuentra casado pero tiene relaciones
sexuales con otra persona que no es su cónyuge. La otra palabra, afeminado,
proviene del griego malakós (μαλακός) la cual describe
a una persona del género masculino que se comporta tan delicado que su
comportamiento se asemeja al femenino. Y la tercera clase de pecadores que se
menciona en este grupo son los que se echan con varones y se traduce de una
sola palabra griega que es arsenocoítes (ἀρσενοκοίτης), la cual también
se puede traducir como sodomita u homosexual. Si nos damos cuenta estos tres
pecados junto con el de fornicación son vistos como practicas normales en el
mundo, pero lo cierto es que son perversidades sexuales que desagradan a Dios. Estos
pecados han destruido la condición moral de la humanidad. Por ejemplo, el
homosexualismo había colmado tanto las ciudades de Sodoma y Gomorra que fue uno
de los pecados por los cuales Dios destruyo las ciudades y tanto era el descaro
que intentaron tener relaciones sexuales con los ángeles que llegaron a la
ciudad: “Pero
antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones
de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y
llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta
noche? Sácalos, para que los conozcamos”, (Génesis 19:4-5). También
en tiempos de los jueces de Israel, una guerra interna se dio por causa de la
perversidad de la homosexualidad algunos hombre de la tribu de Benjamín que
intentaron violar a un levita, pero al final terminaron abusando de su
concubina hasta matarla: “Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de
aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta; y
hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado
en tu casa, para que lo conozcamos”, (Jueces 19:22). El mismo rey Salomón
se perdió debido a su vida de fornicación con las mujeres extranjeras: “¿No pecó por esto
Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que
era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a
él le hicieron pecar las mujeres extranjeras”, (Nehemías 13:26). En
general, los pecados de origen sexual no solo degradan la dignidad del ser humano,
sino traen una terrible desgracia sobre el ser humano como hogares
desintegrados, hijos abandonados por sus padres, abortos y enfermedades
venéreas. Este mundo perverson ya no ve mal este tipo de pecado, de hecho lo
justifican promoviendo la promiscuidad y el falso respeto a la orientación
sexual; pero lo cierto es lo que Pablo dice: No erréis; ni los fornicarios… ni los
adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones… heredarán el
reino de Dios.
El pecado de robar.
En
séptimo lugar están los ladrones. Esta palabra se traduce
del griego kleptes (κλέπτης), de donde deriva
la palabra cleptómano, y describe a una persona amante de tomar lo que no le
pertenece. En la antigüedad el robo era bastante común a tal punto que había leyes romanas que lo
prohibían. Solía ocurrir robos de túnicas en los balnearios públicos, también
se consideraba robo cuando la cuantía era de al menos 10 dracmas, o cuando se
realizaban asaltos de noche o se entraba sin permiso a una casa ajena. Hoy en nuestro tiempo el robo se ha convertido
en un delito estatal, pero más que esto es un pecado que condena al infierno. El
pecado de robar generalmente está acompañado por la codicia que es el deseo
descontrolado de querer tener las cosas, lo que impulsa a las personas a robar.
Uno puede ver como este pecado afecto al mismo Judas ya que durante el tiempo
que estuvo con Jesús robaba de la bolsa del tesoro: “Pero dijo esto, no porque se cuidara de los
pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se
echaba en ella”, (Juan 12:6). Este pecado lo llevo a convertirse en
un gran codicioso a tal punto que un día decidió vender a su propio Maestro por
treinta piezas de plata sin saber que eso lo conduciría a la condenación eterna: “Entonces Judas, el
que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las
treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre
inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando
las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó”, (Mateo
27:3-5). Así muchos se condenaran debido a que practican este pecado y por eso
Pablo dice: No
erréis… ni los ladrones… heredarán el reino de Dios.
El pecado de la avaricia.
En
octavo lugar, Pablo habla de los avaros. Esta palabra se traduce del
griego pleonéktes (πλεονέκτης) la cual hace
una referencia a una persona cuya ansias de tener riquezas lo vuelve una
persona que no le gusta compartir lo que tiene con los demás aun cuando los vea
padecer necesidad. Este pecado es tan sutil que aún se puede dar en la iglesia
del Señor y se refleja en nuestra generosidad al momento de ofrendar. Lo cierto
es que la avaricia es un pecado que condena. La avaricia ha conducido a miles
de hombres a su ruina por su deseo descontrolado por tener riquezas. Por ejemplo,
cuando Jesús narro la parábola del sembrado dijo que la razón por la cual la
palabra de Dios no tiene efecto en el corazón de algunas personas es porque su
amor por las riquezas los desvían del camino de salvación: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el
que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas
ahogan la palabra, y se hace infructuosa”, (Mateo 13:22). Jesús dijo
que nadie puede servir a Dios y a las riquezas: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas”, (Mateo 6:24). Y Pablo
dijo que el amor al dinero es raíz de muchos males: “Porque raíz de todos los males es el amor al
dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores”, (1 Timoteo 6:10). Por eso la
avaricia es un terrible pecado que nos mete en un afán por hacernos ricos
convirtiéndose en nuestro dios y alejándonos del camino de salvación por lo que
Pablo dice: No
erréis… ni los avaros… heredarán el reino de Dios”.
El pecado de la borrachera.
En
noveno lugar están los borrachos. Esta palabra griega es mézusos (μέθυσος) y
describe a una persona que abusa del vino hasta quedar completamente ebria. En
los tiempos de Pablo el vino era un elemento muy común en la dieta de las
personas del Medio Oriente, especialmente porque el agua escaseaba y en Grecia
no era la excepción. Generalmente el vino que se bebía era una combinación de
tres partes de agua con dos de vino por lo que su consumo mínimo no provocaba
las borracheras. Sin embargo, en ocasiones había personas que abusaban del uso
del vino llevándolos a comportamientos verdaderamente vergonzosos. En algunas
partes de Grecia existía una fiesta dedicada al dios Dionisio, el dios del vino
y las bacanales que eran una festividad donde las borracheras y el desenfreno
sexual se practicaban. El uso excesivo del vino siempre ha sido presentado en
la Biblia como una práctica de degrada moralmente a sus consumidores, tal y
como lo vemos en el caso de Noé que por causa de su borrachera expuso su
desnudez a sus hijos: “Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y
bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. Y
Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos
que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre
sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre,
teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre”,
(Génesis 9:20-23). También vemos como Belsasar al estar completamente borracho
cometió blasfemia delante de Dios lo cual provocó su muerte: “El rey Belsasar
hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía
vino. Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de
plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que
bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. Entonces
fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios
que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus
mujeres y sus concubinas. Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de
plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. En aquella misma hora
aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero
sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que
escribía. Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se
debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra”,
(Daniel 5:1-6). Por ello la Biblia advierte en proverbios las terribles consecuencias
de la borrachera: “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas?
¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para
los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura. No
mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra
suavemente; mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus
ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades. Serás como el
que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero. Y
dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando
despertare, aún lo volveré a buscar”, (Proverbios 23:29-35). Estos
versículos de Proverbios nos describen los terribles estragos y la fuerte
adicción que el vino provoca en la vida de los seres humanos hasta arrastrarlos
al infierno y por eso Pablo dice: No erréis…. ni los borrachos… heredarán el reino de Dios.
El pecado de maldecir.
En décimo lugar aparecen los
maldicientes. La palabra griega de donde se traduce maldiciente es loídoros (λοίδορος)
la
cual describe a una persona que abusa de los demás con palabras ofensivas. En
el Antiguo Testamento existía una costumbre de maldecir a las personas y por
eso en la ley Dios puso algunas prohibiciones en cuanto a esto: “No maldecirás al
sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu
Dios. Yo Jehová”, (Levítico 19:14). También la ley prohibía maldecir
a un principal de Israel: “No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu
pueblo”, (Éxodo 22:28). En ocasiones se permitía que el pueblo
maldijeran a ciertos pecadores: “El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo
maldecirán, y le detestarán las naciones”, (Proverbios 24:24). Sin
embargo, se abusó demasiado y se solía maldecir a las personas durante cualquier
discusión y toda maldición que las personas proferían con sus labios no era más
que el resultado de la ira por lo que
Jesús prohibió tal práctica diciendo que cualquiera que ofendiera a su
hermano era tan culpable como el homicida y quedaría expuesto a las llamas del
infierno: “Oísteis
que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable
de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será
culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable
ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno
de fuego”, (Mateo 5:21-22). Si nos damos cuenta la maldición que
profiere una boca proviene de un corazón lleno de ira y es un pecado tan
terrible como lo es el homicidio el cual se conduce al infierno. Por esto Pablo
dijo: No erréis… ni
los maldicientes… heredarán el reino de
Dios.
El pecado de la estafa.
Finalmente,
en onceavo lugar está los estafadores. Esta palabra griega proviene del griego járpax (ἅρπαξ) y
describe a una persona que engaña a otros con el fin de sacar lucro. Hoy en día
vivimos en un mundo donde se ha dicho que el fin justifica los medios, donde la
ley favorece al culpable por dinero, donde la ley civil permite el soborno,
donde el engaño en los negocios es algo normal y donde los patronos no le pagan
su salario justo a los trabajadores; pero lo cierto es que Dios aborrece a los
estafadores. No debemos olvidar que Dios ama la verdad en lo íntimo por lo que
jamás aprobara la mentira y fraude que se comete en la estafa: “He aquí, tú amas la
verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría”,
(Salmo 51:6). Generalmente en los negocios se da mucho la estafa como cuando se
tienen pesas falsas para engañar a los compradores y aumentar así las ganancias
por lo que la Biblia dice: “Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis. Yo
Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto”, (Levítico
19:36). En proverbios Dios dice que abomina a los que estafan a los demás en
los negocios usando pesas falsas: “Abominación son a Jehová las pesas falsas, y la balanza
falsa no es buena”, (Proverbios 20:23). Y en Miqueas nos dice que
los estafadores que engañan a los demás con pesas falsas serán condenados: “¿Daré por inocente
al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas?”, (Miqueas
6:11). Otra forma de como el ser humano estafa al prójimo es cuando el patrono
no le paga al obrero su pago justo lo cual desagrada al Señor: “He aquí, clama el
jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no
les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han
entrado en los oídos del Señor de los ejércitos”, (Santiago 5:4). En general, Dios está en contra de cualquier
tipo de estafa o fraude: “Precio recibieron en ti para derramar sangre; interés y
usura tomaste, y a tus prójimos defraudaste con violencia; te olvidaste de mí,
dice Jehová el Señor”, (Ezequiel 22:12). Por esta razón Pablo decía:
No erréis… ni los
estafadores… heredarán el reino de Dios.
UNA IGLESIA NO VIVE SEGÚN ESTAS COSTUMBRES
“Y esto erais algunos; mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”.
1 Corintios 6:11
Después
de advertirles a sus lectores que nadie que viva llevando una vida de pecado
heredara el reino de Dios, Pablo le recuerda a la iglesia de Corinto que ellos
que antes vivían de esa forma ahora han sido llamados a santidad y son justificados
por la fe en Jesús. Es importante que la iglesia no se contamine con los
pecados que se practican en el mundo, especialmente porque en el mundo se minimiza
la gravedad de los mismos y en ocasiones hasta se censura el uso de la palabra
pecado, pero todos debemos huir de ellos ya que conducen al infierno y no
debemos dejar de predicar que a través de Jesús podemos encontrar el perdón de
nuestros pecados.
Que bendicion tener esta enseñanza. Muy elocuente y muy reveladora palabras.
ResponderBorrarDetesto a los evangélicos así como ellos a mí me desean la muerte y yo a ellos jamás terminar su odio hacia mi y el mío hacia ustedes jamás cesará, son tan repugnantes y odiosos que ni ustedes mismos entrarán al inexistentes reino de dios.
ResponderBorrarNosotros no te odiamos, te amamos con el amor perfecto de Dios en nuestros corazones. No se puede amar lo que no se conoce y no se puede defender lo que no se ama (Leonardo da vinci).
BorrarNo deberías odiar sin antes conocer, Dios te ama .
Hola buena noche en relación a lo que dice San Pablo al pueblo de Corintos, era por todo lo que estaba pasando como libertinaje y les advierte a los religiosos de que no entrarán al reino de Dios los que estén en pecado, pero Jesús nunca dijo eso, el solo dice que tengamos un arrepentimiento y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra y ente tiempo que estamos viviendo todos somos pecadores por qué nos cuesta trabajo aceptar la voluntad de Dios, a través de nuestros instintos deformados. Hay muchos predicadores que llevan mal la palabra de esta cita bíblica dando mal interpretación. Dios vino por los rateros, estafadores, adúlteras, los avariciosa etc para que se arrepintieran.
ResponderBorrarEl Apóstol Pedro dijo: Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios (1 Pedro. 4:11) Esto dolerá a muchos porque la palabra alumbrará sus pecados, sin embargo esta función de la palabra es para que nos arrepintamos y nos entreguemos a Cristo para nuestra Salvación, esto no es una imposición, pues debe ser una decisión voluntaria (Apoc. 3:20)aunque lo que decidamos tendrá consecuencias eternas. La Biblia declara categóricamente:
ResponderBorrarY esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
No somos los que hemos creído en Jesucristo los que condenan el
ResponderBorrarPecado sino que es la palabra de Dios la que condena el pecado.