“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon
sus oídos para no oír; y pusieron su
corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos
enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto,
gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.
Zacarías 7:11-12
INTRODUCCIÓN
El arrepentimiento ha
constituido desde que el hombre peco en el huerto de Edén el mensaje central de
Dios hacia el hombre. Un verdadero arrepentimiento significa que el hombre
reconozca sus maldades y busque a Dios y se convierta de sus malos caminos. Sin
embargo, muchos no escuchan este mensaje y como Israel endurecen sus corazones
y desatienden el mensaje del evangelio ignorando que al no arrepentirse de sus
pecados corren un grave peligro. Veamos cuales son estos peligros.
I.
EL ENDURECIMIENTO DE
NUESTRO CORAZÓN.
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por
tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el
día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”.
Romanos 2:4-5
El primer peligro que
se corre al no arrepentirnos de nuestros pecados es que nuestro corazón poco a
poco se va endureciendo hasta que se vuelve completamente insensible a la
palabra de Dios. En Romanos Pablo habla acerca de aquellos que han
menospreciado la gran paciencia y misericordia de Dios endureciendo más y más
sus corazones sin saber que lo que hacen es atesorar juicio para sus vidas: ¿O menosprecias las
riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su
benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no
arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la
revelación del justo juicio de Dios. El mismo profeta Zacarías dijo
el no arrepentimiento trajo sobre Israel el endurecimiento de su corazón: y pusieron su
corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los
ejércitos enviaba por su Espíritu. Esto es lo peor que podemos hacer
porque si nuestro corazón se llega a endurecer perderemos toda conciencia de
culpa por nuestros pecados, y esta condición nos conduce a otra peor, que es la
completa depravación de nuestro ser.
II.
LA DEPRAVACIÓN DE
NUESTRO SER.
“Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni
le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y
cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre
corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios
los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo
que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de
Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al
Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a
pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que
es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso
natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo
hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la
retribución debida a su extravío”.
Romanos 1:21-27
Aquí vemos el
siguiente peligro de no arrepentirse. Como consecuencia de un corazón duro e
insensible a Dios viene una vida de terrible depravación en el pecado. En este
pasaje de Romanos vemos como el corazón duro de estos hombres fue
entenebrecido, que profesando ser sabios se hicieron necios, adorando ídolos en
lugar que a Dios y fueron entregados al deseo de sus pasiones más bajas a tal
punto que terminaron cometiendo actos sexuales fuera de toda naturaleza. Una
vida de pecado sin la más mínima amonestación de parte de nuestra conciencia nos
lleva a practicar toda maldad sin reservas y esto a su vez nos llevara a
nuestra destrucción. En la Biblia uno puede ver algunos ejemplos de personas
que jamás se arrepintieron de sus pecados y esto los llevo a cometer las peores
atrocidades morales en su vida. Por ejemplo, Acab jamás se arrepintió de sus
maldades aun cuando profetas como Elías lo amonestaron y por eso sus pecados lo
llevaron a provocar a ira a Dios y traer el juicio sobre su vida: “He aquí yo traigo mal
sobre ti, y barreré tu posteridad y destruiré hasta el último varón de la casa
de Acab, tanto el siervo como el libre en Israel. Y pondré tu casa como la casa
de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías, por la
rebelión con que me provocaste a ira, y con qué has hecho pecar a Israel. De
Jezabel también ha hablado Jehová, diciendo: Los perros comerán a Jezabel en el
muro de Jezreel. El que de Acab fuere muerto en la ciudad, los perros lo
comerán, y el que fuere muerto en el campo, lo comerán las aves del cielo. (A
la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos
de Jehová; porque Jezabel su mujer lo incitaba. Él fue en gran manera
abominable, caminando en pos de los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los
amorreos, a los cuales lanzó Jehová de delante de los hijos de Israel)”,
(1 Reyes 21:21-26). Por tanto, debemos arrepentirnos de nuestros pecados porque
de lo contrario nuestro corazón se endurecerá y nos llevara a cometer las
peores maldades hasta llegar a nuestra propia condenación.
III.
UN DÍA EL TIEMPO DE
MISERICORDIA LLEGARÁ A SU FIN.
“El hombre malo, el hombre depravado, es el que anda en perversidad
de boca; que guiña los ojos, que habla con los pies, que hace señas con los
dedos. Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo;
siembra las discordias. Por tanto, su calamidad vendrá de repente; súbitamente
será quebrantado, y no habrá remedio”.
Proverbios 6:12-15
Finalmente, el tercer
peligro de no arrepentirnos es que un día el tiempo de misericordia para
nuestra vida llegara a su fin. En la Biblia se nos dice que todo tiene su
tiempo: “Todo
tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo
de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo
plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de
edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de
bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de
abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de
perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de
coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de
aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz”, (Eclesiastés 3:1-8).
Y de igual forma hay un tiempo de misericordia donde la paciencia de Dios
espera que procedamos al arrepentimiento para que no perezcamos en nuestros
pecado, pero un día el tiempo se acabara y si morimos en nuestros pecado
pasaremos a la condenación eterna: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para
que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los
tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna
manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno
de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de
vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo,
pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o
plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios,
habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos
los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día
en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó,
dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”, (Hechos
17:26-31). Por eso todos debemos correr a los pies de Cristo y arrepentirnos de
nuestros pecados antes que estos mismos nos destruyan y sea demasiado tarde.
CONCLUSIÓN.
El no arrepentirnos de
nuestros pecados puede traer a nuestra vida los siguientes peligros:
1.
El
endurecimiento de nuestro corazón.
2.
La
depravación de todo nuestro ser en el pecado.
3.
Que
llegue a su fin el tiempo de misericordia que Dios nos ha dado para que nos
arrepintamos.
Por eso debemos
atender su llamado y buscarlo antes que sea demasiado tarde.
“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que
está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y
vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el
cual será amplio en perdonar”.
Isaías 55:6-7
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