Un mundo que no debemos amar (1 Juan 2:15-16)



“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.
1 Juan 2:15-16

INTRODUCCIÓN

           
Este texto de 1 Juan nos exhorta a no amar al mundo, y cuando el apostol utiliza aqui la palabra mundo no se refiere a los seres humanos, o al planeta tierra en si, sino mas bien al sistema pecaminoso que lo gobierna. Hoy en día nosotros vivimos en un mundo constituido por un sistema que influyen en la manera de vivir de las personas, un sistema que se caracteriza por tener sus creencias y convicciones que se manifiestan en la música, el arte, las religiones, filosofías, tradiciones y en general, la conducta humana, las cuales son contrarias a Dios. Como seres humanos nuestro corazón puede enamorarse fácilmente de estas cosas, pero el Señor es claro al exhortarnos a no amar las cosas que están en este mundo.

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Cosas del mundo que no debemos amar


                               I.            ¿POR QUÉ NO DEBEMOS AMAR LAS COSAS DE ESTE MUNDO?


Considerando todo esto podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿por qué las Escrituras nos dicen que no debemos amar al mundo? ¿Cuáles son las razones por las cuales no debemos amar las cosas que están en el mundo? Veamos al menos tres razones por las cuales no debemos amar las cosas de este mundo.

1.      Porque estas cosas solo nos ofrece pecado.


“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.

Como lo dice el texto base de este sermón, la primera razón por la cual no debemos amar al mundo es porque estas cosas nos conducen al pecado. Juan nos dice que todo lo que hay en el mundo es pecado ya que satisface los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. En si el pecado conduce a la muerte, ya que todo aquel que persevera en él está destinado a pagar sus duras consecuencias, tal y como las Escrituras lo testifican al decir: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”, (Ezequiel 18:4). Nadie que persevere en el pecado escapara de sus duras consecuencia, por ello no debemos amar las cosas de este mundo porque nos impulsan a pecar.

2.      Porque el amar las cosas de este mundo nos aleja de Dios.


“Porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica”.
2 Timoteo 4:10

            Otra de las razones por las cuales no debemos amar las cosas de este mundo es porque nos alejan de Dios. La Biblia nos enseña que el deseo de Dios es que nos acerquemos a Él y abandonemos el pecado: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”, (Isaías 55:6-7); pero si hay algo que nos aleja de ese fin es el amor a las cosas de este mundo las cuales poco a poco se apoderan de nuestra voluntad hasta que finalmente nos arrastran a su inmundicia alejándonos de Dios. Cuando Pablo escribía a Timoteo en su segunda carta, recordaba a un antiguo compañero que lo había abandonado amando más a este mundo que ha Dios, su nombre fue Demas: Porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Demas fue un gran colaborador del evangelio y Pablo lo menciona como tal en otras cartas (Filemón 23-42, Colosenses 4:14), sin embargo, dejó seducirse por los placeres temporales de este mundo y esto lo alejo de Dios. Una razón más por las cuales no debemos amar las cosas de este mundo es porque su influencia nos aleja de Dios.

3.      Porque el que ama al mundo se constituye enemigo de Dios y lo paga en el infierno.


“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?”.
Santiago 4:4-5

Finalmente, no debemos amar las cosas de este mundo porque nos constituye en enemigo de Dios. Santiago lo dice muy claro: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? El mismo Jesús enseño que este mundo lo aborrece, y no solo a Él sino a todos sus seguidores: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”, (Juan 15:18-19). Este mundo dañado por el pecado, sus principios y creencias son totalmente anti-cristianos y por tanto aborrecen a Dios, aun las religiones bajo una tachada de amor a Dios le aborrecen al compartir creencias anti-bíblicas. Por ello nosotros no debemos amar al mundo porque todo aquel que lo hace se constituye en enemigo de Dios.

                            II.            EL AMOR QUE VENCE AL MUNDO.


“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”.
1 Juan 5:1-5

Si bien es cierto, como creyentes no debemos amar las cosas que hay en el mundo, pero si debemos responder al amor divino ya que a través de ese amor venceremos al mundo. En 1 Juan 5:1-5 se nos dice cómo este amor actúa en la vida de aquellos que creen en Dios.

1.      Solamente los que nacen de nuevo pueden amar a Dios.


“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él”.

En primer, para llegar a experimentar el verdadero amor hay que nacer de nuevo. El nuevo nacimiento es el milagro sobrenatural que ocurre en la vida de aquellos que nacen a la familia de Dios, constituyéndose en hijos de Dios por medio del arrepentimiento de pecados y la fe en Cristo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”, (Juan 1:12.-13). Solamente aquellos que nacen de nuevo pueden llegar a experimentar el verdadero amor.

2.      Los que andan en verdadero amor guardan los mandamientos del Señor.


“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.

En segundo lugar, aquellos que son nacidos de Dios y constituidos en sus hijos pueden obedecer sus mandamientos por amor a Él. El amor impulsa a los creyentes a obedecer sus mandamientos los cuales no son gravosos, sino un verdadero deleite y toda su vida se expresa en guardarlos para purificar nuestras almas y agradar así a Dios en todo lo que hagamos: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”, (1 Pedro 1:22-23).

3.      Este verdadero amor nos ayuda a vencer al mundo por medio de la fe en Cristo Jesús.


“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”.

Finalmente. El que ama a Dios ha logrado vencer por la fe a este mundo. Cuando una persona decide amar con todo su corazón a Dios y cree e su Hijo Jesucristo, este vence no solo al mundo, sino al imperio de Satanás, ya que sus pecados han sido perdonados y es heredero de la vida eterna. Esta es la fe que vence a todo al mundo.

CONCLUSIÓN.



Por tanto, no debemos amar las cosas que hay en el mundo porque todo lo que el mundo nos ofrece es pecado, porque nos aleja de Dios y nos constituye en enemigos de Dios. El verdadero amor nos ayuda a perfeccionarnos para obedecer los mandamientos del Señor y a vencer por medio de nuestra fe al mundo.


3 comentarios:

  1. Amén, como nuevas criaturas en Cristo tenemos que dar evidencias que ya no somos del mundo. Es decir que ya no caminamos bajo las cosas que el mundo nos ofrece, cosas que nos conducen al pecado, no es fácil pero en Cristo alcanzaremos la victoria. Amén.

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