“El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos
juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.
Romanos
8:16-17
INTRODUCCIÓN
Muchas
personas a lo mejor se sienten orgullosas de ser hijos de algún alto
funcionario de gobierno, o de un príncipe, o un gran hombre de negocios o líder
importante, pero ninguno de estos se compara a llegar ser hechos hijos de Dios.
Nosotros los cristianos decimos que somos hijos de Dios, no por una simple
jactancia o porque alguna religión así lo dice, sino porque el Espíritu Santo
que mora en nosotros así lo testifica: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados. Considerando esta preciosa
verdad la pregunta seria, ¿qué necesito para ser hecho hijo de Dios? ¿Acaso
todas las personas son hijas de Dios? Veamos a la luz de la Biblia como podemos
llegar a ser hechos hijos de Dios.
Hijos legítimos de Dios |
I.
PARA SER HIJO DE DIOS ES
NECESARIO NACER DE NUEVO.
“Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios”.
Juan 1:12-13
Para
poder llegar a ser hijos de Dios es necesario nacer de nuevo. Así como el
simple hecho de nacer de nuestros padres nos convierte en sus hijos en este
mundo, en el mundo espiritual el nuevo nacimiento nos convierte en hijos de
Dios, así lo declara Juan: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino
de Dios”, Para llegar a ser
hechos hijos de Dios es necesario ser engendrados por obra de Dios, pero ¿cómo
hacerlo? En el evangelio según Juan se nos narra una historia donde el mismo Jesús
nos explica no solo la necesidad de nacer de nuevo, sino la forma de cómo
hacerlo.
“Había un hombre de los
fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a
Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro;
porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere
de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un
hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de
su madre, y nacer?”.
Juan 3:1-4
En
el evangelio según Juan se nos narra una historia donde un hombre llamado
Nicodemo, un principal entre los fariseos, se presentó de noche a Jesús para
decirle: Rabí,
sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas
señales que tú haces, si no está Dios con él. Sin embargo, Jesús le
hace ver la necesidad que tenia de nacer de nuevo: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. A pesar de que
Nicodemo era un hombre religioso no era salvo, y por ello Jesús le hacía ver la
necesidad que tenia de nacer de nuevo para poder entrar así al reino de los
cielos y ser hecho hijo de Dios. Esto nos enseña que para poder heredar la vida
eterna es necesario nacer de nuevo, pero Nicodemo no comprendía estas palabras,
por ello le dice a Jesús: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar
por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
II.
¿CÓMO PODEMOS NACER DE NUEVO?
“Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no
puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es
necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido;
mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del
Espíritu”.
Juan 3:5-8
Comprender
el nuevo nacimiento resulta un tanto complicado ya que lo cierto es que es una
realidad que se opera a través del poder sobrenatural de Dios y por ello
constituye un verdadero milagro en la vida de aquel que lo experimenta. Jesús
nos dice: Lo que
es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. Mientras
el hombre no nazca de nuevo no puede percibir las cosas del Espíritu porque es
carnal, y esto opera de una forma que no se ve, pero sus efectos se sienten,
tal y como ocurre con el viento: El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni
sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del
Espíritu. En estos versículos nuestro Señor nos dice la forma de
como una persona puede llagar a nacer de nuevo.
1. Podemos
nacer de nuevo a través de creer en la palabra de Dios.
“… que el que no naciere
de agua…”
Jesús nos dice que debemos nacer del
agua, pero a que se refiere. No puede referirse al bautismo en aguas, porque es
claro que el bautismo no quita ningún pecado. Si uno considera lo que Dios
había dicho a través de uno de sus profetas veremos la promesa donde afirmaba
que muchos serian saciados por las aguas de las fuentes de su salvación: “He aquí Dios es
salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es
JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las
fuentes de la salvación”, (Isaías 12:2-3). El agua es un símbolo de
aquello que sacie la sed de nuestra alma, y esto que la sacia es la palabra de
Dios. La palabra de Dios no solo sacia nuestra sed espiritual, sino calma
nuestra hambre de justicia y a través de creer en ella podemos llegar a nacer
de nuevo: “El, de
su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias
de sus criaturas”, (Santiago 1:12). La palabra de Dios nos presenta
a Jesucristo como Señor y Salvador, y todo aquel que cree en Él tiene el perdón
de pecados y nace a una nueva vida: “Pues todos sois hijos de Dios por la
fe en Cristo Jesús”,
(Gálatas 3:26).
2. Podemos
nacer de nuevo gracias al poder sobrenatural del Espíritu Santo.
“… que el que no naciere…
del Espíritu…”
También
Jesús nos dice que para nacer de nuevo es necesario la intervención del Espíritu
Santo. El hombre en su estado natural es incapaz de hacer algo bueno y
acercarse a Dios, espiritualmente esta muerto, por lo que todas sus acciones
son en contra de la voluntad de Dios, y de allí que sea necesario que el poder
de Dios actúa a través del Espíritu Santo para que cuando una persona se
arrepiente de sus pecados y abre su corazón a Cristo, esto actúa sobre el haciéndolo
nacer a una nueva vida: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu… Porque
los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte,
pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz Por cuanto los designios de la
carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”,
(Romanos 8:1, 5-8). Por tanto, para nacer de nuevo es necesario creer en el
evangelio para arrepentimiento de pecados y entonces el Espíritu Santo
provocara el milagro del nuevo nacimiento convirtiéndonos en hijos y herederos
de la vida eterna.
III.
LAS CONSECUENCIAS DE SER
HECHOS HIJOS DE DIOS.
“De modo que si alguno
está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas”.
2 Corintios
5:12
El
evangelio de Dios le ofrece al hombre una nueva vida, volver a comenzar de
nuevo, y esto es posible gracias al nuevo nacimiento el cual nos da a luz a una
nueva vida como hijos de Dios: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. En este
sentido como hijos de Dios tenemos la oportunidad de nacer a una vida libre del
pecado y de la antigua vida que antes llevábamos, herederos de grandes promesas
y del reino de los cielos.
CONCLUSIÓN.
Los
cristianos somos los hijos legítimos de Dios ya que gracias a la fe en su palabra,
en la obra de Cristo, y la acción sobrenatural del Espíritu Santo, hemos nacido
a una nueva vida, una vida libre del yugo del pecado y herederos de la vida
eterna.
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