“Por tanto, ceñid los
lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia
que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no
os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la
obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis
de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.
1 Pedro
1:13-19
INTRODUCCIÓN
“Santo
ya”, así se tituló el artículo publicado en internet el 9 de marzo de 2018 por
el Diario de Hoy que hablaba acerca de la Canonización de Monseñor Romero, al
cual, después de corroborar los supuestos milagros realizados por el beato, el
papa Francisco lo confirmo como un santo mas de la iglesia católica. La iglesia
católica tiene un proceso de confirmación que puede durar años y a través de
los cuales llegan a declarar santos a algunas personas, pero lo cierto es que de
acuerdo con la Biblia se llega a ser santo no por la canonización de una institución,
sino por la sangre de Jesucristo. En Cristo Jesús todos los cristianos somos
santos y al mismo tiempo somos responsables de perfeccionar nuestra santificación
en el temor y temblor de Dios. Por eso en este versículo Pedro exhorta a los
creyentes a poner todo discernimiento e inteligencia, en ser sobrios en cuanto
a nuestra manera de vivir: Por tanto,
ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo
en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos
obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra
ignorancia. Realmente la Biblia nos
exhorta a dejar toda inmundicia y santificarnos cada día y en estos versículos podemos
encontrar al menos tres razones por las cuales debemos serlo.
Tres razones por las cuales debemos ser santos |
I.
DEBEMOS SER SANTOS
PORQUE DIOS ES SANTO.
“… sino, como aquel que os
llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.
La
primera razón por la cual debemos ser santos es porque nuestro Dios es santo, y
como hijos suyos no podemos vivir en la inmundicia del pecado. Estas palabras
que Pedro dirige a los creyentes están inspiradas en otro versículo donde Dios
le pide a su pueblo Israel el ser santo: “Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy
vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os
santifico”, (Levítico 7:7-8). La santidad de Dios es un atributo que
debemos comprender ya que sin ella es imposible tener una plena comunión con Él
y a veces no logramos dimensionar la gravedad de acercarnos a su presencia si
la santificación de nuestra vida. Si uno lee el Antiguo Testamento se dará
cuenta de lo terrible que era acercarse a Dios estando inmundos por nuestros
pecados. Por ejemplo, Nadab y Abiú murieron por ofrecer fuego extraño: “Nadab y Abiú, hijos
de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el
cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él
nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron
delante de Jehová”, (Levítico 10:1-2). En otra ocasión muchos
israelitas murieron como consecuencia de haber visto el arca del pacto sin
haberse consagrado previamente: “Entonces Dios hizo morir a los hombres de Bet-semes, porque
habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo morir del pueblo a cincuenta mil
setenta hombres. Y lloró el pueblo, porque Jehová lo había herido con tan gran
mortandad. Y dijeron los de Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante de Jehová el
Dios santo? ¿A quién subirá desde nosotros?”, (1 Samuel
6:19-20). También Uza murió por tocar el
arca del pacto cuando esta caía: “Pero cuando llegaron a la era de Quidón, Uza extendió su
mano al arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaban. Y el furor de
Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió, porque había extendido su mano al
arca; y murió allí delante de Dios”, (1 Crónicas 13:9-10). Si bien
es cierto que hoy vivimos en el tiempo de la gracia y no en la ley, esto no
significa que las demandas de ser santos porque nuestro Dios es santo hayan
cambiado, de hecho, Pablo dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no
como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en
vuestra salvación con temor y temblor”, (Filipenses 2:12). Esta
palabra que Pablo utiliza de “ocupaos”
no se refiere a que debemos de trabajar y hacer obras para salvarnos, ya que la
salvación es por gracia; sino mas bien se refiere que debemos vivir nuestra
salvación esforzándonos por limpiarnos de toda inmundicia, negando nuestra
carne y tomando nuestra cruz cada día, debemos esforzarnos por vivir de acuerdo
con su palabra para producir toda clase de fruto agradable para el Señor. De
igual forma el autor de la carta a los Hebreos nos advierte que sin santidad
nadie vera al Señor: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie
verá al Señor”, (Hebreos 12:14). Por tanto, podemos ver que Dios no
ha cambiado y debemos ser santos porque Dios es santo.
II.
DEBEMOS SER SANTOS
PORQUE UN DÍA DIOS JUZGARA NUESTRAS OBRAS.
“Y si invocáis por Padre
a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos
en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación…”
El
apóstol les da a los creyentes otra razón por la cual debemos ser santos, y es
porque Dios juzgara nuestras obras. Lo peor que podemos hacer es abusar de la
paciencia de Dios y creer que podemos engañar a los hombres llevando una doble
vida pensando que la justicia divina no nos alcanzara. La Biblia nos dice: “Por cuanto no se
ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los
hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal”, (Eclesiastés
8:11). Generalmente el hombre piensa que porque Dios no castiga inmediatamente
el pecado nunca lo hará, pero la misma Biblia nos advierte de no abusar de su
paciencia ya que de lo contrario un día nos alcanzará el juicio, tal y como
Pablo se lo dijo a los judíos que se jactaban de enseñar la ley y la
quebrantaban: “¿Y
piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo,
que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su
benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al
arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras
para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de
Dios”, (Romanos 2:3-5). Por esta causa nosotros los cristianos tenemos
que evaluar nuestra vida y ver si nuestras obras realmente corresponden a la de
un verdadero hijo de Dios que ha sido cambiado, no vaya a ser que solo estemos
llevando una vida de falsa religión y despertemos en la eternidad dándonos
cuenta de que nos engañamos a nosotros mismos. Aun siendo salvos debemos
preocuparnos por vivir piadosamente ya que en la Biblia hay un día cuando estaremos
delante de su presencia donde evaluara la calidad de nuestra vida piadosa y las
intenciones por las cuales hicimos las cosas, a este evento se le conoce como
el Tribunal de Cristo: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras
estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”, (2 Corintios 5:10).
Según el apóstol aquel día algunos sufrirán vergüenza eterna, aunque no
perderán la salvación: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la
obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de
alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare,
él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”,
(1 Corintios 3:12-15). Cuando importante es entonces santificarnos cada día
delante de nuestro Señor.
III.
DEBEMOS SER SANTOS
PORQUE NUESTRA SANTIFICACIÓN CUESTA LA SANGRE DE JESUCRISTO.
“… sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa
de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.
Finalmente,
debemos ser santos porque nuestra propia santificación vale la sangre del Hijo
de Dios. Cada vez que pecamos estamos menospreciando el sacrificio que nuestro
Señor Jesucristo hizo en la cruz del Calvario, aquel acto vicario de supremo
sacrificio que hizo para perdonar nuestros pecados, limpiarnos de nuestras
maldades y darnos vida eterna es pisoteado. Por tanto, alguien que actúe de
esta forma sin mayores problemas de consciencia debería considerar seriamente
si realmente se ha convertido. El autor de la carta a los Hebreos nos advierte:
“Por tanto, es
necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea
que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue
firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”, (Hebreos 2:1-3). Si bien es cierto somos salvos por
gracia, pero esto no significa que podemos vivir en pecados ocultos, obedeciendo
a los deseos de nuestra carne y sin dar frutos, antes debemos atender el
llamado que Dios nos hace a ser santos no vaya a ser que por no hacerlo nos deslicemos
y perdamos esta gran salvación.
CONCLUSIÓN.
Definitivamente Dios nos llama a una
vida santa y en estos versículos el apóstol Pedro nos da al menos tres razones
por las cuales deberíamos serlo:
1.
Debemos
ser santos porque nuestro Dios es santo.
2.
Debemos
ser santos porque Dios juzgara todas nuestras obras.
3.
Debemos
ser santos porque nuestra santificación vale la sangre de Cristo.
Amenn
ResponderBorrarLa GLORIA Y LA HONRA PARA DIOS amo estos estudios El Señor les continúe usando en este ministerio es de gran bendición gracias sean dadas a nuestro Dios
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