“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron
sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les
dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre
piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos,
los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas
cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.
Mateo 24:1-3
INTRODUCCIÓN
Llegamos a unos de los capítulos muy característicos de este evangelio y que contiene otro de los grandes discursos que nuestro Señor Jesucristo dirigió a sus discípulos, nos referimos al capítulo 24 del evangelio según Mateo. De alguna forma este capítulo esta enlazado con las ultimas palabras de nuestro Señor que aparecen en el capitulo 23 y que ya hemos estudiado. El capítulo anterior termino con el lamento que Jesús hace por Jerusalén, y hoy aquí podemos entender un poco más el por qué de ese lamento. Jerusalén había rechazado a Jesús, el único que lo podía salvar de lo que, en el futuro venia, pero ahora por su duro corazón le esperaba a esta ciudad un triste final. Este capítulo forma parte de 5 de los grandes discurso que nuestro Maestro dirigió a la gente, el primero de ellos lo estudiamos casi al principio de este evangelio y es el Sermón del Monte (Mateo 5-7), luego en Mateo 10 aparece el discurso de nuestro Señor a sus discípulos en cuanto a las instrucciones que les da de cómo ser los mensajeros del rey, mas adelante, en Mateo 13 aparecen las parábolas del Señor cuyo tema principal gira alrededor del reino de Dios, y Mateo 18 nos presenta el discurso que Jesús dio referente a las características personales que deben reflejar los ciudadanos del reino de Dios. Ahora, en Mateo 24 se nos presenta el quinto de los grandes discursos que se nos presenta en este evangelio y su mensaje posee una temática profética referente al principio de dolores, la Gran Tribulación y su segunda venida, esta temática inicia en este capítulo que es conocido como el capitulo apocalíptico de Mateo por su enorme paralelo con Apocalipsis 6, y su temática referente a su segunda venida se extiende a lo largo del capítulo 25 donde se nos presentan algunas parábolas más.
La profecía de la destrucción del Templo |
En sí este capitulo 24, que ha sido llamado capítulo apocalíptico de Mateo, no cumple en sí todas las características como para afirmar que su estilo literario es apocalíptico, como lo es Daniel, Apocalipsis y otras secciones de las Escrituras como Ezequiel y Zacarias, donde aparecen visiones, sueños, símbolos y aparecen mensajeros celestiales que explican el significado de dichas visiones y su contenido es totalmente profético. Lo que, si podemos afirmar, que este capítulo 24 posee material profético, algunas profecías ya se cumplieron, pero otras aun no y miran a los acontecimientos de la Gran Tribulación y la segunda venida de Cristo, presentando así un enorme paralelo con Apocalipsis 6, y de allí que se le ha llamado el capítulo apocalíptico de Mateo. Este capítulo también es llamado en ocasiones el capítulo escatológico o el capítulo de las ultimas cosas de Mateo. Hoy iniciaremos el estudio de esta maravillosa sección de las Sagradas Escrituras.
EL ANUNCIO DE LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO
“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron
sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les
dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre
piedra, que no sea derribada”.
Mateo 24:1-2
Al iniciar la lectura de este capítulo vemos como estas palabras que Jesús pronuncia en estos primeros dos versículos tienen relación con el lamento que hizo allá en el capítulo 23 sobre Jerusalén. Muchos estudiosos de los evangelios consideran que este día correspondía al martes, no olvidemos que Jesús se encuentra viviendo su ultima semana de ministerio y el momento en que será entregado en manos de pecadores se aproxima y, por ende, su muerte en la cruz. La escena nos presenta a Jesús, en el monte de los Olivos, desde donde se podía apreciar a lo lejos la majestuosa Jerusalén y el Templo judío. Estas palabras que encontramos en estos versículos son una profecía de la destrucción del Templo y de Jerusalén que ocurriría en el año 70 d.C. El Templo siempre había sido un símbolo de la devoción judía y donde ellos subían a orar y buscar la presencia de Dios. Durante su estadía en el desierto el punto de reunión del pueblo con Dios había sido el Tabernáculo: “Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí. Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios”, (Éxodo 29:42-4). Luego, Salomón construyó el primer Templo a Dios aproximadamente en el año 950 a.C. (1 Reyes 6-8) y fue destruido por los babilonios en el año 587 a.C. (2 Crónicas 36:17-21). Luego, después de la deportación y cuando los judíos comenzaron a regresar a Jerusalén, Zorobabel construyo segundo el Templo, aunque no en su esplendor primero, esto allá en el año 515 a.C. (Esdras 2:68-6:2). Luego, en el año 19 a.C., Herodes el Grande, inicio la reconstrucción del Templo, sobre las bases que Zorobabel había comenzado, y este templo llegó a ser esplendido en muchos sentidos y su construcción se finalizó en el año 64 d.C. Para los tiempos de Jesús su construcción ya llevaba alrededor de 46 años: “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?”, (Juan 2.19-20). Los judíos se sentían muy orgullosos del Templo que Herodes el Grande les había construido, y en los tiempos de Jesús estaban terminándose los detalles, no fue sino como 6 años antes de su destrucción que se logro terminar y por ello los discípulos le mostraban a Jesús su admiración por él, tal y como lo vemos en un pasaje paralelo en Marcos: “Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada”, (Marcos 13:1-2). Esta imponente obra de arquitectura y maravilla de la ingeniería que hacía sentir a los judíos orgullosos iba a ser destruido y en esta ocasión el Señor se los ratifica a sus discípulos: Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Por su rechazo a Jesús, Jerusalén y el Templo estaban destinados a la destrucción y por ello nuestro Señor lloró sobre la nación ya que en muchas ocasiones había tratado de acercarse a ellos y mostrarles su gran amor y misericordia, pero por su duro corazón y necios razonamientos no entendieron que aquel que rechazaban era el Mesías que tanto esperaban y por tanto al no recibirlo se precipitaron a su propio fin: “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”, (Lucas 19:41-44). Si nos damos cuenta aquí también el Señor profetisa la destrucción de la ciudad, tal y como lo está haciendo en el capítulo 24 de Mateo, y esto realmente ocurrió en el año 70 d.C.
Destrucción del Templo en el año 70 d.C. |
Por tanto, las palabras de Jesús que aparecen en Mateo 24:1-2 corresponden a una profecía donde Jesús anuncia la destrucción de Jerusalén y el Templo, esto se cumplió en el año 70 d.C., cuando el general Tito sitió la ciudad ya que los judíos a través del grupo revolucionario de los zelotes se habían revelado. Aquel sitio fue una verdadera masacre horrenda tanto que hasta el mismo general Tito se impacto por ella y al respecto, el historiador judío Flavio Josefo nos narra lo ocurrido en su obra “Guerra de los judíos”, tomo VI: “Les fue quitada a los judíos la licencia y facultad que tenían de salir, y con esto perdieron la esperanza de alcanzar salud ni poder salvarse: el hambre había ya entrado en todas las casas generalmente y en todas las familias. Estaban las casas llenas de mujeres muertas de hambre, y de niños, y las estrechuras de las calles estaban también llenas de hombres viejos muertos: los jóvenes andaban sin color, casi como muertos, por los mercados y plazas; y cuando sucedía que alguno muriese, todos quedaban muy amedrentados, pues no podían sepultar los muertos por el gran trabajo: y aquellos en quien aún alguna fuerza quedaba, avergonzados no podían hacerlo, parte por ver tanta muchedumbre, y parte también porque no sabían el fin que ellos mismos habían de alcanzar. Morían, finalmente, muchos encima de los que sepultaban; muchos huían a sepultarse vivos antes de que llegase el fin de sus días, y no se oían en tan grandes males llantos ni gemidos, porque la grande hambre que padecían no daba lugar para ello. Los que morían postreros miraban a los muertos primeros con los ojos muy secos y sin virtud para poder echar una lágrima, y con las bocas y vientres corrompidos… Como Tito, que andaba rodeando la ciudad, los viese tan llenos de cuerpos muertos, y la corrupción que de ellos salía por estar podridos, dolido mucho, gimió, y extendiendo las manos altas a Dios, decía con alta voz que no era él causa de tanto daño”. En el tomo VII de “Guerra de los judíos”, Josefo nos habla de cómo la ciudad comenzó a quemarse, desde sus puertas principales y de cómo el ejercito romano tomó gran violencia en contra de los judíos que termino en terrible masacre, masacre que afligía a Tito y aunque trataba de evitarlo, no lo lograba. Finalmente, el Templo de Jerusalén fue quemado por un soldado romano, aun en contra de la voluntad del general Tito, este arrojando una tea de fuego por una de las ventanas del Templo, inicio el fuego el cual se extendió y despertó la euforia de todos los soldados romanos, quemándose así aquella maravillosa obra arquitectónica que era el orgullo judío, no quedando absolutamente nada después del incendio y así se cumplieron las palabras de Jesús cuando dijo: De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.
Destrucción del Templo en el año 70 d.C. |
EL PROPÓSITO DE ESTE CAPÍTULO
“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los
discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas,
y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.
Mateo 24:3
Curiosamente en el versículo 3 encontramos el propósito de este capítulo en la petición de los discípulos a su Maestro: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Este capítulo se puede dividir en tres secciones, la primera tiene que ver con el tiempo en el que ocurrirán la destrucción del templo, el cual ya fue explicada en los primeros dos versículos de este capítulo y Jesús solo lo profetiza como un acontecimiento que está en el futuro y que ya se cumplió en el año 70 d.C. La segunda sección corresponde a las señales que anunciaran la segunda venida de Cristo. La palabra griega que aparece en este texto y que se traduce como “segunda venida”, es parousía (παρουσία), que literalmente significa advenimiento y que Mateo es el único que la utiliza de los 4 evangelios y que más tarde Pablo la utilizo para hacer referencia a la segunda venida de Cristo en sus escritos (2 Tesalonicenses 2:1). A lo largo del capítulo Jesús anuncia las señales antes de su segunda venida las cuales estaremos estudiando y entre estas también aparecen las señales antes del fin del mundo, que es la tercera sección en la que podemos dividir este capítulo. Las palabras griegas de donde se traduce “el fin del mundo”, son suntéleia jo aión (συντέλεια ὁ αἰών), y literalmente significa la “conclusión de los tiempos del mundo”, y en este sentido, el fin del mundo mira a la consumación de los planes de Dios con esta humanidad. La tercera sección de las señales antes del fin del mundo corresponde a la Gran Tribulación que es narrada en el libro de Apocalipsis y fue profetizada por Daniel en su semana numero 70 que aun no ha ocurrido. Antes de partir a su martirio, nuestro Señor Jesús nos da una mirada profética a lo que viene en el futuro y por ello es importante estudiar este capítulo, un capitulo que ha sido muy controversial entre los estudiosos de la Biblia ya que algunas partes de este han causado polémicas en cuanto a su correcta interpretación y aplicación para la vida cristiana.
Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 24 verso por verso.
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