Buscando la paz entre los hermanos (Filipenses 4:2-3)


 


“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo, te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a estas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida”.

Filipenses 4:2-3

 

INTRODUCCIÓN


                    Después de haberles exhortado a permanecer firmes en el Señor, el apóstol Pablo les ruega que mantenga la paz que Dios les ha otorgado asegurándose que no existan diferencias entre ellas. Al parecer existían dos hermanas en Cristo Jesús que se encontraban enojadas y esto no estaba en armonía con los principios de evangelio, por ello Pablo no terminara su carta sin pedirle a un hermano colaborador que busque la forma que tanto estas hermanas como otros se encuentren en paz no solo con Dios, sino con su prójimo y así continúen trabajando para el reino de Dios.

 

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Buscando la paz entre los hermanos


¿PROBLEMAS ENTRE DOS HERMANAS?

 

“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor”.

Filipenses 4:2


                 Por lo que podemos entender, en Filipos había dos hermanas en Cristo que tenían diferencias personales: Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. El nombre de Evodia se traduce del griego Euodía (Εὐοδία), mientras que el nombre de Síntique se traduce de la palabra griega Suntúje (Συντύχη), y este último ha generado problemas en cuanto a determinar si el nombre se refiriere a un sexo femenino o masculino. Una propuesta de interpretación ha sugerido que el nombre que se traduce como Evodia es masculino y debería traducirse como Evodias, afirmando que lo que tenemos aquí es a dos cónyuges con problemas matrimoniales por los cuales Pablo ruega que se les ayude a resolver sus diferencias. De hecho, hay algunos que creen que Evodia y Síntique son los nombres del carcelero de Filipos y su esposa (Hechos 16:25-34), lo cual es muy difícil demostrar. No obstante, la propuesta de interpretación más aceptada ha sugerido que Evodia y Síntique son nombres de dos mujeres cristianas que por algún motivo que se desconoce estaban peleadas. Por ello Pablo ruega que ambas sean de un mismo sentir en el Señor, es decir, que resuelvan sus problemas perdonando sus ofensas tal y como Cristo nos ha perdonado y como se esperaría que un cristiano haga.

 

EL COMPAÑERO FIEL

 

“Asimismo, te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a estas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos…”

Filipenses 4:3


                A parte de rogarle a ambas hermanas que solucionen sus problemas como lo haría todo verdadero cristiano, le pide a otro hermano, a quien llama, compañero fiel, para que les ayude en este fin: Asimismo, te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a estas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos. Que hermoso es saber que existen hermanos en Cristo que nos ayudan a mantener la unidad y progreso espiritual de los hermanos. No dudamos de que mantener la unidad en la iglesia es difícil, especialmente porque está conformado por nosotros, seres humanos, altamente emotivos, con diferentes tipos de temperamento, carácter, dominio de este y diferentes niveles de madurez. Generalmente, los conflictos surgen en la medida en que nos relacionamos los unos con los otros en las actividades que se realizan en la iglesia, ocurren desacuerdos y maneras inapropiadas de hacer ver las oportunidades. Al parecer Evodia y Síntique habían sido colaboradoras de Pablo en el ministerio y fue trabajando en la obra del Señor que probablemente ocurrió un desacuerdo que no logro superarse adecuadamente. La verdad es que el tema de las relaciones personales es todo un desafío, sin embargo, con la ayuda de Dios podemos lograrlo y he aquí algunos consejos:

 

1.      No olvidemos que antes de todo somos servidores de los demás, no sus superiores: “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo”, (Mateo 20:26-27).

2.      Recordemos que el mejor liderazgo es aquel que es ejemplo delante de los demás, no pide lo que él no está dispuesto a hacer: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”, (1 Pedro 5:2-3).

3.      Debemos ser sabios para hacer ver aquellas cosas que quizás están mal en otros, precavidos en no caer en necias y acaloradas discusiones que no llevan a nada: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión”, (Proverbios 26:4-5).

4.      Nuestras palabras deben edificar y no destruir. Cualquier verdad dicha de manera pesada puede afectar emocionalmente a la persona, a menos que esta tenga un alto nivel de inteligencia emocional, antes, seamos sabios y sepamos como decir las cosas para que la otra parte reflexione: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”, (Colosenses 4:6).

5.      Debemos aprender a amar a los demás, a tener un genuino aprecio por su persona, no verlos como elementos prescindibles, respetando su dignidad humana en todo tiempo y cuidando sus sentimientos: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros”, (1 Tesalonicenses 3:12).

6.      En general, debemos hacer todo lo posible por mantener las buenas relaciones con todos, evitando situaciones que puedan dañar la unidad de la iglesia: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”, (Romanos 12:18).

 

No sabemos qué tipo de servicio prestaban Evodia y Síntique en la obra de Dios allí en Filipo, pero fue durante este que se dio un problema que afecto su relación. Todo esto puede enseñarnos dos cosas, la primera es lo frágil y delicado que puede ser mantener una armonía en el equipo de trabajo dentro de la obra de Dios, de allí que todos debemos esforzarnos en mantener las buenas relaciones y unidad del cuerpo de Cristo. Lo segundo es la evidencia de que, en la época apostólica, la mujer prestaba sus servicios en la obra de Dios y no era un privilegio exclusivo de los hombres. Con esto no debemos pensar que sus servicios se limitaban a tareas de alimentar o limpieza, también las Escrituras nos muestran que tenían una participación en la proclamación del mensaje del evangelio. Alla en la carta a los Romanos, Pablo saluda a muchas mujeres que tenían una participación importante en el ministerio de proclamar el evangelio: “Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús… Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros… Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor”, (Romanos 16:3, 5-6, 12). El hecho de que Priscila aparezca al principio del saludo y, después, Aquila, su esposo, les sugiere a algunos de que Priscila era la líder principal de la iglesia que estaba en su casa. Hoy en día la mujer ha tomado un protagonismo clave en el servicio a Dios y la proclamación de la palabra de Dios, sabemos que existe un orden de sujeción establecido y que el tema de la participación de la mujer en la obra del Señor es polémica en gran manera, con todo, el liderazgo primario del pastorado descansa sobre los hombres y a la mujer se le permite participar en varias actividades incluyendo la predicación, esto es en muchas iglesias, otra pocas la mujer ha tomado el papel de pastor principal de la congregación y otras que son muy pocas le restringen a la mujer la participación. Existen versículos en la Biblia donde Pablo ordena a la mujer no enseñar y aprender en silencio, luego tendríamos que estudiar dichos versículos para entender que la aplicación es al contexto histórico especifico de dicha iglesia y no una regla universal de limitar a la mujer en el ejercicio de esta tarea, aun así, vemos versículos donde la mujer tenía una participación clave como los anteriores y aún en el Antiguo Testamento vemos a Débora ejerciendo un papel de líder que Dios respaldaba. Al final, el tema provoca grandes discusiones e interpretaciones que generalmente no se pueden armonizar, lo cierto es que todos los cristianos debemos comprender que tenemos una participación importante en la obra de Dios.

 

Ahora, otro tema de discusión en este versículo son las palabras que Pablo utiliza para referirse al hermano que quería que le ayudara con la reconciliación de ambas mujeres creyentes, lo llama “compañero fiel”. En el griego en el que se escribió dicha carta estas palabras se traducen de una solo que es súzugos (σύζυγος), el cual literalmente significa “compañero de yugo” y podría traducirse como “compañero fiel”, tal y como lo hace la RV60 y otras versiones. Algunos considerando esto han llegado a opinar que realmente el nombre de aquel compañero fiel era Sizugos, pero es difícil afirmar algo al respecto. También aparece el nombre de Clemente, otro creyente al cual algunos han identificado como Clemente de Roma, el cual se afirma conoció al apóstol Pedro y Pablo y fue obispo de la iglesia que estaba en Roma. Demostrar esto también es difícil ya que el nombre Clemente era común en aquel entonces. Lo que si podemos estar seguros es que en Filipos había muchos hermanos y hermanas que trabajaban arduamente en la obra del Señor y algunos de los nombres de ellos aparecen en estos versículos y otros son reconocidos como los demás colaboradores de Pablo.

 

EL LIBRO DE LA VIDA

 

“… cuyos nombres están en el libro de la vida”.

Filipenses 4:3

 

                  Antes de finalizar, el apóstol menciona que tanto los nombres de Evodia y a Síntique, del creyente al cual Pablo llama, compañero fiel, Clemente y los demás colaboradores estaban inscrito en el libro de la vida. ¿Pero, qué es el libro de la vida? En el Antiguo Testamento aparece el concepto un libro que Dios tiene: “Entonces volvió Moisés al SEÑOR, y dijo: Yo te ruego, pues, este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”, (Éxodo 32:31-32). Al parecer, Dios tiene un libro donde ha registrado el destino y obras de los seres humanos, así lo declara la misma palabra de Dios: “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas”, (Salmos 139:16). También el salmista especificaba que existía un libro donde solo los nombres de los justos eran escritos: “Sean raídos del libro de los vivientes, y no sean escritos con los justos”, (Salmos 69:28). Luego, en Apocalipsis entendemos que existen los libros, que son donde las obras de todos los injustos están escritas y por cuyas obras serán juzgados durante el acontecimiento escatológico conocido como tribunal de Cristo: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”, (Apocalipsis 20:12). Esto fue profetizado también por Daniel: “Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos”, (Daniel 7:10). Ahora, los injustos serán juzgados por las obras que están escritas en dichos libros y luego echados al lago de fuego donde pagaran la condena por sus pecados, pero, aparte de estos libros, existe el libro de la vida del Cordero, los cuales se salvaran de este terrible juicio: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”, (Apocalipsis 20:15). Por tanto, podemos entender que el libro de la vida es aquel donde los nombres de todos aquellos que han creído en Cristo están escritos, los cuales heredaran la vida eterna: “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido… No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”, (Apocalipsis 21:2, 27). Esta es la promesa de redención que guardamos los cristianos, nuestra fe en Cristo nos da la seguridad de nuestra salvación y sabemos que nuestros nombres han sido escritos en el libro de la vida, por ello, nos gozamos y esperamos nuestra futura resurrección.

 

1 comentario:

  1. Excelente explicación, mi hermano querido, que Dios Padre le bendiga y le guarde y le siga dando sabiduría por medio Nuestro Señor y salvador Cristo con la ayuda de su Santo Espíritu. Amén 🙏🙏

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