Andad como hijos obedientes (1 Pedro 1:13-14)


 

“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia”.

1 Pedro 1:13-14

 

INTRODUCCIÓN


               Al continuar el apóstol Pedro con sus instrucciones en esta carta, llegamos al tema de la obediencia a Dios, para que a través de ella nos mantengamos apartados de toda inmundicia y vivamos como verdaderos hijos de Dios, santos y con un buen testimonio delante de los demás. Hasta el momento el apóstol ha tocado temas de gran importancia en la vida cristiana, temas que son fundamentales en nuestro crecimiento espiritual, por ello, algunos han llegado a opinar que esta carta se escribió para que fuese estudiada por recién convertidos que aspiraban a las aguas bautismales y, de hecho, aun en la actualidad se continua recomendando esta carta como una de las primeras que deberían leer los recién convertidos.


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Andad como hijos obedientes


 

¿CÓMO DEBE ANDAR UN HIJO DE DIOS?

 

“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”.

1 Pedro 1:13


                  Sabiendo que Dios nos ha llamado a una vida con esperanza otorgándonos una salvación tan grande que fue anunciada desde tiempo muy antiguos por los santos profetas, es importante que nosotros los cristianos aprendamos a andar como es digno. La vida cristiana no es fácil, no se trata de simplemente ir los fines de semana a la iglesia o realizar ritos religiosos y continuar con nuestra vieja vida como si nada; realmente no es así, la vida cristiana demanda disciplina, obediencia, renuncia al pecado y perseverar día a día para progresar en nuestra vida espiritual. Ahora, la pregunta seria: ¿Cómo debo andar en mi vida cristiana? Bueno, Pedro nos da unos consejos muy sabios que vamos a considerar. En primer lugar, debemos ceñir los lomos de nuestro entendimiento: Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento. ¿Qué significa esto? Generalmente en algunos países latinoamericanos la palabra lomo se asocia con la espalda del hombre, aunque realmente son los animales los que tienen lomos; no obstante, en el lenguaje bíblico, los lomos no tienen nada que ver con la espalda, más bien se refieren a la cintura, de tal forma que cuando dice, ceñir los lomos, quiere decir, sujetarse el cinturón de su cintura, o sea, sujetarse el cinturón de tal manera que los vestidos no se aflojen o caigan. Realmente esta palabra de, ceñir los lomos, es un hebraísmo que significa: “prepararse y estar listo para cumplir una tarea”. En este sentido, el cristiano tiene que prepararse y estar listo para desempeñar su papel como verdadero hijo de Dios a través de disponerse a actuar con el entendimiento completo de lo que realmente es, a la altura del llamamiento que ha recibido, eso es lo que significa, ceñir los lomos de nuestro entendimiento, por ello, Pablo decía: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”, (Efesios 4:1). Ser cristiano significa entender qué es lo que realmente somos, no unos religiosos más, sino, pecadores arrepentidos que han heredado grandes promesas celestiales y que han sido hecho participes de la vida eterna por medio del sacrificio de Cristo. Por ello Pedro pide a sus lectores que tengan entendimiento en estas cosas y la palabra griega que se traduce como entendimiento, es diánoia (διάνοια), la cual denota una capacidad mental que ha llegado a profundizar en un tema específico. Considerando todo esto que hemos discutido referente al significado de “ceñir los lomos de nuestro entendimiento”, otras versiones de la Biblia lo traducen dándole un significado más acorde a nuestra realidad, así la Nueva Versión Internacional de la Biblia lo traduce así: “Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia…”, (1 Pedro 1:13, NVI). La Nueva Traducción de la Biblia lo traduce de la siguiente manera: “Así que preparen su mente para actuar…”, (1 Pedro 1:13, NTV). La versión, Palabra de Dios para Todos, lo traduce así: “Por eso, preparen su mente para servir…”, (1 Pedro 1:13, PDT). Todas estas traducciones dinámicas nos pueden dar la idea que el apóstol tenia en mente cuando escribió estas palabras, por tanto, como cristianos debemos preparar nuestra mente para comprender todas las verdades del evangelio, entendiendo el significado de nuestro eterno llamamiento, para así disponernos a vivir a la altura de esa gloriosa realidad. En segundo lugar, el apóstol nos enseña cómo debe andar un hijo obediente de Dios, con total sobriedad: sed sobrios. Estas palabras, sed sobrio, se traducen del griego: néfo (νήφω), la cual hace referencia a abstenerse del vino o cualquier bebida alcohólica, luego, lo contrario a estar sobrio seria estar ebrio. Por tanto, Pedro exhorta a sus lectores a andar en total sobriedad, a no dejarse embriagar por los deseos de este mundo, a desarrollar el fruto del dominio propio para no ser arrastrados a los placeres temporales de este mundo por las tentaciones que batallan en nuestra alma. Cuando andamos en total sobriedad en este mundo, podemos decir que andamos en obediencia, porque el dominio propio nos ayuda a no ceder a la tentación y perder nuestra comunión y obediencia a Dios. Finalmente, un hijo obediente aprende a andar con esperanza: … y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. Conociendo lo difícil y cansado que por momento el camino del creyente se puede poner, Pedro alienta a sus lectores a consolarse con la esperanza del regreso de nuestro Señor Jesucristo, ya que por momentos la vida cristiana se puede volver difícil y agotadora, pero no debemos olvidar que nos espera una morada celestial y un día el Señor vendrá por nosotros.


NO SE CONFORMEN A SUS ANTIGUOS DESEOS

 

“… como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia”.

1 Pedro 1:14


                  Habiendo ejercitado el entendimiento de nuestro eterno llamamiento, desarrollando el dominio propio y manteniendo nuestra esperanza en el regreso de nuestro Señor Jesucristo, Pedro nos invita a que, como hijos obedientes, no nos conformemos a ser moldeados a los deseos de este mundo: como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia. Este mundo intentara moldearnos de acuerdo a sus deseos pecaminosos, su influencia pretende ir en contra de nuestro crecimiento espiritual y afectar nuestra comunión con Dios; pero es allí, donde los cristianos no nos conformamos a los deseos e influencias de este mundo, antes, nos renovamos en los principios y promesas del evangelio: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”, (Romanos 12:2). Como cristianos no podemos enfocarnos en cosas vanas que no contribuyen a nuestro crecimiento como personas restauradas por Cristo y que van en detrimento con nuestra vida espiritual, por ello, Pablo nos dice que debemos enfocarnos en todo aquello que sea puro y que nos lleve a un crecimiento espiritual: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”, (Filipenses 4:8). Los verdaderos cristianos viven como hijos obedientes, renovando su mente por medio del estudio de su palabra, practicando el dominio propio y esperando el cumplimiento de sus gloriosas promesas, enfocándose en todo aquello que trae virtud y no dejándose influenciar por los deseos de este mundo, de esta manera el cristiano se mantiene como un verdadero hijo de Dios, sujeto en completa obediencia a su Padre celestial.

 

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