“Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y
temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus
mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración
de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel
tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido
contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos
corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y
preceptos que diste a Moisés tu siervo. Acuérdate ahora de la palabra que diste
a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los
pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis
por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de
allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi
nombre. Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu
gran poder, y con tu mano poderosa. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu
oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean
reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia
delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey”.
Nehemías 1:5-11
INTRODUCCIÓN
Cuando Nehemías se enteró del gran mal y
afrenta en el cual se encontraban los judíos que habían regresado a Judá, se
quebrantó grandemente y en su angustia decidió ayunar y orar al Dios de los
cielos, y es así que en los siguientes versículos del capítulo 1 encontramos
una de las oraciones más sublimes e inspiradoras que la Biblia nos presenta,
nos referimos a la oración de Nehemías. Esta oración presenta una hermosa
estructura en la forma de cómo un hombre penitente y avergonzado por sus
pecados se presenta delante de Dios para solicitar el favor de Dios haciéndole
recordar sus promesas y en esta oportunidad vamos a estudiarla.
LA ORACIÓN DE NEHEMÍAS
En el versículo 4 leímos la reacción de
Nehemías ante las malas noticias que recibió en cuanto a la terrible condición
en la que se encontraba su pueblo y la ciudad en Jerusalén: “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por
algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”,
(Nehemías 1:4). De allí, a partir del versículo 5 encontramos en detalle la
oración que este hombre hizo, como veremos posee una hermosa riqueza
espiritual, un ejemplo de oración de arrepentimiento que abraza las promesas de
Dios de restaurarlos si estos se volvieran a Él y espera en completo en su gran
misericordia para recibir el oportuno socorro. Esta oración sigue el
mismo modelo de las oraciones de arrepentimiento que Esdras (Esdras 9:6-15) y
Daniel (Daniel 9:4-19) dirigieron a Dios por el pecado de su pueblo,
recordándole que cumpla sus promesas de restauración en medio de ellos. Veamos
cómo podemos dividir esta oración para entender esa riqueza espiritual que
guarda en medio de unas palabras que salen no de una mente intelectual, sino,
de un corazón quebrantado que busca en Dios la solución a sus problemas y lo
invita a participar de su situación específica.
La oración de Nehemías reconoce el carácter de Dios.
“Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y
temible…”
Nehemías 1:5
Nehemías sabía que su pueblo enfrentaba una
situación difícil, en total calamidad, ruina e indefensos ante sus enemigos,
por ello comienza su oración reconociendo el carácter de Dios: oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible. En primer lugar, vemos que Nehemías
llama a Dios, Jehová, es decir, Yahweh (יְהֹוָה),
o Yahvé, el nombre con el cual se identificó a Moisés en la zarza ardiendo que
no se consumía y que hace referencia a su Ser como el auto existente o
eterno. Además de esto lo llama, Dios de los cielos, es decir, Elojím
Shamáyim (אֱלֹהִים שָׁמַיִם), lo
cual nos habla de un Dios que está tiene su trono en el reino de los cielos y
que al mismo tiempo está cerca de nosotros. También lo llama, Dios
fuerte, grande y temible, y con todos estos calificativos reconoce su enorme
poder y soberanía. Nehemías se dirige a Dios con calificativos que
aparecen en los libros de la ley de Moisés: “No
desmayes delante de ellos, porque Jehová tu Dios está en medio de ti, Dios
grande y temible”, (Deuteronomio 7:21). En el texto hebreo omite la
palabra “fuerte”, solo lo describe como Dios grande y temible, por ello algunas
versiones modernas omiten dicha palabra, por ejemplo, leemos la Nueva Versión
Internacional de la Biblia: “Le dije: «SEÑOR, Dios
del cielo, grande y temible…”, (Nehemías 1:5, NVI), y así lo podríamos
encontrar en otras versiones como la Nueva Traducción Viviente (NTV), la Biblia
al Día (BAD), la versión en inglés King James Version (KJV) entre otras, aun la
Traducción Kadosh Israelita Mesiánica de Diego Ascunce lo traduce solo con
estos dos calificativos: “Dije: "¡Más aun, por
favor, YAHWEH! ¡Elohim del cielo! ¡Tú, gran y temible Elohim, quien guarda su
Pacto y extiende misericordia a aquellos que le aman y observan sus mitzvot!”,
(Nehemías 1:5, DA). Si consideramos la forma de cómo Nehemías se introduce
entendemos la gran reverencia y reconocimiento de su gran poder que éste tenía
de Dios, un reconocimiento de su poder y gloria, de allí que nosotros también
no debemos olvidarnos de esto, de que no hay problemas tan grandes que puedan
superar las posibilidades del Señor.
La oración de Nehemías reconoce la fidelidad de Dios a sus promesas.
“… que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan
sus mandamientos”.
Nehemías 1:5
En segundo lugar, podemos decir que la
oración de Nehemías reconoce la fidelidad de Dios a sus promesas: … que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan
sus mandamientos. Nehemías se consuela
recordado que Dios se complace en guardar el pacto y la misericordia, palabras
que en el hebreo poseen un gran significado. La palabra pacto se traduce del
hebreo berít (בְּרִית), palabra
que se cree que derive de la raíz acádica que significa “encadenar, poner
grillos” y tiene paralelos en hitita, egipcio, asirio y arameo. El pacto que
Nehemías recuerda era el convenio que Dios había hecho con su pueblo de
bendecirlo en la tierra que prometió a sus antepasados dar, luego, la palabra misericordia
se traduce del hebreo kjésed (חֶסֶד),
que también pudiese traducirse como fidelidad o lealtad. En este sentido, Nehemías
apela a la fidelidad de Dios a cumplir sus promesas, pero esta fidelidad a
cumplir sus promesas conlleva el hecho de que su pueblo cumpla sus
mandamientos, porque se trata de un pacto condicional, en este sentido, el amar
a Dios es un asunto no de sentimientos, sino un reconocimiento por su grandeza
y poder que se expresa en la obediencia a su palabra.
La oración de Nehemías reconoce el hecho de que Dios escucha.
“… esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración
de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel
tus siervos…”
Nehemías 1:6
En tercer lugar, la oración de Nehemías
reconoce el hecho de que Dios escucha la oración de su pueblo: esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de
tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel
tus siervos. La seguridad de que
Dios nos escucha es importante, porque nos da aliento a continuar orando,
sabiendo de que no le clamamos a un ídolo es un dios falso, incapaz de
responder los ruegos de aquellos que claman a ellos: “Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres… orejas
tienen, mas no oyen…”, (Salmos 115:4, 6). Esta verdad tiene dos
realidades, la primera es que nos escucha y la segunda es que si nos escucha
podemos estar seguros de que recibiremos de su parte una respuesta a nuestra
petición: “Y si sabemos que él nos oye en cualquiera
cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”,
(1 Juan 5:15). Por esta razón, Nehemías se acercó en oración a Dios, de día y
noche presentaba sus peticiones intercediendo por los hijos de Israel a quienes
llama siervos de Dios.
La oración de Nehemías confesaba sus pecados.
“… y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido
contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos
corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y
preceptos que diste a Moisés tu siervo”.
Nehemías 1:6-7
En cuarto lugar, la oración de Nehemías
confesaba sus pecados: … y confieso los pecados de los
hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre
hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado
los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo. Es interesante ver cómo Nehemías se incluye
entre los pecados que se han cometido, reconociendo que no solo el pueblo, sino
él también ha cometido. Esta oración de confesión de pecados sigue el modelo de
confesión de Esdras 9:6-15 y Daniel 9:4-19. La Biblia nos enseña la importancia
de confesar nuestros pecados: “Si decimos que no
tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado,
le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”, (1
Juan 1:8-10). Es importante acercarnos a Dios con un corazón limpio, para que
nuestras oraciones no tengan ningún impedimento, debemos estar conscientes de
que nuestros pecados han ofendido a Dios y como Israel, hemos desobedecimiento
sus mandamientos, por tanto, es importante reconocer nuestra maldad y pedirle a
Dios perdón por ellos para que el Señor nos limpie de toda maldad.
La oración de Nehemías reconoce el poder restaurador de Dios.
“Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo,
diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os
volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra,
aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os
recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.
Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran
poder, y con tu mano poderosa”.
Nehemías 1:8-10
En quinto lugar, la oración de Nehemías
reconoce el poder de Dios para restaurar las vidas de aquellos que vienen a Él
en total arrepentimiento: Acuérdate ahora de la palabra que
diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por
los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los
pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los
cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar
allí mi nombre. Aquí Nehemías
recuerda una promesa que Dios le hizo a Moisés diciendo que, si algún día los
israelitas se encontraban dispersos alrededor del mundo por su rebelión, pero
si estos se arrepentían, Dios los atraería de nuevo a su tierra. Esta promesa
de restauración la encontramos en el libro de Deuteronomio: “Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas
cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te
arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová
tu Dios, y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a
todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu
alma, entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti,
y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido
Jehová tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas
que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te
tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y
será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres”,
(Deuteronomio 30:1-5). Podemos ver cómo Nehemías dominaba las Escrituras ya que
a lo largo de su oración podemos encontrar una clara influencia deuteronomista.
De igual manera, nosotros debemos seguir este modelo de oración, una oración
que expresa la verdad bíblica de la soberanía y poder de Dios, sino que también
nos lleva a reconocer nuestros pecados y entender que si queremos acercarnos al
Señor debemos limpiarnos de toda la maldad y confiar en el poder de su
restauración, esto es, para poder pedirle por nuestras necesidades y problemas,
que es lo que a continuación Nehemías hace.
La oración de Nehemías es especifica en su petición.
“Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu
siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre;
concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón…”
Nehemías 1:11
Finalmente, la oración de Nehemías va al
grano, después de haberse introducido con suma reverencia, reconociendo
el poder y gloria de Dios, de reconocer que es un Dios fiel a sus promesas y
pedir perdón por sus pecados, recordándole su gran poder de restauración para
aquellos que se arrepienten de sus maldades, Nehemías declara su
petición, una petición muy específica: Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu
siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre;
concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. La petición de Nehemías era que Dios le
concediera su favor divino para hallar gracia ante los ojos del rey de Persia,
ya que había planeado pedirle su autorización y recursos para regresar a Jerusalén
y reconstruir los muros, y ciertamente así ocurrió, y esto lo veremos en el
siguiente capítulo. Definitivamente Nehemías nos enseña la forma correcta de orar
y no solo eso, también nos ayuda a entender bien lo que debemos pedir, todo
conforme a su voluntad, estando en plena comunión con Él, para que nuestras
oraciones no tengan estorbos y siendo específicos en lo que pedimos. Además, se
deja ver la perseverancia, una cualidad indispensable en la oración, ya que se
presentaba delante de Dios de día y noche, de esta forma, Nehemías perseveraba
en la oración delante de Dios.
EL COPERO DEL REY
“… Porque yo servía de copero al rey”.
Nehemías 1:11
Cuando pensamos en Nehemías, un hombre a quien Dios uso
en gran manera para dirigir la reconstrucción de los muros de Jerusalén, uno podría
preguntarse qué clase de ministerio tuvo. Bueno, Nehemías no fue
un sacerdote, tampoco fue un profeta, menos un rey, simplemente era el copero
del rey de Persia y en ese sentido podríamos decir que no fue ningún tipo
de clericó, más bien, fue un líder laico. En el Medio Oriente antiguo,
un copero del rey era un hombre de alta confianza, en su comprensión más
sencilla, el copero era responsable de probar todas las comidas del rey para
asegurarse que no fuese envenenada, pero, por otro lado, en algunos casos los
coperos eran elevado a posiciones de mayor prestigio en los reinos al ganarse
el favor de los reyes, algo que pasará con Nehemías posteriormente. Algunos han
afirmado que Nehemías era un eunuco ya que también se presentaba delante del
rey y su reina o tenía acceso al harén real, sin embargo, es muy poco probable,
porque la ley establecía que los eunucos quedaban excluidos de la congregación
y esto hubiese sido algo que sus enemigos hubieran usado para difamarlo: “No entrará en la congregación de Jehová el que tenga
magullados los testículos, o amputado su miembro viril”,
(Deuteronomio 23:1). Hoy en día sabemos que Dios ha levantado ministerios a través
de los cuales llama a sus siervos para que hagan la obra de su ministerio,
vemos como algunas personas abusan de esto autonombrándose con títulos
vanidosos, sin embargo, lo que verdaderamente cuenta es el llamado de Dios que
cada uno de nosotros podamos tener de parte de Dios, no los títulos que el
hombre o incluso nosotros mismos nos podamos atribuir. Nehemías sintió el
llamado de Dios a través de experimentar un verdadero dolor por la condición precaria
en la cual su pueblo se encontraba, no encontramos nada más, ni visiones o
voces audibles que le indicaron que hacer, solamente el Señor toco su corazón y
lo llevo al ayuno y oracion, para luego guiar sus pasos hacia la obra que le había
preparado. Quiera Dios que también nosotros seamos guiados por su Santo
Espíritu y por medio de la oración encontramos esa dirección que necesitamos en
su obra.
Excelente explicación de estos textos de acuerdo al contexto de Nehemías y el pueblo de Israel, me han servido de mucha inspiración para estudiar todos los textos de las sagradas escrituras que Dios Padre le siga llenando de bendiciones y sabiduría para alumbrar a todos los que desean aprender de la biblia siempre por medio de Nuestro señor Jesucristo con la bendición de su Santo Espíritu. Amén 🙏🙏🙏
ResponderBorrar