“Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el
desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme
al modelo que había visto. El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo
introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los
cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David.
Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de
Jacob. Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos
hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es mi trono, y la tierra el
estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el
lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas? ¡Duros de cerviz, e
incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu
Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no
persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la
venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores;
vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis”.
Hechos 7:44-53
INTRODUCCIÓN
Después de muchos versículos
llegamos al clímax del discurso de Esteban que el libro de Hechos de los Apóstoles
nos presenta en el capítulo 7. A lo largo de todo su discurso, Esteban ha
relatado la historia del pueblo de Israel, con increíble precisión bíblica y apoyada
por las tradiciones de su pueblo, dicho relato no solo pretende relatar los
acontecimientos históricos desde los mismos patriarcas hasta el tiempo de la monarquía
y sus días actuales, sino busca demostrar el problema histórico de la nación de
Israel, su rebeldía a la palabra de Dios y su continuo rechazo a sus profetas y
ungidos. Ahora concluiremos con este discurso.
Un pueblo duro de cerviz |
EDIFICARON CASA A DIOS
“Tuvieron
nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había
ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había
visto. El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con
Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó
de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David. Este halló gracia
delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. Mas Salomón
le edificó casa…”
Hechos 7:44-47
Desde su peregrinación en
el desierto, hasta el tiempo de la monarquía, Israel le edificó casa a Dios:
Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del
testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo
hiciese conforme al modelo que había visto. Es interesante que Esteban
usa ocho veces en su discurso las palabras, “nuestros padres” (Hechos
7:11, 12, 15, 19, 38, 39, 44, 45), ya que pretende establecer una
conexión entre la rebeldía de sus antepasados y la de sus acusadores. Desde
que estuvieron en el monte Sinaí, Dios le dio instrucciones especificas a
Moisés de cómo construir el tabernáculo de reunió el cual no era más que una
tienda de campaña que se erigía y alrededor de la cual el pueblo de Israel se reunía
para adorarlo: “Conforme a todo lo que yo te
muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo
haréis”, (Éxodo 25:9). Aquí Esteban no lo llama el tabernáculo de
reunión, como generalmente se le llama en el Pentateuco, sino, tabernáculo del
testimonio, probablemente porque quería mantener la atención sobre la ley dada
a Moisés, porque realmente, el tabernáculo de reunión fue construido como un
acto de obediencia a las instrucciones que Dios le dio a su siervo Moisés.
Ahora, la realidad del tabernáculo de reunión en medio de Israel
reflejaba el deseo de Dios de habitar en medio de su pueblo, por ello
el pueblo tenia que presentarse delante de él si realmente quería buscar a Dios
y adorarlo: “Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla
a Aarón y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: Esto es lo que
ha mandado Jehová: Cualquier varón de la casa de Israel que degollare buey o
cordero o cabra, en el campamento o fuera de él, y no lo trajere a la puerta del tabernáculo
de reunión para ofrecer ofrenda a Jehová delante del tabernáculo de Jehová,
será culpado de sangre el tal varón; sangre derramó; será cortado el tal varón
de entre su pueblo”, (Levítico 17:1-4). Durante sus 40 años de
peregrinación en el desierto, Israel llevo el tabernáculo de reunión de un
lugar a otro por todo el desierto, ya que su diseño le permitía ser
desarmado para ser transportado, dándole un cierto grado de transitoriedad, hasta
el momento que entraron a Canaán para conquistarla al mando de Josué la
tierra que Dios les había prometido: El cual,
recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar
posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia
de nuestros padres. Durante el tiempo de los jueces de Israel,
antes de la monarquía, el tabernáculo de reunión estuvo ubicado en Silo
hasta el tiempo de Samuel, luego el arca de Dios fue llevada al campo de
batalla y capturada por los filisteos: “Cuando
volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha
herido hoy Jehová delante de los filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el
arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano
de nuestros enemigos”, (1 Samuel 4:3). Posteriormente los filisteos
deciden devolver el arca a los israelitas ya que Dios los azoto con plagas (1
Samuel 5-6), y fue así que este llego al pueblo de Quiriat-jearim, y esta
poso en la casa de Abinadab: “Y enviaron
mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim, diciendo: Los filisteos han
devuelto el arca de Jehová; descended, pues, y llevadla a vosotros… Vinieron
los de Quiriat-jearim y llevaron el arca de Jehová, y la pusieron en casa de
Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar su hijo para que
guardase el arca de Jehová”, (1 Samuel 6:21, 7:1). Allí permaneció
el arca hasta el tiempo cuando David llegó a ser rey, el cual intentó
edificarle un templo a Dios, pero se le impidió porque sus manos estaban
manchadas de sangres por sus muchas batallas, pero se le prometió que su hijo Salomón
sería el que construiría el templo: hasta
los días de David. Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer
tabernáculo para el Dios de Jacob. Mas Salomón le edificó casa. En
algunas versiones el versículo 46 sufre algunas variaciones, por ejemplo, en la
Reina Valera 1960 dice: “Este halló gracia delante
de Dios, y pidió proveer tabernáculo
para el Dios de Jacob”, (Hechos 7:46), sin embargo, en
algunos manuscritos la palabra “Dios”, se sustituye por “casa”, de tal manera
que el sentido de la oración cambia, de allí que algunas traducciones de la
Biblia lo traduzcan con ese sentido: “Éste halló
gracia a los ojos de Dios y solicitó el favor de encontrar morada para la casa de Jacob”,
(Hechos 7:26, Biblia Castilian). En cuanto a afirmar cual es la mejor forma de
traducir dicho versículo, la segunda, la que traduce “casa de Jacob”, en lugar
de “Dios de Jacob”, es la más difícil de defender, por lo que la mayoría
prefiere quedarse con la traducción que la Reina Valera hace y de alguna manera
parece más lógica considerando que el tema que se viene desarrollando es la del
tabernáculo de reunión y el deseo de construirle un templo a Dios que funja
como habitación para Él. Al final, fue el rey Salomón quien le edificó casa a
Dios: “Y la casa que tengo que edificar, ha de ser
grande; porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses”, (2
Crónicas 2:5).
NINGÚN TEMPLO PUEDE CONTENER SU GLORIA
“… si bien el
Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es
mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el
Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?”.
Hechos 7:48-50
Ahora, hasta el momento
Esteban ha presentado una buena defensa ante sus acusadores haciendo uso de la
historia de su pueblo que ellos conocían perfectamente, recordemos que
estos falsos testigos lo acusaban de hablar en contra de la ley de Moisés y del
templo: “Y pusieron testigos falsos que
decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar
santo y contra la ley”, (Hechos 6:13). Ya les demostró a sus
acusadores que el problema de sus antepasados fue la rebeldía a la palabra de
Dios y aun rechazaron a Moisés, luego, ahora les demostrará que el templo que
tanto defiende no es la morada de Dios, porque no hay edificio que lo pueda
contener: si bien el Altísimo no habita en templos
hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es mi trono, y la tierra el
estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el
lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas? Dios es
grande en gloria y poder, no hay imagen o templo que puedan reflejar o contener
su majestuosa presencia, sin embargo, se ha placido en manifestarse en
diferentes lugares a lo largo de la historia, en una zarza ardiendo, en una
tienda o tabernáculo móvil y en el templo que Salomón le construyó, todo esto
para que Israel tuviese un punto de referencia para dirigirse y adorarlo,
además de mostrar el deseo continuo de Dios de morar en medio de su pueblo. Aquellos
hombres se jactaban del templo que Herodes les había construido, porque
arquitectónicamente hablando, era una maravilla y mucho más grande que el
templo que Salomón construyó en su momento, sin embargo, en estos tiempos Dios
no habita en edificios o grandes catedrales, porque ninguna puede contener su
gloria, por ello, Esteban cita al profeta Isaías: “Jehová
dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la
casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo
todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a
aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”,
(Isaías 66:1-2). Que increíble palabra encontramos en estos versículos de Isaías
ya que ciertamente Dios no habita en ningún templo humano, por muy espectacular
que sea, realmente, Dios habita con los humildes de corazón y con los que
tiemblan ante su palabra.
DUROS DE CERVIZ
“¡Duros de cerviz, e
incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu
Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no
persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la
venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores;
vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis”.
Hechos 7:51-53
Aquellos hombres que
acusaban a Esteban se jactaban de defender la ley de Moisés y de cuidar sus
tradiciones, pero como lo fueron sus antepasados, eran rebeldes a la palabra del
Señor y se oponían a sus ungidos, además, afirmaban defender un templo donde decían
que habitaba la presencia de Dios, pero la verdad es que dicho templo se había
convertido en cueva de ladrones y ellos se encontraban lejos del Señor: “Y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será
llamada; más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”, (Mateo
21:13). Aquellos hombres ignoraban que Dios habita en medio del hombre humilde
y temeroso a su palabra que, en medio de edificios ostentosos, por ello,
Esteban los amonestaba ya que como lo hicieron sus antepasados, ellos se oponían
a la voluntad de Dios y perseguían a sus heraldos, por eso les dice: ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos!
Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también
vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a
los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora
habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por
disposición de ángeles, y no la guardasteis. Sus palabras son muy
duras en gran manera, primero, los llama duros de cerviz e incircuncisos de corazón
y de oídos. Fue Dios quien llamo a Israel un pueblo duro de cerviz: “Porque Jehová había dicho a Moisés: Di a los hijos de
Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz…”, (Éxodo 33:5). La
expresión duros de cerviz tiene su origen en el área de la agricultura de
aquellos días donde se veía que a veces los bueyes se negaban a que se les
colocara el yugo y en este sentido, la expresión es un sinónimo de
desobediencia. Además los llama incircuncisos de corazón y de oídos, es decir,
aunque en la carne se habían circuncidado, pero su corazón continuaba siendo
rebelde a la palabra del Senor y por ello, sus oídos eran tardos para escuchar
y entender la verdad del evangelio. Estos judíos eran personas que siempre
estaban resistiéndose al Espíritu Santo, tal y como sus antepasados lo hicieron,
y esto era realmente terrible, porque al final, no era Esteban o los apóstoles el
que les estaba hablando, sino, el Espíritu de Dios, pero al rechazar su mensaje,
rechazaban a Dios. al final, estos hombres que decían defender la ley de Moisés
y el templo calzaban la misma talla que sus antepasados, porque afirmando
servir a Dios, perseguían a sus heraldos para darles muerte, oponiéndose a su
palabra y siendo rebelde a aquella ley que recibieron de parte del mismo Señor.
Que triste realidad y aun mas triste saber que hoy en día existen religiosos
que afirman guardar sus tradiciones y ritos; pero, sus corazones están lejos de
conocer al verdadero Dios y cierran sus oídos al mensaje del Evangelio. Nosotros
debemos ser cuidadosos para no ser personas de dura cerviz, de ser
incircuncisos de corazón y tardos para oír; que nuestro corazón sea sensible a
Dios y su palabra para que por medio de esta seamos transformados según la
voluntad de nuestro Dios. Aquel día Esteban presento su defensa de manera
magistral, aunque esto le provocaría el martirio.
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