“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército
de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día
séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo
santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”
Génesis 2:1-3
INTRODUCCIÓN
El día sábado es un
concepto tan antiguo que se remonta a la primera semana que este mundo tuvo al
momento de ser creado. De acuerdo a Génesis 2:1-3 Dios creo los cielos y la
tierra, todo ser viviente incluyendo al hombre y al séptimo día descanso. Con
el tiempo en Israel se constituyó el cuarto mandamiento con la finalidad de
santificar este día apartándose de toda faena diaria y posteriormente con el
surgimiento de la iglesia cristiana la costumbre de apartar un día para el
Señor paso al domingo. El día de reposo o sábado ha sido un tema de discusión
por la iglesia a lo largo de la historia y aún hoy crea bastante polémicas. Hay
muchos que alegan que es un mandamiento que todos debemos obedecer a tal punto
que enseñan que se debe guardar el séptimo día de la semana, otros por el
contrario dicen que es un mandamiento solo para los judíos o que el domingo, el
primer día de la semana, ha venido a sustituirlo. Pero ¿qué dicen las Sagradas
Escrituras al respecto? Veamos lo que la Biblia nos enseña.
Séptimo día |
EL DÍA DE REPOSO EN LA CREACIÓN
“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército
de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día
séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo
santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”
Génesis
2:1-3
El
libro de Génesis, atribuido tradicionalmente a Moisés, nos narra la creación de
los cielos y la tierra, de todo ser viviente y del hombre en el transcurso de
seis días, aclarando que fue en el séptimo día que Dios descanso de toda su
obra dándonos así una semana de 7 días la cual es utilizada hasta nuestros
días. En el texto original las palabras hebreas yom shibihí (יוֹם
שְׁבִיעִי)
se traducen como séptimo día enfatizando que fue una semana de siete días en el
que Dios completó toda su obra y reposo, es decir, shabát (שָׁבַת) de
toda su obra en él. Cuando el texto sagrado nos habla de que Dios reposó de
toda su obra, no lo dice en el sentido de que se agotó o se cansó, ya que como
Isaías dice: “¿No
has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines
de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no
hay quien lo alcance”, (Isaías
40:28), sino más bien de que cesó de toda su obra ya que la palabra shabát (שָׁבַת)
tiene su significado en acabar o hacer cesar, consumir o finalizar y es un
antropomorfismo que Dios utiliza para trasmitirnos esta idea. Muchos estudiosos
de la Biblia han hecho especial enfoque en el hecho que en referencia al
séptimo día el texto bíblico no menciona la tarde, como lo hace con el resto de
días al decir “fue la tarde y mañana”,
lo que les indica un día que llegaría a su fin el cual fue santificado, es
decir cadásh (קָדַשׁ),
cuya raíz nos da la idea de algo que se ha separado, apartado o consagrado para
Dios. Agustín dice: “el séptimo día no tiene tarde ni ocaso porque lo
santificaste para que permanezca eternamente”. En este sentido
muchos desprenden el verdadero significado del séptimo día en la creación. Cuando
Dios consumo su obra, vio que era buena en extrema y la bendijo el séptimo día
haciendo que tanto el hombre como toda la creación entrara en su descanso, es
decir, el shabát (שָׁבַת)
el cual permaneció al menos hasta el día que el hombre peco en contra de Dios y
la tierra fue maldecida por su causa. Ahora bien, esto no significa que el
séptimo día no haya llegado a su fin y se hada dado lugar al octavo día, sino
más bien debemos entenderlo como un periodo donde el hombre gozaba de un
verdadero reposo de las obras de la carne, de toda enfermedad y dolor que el
pecado trae: “Y
al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol
de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu
causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”,
(Génesis 3:17).
Con el tiempo el shabát (שָׁבַת) paso
a ser el nombre con el cual se conoció el séptimo día de la semana judía, el
cual corresponde al sábado en los países de habla española, y este concepto
cuya raíz etimológica significa “cesación”,
introduce en la humanidad el concepto de tener al menos un día a la semana en
el cual el hombre debe descansar de todas sus obras. Nuestro cuerpo físico y
mortal se va desgastando conforme los días pasan y necesita un día en el cual
pueda recuperar las fuerzas para continuar con sus tareas diarias. Por tanto,
la bendición y santificación del séptimo día se refería sin duda alguna al día
sábado, el cual habría de ser guardado en el futuro por Israel, pero no debemos
pensar que su institución teocrática se dio aquí.
El Hombre disfrutando de un reposo interminable |
EL DÍA DE REPOSO EN LA ÉPOCA PATRIARCAL
Después de la expulsión de Adán y Eva del
paraíso y posteriormente en la época patriarcal, no hay evidencias que nos
sugiera que el shabat o sábado fueran
guardados, todo lo contrario, pareciera que no fue guardado, al menos hasta que
la ley es dada a Israel en el monte Sinaí. Sin embargo, que estos comenzaron a
observar semanas de siete días y así encontramos algunas referencias a dicha
semana en el Antiguo Testamento, por ejemplo:
“Y sucedió que al séptimo día las aguas del
diluvio vinieron sobre la tierra”.
Génesis 7:10
“Esperó aún otros siete
días, y volvió a enviar la paloma fuera del arca”.
Génesis 8:10
“Cumple la semana (del hebreo shabúa - שָׁבוּעַ-
que literalmente significa: hecho de siete) de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que
hagas conmigo otros siete años”.
Génesis 29:27
Por
tanto, la semana de siete días fue introducida por la cultura judía desde
tiempos antiguos por medio de la voluntad divina al crear los cielos y la
tierra y todo ser viviente en seis días y descansar al séptimo. Muchos han
querido negar el hecho de que la introducción de la semana de siete días no es
de origen hebrea, sino babilónica, ya que la raíz shabát posee un parecido con el término babilónico shûabbatum, no obstante, nada puede
estar más alejado que esta afirmación. Para empezar, se ha descubierto que los
babilonios tenían una semana de cinco días y no de siete. Se han encontrado tablillas
que contenían contratos donde se revela que los días designados shûabbatum no había un día de cesación
del trabajo. Hay contratos de Mari (Tell el-Hariri) que indican que se
trabajaba, a veces durante un período de varios días, sin interrupción alguna.
Por tanto, el concepto del sábado es completamente de origen bíblico. Cuando
Dios libera a su pueblo de Egipto, durante su viaje al Monte Sinaí donde les
daría la ley, comienza a preparar a Israel para que comience a comprender el
concepto de guardar el séptimo día ordenándoles que un día antes del Shabat, debieran recoger el doble de la
porción de maná que solían recoger a diario: “Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré
llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de
un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. Mas en el sexto día
prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día”,
(Éxodo 16:4-5). La liberación de Israel de Egipto y su llegada al Monte Sinaí
iniciaría el comienzo de un pacto que Dios realizaría con este pueblo donde el
gobierno sería puramente teocrático y legislado por aproximadamente 613 leyes,
entre ellas la observancia del sábado.
El sexto día Israel recogía el doble de mama para prepararse para el Shabat |
EL DÍA DE REPOSO EN EL TIEMPO DE LA LEY
“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días
trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu
Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni
tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las
cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo
el día de reposo y lo santificó”.
Éxodo 20:8-11
En estos versículos encontramos el cuarto
de diez mandamientos que establece por primera vez el concepto de guardar el
sábado como una ordenanza para Israel. El mandamiento comienza diciéndole a
Israel que recuerde siempre este día para santificarlo. La palabra que usa para
“santificarlo”, es cadásh (קָדַשׁ),
la cual significa apartar o separar, y en ese sentido, Israel debería apartar
el día sábado para Dios. La
ordenanza es clara al establecer que tanto los israelitas como sus siervos y
siervas y los extranjeros que habitasen en sus tierras no debían realizar
ninguna obra o trabajo. Una de las razones de esto se describe al considerar el
hecho de que en seis días Dios creo los cielos y la tierra, el mar, y todas las
cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; pero la razón de más peso
es porque Dios bendijo este día. Si consideramos todo el Pentateuco, Génesis
presenta el concepto del sábado, pero los otros cuatro libros del presentan su
legislación mostrando así la importancia que este día tenía para Israel a tal
punto que todo habitante debía guardarlo y su desobediencia se castigaba con la
muerte. “Así que
guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare,
de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella
persona será cortada de en medio de su pueblo”, (Éxodo 31:14).
La violación del cuarto mandamiento se pagaba con la muerte.
En el libro de Números encontramos
un caso de un hombre que violo este día y fue muerto por ello:
“Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que
recogía leña en día de reposo. Y los que le hallaron recogiendo leña, lo
trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; y lo pusieron en la
cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. Y Jehová dijo a
Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación
fuera del campamento. Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y
lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés”.
Números 15:32-36
Aunque pareciera dura la sentencia
hay que considerar algunos puntos cruciales: primero ya Dios había establecido
este día como santo y había decretado la pena por violarlo. Segundo, la persona
que decidió violarlo, lo hizo a plena luz del día, desafiando públicamente a
las autoridades y a Dios mismo. Tercero, se esperaba que fuera un día que los
israelitas consagraran a su Dios. Finalmente, la resolución fue dada por el
mismo Dios:
Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del
campamento.
El día de reposo se convirtió en un día festivo.
Aparte
de esto el día de reposo o sábado era la primera fiesta en el calendario judío.
Su propósito era recordar a su Creador ya que descanso de todas sus obras en él
(Éxodo 20:8-11). También en este día debían recordar que Jehová su Dios los
había liberado de la esclavitud en Egipto y ahora podían dedicarle un día a la
semana a tal punto que no solo los israelitas tenían que guardarlo, sino
también sus siervos.
“Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios
te ha mandado. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día
es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni
tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el
extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu
sierva como tú. Acuérdate que fuiste
siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano
fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes
el día de reposo”.
Deuteronomio 5:12-15
En
cuanto a la clase de trabajo que no se podía hacer en el día de reposo, la ley
dada en Éxodo 20:8-11 y Deuteronomio 5:12-15 es muy general y no nos da mayores
detalles. Sin embargo, queda claro que esta ordenanza de guardar el sábado
perpetuamente era exclusivamente para los israelitas como una señal entre ellos
y Dios.
“Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo
por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los
hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en
el séptimo día cesó y reposó”.
Éxodo 31:16-17
Israel falló al no guardar el día de reposo.
Sin
embargo, Israel fallo al no guardar su pacto, incluyendo el guardar el sábado
por tal motivo trajo la ruina primeramente sobre Israel, y posteriormente sobre
Jerusalén. El profeta Jeremías expresa el error de Israel al no guardar su
pacto: “He aquí
que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de
Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día
que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron
mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová”, (Jeremías
31:31-32). El pecado de Israel creció tanto que sus festividades, incluyendo el
sábado, perdieron su verdadero significado y se convirtieron en simples
tradiciones que hombres pecadores practicaban: “No me traigáis más vana ofrenda; el incienso
me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo
sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes”, (Isaías 1:13). Los
profetas del Antiguo Testamento recriminaron a los Israelitas por su conducta
pecaminosa que incluía la explotación de los pobres, las injusticias, los
matrimonios mixtos, el homicidio, la violación del sábado, entre otros. Por tal
motivo los exhortaba a abandonar su pecado y caminar rectamente guardando el
sábado como el Señor demandaba: “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad
en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo
venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni
hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré
subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu
padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado”, (Isaías 58:13-14). Lamentablemente
Israel y Judá pecaron en contra de Dios y ambas ciudades cayeron y fueron
deportadas, siendo la ciudad de Jerusalén la última en ser destruida por los
babilonios, y los judíos fueron deportados comenzando así la era de los
gentiles.
Después
de 70 años de la deportación, durante el reinado persa, la observancia del
sábado volvió a aparecer en las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, Nehemías les
hablo a los judíos que no tenían que realizar ninguna transacción comercial el
día de reposo: “Asimismo,
que, si los pueblos de la tierra trajesen a vender mercaderías y comestibles en
día de reposo, nada tomaríamos de ellos en ese día ni en otro día santificado;
y que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra, y remitiríamos toda deuda”,
(Nehemías 10:31). También les hizo la misma amonestación en otra ocasión: “En aquellos días vi
en Judá a algunos que pisaban en lagares en el día de reposo, y que acarreaban
haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda suerte de
carga, y que traían a Jerusalén en día de reposo; y los amonesté acerca del día
en que vendían las provisiones. También había en la ciudad tirios que traían
pescado y toda mercadería, y vendían en día de reposo a los hijos de Judá en
Jerusalén. Y reprendí a los señores de Judá y les dije: ¿Qué mala cosa es esta
que vosotros hacéis, profanando así el día de reposo?”, (Nehemías
13:15-17). Durante el periodo inter-testamentario la observancia del sábado
cobro gran importancia para los judíos a tal punto que era el día que ellos
visitaban las sinagogas para estudiar su ley, y así permaneció hasta la primera
venida de Cristo.
EL DÍA DE REPOSO EN LOS TIEMPOS DE JESÚS
“Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo”.
Marcos 2:28
Durante la primera venida de Jesús los
judíos acostumbraban guardar el sábado de una manera muy estricta; sin embargo,
esta observancia se había alejado de su verdadero significado. En el Mishna los
rabinos habían establecido al menos 39 reglamentos que regulaban dicha ley. Por
ejemplo, se prohibía que se llevaran zapatos clavados (porque el clavo era una
carga), que un solo hombre cargara pan (se permitía que lo cargaran dos
hombres), que se usara muleta, que la mujer cargara bolsa, que llevara aguja en
la ropa, y aun discutían si era lícito llevar pierna de madera o dientes
postizos. Otra de las cosas que no se permitía hacer en día sábado era sanar a
los enfermos ya que se consideraba un trabajo a tal punto que si alguien sufría
una lesión grave solo se le podía asistir poniendo paños y no se permitía
aplicar ungüentos u otros medicamentos, lo único que se podía hacer era evitar
que el paciente muriera para que aguantara hasta el siguiente día. Una de las
cosas que los judíos recriminaban a Jesús fue el hecho de que quebrantaba estas
ordenanzas, pero les enseñaba que el mayor énfasis de esta ley estaba en la
compasión y justicia que en cargar a los hombres con pesadas cargas:
“Aconteció que al pasar él por los sembrados un día de reposo, sus
discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas. Entonces los fariseos le
dijeron: Mira, ¿por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito? Pero él
les dijo: ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió
hambre, él y los que con él estaban?; ¿cómo entró en la casa de Dios, siendo
Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no
es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?
También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el
hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun
del día de reposo”.
Marcos 2:23-28
Vemos
en estos versículos la preocupación de los fariseos por la violación del día
sábado queriendo así reflejar una falsa piedad al considerarse celosos de sus
ritos ceremoniales y normas religiosas, ya que el espigar se consideraba un
trabajo. Ellos estaban más preocupados por cumplir con sus normas religiosas
que la satisfacción de una necesidad física de su prójimo. Por ello Jesús los
confronta por su falsa piedad al enseñarles como David cuando tuvo necesidad
comió de los panes de la mesa de la proposición el cual era dedicado a Dios y
que según la ley solo los sacerdotes podían comer: “Y tomarás flor de harina, y cocerás de ella
doce tortas; cada torta será de dos décimas de efa. Y las pondrás en dos
hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa limpia delante de Jehová. Pondrás
también sobre cada hilera incienso puro, y será para el pan como perfume,
ofrenda encendida a Jehová. Cada día de reposo lo pondrá continuamente en orden
delante de Jehová, en nombre de los hijos de Israel, como pacto perpetuo. Y
será de Aarón y de sus hijos, los cuales lo comerán en lugar santo; porque es
cosa muy santa para él, de las ofrendas encendidas a Jehová, por derecho
perpetuo”, (Levítico 24:5-9).
Este pan era renovado cada día y solo podía ser comido por los
sacerdotes, pero un día llego David huyendo de Saúl y tenía necesidad de
alimento y lo único que había era el pan de la propiciación y el sacerdote
Ahimelec se lo dió porque ante cualquier rito la necesidad humana tiene
prioridad: “Así el sacerdote
le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la
proposición, los cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para
poner panes calientes el día que aquéllos fueron quitados”, (1
Samuel 21:6). En este caso se antepuso la necesidad de un ser humano ante las
leyes ceremoniales y es por tal motivo Jesús les aclara: El día de reposo fue hecho por causa del
hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Ante esto
William Barclay comenta: “El ser humano no fue creado para ser la víctima y el
esclavo de las reglas y normas sabáticas, que se hicieron en un principio para
hacerles la vida mejor y más fácil a las personas. El hombre no debe ser un
esclavo del sábado, que existe realmente para su bien”. Esto nos
enseña que el verdadero significado de la ley radica en glorificar a Dios y
ayudar al prójimo. Obviamente había una interpretación diferente de la
observancia del sábado entre Jesús y los judíos. En otra ocasión los judíos
ortodoxos se molestaron con Jesús por sanar en sábado: “Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de
reposo; y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de
enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando
Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso
las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios. Pero el
principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de
reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues,
venid y sed sanados, y no en día de reposo. Entonces el Señor le respondió y
dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o
su asno del pesebre y lo lleva a beber?
Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se
le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?”, (Lucas 13:10-16). En su
desacuerdo con los fariseos y escribas nuestro Señor hizo ver a los judíos que
lo que ellos entendían acerca del cumplimiento de los mandamientos estaba
completamente equivocado. Habían tratado de hacer más rigurosa la observancia
del sábado que lo que Dios había mandado. No estaba prohibido comer el sábado,
aun cuando fuera necesario cortar espigas para ello. Tampoco estaba prohibido
hacer el bien el sábado y mucho menos curar o liberar a una persona de todas
sus dolencias.
EL DÍA DE REPOSO EN LA DISPENSACIÓN DE LA IGLESIA
“Cuidémonos, por tanto, no sea que, aunque la promesa de entrar en
su reposo sigue vigente, alguno de ustedes parezca quedarse atrás”.
Hebreos 4:1
Después del día de
pentecostés la iglesia cristiana comienza a crecer rápidamente en Jerusalén
bajo un ambiente totalmente judío, de hecho todos sus miembros al inicio eran
judíos. Este ambiente hace que al principio los primeros cristianos no piensen
en el cristianismo como algo diferente al judaísmo por lo que aún continúan
yendo al templo a orar a las horas acostumbradas: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora
novena, la de la oración”, (Hechos 3:1), y en general cumpliendo la
ley de Moisés: “Cuando
ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos
millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. Pero se
les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre
los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos,
ni observen las costumbres. ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto,
porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros
cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo,
purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos
comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú
también andas ordenadamente, guardando la ley”, (Hechos 21:20-24).
Sin embargo, con el surgimiento de la iglesia gentil y los aportes del apóstol Pablo
a la teología de la salvación por gracia se dieron cuenta que no era necesario
seguir cumpliendo la ley para ser salvo: “Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a
Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por
medio de ellos entre los gentiles. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió
diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios. visitó por
primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con
esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de
esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé
sus ruinas, y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al
Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el
Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo
que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les
escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de
ahogado y de sangre”, (Hechos 15:12-20).
La iglesia cristiana ha reconocido que ya no está obligada a guardar el sábado, pero si cumplir la ley moral.
Por
tanto, la observancia del sábado como otras leyes de origen ceremonial se
vieron como no necesarias de seguir practicándose ya que la salvación que Jesús
ofrece es por gracia. Es importante comprender también que cuando se habla de
la ley se está refiriendo a 613 mandamientos que se dividían en las leyes
ceremoniales (fiestas, forma de realizar los sacrificios, vestuario de los
sacerdotes, etc.), las leyes civiles y la ley moral, esta última aún vigente en
nuestro tiempo. Si uno lee el Nuevo Testamento se dará cuenta que la ley moral
aún se encuentra vigente, tal y como lo menciona Pablo al decir que el
cumplimiento de estos mandamientos se encuentra en el amor: “Porque: No
adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás,
y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo”, (Romanos 13:9). En el siguiente cuadro podemos ver
cómo el Nuevo Testamento valida la vigencia de los diez mandamientos a
excepción del cuarto:
MANDAMIENTO
|
ANTIGUO TESTAMENTO
|
NUEVO TESTAMENTO
|
Primer
Mandamiento
|
“No tendrás dioses ajenos delante de mí”
Éxodo 20:3
|
“Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás,
porque escrito está: Al
Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”.
Mateo 4:10
|
Segundo
Mandamiento
|
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza
de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy
Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito
la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación
de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y
guardan mis mandamientos”.
Éxodo 20:4-5
|
“… sino que se les escriba que se aparten
de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre”, (Hechos 15:20).
|
Tercer
Mandamiento
|
“No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en
vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano”.
Éxodo 20:6
|
“Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro
glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas… Pero vosotros habéis afrentado al pobre.
¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los
mismos que os arrastran a los tribunales?
¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?”.
Santiago 2:1,
6-7
|
Cuarto
Mandamiento
|
“Acuérdate del día de reposo para
santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; más el séptimo día
es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni
tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está
dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la
tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo
día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”.
Éxodo 20:8-11
|
No hay
referencia en el Nuevo Testamento que los cristianos tengamos que guardar
este día.
|
Quinto
Mandamiento
|
“Honra a tu padre y a tu madre, para que
tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”.
Éxodo 20:12
|
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros
padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu
madre, que es el primer mandamiento con
promesa”.
Efesios 6:1-2
|
Sexto
Mandamiento
|
“No matarás”.
Éxodo 20:13 |
“Porque: No adulterarás, no matarás, no
hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro
mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”.
Romanos 13:9
|
Séptimo
Mandamiento
|
“No cometerás adulterio”.
Éxodo 20:14
|
|
Octavo
Mandamiento
|
“No hurtarás”.
Éxodo 20:15
|
|
Noveno
Mandamiento
|
“No hablarás contra tu prójimo falso
testimonio”.
Éxodo 20:16
|
|
Décimo
Mandamiento
|
“No codiciarás…”
Éxodo 20:17
|
El concepto de apartar un día para Dios ha pasado al domingo.
Por
tanto, entendemos que la iglesia cristiana ya no está obligada a guardar el día
sábado ya que era un mandamiento asociado con la ley ceremonial de los judíos.
Por otro lado, se observa que la iglesia primitiva dejo de reunirse el día
sábado para hacerlo el domingo. Si uno revisa la
Biblia hay una indicación de Pablo a los corintios de apartar sus ofrendas el
domingo tal y como lo había enseñado a las iglesias de Galacia: “En cuanto a la
ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las
iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga
aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no
se recojan entonces ofrendas”, (1 Corintios 16:1-2). De igual forma,
si revisamos la literatura de la iglesia de los primeros tres siglos nos damos
cuenta de que hay evidencia que los cristianos se reunían el día domingo. Por
ejemplo, una de las obras del primer siglo muy famosa entre los cristianos de
ese tiempo llamada la Didajé, o la Doctrina de los Doce Apóstoles, que
fue uno de los primeros manuales de cultos y enseñanza cristiana dice: “El Día del
Señor nos reunimos y partimos el pan” (Didajé 14:1). De igual forma, Ignacio de Antioquía, un
padre de la iglesia primitiva escribió en su carta a los magnesios de la
siguiente forma: “ya
no viven para el sábado, sino para el Día del Señor” (Epístola a los Magnesios, 9:1). Otro
escritor antiguo llamado Melitón de Sardes escribió un tratado Acerca del
Día del Señor. Así vemos cómo de
alguna manera el concepto de apartar un día para dedicarlo a las cosas del
Señor ha prevalecido en la iglesia cristiana solo que ya no es el sábado, sino
el domingo, y no se hace como mandamiento y ni porque guardándolo vamos a ser salvos.
Los cristianos no guardamos el sábado ni ningún otro día porque Cristo es nuestro reposo.
Por otro lado, también se entiende que los
cristianos ya no necesitamos guardar el sábado porque nuestro reposo es Cristo,
quien nos ha hecho descansar de todas nuestras obras y de la carga del pecado,
así lo declara el autor de la carta a los Hebreos: “Porque
si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por
tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su
reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos,
pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de
desobediencia”, (Hebreos 4:8-11). Para entender bien estos
versículos hay que comprender todo el contexto de lo que ha venido hablando
dicho autor. Desde el capítulo 3 se nos viene hablando de la superioridad de
Jesús sobre Moisés, y de cómo Moisés intento introducir a Israel a la tierra
prometida no lo logro por causa de su incredulidad, por ello no entraron en su reposo
(el reposo de su esclavitud en la tierra prometida), sino vagaron 40 años en el
desierto: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el
desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras
cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije:
Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto,
juré en mi ira: No entrarán en mi reposo”, (Hebreos 3:8-11). Ni
siquiera Josué logro darle el reposo de todas sus obras a Israel, sino fue
Cristo el cual a través de la fe puede hacernos entrar en el verdadero reposo: Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría
después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque
el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de
las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en
semejante ejemplo de desobediencia. Esto significa que el reposo ya
no es un día como el sábado, sino es Cristo mismo, nuestra preciosa fe que nos
hace descansar de todas nuestras obras y de la carga del pecado. Por ello hoy en día los cristianos ya no
guardamos el sábado, porque fue un día dado a los judíos donde tenían
que apartarse de todas sus obras y meditar en el Señor, día que a su vez era
una sombra de lo que habría de venir, el descanso de nuestras obras y la carga
del pecado por medio de la fe en Cristo: “Porque la
ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las
cosas…”, (Hebreos 10:1). Hoy
en día el concepto de apartar un día de la semana para dedicárselo a Dios aún
existe y por ello la iglesia procura apartarse de todas sus tareas y
compromisos para ir al templo los domingos. Finalmente, Cristo es nuestro verdadero reposo,
porque nos ha librado de la carga del pecado.
tonterias , asi de simple
ResponderBorrarGloria a Dios porque por Nuestro Señor Jesús El es nuestro reposo.
ResponderBorrarEl primer día de la semana cuando Jesús resucitó no es nada más y nada menos que el primero de los Sábados, las primicias.
ResponderBorrarY el día del Señor es cuando Jesús encomendó su Espíritu, para que fuese salvó. El día postrero no tiene nada que ver con el domingo humano.
Cada quién guarde el día de descanso cómo guste, pero Dios, quiso y quiere, un día especial con El. Desde ahora y por la eternidad.
ResponderBorrarAsi es amigo
BorrarLlego el tiempo de revisar TAMBIEN la doctrina del día de reposo, en primer lugar no es lo mismo sábado que shabat, ambos tienen significados MUY DIFERENTES. (Ustedes los están mezclando como si fueran lo mismo). Sabado significa DIA DE SATURNO, y Shabat significa, HACER UN ALTO DE NUESTRAS ACTIVIDADES TERRENALES PARA CONCENTRARNOS EN LAS ACTIVIDADES ETERNAS, es un día para recargar las baterías, por eso Shabat significa, hacer un alto, descansar, reposar, todo con el objetivo de enfocarnos en la palabra de Dios y en disfrutar de la palabra de Dios en familia, saludos.
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