“Seguid el amor; y procurad los dones
espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en lenguas
no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el
Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para
edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí
mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que,
quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis;
porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las
interprete para que la iglesia reciba edificación. Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros
hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o
con ciencia, o con profecía, o con doctrina? Ciertamente las cosas inanimadas que producen
sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se
sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere
sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si
por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que
decís? Porque hablaréis al aire. Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en
el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor
de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será
como extranjero para mí. Así también vosotros; pues que anheláis dones
espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. Por lo
cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.
Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
queda sin fruto ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el
entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento. Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de
simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que
has dicho. Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado.
Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la
iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar
también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida”.
1 Corintios 14:1-19
INTRODUCCIÓN
Al iniciar el capítulo 14 se
retoma una vez más el tema de los dones espirituales. Si recordamos un poco en
el capítulo 12 se inició con este tema hablando acerca de las diversidad de
dones espirituales, los diferentes tipos de dones espirituales que habían y la
forma de como toda esta diversidad se complementan en una verdadera unidad en
el cuerpo de Cristo. Luego el capítulo 13 parece hacer un paréntesis para hablar de la preminencia que
el amor tiene sobre estos dones, de las características del verdadero amor y de
cómo esto nos ayuda a regular el uso de dichos dones. Ahora volvemos al tema de
los dones y su discusión girara en torno a su uso y regulación de los dones de
palabra en el culto cristiano.
La importancia de la edificación en el culto cristiano |
LA IMPORTANCIA DE LOS DONES DE PALABRA
“Seguid el amor; y procurad los dones
espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en lenguas
no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el
Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para
edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí
mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que,
quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis;
porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las
interprete para que la iglesia reciba edificación”.
1 Corintios 14:1-5
Si recordamos un poco en el
capítulo 12 hicimos una clasificación de tres grupos de tres dones espirituales
con el objetivo de memorizarlos. El primer grupo, los dones de revelación son
palabra de ciencia, palabra de sabiduría y don de discernimiento de espíritus.
El segundo grupo, los dones de poder son dones de poder, sanidades y fe. Y el
tercer grupo, los dones de palabra son el don de lenguas, profecía e
interpretación de lenguas. Estos últimos son los que más se manifiestan durante
la realización del culto cristiano especialmente porque su finalidad es
edificar a los santos, y por ello el apóstol Pablo les dedica un capítulo para
regular su uso durante la realización del culto. En este capítulo encontramos
la mayor parte de la información referente a la manifestación de estos dones y
su ejercicio. Pablo exhorta ante todo a seguir el amor procurando los mejores
dones para provecho de la iglesia, pero sobre estos tres dones él prefiere que
profeticen: Seguid
el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.
En primer lugar está el don de lenguas el cual permite al que lo posee hablar
en lenguas extrañas y el que lo hace se edifica a sí mismo hablando misterios
delante de Dios: Porque
el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le
entiende, aunque por el Espíritu habla misterios… El que habla en lengua
extraña, a sí mismo se edifica. Este don se volvió muy importante
durante el tiempo de la iglesia primitiva, especialmente porque fue derramado
en el día de pentecostés como una señal del derramamiento del Espíritu Santo
sobre la iglesia: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”, (Hechos 2:4). Y
desde este día la iglesia hablo en otras lenguas como una evidencia de la
llenura del Espíritu Santo: “Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro
se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del
Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a
Dios”, (Hechos 10:45-46). Este don se había manifestado aun entre
los corintios tal y como lo vemos en este capítulo ya que el mismo Jesús dijo
que la manifestación de este don sería una evidencia de los verdaderos
creyentes: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre echarán fuera demonio; hablaran nuevas lenguas, tomarán en las manos
serpientes, y si bebieran cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos y sanarán”,
(Marcos 16:17-18). Como sea este don era muy
común en la iglesia de Corinto. Sin embargo, Pablo dice que prefiere que en
lugar de hablar en lenguas extrañas todos profeticen porque en el primer caso
solo se edifica la persona que lo ejerce, mientras que en el segundo todos se
edifican: Pero el
que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación… pero
el que profetiza, edifica a la iglesia. De aquí que Pablo prefiera
que profeticen más que hablen lenguas porque el mayor beneficio está en
edificar a otros más que solo a sí mismo, a menos que haya alguien que posea el
don de interpretar las lenguas: Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas,
pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla
en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.
TODO LO QUE SE HAGA EN EL CULTO DEBE HACERSE PARA EDIFICACIÓN DE LOS SANTOS
“Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros
hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o
con ciencia, o con profecía, o con doctrina?
Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o
la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con
la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se
preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis
palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al
aire. Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de
ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré
como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí.
Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en
ellos para edificación de la iglesia. Por lo cual, el que habla en lengua
extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua
desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto ¿Qué, pues?
Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el
espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Porque si bendices sólo
con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu
acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. Porque tú, a la verdad, bien
das gracias; pero el otro no es edificado. Doy gracias a Dios que hablo en
lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco
palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil
palabras en lengua desconocida”.
1 Corintios 14:6-19
En estas palabras Pablo va al
punto central de su enseñanza: Todo lo que se haga en el culto, sea ejercer los
dones de palabra o predicar o cantar, debe hacerse con el único fin de edificar
a los santos, de allí la importancia que aquellos que hablan en lengua puedan
interpretarlas para que los demás creyentes puedan comprender: Ahora pues,
hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no
os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?
Para ejemplificar este punto Pablo dice que de nada servirían que los músicos
tocaran sus instrumentos durante el culto si no logran armonizar los sonidos
para transmitir sus bellos cantos: Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como
la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que
se toca con la flauta o con la cítara? O también dice, de que
serviría tocar la trompeta si el atalaya no lograra armonizar el sonido
adecuado para alertar a todo un ejército de la amenaza cercana: Y si la trompeta
diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así es
el que habla en lenguas y no hay nadie que las interpreta: sí también vosotros, si por la lengua no
diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque
hablaréis al aire. Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y
ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las
palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como
extranjero para mí. Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales,
procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. Por ello
Pablo exhorta a aquellos creyentes que poseen este don a pedir a Dios
interpretación para edificarse no solo a sí mismos sino también a los que los
oyen: Por lo
cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.
Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
queda sin fruto ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento;
cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Porque si
bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá
el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. Porque tú, a la
verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. Al final
Pablo les dice a los corintios que es bueno que ellos hablen en otras lenguas,
y que aún él habla más que todos ellos, pero lo que más le preocupaba a él era
edificar a todo el pueblo: Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos
vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi
entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua
desconocida. Como hemos visto el hablar en otras lenguas es un don
que nos edifica, pero no debemos olvidar que antes de todo debemos procurar
también aquellos dones que edifiquen a todos los santos durante la realización
del culto cristiano, sea dones de profecía, interpretación de lenguas, incluso
el momento de alabanzas o predicación de la palabra, cualquier otra cosa que se
haga no tiene valor dentro de este solemne momento de comunión.
Como siempre muchas gracias por sus enseñanzas, que me edifican y me ayudan a entender mejor la Palabra para poderla compartir. Bendiciones 😇🙏
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