“Entonces se acercaron a Jesús ciertos
escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: ¿Por qué tus discípulos quebrantan
la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan.
Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento
de Dios por vuestra tradición? Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a
tu madre; y: el que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero
vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a
Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a
su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas,
bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra;
más su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como
doctrinas, mandamientos de hombres”.
Mateo 15:1-9
Introducción
En los primeros versículos del capítulo 15
del Evangelio según Mateo podemos ver como la confrontación de Jesús contra los
líderes religiosos de los judíos sigue avivándose poco a poco. No olvidemos el
capítulo anterior donde Jesús había tratado de apartarse a un lugar solitario
con sus discípulos para descansar, pero le fue imposible ya que las multitudes
lo había seguido al otro lado a donde se había retirado y fue allí donde
comenzó a sanarlos y enseñarles, pero avanzada la hora del día hizo el milagro
de la multiplicación de los cinco panes y dos peses lo cual provoco la euforia
de la gente que quería declararlo como su rey a tal punto que tuvo que
calmarlos enviando a sus discípulos en una barca mientras Él se quedó
despidiendo a la gente y luego subió a un monte a orar. Luego vimos a Jesús
caminando sobre las aguas y calmando la tempestad para finalmente llegar a Genesaret
donde sanó a muchos enfermos. Después de todos estos acontecimientos los
fariseos y escribas envían a unos delegados desde Jerusalén con el fin de
observar más de cerca el ministerio de Jesús y realmente su objetivo es
desacreditarlo como verdadero Maestro en Israel por lo que critican el hecho de
que no obedecen las tradiciones de los ancianos.
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La verdadera pureza espiritual |
Las Tradiciones Judías
“Entonces
se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: ¿Por
qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan
las manos cuando comen pan”.
Mateo
15:1-2
En estos versículos podemos ver como los
líderes religiosos continúan sus esfuerzos por oponerse al ministerio de Jesús
a tal punto que al enterarse que se encontraba en las regiones de Galilea
decidieron enviar a ciertos escribas y
fariseos desde Jerusalén. Es muy posible que estos hombres fueran versados en la
ley y las tradiciones judías a tal punto que su objetivo era encontrar razones
para desacreditar el ministerio de nuestro Señor: Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas
y fariseos de Jerusalén. El
propósito de estos hombres era demostrar que Jesús no era un verdadero Maestro
porque no se sujetaba a las tradiciones judías y Marcos nos explica que ellos
tenían muchas tradiciones a parte de la de lavarse las manos antes de comer: “Se
juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de
Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan
con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y
todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces
no se lavan las manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no
comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos
de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los
lechos”, (Marcos 7:1-4). Para los judíos del
tiempo de Jesús se tenían dos fuentes de autoridad divina, una era la ley que
realmente consideraba la observancia de toda la palabra de Dios escrita hasta
ese momento (la ley de Moisés, los profetas y los otros Escritos). La otra
fuente de autoridad que los judíos consideraban era la tradición que no era más
que ciertas enseñanzas que se habían transmitido por medios orales que trataban
acerca de ciertas interpretaciones de la ley. El problema con esto era que
Jesús estaba allí para obedecer la ley y no la tradición. Generalmente las
religiones acostumbran crear tradiciones que con el tiempo se vuelven tan
fuertes que son elevadas al mismo nivel que la palabra de Dios, y esto ocurre
aun en nuestro tiempo. Por ejemplo, la iglesia católica afirma tener tres
fuentes de autoridad divina: la Biblia, la tradición y la voz del papa. Las
religiones hindúes están llenas de tradiciones que se consideran reglas divinas,
al igual que en el budismo, el islam y aun si no tenemos cuidado esto puede
pasar dentro de la iglesia evangélica. Nuestra iglesias evangélicas están
llenas de tradiciones las cuales varían de congregación a congregación, como
por ejemplo, hay iglesias que acostumbran cantar los himnos parados mientras
que otras iglesias acostumbran hacerlo estando sentados, otras acostumbran leer
la Biblia puestos de pie cuando el predicador lee el texto a meditar, mientras
que otras no hacen que la gente se ponga de pie, otras acostumbran bautizar en los
ríos donde el agua fluye mientras que otros lo hacen en cualquier lugar donde
haya suficiente agua e incluso en lugares fabricados dentro de su misma
congregación, otros cantan usando solo himnario mientras que otros no lo hacen,
otras recogen la ofrenda después de la alabanza antes del mensaje, mientras que
otras lo hacen al final de la predicación, y así pueden haber muchas tradiciones
que la iglesia practica pero debemos tener cuidado de no ponerlos al nivel de
la autoridad que tiene la palabra de Dios. El problema con estos fariseos y
escribas es que enseñaba a la gente a respetar las tradiciones como si fueran la
verdadera palabra de Dios y en ocasiones se ponían por encima de esta.
Realmente la tradición surgió de forma
oral de tres fuentes principales que eran: las leyes orales supuestamente dadas
por Moisés, aparte de la ley escrita; los observaciones que los jueces
pronunciados sobre distintos aspectos de la vida; y unas interpretaciones y
explicaciones de los maestros más destacados, pero con el pasar del tiempo los
judíos vieron la necesidad de escribirlos y fue así como a finales del siglo II
el rabino Yehudah Hanasí las compilo en una obra conocida con el nombre de
Mishná, la cual en hebreo significa “repetición”.
Durante varios siglos, los rabinos judíos estudiaron la Mishná en las academias
de Palestina y Babilonia. Sus discusiones fueron recogidas en el Talmud (siglo
VI d. C.). Estas discusiones incluyen una gran variedad de temas que tienen que
ver con la ley judía (Halajá), con ética, filosofía e historia, además de una
amplia gama de temas y puntos de vista. Por eso para este tiempo los fariseos y
escribas se molestaban en gran manera con Jesús porque no respetaba sus tradiciones
y en esta ocasión su molestia fue que los discípulos no se lavaban las manos al
momento de comer: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la
tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan. Lavarse las manos era una tradición que
surgió como consecuencia de una de las leyes levítica que Dios le dio a Israel
de mantenerse ceremonialmente puros: “Asimismo la persona que hubiere tocado
cualquiera cosa inmunda, sea cadáver de bestia inmunda, o cadáver de animal
inmundo, o cadáver de reptil inmundo, bien que no lo supiere, será inmunda y
habrá delinquido”,
(Levítico 5:2). A parte de la prohibición de tocar cadáver también la ley
prohibía comer algunos animales: “Habló Jehová a Moisés y a Aarón,
diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales
que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra. De entre los
animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero de
los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia
pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo. También el conejo,
porque rumia, pero no tiene pezuña, lo tendréis por inmundo. Asimismo la
liebre, porque rumia, pero no tiene pezuña, la tendréis por inmunda. También el
cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo
tendréis por inmundo. De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo
muerto; los tendréis por inmundos. Esto comeréis de todos los animales que
viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar,
y en los ríos, estos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas
en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente
que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán, pues,
abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Todo
lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación. Y
de las aves, éstas tendréis en abominación; no se comerán, serán abominación:
el águila, el quebrantahuesos, el azor, el gallinazo, el milano según su
especie; todo cuervo según su especie; el avestruz, la lechuza, la gaviota, el
gavilán según su especie; el búho, el somormujo, el ibis, el calamón, el
pelícano, el buitre, la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y el
murciélago. Todo insecto alado que anduviere sobre cuatro patas, tendréis en
abominación. Pero esto comeréis de todo insecto alado que anda sobre cuatro
patas, que tuviere piernas además de sus patas para saltar con ellas sobre la
tierra; estos comeréis de ellos: la langosta según su especie, el langostín
según su especie, el argol según su especie, y el hagab según su especie. Todo
insecto alado que tenga cuatro patas, tendréis en abominación”, (Levítico 11:1-23). Si nos damos cuenta
la prohibición estaba enfocada a no comer ciertos animales y no tanto a lavarse
las manos, y lo más seguro es que el
trasfondo de esta ley era contribuir a la buena salud de los israelitas más que
volverlos espiritualmente puros. De hecho el Dr. Randle Short en su libro la
Biblia y la medicina moderna nos comenta acerca el beneficio que estas leyes
traían a la salud de los israelitas: “Cierto que hoy en día comemos cerdo, conejo
y liebre; pero esos animales son propensos a infecciones parasitarias, y son
casi inofensivos solo si están bien cocinados. El cerdo come cosas inmundas, y
puede albergar dos gusanos, la triquina y la solitaria, que pueden contagiarse
al ser humano. El peligro es mínimo en los países civilizados, pero tiene que
haber sido muy grave en la antigua Palestina, por lo que era mejor evitar esas
carnes”. Lo cierto es que nunca Dios hablo de
lavarse las manos, pero la cultura judía había exagerado en su afán de cumplir
estas leyes lo que provocó que con el tiempo ellos establecieran reglas que les
hacían creer que los mantenían puros ceremonialmente, reglas que se enfocaban
más en lo externo que lo interno, y una de esas consistía en lavarse las manos
cada vez que comían siguiendo una serie de pasos que les hacía creer que
estaban limpios, pero la verdadera limpieza espiritual viene de guardar la
palabra del Señor y no de guardar las tradiciones: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con
guardar tu palabra”, (Salmo
119:9).
Las Tradiciones Jamás Superarán a la Ley Divina
“Respondiendo
él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por
vuestra tradición? Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre;
y: el que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros
decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo
aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre.
Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas,
bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra;
más su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como
doctrinas, mandamientos de hombres”.
Mateo
15:3-9
En estos versículos Jesús ratifica que
nunca las tradiciones religiosas estarán por encima de la ley divina, la
palabra de Dios: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento
de Dios por vuestra tradición?
El rito de lavarse las manos no se hacía tanto con el objetivo de higiene sino
porque ellos creían que si lo hacían bien esto los mantenía ceremonialmente
puros ya que creían que podían quedar inmundos si comían alimentos que a su
juicio podían estar contaminados por tocar algunas cosas impuras. El rito de
lavarse las manos tenía todo un procedimiento a seguirse. En primer lugar, las
jarras de agua se tenían preparadas para su uso antes de las comidas. El agua
se derramaba primero sobre las dos manos manteniendo las puntas de los dedos
hacia arriba, y tenía que correr hasta la muñeca, desde donde ya se vertía,
porque para entonces ya era impura por haber tocado las manos impuras, y si
volvía a pasar otra vez por los dedos los contaminaría. El proceso se repetía
con las manos en la posición contraria, con las puntas de los dedos hacia
abajo; y luego, ya por último, se limpiaba cada mano restregándola con el puño
cerrado de la otra. Un judío verdaderamente estricto hacía todo esto, no sólo
antes de cada comida, sino también entre cada dos platos. Como esta, la vida
religiosa de los judíos estaba llena de tradiciones que solo se enfocaban en la
apariencia externa, pero jamás ayudaba a purificar lo interno, el corazón que
es lo que más le interesa a Dios, por ello Jesús los recrimino porque lo peor
de todo era que por estos ritos invalidaban a la misma palabra de Dios: Porque
Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: el que maldiga al padre
o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Cualquiera que diga
a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera
ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el
mandamiento de Dios por vuestra tradición. Con su tradición invalidaban uno de los mandamiento
de Dios que dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus
días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”, (Éxodo 20:12). Y otro mandamiento
advertía la pena de muerte para los que lo violaran: “Igualmente
el que maldijere a su padre o a su madre, morirá”, (Éxodo 21:17). Si los padres de algún judío quedaban
desprovistos de la manutención era obligación de los hijos ayudarles para que
no quedaran expuestos a ser unos mendigos porque esto era no honrarlos; no
obstante, a veces por la tradición se invalidaba este mandamiento ya que si
alguien consagraba sus bienes a Dios este podía faltar a su obligación para con
sus padres: “Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al
padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo
aquello con que pudiera ayudarte”,
(Marcos 7:11). El término que Marcos usa, corbán, es una palabra en hebreo que
significa ofrenda, de tal forma que un judío podía acudir a la tradición para
no ayudar a sus padres invalidando así la palabra de Dios. Por todo esto Jesús
les dice a estos fariseos y escribas: Hipócritas, bien profetizó de vosotros
Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos
de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de
hombres. Jesús llama a estos hombres hipócritas,
una palabra que viene del griego jupokrites
(ὑποκριτής), que también se puede traducir como alguien que finge
ser otra persona, o alguien que solo actúa ser otra persona. Eso era lo que
estos hombres hacían, solo fingían ser hombres piadosos y temerosos de Dios
porque practicaban con fidelidad todas sus tradiciones religiosas que se
enfocaban en lo externo, pero descuidaban lo interno, el cuidado del espíritu,
la limpieza del corazón y por ello les cita al profeta Isaías quien en su
tiempo recrimino a los judíos de alabar a Dios solo de apariencias externas
pero su corazón estaba lejos de Él: “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se
acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos
de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido
enseñado”, (Isaías 29:13). Todos nosotros debemos
tener cuidado que nuestra vida cristiana no esté basada en puras apariencias,
creyendo que por el hecho de llevar una vida religiosa estamos agradando a
Dios, habiéndonos olvidado de vivir confiando en nuestra fe en Cristo y
teniendo la palabra de Dios como nuestra única fuente de autoridad divina.
Muchas gracias por su explicación!
ResponderBorrarWow, que interesante leer todo el contexto
ResponderBorrarExcelente 🤗la enseñanza muy buena
ResponderBorrarMuy interesante y de gran enseñanza
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