“Hermanos, no seáis niños en el modo de
pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. En la
ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y
ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a
los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos,
sino a los creyentes. Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y
todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis
locos? Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos
es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace
manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que
verdaderamente Dios está entre vosotros. ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os
reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene
revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. Si habla alguno
en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno
interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo
y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y
si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero.
Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos
sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas;
pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de
los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es
permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si
quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso
que una mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra
de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual,
reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Más el que ignora,
ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar
lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden”.
1 Corintios 14:20-40
INTRODUCCIÓN
Con estos 20 versículos termina
el apóstol Pablo el capítulo 14 y ya anteriormente ha hablado de la importancia
de la edificación de los santos durante la realización del culto donde se
reúnen para adorar a Dios, predicar y ejercer sus dones, especialmente para
hablar en lenguas, interpretar y profetizar. Ahora bien, los corintios
abundaban en dones y podría ser que el uso inadecuado de sus dones condujera al
desorden y por eso el apóstol tocara el tema de mantener el orden durante toda
la celebración del servicio, especialmente porque hay incrédulos que los
visitan y no entenderán si al entrar a la iglesia sino verán solo un
espectáculo de locura. El aposto pondrá muchas cosas en orden, desde la forma
correcta usar los dones de palabras para edificar al pueblo, hasta el orden que
las mujeres deben tener durante el culto.
LA MANIFESTACIÓN DE LOS DONES ESPIRITUALES NO CONFUNDE AL INCRÉDULO
“Hermanos, no seáis niños en el modo de
pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. En la
ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y
ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a
los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos,
sino a los creyentes. Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y
todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis
locos? Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos
es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace
manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que
verdaderamente Dios está entre vosotros”.
1 Corintios 14:20-25
Pablo exhorta a los creyentes
en estos versículos a pensar con sensatez y toda madurez: Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar,
sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. El
pensamiento predominante en estos versículos es que el culto no debe estar
dominado por una emoción desbordante e irracional que los lleve a practicar sus
dones y otras expresiones de emoción que traigan el desorden en el culto, sino
que se espera que nuestra adoración se base en la razón y agradecimiento. En
primer lugar, el apóstol hace ver que las lenguas son una señal para el
incrédulo y no para los creyentes: En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios
hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las
lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la
profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes. Aquí se cita un
pasaje del Antiguo Testamento donde Dios castigaría a su pueblo Israel
llevándolos cautivos a un pueblo de lengua extraña porque habían despreciado el
mensaje claro y en su idioma que sus profetas les habían llevado: “Mandamiento tras
mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un
poquito allí, otro poquito allá; porque en lengua de tartamudos, y en extraña
lengua hablará a este pueblo”, (Isaías 28:10-11). Como Israel no
atendió el mensaje de Dios en su propia lengua permitió que los asirios los
llevaran cautivos a una tierra donde les hablarían en lengua extraña que no
conocían, y de allí que el mensaje en lengua extraña era una señal para los
incrédulos y el mensaje en lengua conocida es para los creyentes. Sin embargo,
es importante regular el don de hablar en otras lenguas porque si se hace
desmedidamente para el incrédulo será un espectáculo de locura: Si, pues, toda la
iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos
o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Hoy en día algunos han
abusado del uso de las manifestaciones del Espíritu Santo durante los cultos a
tal punto que no solo podría abusarse del don de hablar en otras lenguas, sino
han traído otras manifestaciones extrañas que no son bíblicas y que la iglesia
del primer siglo jamás practico como la risa santa, la borrachera del Espíritu,
el danzar eufóricamente, el tirarse al suelo e incluso imitar sonidos de
animales. Si un incrédulo entra a un lugar donde se practican tales cosas no
cabe duda que dirá que es una completa locura. Por tanto, no debemos abusar del
don de hablar en lenguas extrañas ya que si se usa durante el momento de
adoración y bajo la influencia del Espíritu Santo con todo orden y en el tiempo
que le corresponden a los dones su ejercicio será de edificación para aquellos
que la practican y una señal a los incrédulos de que Dios está en medio de su
pueblo. Ahora bien, Pablo insiste que es mejor profetizar que hablar en otras
lenguas, incluso para el incrédulo: Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto,
por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace
manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que
verdaderamente Dios está entre vosotros. No olvidemos que el don de
profecía que se practica en la dispensación de la iglesia es diferente al que
se manifestaba en los profetas del Antiguo Testamento, ya que no es infalible
ni mucho menos trae una nueva revelación ya que el canon bíblico está cerrado.
Como ya vimos el propósito del don de profecía es exhortar, consolar y edificar,
fuera de allí no puede haber otro propósito de este don y si Dios habla con
claridad puede redargüir la vida del incrédulo y quebrantar su corazón para que
se convierta a Él: Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto,
por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace
manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que
verdaderamente Dios está entre vosotros.
LOS DONES DEBEN SER EJERCIDOS EN ORDEN
“¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís,
cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene
revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. Si habla alguno
en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno
interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo
y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y
si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero.
Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos
sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas;
pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz”.
1 Corintios 14:26-33
En estos versículos el apóstol
nos sigue enseñando más cosas en cuanto al orden que debe existir durante la
realización del culto al momento de ejercer los dones del Espíritu. La reunión
de los santos debe tener un orden para todo, un programa a seguir con
coherencia y que contribuya a la edificación de la congregación: ¿Qué hay, pues,
hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina,
tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para
edificación. Es obvio que los corintios tenían varios elementos que
componía su culto, como la alabanza, el tiempo de los dones espirituales, la
enseñanza de la palabra y la oración, y todo esto Pablo quería que se hiciera
con orden y por ello regula el ejercicio de los dones de palabra diciéndoles
que cada uno lo ejerza por turno y no más tres por culto: Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por
dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete,
calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Asimismo, los profetas
hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que
estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por
uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los
profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino
de paz. Podemos ver que los que tienen el don de hablar en otras
lenguas, de interpretarlos o profetizar están plenamente conscientes del
mensaje que Dios les revela y pueden contenerlo a voluntad para entregarlo a la
iglesia en orden, no es una cuestión donde el que tiene el don comienza a
hablar sin control y en momentos importunos como a la mitad de la enseñanza de
la palabra, todos deben sujetar su espíritu y esperar su turno, y no se permite
más de tres intervenciones porque de lo contrario se pierde el orden del culto,
pues Dios no es
Dios de confusión, sino de paz.
LOS CREYENTES DEBEN CONTRIBUIR AL ORDEN DEL CULTO
“Como en todas las iglesias de los santos,
vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido
hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren
aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una
mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de
Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual,
reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Más el que ignora,
ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar
lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden”.
1 Corintios 14:34-40
Con estos versículos el apóstol
Pablo termina el capítulo 14, y de hecho es un tanto controversial para algunos
comentaristas ya que afirman que los versículos que hablan del tema del silencio
de la mujer fueron incluidos posteriormente porque de alguna manera se rompe la
línea de pensamiento que se trae de los dones, aunque hay otros que dicen que
encajan perfectamente porque están relacionados con el orden del culto. Estas
enseñanzas estaban en armonía con la cultura y tiempos cuando Pablo escribió
esta carta ya que en el Medio Oriente antiguo la mujer era menospreciada y se
le mantenía en una actitud de completa sujeción, de tal forma que una mujer que
no se sujetara a su esposo era una verdadera deshonra y la mujer era mal vista
en su tiempo. De hecho tanto la cultura griega como la hebrea consideraba
insultante que la mujer hablase con un hombre en la calle o incluso en el
templo o lugares de reunión y por ello Pablo dice: Como en todas las iglesias de los santos,
vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido
hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.
Seguramente estas costumbres que minimizaban los derechos de la mujer en las
culturas orientales parecen ser injustas, y de hecho la voluntad de Dios desde
el principio jamás fue convertir a la mujer en un ser sin derechos e inferior,
aunque como ya vimos en el capítulo 11 esta debe estar sujeta al hombre como
este lo está a su cabeza que es Cristo como una especia de jerarquía donde
todos estamos bajo autoridad. Lo cierto es que estas culturas lo llevaron al
extremo pero el cristianismo poco a poco le enseño al hombre el valor y la
posición que todos los seres humanos tenemos delante de Dios, de hecho nuestro
Señor Jesús jamás se apegó a esta discriminación sexual porque se interesaba
tanto en ganar las almas de los perdidos que incluso compartía su mensaje a
pleno día y en lugares públicos con las mujeres, tal y como lo hizo con la
samaritana: “Vino
una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus
discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le
dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?
Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí… En esto vinieron sus discípulos,
y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué
preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?”, (Juan 4:7-9, 27). A nuestro
Señor Jesús no le importo hablar en público con una mujer, ni mucho menos que
fuera samaritana, un pueblo odiado por los judías, incluso jamás la excluyo por
ser una mujer que había tenido muchos maridos, solo veía la necesidad que este
ser humano tenia de la redención de su alma; mientras que cualquier rabino la
hubiese repudiado, Jesús solo sintió compasión de ella y la trato como trataría
a cualquiera, sin discriminación alguna. No obstante, Pablo solo le pide a las
mujeres creyentes que guarden sus conductas en completa castidad y decoro
durante la realización del culto para que no avergüencen a sus maridos, de hecho
en otra carta les da indicaciones similares: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa
decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni
vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan
piedad. La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la
mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.
Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que
la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará
engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia”,
(1 Timoteo 2:9-15). Aquí Pablo amplia un poco más el tema en cuanto a la
conducta de la mujer cristiana. En primer lugar dice que el vestuario de la
mujer debe ser casto y no ostentoso que exprese piedad: Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa
decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni
vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que
profesan piedad. También les pide que aprendan en silencio, porque
no era decoroso en su tiempo que interrumpiera durante la enseñanza de la
palabra de Dios o que contradijeran la predicación de allí que dice: La mujer aprenda en
silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer
dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado
primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo
engañada, incurrió en transgresión. No era apropiado que la mujer
desafiare el ministerio que Dios le había dado a los hombres en cuanto a
ejercer la autoridad en la iglesia porque algunas lo estaban haciendo y tomando
un rol que no les correspondía, de allí que también diera esta instrucción a
los corintios: Y
si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso
que una mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra
de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Al final Pablo dice que la
mujer se salvara (al igual que el hombre), criando sus hijos (es decir,
dedicándose a las labores de su hogar y a su familia, aunque hoy en día la
mujer también se ha extendido al campo profesional), teniendo fe, amor y
viviendo en santidad y pudor: Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe,
amor y santificación, con modestia. Con todo esto no se quiere decir
que a la mujer no se le permita compartir el testimonio del evangelio, lo que
si se regula es que la autoridad debe estar en el hombre porque así es el orden
que Dios ha establecido, aunque cuando este no lo ejerce también se ve como
Dios ha levantado otras mujeres que han hecho su bendita obra: “Gobernaba en aquel
tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot… Las aldeas
quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo Débora me levanté,
me levanté como madre en Israel”,(Jueces4:4; 5:7). Uno ve como las
mujeres han servido enormemente en el ministerio de la predicación, tal y como
Pablo lo dice al agradecer a los obreros de la iglesia en Roma: “Os recomiendo
además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que
la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en
cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y
a mí mismo. Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús,
que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino
también todas las iglesias de los gentiles. Saludad también a la iglesia de su
casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para
Cristo. Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros. Saludad a
Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales
son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en
Cristo. Saludad a Amplias, amado mío en el Señor. Saludad a Urbano, nuestro
colaborador en Cristo Jesús, y a Estaquis, amado mío. Saludad a Apeles,
aprobado en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo. Saludad a Herodión,
mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, los cuales están en el Señor.
Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la
amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor. Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su
madre y mía. Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y
a los hermanos que están con ellos. Saludad a Filólogo, a Julia, a Nereo y a su
hermana, a Olimpas y a todos los santos que están con ellos. Saludaos los unos
a los otros con ósculo santo. Os saludan todas las iglesias de Cristo”,
(Romanos 16:1-16). Es sorprendente ver en estos versículos la participación de
las mujeres en la realización del ministerio.
Por tanto, no podemos decir que el verdadero evangelio excluye a la
mujer, pero si es importante saber que todos estamos sujetos a autoridad y al
orden divino que Dios ha establecido en su iglesia. Lo importante es entender
estos versículos a la luz de su contexto histórico y cultural porque cuando es
así entendemos que lo que Pablo quería es que se mantuviera el orden durante la
realización del culto, e igual forma hoy, el nuestros cultos también deben
guardar el orden pertinente de acuerdo a las costumbres de pudor y decencia de
nuestros tiempos porque Dios es un Dios de orden. Pablo termina diciendo: ¿Acaso ha salido de
vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree
profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del
Señor. Más el que ignora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no
impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.
Al final cada quien debe ejerce el don que le ha sido dado, pero decentemente y
con orden.
Muy correcto
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