“Y terminada la travesía, vinieron a tierra
de Genesaret. Cuando le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia
por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban que les dejase tocar solamente
el borde de su manto; y todos los que lo tocaron, quedaron sanos”.
Mateo 14:34-36
Introducción
Mateo termina este capítulo 14 con el
arribo de nuestro Jesús en la región de Genesaret donde al solo llegar su fama
corrió por toda aquella región y muchos enfermos fueron a su búsqueda con la
esperanza de ser sanados. Marcos también nos relata este evento inmediatamente
después del milagro de Jesús caminando sobre las aguas y calmando la tempestad
(Marco 6:53-56). A simple vista el pasaje es bastante sencillo y no nos dice
mucho, pero si realmente lo consideramos mejor nos muestra lo sorprendente e
increíble que el ministerio de nuestro Señor Jesucristo fue. Al leer estos
versículos nos daremos cuenta que realmente no hay ministerio o líder que haya
impactado tanto este mundo como nuestro Señor Jesucristo, veamos pues como
Mateo nos presenta los sorprendente de su ministerio.
Jesús arriba a Genesaret
“Y
terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret”.
Mateo
14:34
Después que se calmó la tempestad llegaron
en sus barcas a la región de Genesaret. Genesaret era una planicie fértil en la
ribera noroeste del mar de Galilea y se conoce por su hermosura natural,
fertilidad y fuentes abundantes de aguas. Se ubicaba más precisamente entre las
ciudades de Capernaúm y Tiberias y tiene unos cinco kilómetros de longitud a lo
largo del Mar de Galilea (llamado también lago de Genesaret en Lucas 5:1), y
unos dos kilómetros y medio de anchura desde la costa. Según Josefo, la llanura
producía nueces, palmas, higos, aceitunas y uvas y era una región era
densamente poblada. Cuando Jesús llego con sus discípulos la noticia de su
arribo fue difundida rápidamente.
Un Ministerio Impactante
“Cuando
le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella
tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban que les
dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que lo tocaron,
quedaron sanos”.
Mateo
14:35-36
Cuando Jesús arribo a la región de Genesaret la
gente de aquel lugar lo conoció y rápidamente estos corrieron la noticia de su
llegada: “Terminada la travesía, vinieron a tierra de
Genesaret, y arribaron a la orilla. Y saliendo ellos de la barca, en seguida la
gente le conoció”,
(Marcos 6:53-54). Posiblemente esta gente eran personas que en determinado
momento habían estado en las regiones de Galilea donde Jesús había hecho otros
milagros por lo que conocían lo que Él era capaz de hacer y fue así que
inmediatamente le llevaron todos los enfermos y Marcos nos aclara que estos
eran llevados en camillas y en cualquier aldea, ciudad o campo donde nuestro
Señor entrare le ponían los enfermos para que al tocar el borde de su manto
fuesen sanos: “Y recorriendo
toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en
lechos, a donde oían que estaba. Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades
o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les
dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban
sanos”, (Marcos 6:55-56). Esto nos hace pensar
en lo sorprendente que fue el ministerio de nuestro Señor Jesús ya que a pesar
de que se encontraba al otro lado de la orilla de la región de Galilea, su
afama había llegado hasta aquel lugar y no tardo su gran compasión en
apoderarse de Él para comenzar a sanar a todos los enfermos. Definitivamente
alrededor del mundo hemos oído de grandes líderes que impactaron el mundo
influyendo en las masas y fundaron grandes movimientos e incluso religiones.
Personas como Mahatma Gandhi, Buda, Mahoma, Confucio, el Dalái lama, Carlos
Marx, Charles Russell, Elena de White, Joseph Smith, y aun los grandes héroes
de la fe como Moisés, Josué, David o los profetas del Antiguo Testamente pueden
compararse al ministerio de nuestro Señor Jesús, ya que ninguno de ellos trajo
tanto alivio sobre tantas personas desahuciadas. Si uno revisa la Biblia se
puede dar cuenta que el ministerio de nuestro Señor Jesús giraba alrededor de
tres funciones principales: predicar, enseñar y sanar: “Y
recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando
el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”,
(Mateo 4:23). Si estudiamos el significado etimológico de estas palabras
encontramos que la
palabra “enseñando” se traduce de didásko
(διδάσκω)
expresión griega de donde proviene nuestra palabra didáctica y denota el arte
de instruir a alguien con el objetivo que este aprenda nuevas cosas. Aquí vemos
una de las funciones principales de Jesús, la de Maestro, y uno muy bueno ya
que sus discursos no eran un montón de palabreríos sin ningún propósito, su
exposición era planeada, cuidadosamente estructurada y siempre impactaba en sus
oyentes, ya sea para salvación o para crear oposición. Aparte de eso, mientras
que los sábados enseñaba en las sinagogas de ellos, el resto de la semana
pasaba “… predicando el evangelio del reino”. La palabra que se
traduce “predicando” es kerússo
(κηρύσσω) y esta palabra en ocasiones se traduce como
heraldo, es decir, una persona que es enviada por un alto mandatario a
transmitir un mensaje importante, y en este sentido Jesús es el heraldo del
Padre el cual transmite un mensaje glorioso, el mensaje del evangelio. La otra
palabra relevante aquí es evangelio la cual viene del griego euangélion (εὐανγέλιον) que
literalmente significa buenas nuevas. La segunda tarea que Jesús realizaba era
la de un predicador y su mensaje era las buenas nuevas de Dios para su pueblo:
su plan de salvación. Pero Jesús no sólo predicaba; sino también sanaba a los
enfermos como una evidencia palpable de su ministerio de liberación en esta
tierra. Uno lee los evangelios y vemos como nuestro Señor Jesús se dedicaba a
sanar tantos enfermos y liberar a los oprimidos de demonios: “Cuando llegó la
noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades,
y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta. Y sanó a muchos
que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y
no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían”, (Marcos
1:32-34). Los milagros de sanidad y liberación de demonios eran sin duda la evidencia
más contundente de su carácter mesiánico ya que de acuerdo a Isaías el Mesías traería
alivio a las almas angustiadas, libertad a los cautivo y una grande salvación: “El Espíritu de
Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar
buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a
publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a
proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios
nuestro; a consolar a todos los enlutados”, (Isaías 61:1-2). Aunque el
día de la venganza de Dios aún no se ha cumplido, sino que, hasta su segunda
venida, durante su primera venida trajo todo este consuelo, predicando el
evangelio para salvación, enseñando las maravillas de su palabra y sanando a
los enfermos. Aquel día Jesús había llegado al Genesaret y rápidamente su fama
se difundió en toda aquella región por lo que realizo muchas sanidades dejando
una huella por aquellas aldeas y ciudades donde pasaba. Así de grandioso e
impactante fue el ministerio de nuestro Señor y aun hoy en día muchos
moribundos encuentran el alivio para su alma.
Muy bueno, de mucha bendición y dedicación en nuestras vidas
ResponderBorrarDe mucha bendición.
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