“Vuelve, oh Israel, a
Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de
súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien,
y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. No nos librará el asirio; no
montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos:
Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia. Yo sanaré su
rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos. Yo seré a
Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el
Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y
perfumará como el Líbano. Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán
vivificados como trigo, y florecerán como la vid; su olor será como de vino del
Líbano”.
Oseas 14:1-7
INTRODUCCIÓN
A lo largo de nuestra vida recibimos muchas invitaciones ya sea de
nuestros amigos para ir a una fiesta o salir a divertirse, o a una cita amorosa
o una invitación de estudiar en alguna universidad o para trabajar en algún
lugar, sin embargo, la mayor de las invitaciones que podamos recibir viene de
Dios y en Oseas antes de finalizar su profecía realiza tres invitaciones a
Israel, mismas que nosotros no debemos desaprovechar. Veamos en detalle en qué
consiste cada invitación.
La invitación de Dios |
I.
LA INVITACIÓN A VOLVERNOS A DIOS.
“Vuelve,
oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído”.
En primer lugar, vemos
la invitación que Dios nos hace a reconocer nuestros pecados y volvernos a Él.
Oseas exhortaba a Israel a volver a Jehová porque por causa del pecado se
encontraban alejados de su presencia: Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has
caído. En la Biblia encontramos como el hombre se encuentra caído de
la gracia divina por causa de sus pecados y esto los excluye de la vida eterna:
“¿No sabéis que
los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni
los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con
varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes,
ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”, (1 Corintios
6:9-10). Los hombres debemos reconocer lo importante que es reconocer nuestros
pecados ya que si no los abandonamos estos nos destruirán tal y como le paso a
Israel, una nación que fue llamada por Dios a ser testigos de su grandeza y
gozar de todas sus bendiciones, pero lamentablemente ellos se revelaron y las
consecuencias de sus pecados los alcanzaron. Por esto es importante reconocer
nuestros pecados y atender su llamado antes que nuestros pecados nos destruyan
y seamos condenados en el infierno: “Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a
mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová
de los ejércitos”, (Zacarías 1:3). Esta es la primera de la
invitación que debemos aceptar de Dios, volvernos a Él.
II.
LA INVITACIÓN A
ARREPENTIRNOS DE NUESTROS PECADOS.
“Llevad
con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda
iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. No
nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la
obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará
misericordia”.
La segunda invitación que
Dios hace a los hombres es al arrepentimiento de sus pecados. Dios desea que
nos volvamos a Él, pero en arrepentimiento. El arrepentimiento es más que un
simple remordimiento temporal, es experimentar un verdadero quebranto por lo
malo que hemos hecho a tal punto que pidamos roguemos que nuestros pecados sean
quitados: Llevad
con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda
iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.
La persona que se arrepiente verdaderamente se duele por su pecado y no puede
continuar en su vida anterior, sino muestra un cambio completo en su actitud,
forma de pensar y de sentir: No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca
más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el
huérfano alcanzará misericordia. Dios quería que Israel se diera
cuanta que ninguna nación o sus falsos dioses los librarían del mal que venía,
su deseo era que se volvieran a Él reconociéndolo como su único Dios, al igual
que ahora nuestro Señor nos invita a arrepentirnos de nuestras maldades, a
convertirnos de las tinieblas y seguirlo fielmente porque de lo contrario
moriremos en nuestros pecados: El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los
confiesa y se aparta alcanzará misericordia”, (Proverbios 28:13).
III.
LA INVITACIÓN A SER
RESTAURADOS POR SU GRACIA.
“Yo
sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.
Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces
como el Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y
perfumará como el Líbano. Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán
vivificados como trigo, y florecerán como la vid; su olor será como de vino del
Líbano”.
Finalmente, Dios nos
invita a recibir su restauración: Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi
ira se apartó de ellos. Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y
extenderá sus raíces como el Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria
como la del olivo, y perfumará como el Líbano. Volverán y se sentarán bajo su
sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid; su olor será como
de vino del Líbano. Si hay algo que Dios puede hacer en nuestra vida
es restaurar nuestra vida ya que tiene un plan especial de bendición para cada
uno de nosotros. Si hay un poder grande en este mundo es el poder restaurador
de Cristo, ya que hemos visto como los borrachos, adúlteros, delincuentes, homosexuales,
ladrones, mentirosos y toda clase de pecadores han sido salvados y sus vidas
restauradas por la misericordia de Dios: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos,
rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo
en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando
se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los
hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación
en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo
nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos
conforme a la esperanza de la vida eterna”, (Tito 3:3-7). Hoy en día
esta es una invitación que no debemos desaprovechar.
CONCLUSIÓN.
En Oseas 14:1-7 podemos encontrar
tres invitaciones que el Señor le hace al ser humano y que no debemos
desaprovechar, estas son:
1.
La
invitación a volvernos a Dios.
2.
La
invitación a arrepentirnos de nuestros pecados.
3.
La
invitación a ser restaurados por su gracia.
Los caminos de Jehová son rectos, los justos andaran por ellos, mas los rebeldes caerán en ellos
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