La iglesia es el rebaño del Señor (Juan 10:1-6)



“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Más al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.  Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía”.
Juan 10:1-6

INTRODUCCIÓN


              Hemos llegado al capítulo 10 del evangelio según Juan y aquí encontramos el último discurso de siete que se presentan aquí. Aquí encontramos la alegoría del Buen Pastor la cual es exclusiva de este evangelio ya que no aparece en los evangelios sinópticos. Esta alegoría es muy rica en enseñanzas espirituales que incluso hoy en día podemos aplicar a nuestras vidas y se relaciona con uno de los oficios más antiguos y muy conocidos por los judíos, el de pastor especialmente porque la misma geografía de Judea demandaba la existencia de pastores. La parte principal de Judea está ubicada en la meseta central la cual se extiende unos 50 kilómetros de Betel a Hebrón, con una anchura variable entre los 20 y los 25 kilómetros. El terreno es, en su mayoría, áspero y pedregoso. Judea era un país mucho más pastoril que agricultor lo que hacía al pastor la figura más representativa de su forma de vida. Si uno revisa la Biblia se dará cuenta que Abel tenía un rebaño de ganado menor (Génesis 4:2), de igual forma los patriarcas como Abraham, Isaac, Jacob y sus hijos fueron pastores (Génesis 13:1-6). Jabal, Abraham y los recabitas fueron nómadas; moraban en tiendas y llevaban a sus rebaños y ganados de lugar a lugar para hallar pastos (Génesis 4:20; Jeremías 35:6-10). Otros ricos propietarios de ganaderías y rebaños residían en ciudades, en tanto que sus siervos iban de pasto a pasto con los animales (1Samuel 25:2; Génesis 37:12-17), también David antes de ser rey de Israel fue pastor (1 Samuel 16:11), y en tiempos de Jesús el oficio era muy común a tal punto que fue a unos pastores que cuidaban sus rebaños que se les anuncio que el Mesías había nacido (Lucas 2:8-20). Pareciera que los eventos de este capítulo se realizaron allá por el mes de diciembre, ya que estos se desarrollaron para la fiesta de la dedicación: “Celebrase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno”, (Juan 10:22). Veamos en detalle las enseñanzas que esta alegoría nos ofrece.

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La iglesia es el rebaño del Señor


LA COMPARACIÓN DEL REDIL Y SU IGLESIA


“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es”.
Juan 10:1-2

                La comparación que la alegoría hace del buen pastor, el redil y sus ovejas con la relación que existe entre Cristo y su iglesia es muy hermosa. En este glorioso discurso nuestro Señor hace una doble aseveración: De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. Al leer esta alegoría uno puede comprender que Jesús es el buen pastor y que su iglesia se compara con el rebaño de ovejas. Quizás en toda la historia de la humanidad nadie ha comparado a un grupo de personas u organización con las ovejas. Lo cierto es que nadie quiere compararse con estos animales. Uno ve como los equipos de futbol americano, soccer, baloncesto, volibol o cualquier otro escogen a ciertos animales de la naturaleza como emblema, algunos escogen al águila, al oso, al lobo, al tigre, a la pantera negra, aun al rinoceronte; pero a nadie se le ocurriría escoger a una oveja. Pero ¿por qué? Bueno bastar estudiar su zoología para comprenderlo. Las ovejas son por naturaleza uno de los animales más indefensos en el reino animal, éstas carecen de algún sentido de defensa o habilidades extraordinarias para huir de sus enemigos, no tienen una apariencia intimidante, no tienen colmillos o garras para defenderse y se asustan por cualquier ruido por insignificante que sea y corren asustadas por todas partes, no rugen sino balan y lo único que producen es lana. Son fáciles de atrapar, lo único que se hace es agarrarla de un costado y éstas caen al suelo donde se les trasquila la lana y cuando se ponen viejas se matan y su carne se come. Sin embargo, su sentido del olfato y gusto no es tan mal, pero su fragilidad y poca habilidad para escapar del peligro la hace una presa fácil. Quizás no exista animal más desprotegido en toda la naturaleza que la oveja. Es obvio que no tienen características ofensivas como los depredadores. Un águila tiene su poderosa visión, garras y pico, con fuertes alas para remontarse a los cielos, un rinoceronte es casi ciego; pero su oído esta tan bien desarrollado que cuando percibe un ruido amenazador se enviste con todo su poder, y que decir de los depredadores como el león, el tigre, el oso y los lobos. Los siervos tienen sus grandes cuernos, las gacelas tienen su poderoso olfato y patas veloces que les ayudan a huir a gran velocidad; pero, ¿y las ovejas? Definitivamente las ovejas necesitan de los pastores para que las cuiden ya que son presas fáciles, y que curioso que el Señor compare a su iglesia con las ovejas. 

              Como las ovejas, nosotros los cristianos que somos la iglesia del Señor debemos comprender lo frágil y débiles que somos en este mundo, ya que aunque gocemos de buena salud, buenas condición física y gran energía, no olvidemos que solo basta un pequeño virus para doblegarnos en cama. Cualquier tragedia puede sorprender nuestras vidas y vernos en banca rota o en total incapacidad físicamente. Lo cierto es que este mundo es hostil, y Satanás y sus demonios rondan tratado de devorarnos: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”, (1 Pedro 5:8). Es interesante notar que Pedro comparó al diablo con un león. Al considerar la naturaleza del león podemos llegar a comprender un poco más acerca de la naturaleza y estrategias de este maligno ser. Los leones no atacan al fuerte, sino que atacan al débil, al herido, al ingenuo y al inocente. Mike Taliaferro, en el libro, The lion never sleeps, aporta el siguiente comentario que nos ayuda a comprender su naturaleza: “He visto la manera de cazar de los leones. Se mantienen dentro de un territorio y no persiguen a las manadas migratorias; por el contrario, cazan en áreas específicas. Cuando una manada se traslada a una región cercana a ellos, los leones se aproximan lentamente. Están perfectamente conscientes de la dirección del viento que viene de la manada, para que ésta no los olfatee. No obstante esas precauciones, su confianza en sí mismos es tan grande, que la mayor parte del tiempo no les importa si la manada los descubre o no. Por lo general, el león se lanza hacia la manada sin apresurarse; se acerca con simple trote, para asustar a la manada. Su propósito es ponerla en movimiento. Lo que el león quiere es ver correr a todas sus posibles víctimas. Para el ojo humano, la estampida de la manada no revelaría nada anormal; no así para el agudo ojo del león. Para éste, el platillo elegido se hace muy obvio. El león descubre fácilmente al miembro de la manada que es el más viejo, que está cansado, o lastimado. El más leve cojear o titubear, aunque imperceptible para el ojo humano, el león lo descubre con facilidad. El león asusta a la manada con el único propósito de descubrir a los elementos que son más débiles. Una vez que determina cuál será su víctima, corre hacia ella sin atender en lo más mínimo al resto de la manada hasta atrapar a su presa”. Pedro nos dice que un ser invisible está a la caza de los cristianos con la intención de devorarlos. Satanás y sus demonios constantemente están buscando a los débiles en la fe para atacarlos, buscan aquellas áreas débiles para debilitarnos y hacernos sus presas. Definitivamente si no fuera por la cobertura de Dios estaríamos a merced de estos espíritus malignos, pero ello debemos mantenernos dentro del redil, dentro de su voluntad y confiar plenamente en nuestro Señor.

SUS OVEJAS CONOCEN SU VOZ


“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Más el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Más al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Juan 1:1-5

              Los rebaños solían guardarse en la noche en rediles y cada pastor llevaba su rebaño y entraban allí, solo un portero se quedaba a custodiar la puerta durante toda la noche y no le abría la puerta a nadie que no fuese el pastor. Por las noches algunos ladrones se saltaban los rediles con el propósito de robar sin ser descubiertos, y por eso dice el Señor que el ladrón nunca entra por la puerta del redil, sino que es un salteador. Satanás jamás entrara por la puerta correcta, sino encubiertamente intentara influir en nuestras vidas, pero Jesús no trabaja encubiertamente, sino se presenta en la vida de los seres humanos como el Ser divino que es, como el Salvador y le hace una invitación a todo ser humano para que lo deje entrar en su vida: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”, (Apocalipsis 3:20). Ahora bien, aquí hay un detalle importante en cuanto a cómo identifican las ovejas a su pastor: A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Sus ovejas reconocen su voz y su pastor las conoce por nombre y estas le siguen. Se cuenta que  en Palestina las ovejas han llegado a reconocer el timbre de la voz de su pastor, sus cantos o silbidos les son familiares y ante su timbre responden. Cuando un pastor llega al redil el portero le abre e inmediatamente el pastor grita: ¡Adelante!, y todas sus ovejas se levante de entre medio de muchas más y le siguen, porque reconocieron el timbre de su voz, solamente las suyas propias lo hacen, las otras permaneces echadas e indiferentes ya que reconocen que no es la voz de su pastor. Que hermosa comparación con nuestra capacidad de reconocer la voz de nuestro Señor. Solamente aquellos que hemos nacido de nuevo reconocemos la voz de nuestro Dios, ya sea hablando a nuestro corazón o a través de las circunstancias o la misma palabra de Dios, el Señor nos habla y nosotros entendemos eso y sabemos que tenemos que poner atención y obedecer lo que nos dice. En el mundo hay muchas voces, muchas religiones que enseñan tantas cosas, muchos líderes religiosos o filósofos que influyen en la conducta y vida de las personas de este mundo, pero nosotros los cristianos debemos ser capaces de reconocer su voz y esto solo puede ser posible comparándola con la palabra de Dios. La Biblia no solo es la fuente de sabiduría y edificación para el creyente, sino también la guía que tenemos para saber si algo proviene o no de Dios. Juan dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”, (1 Juan 4:1-3). Los espíritus, los milagros y en general toda doctrina o enseñanza debe confrontarse con la sana doctrina ya que si no están en armonía con ella no provienen de Dios. Así como las ovejas solo obedecen a la voz de su pastor y huyen de los extraños, así también nosotros debemos saber reconocer la voz de nuestro Señor, saber si una operación sobrenatural es de Dios o si alguien que habla está de acuerdo a su sana doctrina porque de lo contrario debemos huir de él: Más al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

LAS QUE NO SON SUS OVEJAS NO RECONOCEN SU VOZ


“Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía”.
Juan 10:1-6

               Juan nos dice que esta alegoría fue narrada por Jesús pero algunas personas de las que estaban allí no entendieron: Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Es muy posible que estos hombres que no entendieron fueran los líderes religiosos, y no entendieron porque no eran de sus ovejas. Aquí se cumple esta alegoría porque estos hombres perversos no reconocían la autoridad de Jesús y por tanto no creían en sus palabras; pero aquellos que si eran ovejas de su rebaño reconocían su autoridad y obedecían a su voz. Llegará el día que el Señor regresara y apartara a todas sus ovejas de los cabritos con el fin de que hereden el reino de los cielos: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,  y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo… Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”, (Mateo 25:31-34, 41). Todo nosotros debemos asegurarnos de ser ovejas de su redil porque de lo contrario quedaremos fuera de la vida eterna.


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