“Y
Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío?
Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He
aquí, será tu habitación en grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de
arriba; y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; y sucederá cuando te fortalezcas, que
descargarás su yugo de tu cerviz”.
Génesis 27:38-40
INTRODUCCIÓN
Hoy en día vemos como muchas personas viven
disfrutando de los placeres temporales y vanaglorias que este mundo les ofrece,
sin considerar las promesas y dones de Dios, al contrario, muchos los
desprecian, sin saber que al final de sus días este mundo no les va a dejar
nada bueno. Estos versículos expresan el lloro y lamento de un hombre que
menosprecio los dones de Dios y que al final de su vida no le quedo nada sino
la desgracia y desolación que el mundo deja después de haber vivido para él.
Esaú menosprecio la primogenitura |
I.
UN
HOMBRE QUE NO VALORO LAS PROMESAS DE DIOS.
Esaú fue el hermano mayor y mellizo de Jacob, ambos
hijos de Isaac los cuales nacieron en un familia a la cual se le había dado una
promesa gloriosa, promesa que venía desde su abuelo Abraham: “Cuando se
cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió
el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre
Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue
llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los
dio a luz”, (Génesis 25:24-26). Esaú siempre fue el tipo de hombre
que amo más al mundo que las promesas de Dios. La Biblia nos enseña que era un
hombre que vivía solo fuera de su casa, que amaba cazar y comer de sus presas: “Y crecieron los
niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón
quieto, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza;
mas Rebeca amaba a Jacob”, (Génesis 25:27-28). Esaú era un hombre que solo vivía el momento,
impulsivo y no valoraba las promesas de Dios, ya que como primogénito le tocaba
una doble herencia y la promesa de ser una grande nación dada a su abuelo
Abraham; pero la desprecio cuando la vendió por un plato de guiso de lentejas: “Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del
campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego
que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue
llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu
primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues,
me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró,
y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado
de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció
Esaú la primogenitura”, (Génesis 25:29-34). Cuantas personas son
como Esaú que no valoran el llamado que Dios hace a sus vidas y desprecian la
herencia espiritual que les tiene preparado, aman más el mundo y las cosas que
hay en él, viven como si esta vida lo fuera todo sin considerar ni un solo
momento su eternidad. Esaú desprecio las promesas de Dios y esto le costó caro,
así como le costara a todos aquellos que vivan para su carne y el mundo.
II.
LO
QUE NOS DEJA EL MUNDO DESPUÉS QUE HEMOS DESPRECIADO LAS COSAS ESPIRITUALES.
Aunque Dios ya había decidido bendecir al menor, Jacob
su hermano decidió disfrazarse como Esaú un día que Isaac su padre le pidió que
fuera y cazara algo, que le diera de comer de su caza y después lo bendeciría. Así
Jacob se disfrazó como su hermano Esaú y les engaño de tal forma que Isaac oro
por él dándole toda la bendición del primogénito. Cuando Esaú llego a donde
estaba su padre era demasiado tarde porque ya no tenía más bendición que darle,
y por ello lloró: Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre
mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró.
Esto es lo que pasa cuando amamos más las cosas de este mundo, perdemos la bendición
de Dios, y lo triste es que el mundo solo nos ofrece cosas malas. Isaac le dijo
que ya no había mas bendición, a cambio le esperaba lo siguiente: Entonces Isaac su
padre habló y le dijo: He aquí, será tu habitación en grosuras de la tierra, y
del rocío de los cielos de arriba; y por tu espada vivirás, y a tu hermano
servirás; y sucederá cuando te
fortalezcas, que descargarás su yugo de tu cerviz. La Nueva Versión
Internacional de la Biblia traducen estos versículos de una forma más comprensible:
“Entonces su
padre le dijo: «Vivirás lejos de las riquezas de la tierra, lejos del rocío que
cae del cielo. Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero
cuando te impacientes, te librarás de su opresión»”, (Génesis 27:39-40).
Así de triste fue la vida de Esaú, porque desprecio las cosas que Dios ofrecía
y amo más al mundo, y aunque reconoció su error fue demasiado tarde para
arrepentirse: “Mirad
bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna
raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que
haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su
primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición,
fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró
con lágrimas”, (Hebreos 12:15-17).
III.
LO
QUE DIOS OTORGA A AQUELLOS QUE LE BUSCAN.
Aunque Jacob cometió muchos errores, y Dios trato con
él, al final este que amo las cosas espirituales fue bendecido en gran manera y
se le dio grandes promesas: “Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus
vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del
campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las
grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, y
naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen ante ti los
hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te
bendijeren”, (Génesis 27:27-29). Aquí tenemos un gran contraste
entre lo que Dios nos ofrece y lo que deja el mundo a aquellos que desprecian
dos dones, por ello Juan nos amonesta a no amar este mundo: “No améis al mundo,
ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre
no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre”, (1 Juan 2:15-17).
CONCLUSIÓN.
La viva de Jacob y Esaú nos ofrece un buen contraste
entre lo que Dios otorga a aquellos que le aman y le busca; y aquellos que
menosprecian sus dones y aman más las cosas de este mundo. Esaú fue una persona
que menosprecio las bendiciones de Dios y que vendió su primogenitura por un
plato de guiso de lentejas, por ello cuando fue y busco a su padre para que
orara por él, ya no habían más bendiciones y lo único que le quedaba era el ser
el siervo de su hermano, la tierra no le daría todo su fruto y tendría que
luchar con su espada para vivir. Esto es lo que deja el mundo a aquellos que
desprecian a Dios y sus promesas.
hola, creo que me pasó como esaú, crecí en una familia cristiana pero nunca me importó mucho Dios, ahora quiero volver a el pero me siento como esaú, tengo remedio? Dios no recibe al hijo pródigo?
ResponderBorrarDios lo bendiga
BorrarLa.Biblia dice que Dios no resiste a un corazón comtricto y humillado
Y si Ud de corazón reconoce su pecado, se arrepiente de corazón y su vuelve a Dios, Dios lo acepta y restaura