“A quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los
tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de
sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. Porque Moisés dijo a los
padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos,
como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga
a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. Y todos los profetas desde
Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.
Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros
padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de
la tierra. A vosotros, primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo
envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad”.
Hechos 3:21-26
INTRODUCCIÓN
Con estos versículos
estamos finalizando un capítulos más de este maravilloso libro histórico que
tenemos en el Nuevo Testamento y que nos narra la historia del comienzo de la
iglesia, Hechos 3 finaliza con las ultimas palabras del segundo sermón del
apóstol Pedro que tenemos registrado en las Sagradas Escrituras. Prácticamente
podemos observar la estructura de los primeros mensajes que la iglesia
cristiana dio en sus primeros días, donde presentaban la crucifixión de Cristo
como un acto injusto, la resurrección del mismo y las profecías anunciadas en
las Escritura que se habían y estaban cumpliendo en ese preciso momento. El apóstol,
después de haber presentado sus argumentos en cuanto al poder de Cristo que
había operado en la sanidad del paralitico, su testimonio de la crucifixión y
resurrección de Cristo, ahora pasa a declararles las profecías que confirman
todos estos hechos maravillosos.
Jesucristo fue anunciado por los profetas |
EL TIEMPO DE LA RESTAURACIÓN DE TODAS LAS COSAS
“A quien de cierto
es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas
las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde
tiempo antiguo”.
Hechos 3:21
Pedro les aclara a los
judíos de su tiempo que este Cristo al cual les predicaba había sido
recibido arriba en el cielo después de su resurrección: A quien de cierto es necesario que el cielo reciba…
De esto, Pedro había sido un testigo de todo: “Y
aconteció que, bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al
cielo”, (Lucas 24:51). Hoy en día sabemos que Jesús está en el
cielo, se ha sentado a la diestra del Padre dándosele toda potestad sobre todas
las cosas: “quien habiendo subido al cielo está a la
diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades”,
(1 Pedro 3:22). Ahora, ¿Por cuánto tiempo estará en el cielo? ¿Cuándo regresará
de nuevo a la tierra? Pedro nos da estas respuestas: … hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló
Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
La teología del Antiguo Testamento afirmaba que el reino de Israel seria
restaurado y aunque lo limitaban únicamente a Israel, con el tiempo la iglesia
entendería que el reino de Dios seria reestablecido en todo el mundo: “En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y
cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo
pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el
resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto. He aquí
vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador
de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos
los collados se derretirán. Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y
edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y
beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues
los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo
les di, ha dicho Jehová Dios tuyo”, (Amos 9:11-15). Hoy en día
teniendo el Canon de las Sagradas Escrituras completo y con la ayuda del
Espíritu Santo entendemos que en su segunda venido el Señor restaurará su
reino en esta tierra por 1, 000 años y luego hará nuevas todas las cosas:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el
primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más… Y me
llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa
de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios”, (Apocalipsis 21:1,
10).
LOS TESTIGOS DE CRISTO
“Porque Moisés
dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros
hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma
que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. Y todos los profetas
desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días”.
Hechos 3:22-24
Hasta el momento hemos
estado estudiando el sermón que Pedro les compartió a los judíos de su tiempo.
Prácticamente se basó en tres testimonios que daban fe de sus palabras.
Primero, la señal de la sanidad divina operada en el paralitico por medio
de la fe en Jesús: “Y por la fe en su nombre,
a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que
es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”, (Hechos 3:16). Segundo, al anunciarles la muerte y
resurrección de Cristo, los apóstoles se ponen como testigos de todas
estas cosas acontecidas: “y matasteis al
Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual
nosotros somos testigos”, (Hechos 3.15). ahora, les presenta el
tercer testigo, los profetas del Antiguo Testamento. El primero
de los profetas que presenta es a Moisés, el más grande y respetable legislador
de Israel: Porque Moisés dijo a los padres: El Señor
vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él
oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel
profeta, será desarraigada del pueblo. En estos versículos Pedro les
recuerda las palabras dichas por Moisés en el Pentateuco: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te
levantará Jehová tu Dios; a él oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová
tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de
Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me
dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta les levantaré de en medio
de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará
todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare
en mi nombre, yo le pediré cuenta”, (Deuteronomio 18:15-19). Este
profeta que Moisés prometió que Dios les levantaría es Jesucristo, el cual,
como Moisés, les compartiría la palabra de Dios, sin embargo, esto no significa
que Moisés y Jesús sean iguales, ya que Jesús es superior a todos: “Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno
éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo… Y Moisés a la verdad
fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba
a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si
retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”,
(Hebreos 3:3, 5-6). En segundo lugar, coloca el testimonio de todos los
profetas desde Samuel: los profetas desde Samuel en
adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.
Desde Samuel, Pedro dice que los profetas anunciaron proféticamente la venida
de Cristo, vasta leer algunos de ellos para darnos cuenta que las Escrituras
realmente lo testificaban. Por tanto, las mismas Escrituras profetizaban a
Cristo, el Mesías, el cual es el que restaurara todas las cosas comenzando con
nuestras vidas ya que al arrepentirnos de nuestros pecados inicia la obra de
regeneración donde el Espíritu Santo nos ayuda en tal fin.
LA SIMIENTE EN LA CUAL SERIAN BENDITAS TODAS LAS NACIONES
“Vosotros sois los hijos
de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a
Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A
vosotros, primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que
os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad”.
Hechos 3:25-26
Finalmente, tenemos las
ultimas palabras de Pedro citando otra parte de las Escrituras que confirman a
Jesús como Cristo: Vosotros sois los hijos de los
profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres. Los judíos a
los cuales Pedro dirigía sus palabras eran descendientes de aquellos profetas
que anunciaron al Mesías, profecías que se encuentran en la ley de Moisés, los profetas
y los Salmos, estos eran herederos del pacto que Dios había hecho con su antepasado
Abraham al cual se le dijo: En tu simiente serán
benditas todas las familias de la tierra. Aquí tenemos otra profecía
mesiánica sorprendente que mira a la redención de todo el mundo y que encontramos
en el libro de Génesis: “En tu simiente serán
benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”,
(Génesis 22:18). La palabra simiente que aparece en el libro de Génesis se
traduce del hebreo zéra (זֶרַע), que
literalmente significa semilla, pero en este contexto hace referencia a un
descendiente, de igual forma, en el griego, la palabra que se traduce como
simiente en Hechos 3:25 es spérma (σπέρμα),
la cual, literalmente, hace referencia a un descendiente. ¿Pero quién es
este descendiente en el cual serian benditas todas las naciones de la tierra? ¿Es
Isaac? ¿O algunos de los 12 patriarcas? Definitivamente no. Aquella simiente de
Abraham en la cual serian benditas todas las naciones de la tierra es
nuestro Señor Jesucristo, ya que por medio de Él el Padre proveyó el
medio a través del cual la humanidad pudiese alcanzar la salvación de sus almas:
“Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de
David, hijo de Abraham”, (Mateo 1:1). Con estas palabras la
misericordia de Dios se extiende no solo a la nación de Israel, sino a toda la
humanidad, de tal forma que podemos ver que aun desde tiempos muy antiguos, el
deseo de Dios siempre fue atraer hacia si a todas las naciones de la tierra, lamentablemente
solo aquellos que crean en sus promesas lo alcanzaran: A vosotros, primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo,
lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
Primeramente este mensaje de salvación era para los judíos que fueron los
primeros en escucharlo, todo con el fin de que creyendo se arrepintieran de sus
pecados, pero ahora esta promesa se ha extendido más allá de las fronteras de
Israel y por medio de la fe en Cristo podemos encontrar la vida eterna.
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