“En cuanto a las cosas de que
me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las
fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio
marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer
con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el
marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la
mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo
consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros
en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. Más
esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos
los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la
verdad de un modo, y otro de otro. Digo, pues, a los solteros y a las viudas,
que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia,
cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando”.
1 Corintios 7:1-9
INTRODUCCIÓN
A partir del capítulo 7 de esta carta el Apóstol
inicia su respuestas a preguntas que los mismo corintios le habían hecho por
medio de una carta. Anteriormente había estado tratando una serie de asuntos
reportados por la familia de Cloé que estaban relacionados con la división (1
Corintios 1-4) y la inmoralidad sexual (1 Corintios 5-6); pero ahora trata de
darle continuidad a este problema de inmoralidad sexual relacionándolo con las
preguntas que se le iniciaron en una carta. No conocemos el contenido exacto de
esa carta que la iglesia de Corinto le envió, sin embargo, podemos deducir
algunas cosas ya que el apóstol el claro al presentar la repuesta de sus
inquietudes después de las palabras: En cuanto a las cosas de que me escribisteis.
También aparece la frase “en cuanto a” que
puede hacer referencia a las dudas que los corintios expresaban en su carta y
aparecen en 1 Corintios 7:25; 8:1; 16:1. 1 Corintios 12:1 podría considerarse
también un ejemplo de lo anterior. En este sentido, el capítulo 7 de 1 Corintios
trata en general de los principios básicos que rigen el matrimonio.
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Principios Básicos que Rigen el Matrimonio |
¿ASCETISMO O MATRIMONIO?
“En cuanto a las cosas de que
me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las
fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio
marido”.
1 Corintios 7:1-2
Los
asuntos tratados en los primeros seis capítulos tuvieron que ver con problemas
reportados por los de la casa de Cloé (1:11; véase también 5:1). Ahora, el capitulo 7 tiene 40 versículos los
cuales son respuestas a las preguntas que los corintios le habían escrito a
Pablo, tal y como se observa al inicio del capitulo: “En cuanto a las cosas de que me escribisteis…”, (1 Corintios 1:1). Los corintios tenían la
influencia de la cultura griega y entre ellos había una corriente filosófica
que decía: “el cuerpo es malo, el alma
no”, y de aquí se desprendían las siguientes interpretaciones:
1. Hedonismo: Es la
doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor y
de las angustias, como objetivo o razón de ser de la vida. Yo puedo hacer todo
lo que el cuerpo me pida sin ensuciar mi alma porque de todos modos el cuerpo
es malo.
2. Ascetismo: Es la
doctrina filosófica y religiosa que busca purificar el espíritu por medio de la
negación de los placeres materiales o abstinencia.
En cuanto al ascetismo los corintios pensaban que los que
no se casaban eran más santos que los que estaban casados a tal punto que
llegaron a practicar el celibato. Hoy en día incluso podemos encontrar
religiones que les exigen a sus ministros el no casarse pensando que esto los
hace más santos que los demás. No obstante, contrario a este pensamiento, hay
otros que les exigen a sus ministros estar casado para desempeñar sus
funciones. Lo cierto es que ambos extremos son erróneos, ya que tanto el casado
como el soltero pueden ejercer el ministerio, aunque es cierto que el casado ha
experimentado en carne propia los problemas del matrimonio. En Corinto existía
un culto a la fornicación, existía el templo de la diosa Afrodita ubicado en el
Acrocorinto o acrópolis de Corinto, tuvo a su servicio 1000 sacerdotisas, todas
ellas entregadas a la prostitución. Los corintios creían que mantenerse en el
celibato los haría más santos, pero lo cierto es que muchos al no tener su
propia esposa cedían ante la tentación sexual. Debido a esto, Pablo sabia que
ellos estarían sometidos a grandes tentaciones por lo que les dice que mejor
les era casarse para huir de las fornicaciones y mantener la pureza sexual. El
deseo de Dios es que el sexo sea practicado en los límites del matrimonio y
esto no hace a nadie menos santo que otros, de hecho la palabra de Dios expresa
lo honroso que esto es: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla;
pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios”. (Hebreos
13:4).
DEBERES CONYUGALES
“El marido
cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La
mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco
tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis
el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para
ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no
os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. Más esto digo por vía de
concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen
como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo,
y otro de otro”.
1
Corintios 7:3-7
Pablo establece un principio importante en el matrimonio: Cada quien debe
cumplir con su debe conyugal y ninguno debe negarse al otro, la satisfacción
sexual en el matrimonio no es exclusiva solo del hombre o de la mujer, es de
ambos. Esto nos habla de una igualdad en el matrimonio con respecto a este
aspecto: el deber conyugal. La abstinencia sexual queda prohibida en el
matrimonio, cada uno debe preocuparse por las necesidades de su cónyuge. Pablo
dice que al menos que se vayan a ocupar de la oración se puede negar pero por
mutuo consentimiento y no por mucho tiempo, ya que de lo contrario los fuertes
impulsos sexuales puede arrastrarlo a la fornicaciones. Se esperaría que el
apóstol recomendara de manera exclusiva el matrimonio por su trasfondo judío,
ya que los rabinos consideraban indispensable el matrimonio para un hombre, sin
embargo, les dice que deseara que todos fueren como él, pero si no pueden
contenerse de las tentaciones sexuales, mejor que se casen. Esto lo dice por
medio de concesión, no como un mandato, ya que Jesús no dijo nada respecto a
esto, sin embargo, Pablo auxiliado por el Espíritu Santo, hace uso de su
sabiduría para recomendarles lo mejor. Posiblemente el apóstol creía que estaba
viviendo no los primeros años de la iglesia, sino los últimos, y que el regreso
de Cristo ocurriría en su tiempo de un momento a otro, por lo que consideraba
que era mejor ser un soltero para servirle al Señor sin ningún impedimento, y
esto lo decía de la siguiente manera: “Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero
tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado
tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer”,
(1 Corintios 7:32-33).
Muchos se han preguntado si realmente el apóstol Pablo
fue soltero toda su vida o era viudo. Mucho se ha especulado al respecto, ya
que la Biblia no da muchos indicios para responder satisfactoriamente la
pregunta. Algunos piensan que Pablo estuvo casado antes de su conversión ya que
al ser un fariseo celoso de la ley y tradiciones judías no pudo haber pasado
por alto la gran estima que existía en su tiempo en cuanto a que un hombre, y
más un rabino estuviese casado. Otros
opinan que por la influencia que Pablo tenía sobre los principales ancianos y
sacerdotes de Jerusalén a tal punto que recibió cartas de ellos para perseguir
a los cristianos antes de su conversión, era un miembro del sanedrín y como tal
un requisito era estar casado. Sin embargo, desde su primera aparición no se
menciona que estuviese casado, aunque sus enseñanzas respecto a este tema
reflejan la experiencia y sabiduría de alguien que lo estuvo; pero no podríamos
presentar mayor evidencia contundente que compruebe esto que las suposiciones
anteriores.
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