Introducción al Método de Estudio Bíblico



“Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”.
Salmo 119:18

INTRODUCCIÓN


               La Biblia, después de la salvación, constituye uno de los mayores dones que Dios le ha otorgado a la humanidad ya que ningún libro que haya sido escrito por el hombre puede igualarla. Su lectura no solo nos enriquece, sino también nos proporciona una guía para nuestro diario vivir a lo largo de nuestra peregrinación, increíblemente es el libro más vendido y traducido alrededor del mundo, pero tristemente no es muy leído entre la mayor cantidad de cristianos. Lifeway Research llevó a cabo un estudio en Septiembre del 2012 en el cual se querían plasmar el estado espiritual de los cristianos en Norteamérica y determinar qué porcentaje de ellos leían la Biblia y los resultados arrojaron que el 19% de ellos leen la Biblia todos los días, el 26% de ellos la leen de vez en cuando durante la semana y el 14% una vez a la semana. Si uno indaga las causas por las cuales los cristianos no leen la palabra de Dios puede encontrar varias: no queda tiempo, no entiendo cuando la leo, es muy aburrida, no creo que sea importante, etc. Ahora, es obvio que si ni siquiera lee la Biblia, mucho menos la estudia. No obstante, su lectura y estudio es determinante para nuestro crecimiento espiritual y de allí que los cristianos deben conocer cuáles son los métodos de estudio bíblico  que les pueden ayudar a lograr este fin. El Método de Estudio Bíblico tiene como propósito proporcionar las herramientas y principios necesarios para que el cristiano sea capaz de estudiar, aprender y poner en práctica de manera eficaz las verdades comprendidas en las Sagradas Escrituras. Por tanto, es importante que cada cristiano comprenda la importancia de no solo leer, sino también estudiar la Biblia, no como un requisito religioso, sino como algo demandado por Dios. Veamos a la luz de la palabra de Dios como su estudio ha sido demandado a lo largo de la historia.

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Introducción al Método de Estudio Bíblico

EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO


“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.
Deuteronomio 6:6-9

           Una de las órdenes de Dios hacia Israel fue el estudio y memorización de su palabra para que pasara su conocimiento de generación a generación. Cuando el Señor les daba esta directriz no era algo que tenían que tomar a la ligera, o algo que tenían que practicar en su tiempo libre. ¡No!, era algo tan importante que tenía que practicarse con toda la seriedad del caso a tal punto que sus preceptos divinos quedaran gravados en sus corazones y para ello les pedía que las repitieran a sus descendiente cada vez que tuvieran la oportunidad, ya sea estando en su casa, como yendo por el camino, al acostarse como al levantarse, y de ser posible les pidió que las escribieran en los postes y puertas de sus casas para ayudar a su memorización. Para Dios era tan importante el estudio de su palabra que este mandato era para todo el mundo, para hombres y mujeres, para los niños y ancianos, y aún para los extranjeros, nadie podía ser excluido de tal labor: “Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley”, (Deuteronomio 31:12). Por tanto, para los Israelitas la lectura y estudio de la palabra de Dios era un mandato y para ello constituyo sacerdotes de entre los levitas los cueles eran los responsables de instruir al pueblo en la palabra del Señor pero lamentablemente con el pasar del tiempo fallaron en este fin, aun después del exilio babilónico persistía este pecado entre ellos: “La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos. Más vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos”, (Malaquías 2:6-8). Uno de los hombres responsables de restaurar esta noble función y preservar la misma palabra de Dios fue el sacerdote y escriba Esdras: “Este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado… Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos”,  (Esdras 7:6, 10). Desde entonces el oficio de escriba tomo un nuevo significado ya que no solo se preocupaba por conservar integra la palabra de Dios al realizar copias fidedignas de la misma sino también como versado en ella se dedicaba a explicar su verdadero significado: “Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que habían hecho para ello, y junto a él estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías a su mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam. Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra. Y los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la ley; y el pueblo estaba atento en su lugar. Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura”, (Nehemías 8:4-8). Por todo esto vemos la importancia que el estudio bíblico tuvo en el periodo del Antiguo Testamento, así como vemos la necesidad de maestros para tal fin.

EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS EN EL NUEVO TESTAMENTO


“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.”.
Hechos 2:42


               En el Nuevo Testamento podemos encontrar también que el estudio bíblico desempeñó un papel descollante. Podemos ver como uno de los elementos principales en la vida de la iglesia primitiva era el estudio de la palabra de Dios. En Hechos 2:42 se nos dice que aparte de tener comunión los unos con los otros y de la vida de oración que mantenían, perseveraban en la doctrina de los apóstoles. La instrucción en las doctrinas bíblicas era importante para los primeros creyentes, de hecho forma parte de la gran comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”, (Mateo 28:19-20). Tan importante era la enseñanza bíblica que para los apóstoles constituía junto con la oración el pilar más importante de su ministerio: “En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”, (Hechos 6:1-4). Tanta fue la importancia del estudio bíblico en esta época que todos los evangelios y cartas del Nuevo Testamento que hoy tenemos surgieron en respuesta a herejías, problemas locales y la gran necesidad que la iglesia conociera los principios bíblicos de la palabra de Dios. Por ejemplo Mateo se escribió para demostrar a los judíos que Jesús es el Mesías prometido, Marcos fue dirigido a los romanos y presenta a Jesús como el Siervo, Lucas escribió su evangelio y Hechos de los Apóstoles para instruir a Teófilo mostrando en su evangelio la parte humana de Jesús, Juan presenta a Jesús como Dios con el fin de desmentir las herejías que negaban su divinidad, la cartas de Pablo están llenas de instrucciones y doctrinas para los creyentes, así como el resto de las cartas universales. En general, podemos ver la importancia que la iglesia primitiva le dio a la enseñanza bíblica, misma que nosotros también debemos darle.

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