“E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus
grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no
se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales,
y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la
rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y
se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se
convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les
haría, y no lo hizo”.
Jonás 3:7-10
INTRODUCCIÓN
Nadie en su sano
juicio quiere ir al infierno y muchas personas buscan la forma de escapar de
ese terrible juicio. En la actualidad las personas hacen muchos esfuerzos por
escapar del juicio eterno ya sea a través de su religión, o haciendo buenas
obras, o portándose bien, etc. Pero, como podemos estar seguros que escaparemos
del juicio de Dios. La Biblia nos enseña cómo hacerlo y la historia de Jonás nos lo ilustra perfectamente. Jonás fue enviado a Nínive, una ciudad mala cuyo
pecado había llegado a su colmo y el Señor había decidido traer el castigo por
sus maldades, pero todo cambio mostrándonos como escapar del juicio de Dios y
alcanzar su misericordia.
I.
LA REALIDAD DEL JUICIO
DIVINO POR CAUSA DEL PECADO.
“Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y
predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida”.
Jonás 3:4
El relato de Jonás
predicando a Nínive nos enseña la realidad del juicio divino por causa del
pecado. Nínive era la capital de la nación asiria, y estos se habían excedido
en sus pecados por lo que Dios decidió traer sobre ellos el juicio divino. La
Biblia está llena de ejemplos de personas e incluso naciones que por causa de
su maldad han sido sometidas a los juicios de Dios y por tal motivo la Dios nos
recuerda que cada uno será responsable de su pecado y pagara por ello: “El alma que pecare,
esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el
pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío
será sobre él”, (Ezequiel 18:20). Por esta causa Nínive estaba
condenada al juicio de Dios y por ello el profeta Jonás la recorrió diciendo: De aquí a cuarenta
días Nínive será destruida.
II.
NADIE PUEDE ESCAPAR DE
LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO.
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la
carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna”.
Gálatas 6:7-8
Las
Sagradas Escrituras son claras al advertirle al hombre que jamás podrá escapar
del juicio divino. Hay personas que se equivocan al creer que Dios jamás los
juzgara por tener tiempo en el pecado y no haber recibido ningún castigo por
ello, pero lo cierto es que no escaparan de las consecuencias del pecado y
tarde o temprano los alcanzaran: “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra,
el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el
mal. Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo
también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su
presencia; y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que
son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios”,
(Eclesiastés 8:11-13). En la Biblia vemos muchos ejemplos de este principio.
Por ejemplo vemos el caso de los hijos del sacerdote Eli que pasaron más de 30
años pecando en el templo de Dios robándose las ofrendas y acostándose con las
mujeres del templo hasta que creció Samuel y recibieron la paga su pecado (1
Samuel 2-3). También vemos el caso del rey Acab el cual fue amonestado por su
pecado varias ocasiones y jamás cambio y un día queriendo engañar a Dios se
disfrazó como uno de sus soldados para que no lo identificaran como el rey en
el campo de batalla pero un soldado del ejército contrario lo alcanzo con una
flecha lanzada a la ventura: “Y un hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de
Israel por entre las junturas de la armadura, por lo que dijo él a su cochero:
Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido. Pero la batalla había arreciado
aquel día, y el rey estuvo en su carro delante de los sirios, y a la tarde
murió; y la sangre de la herida corría por el fondo del carro”, (2
Reyes 22:34-35). Sansón también pensó que su astucia siempre lo salvaría de las
situaciones de riesgo en las cuales se metía por causa de su pecado: “Y le dijo: ¡Sansón,
los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez
saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había
apartado de él. Más los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le
llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel”,
(Jueces 16:20-21). Aun el mismo Salomón con toda su sabiduría no pudo escapar
de las consecuencias de sus pecados: “¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas
naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto
por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras”, (Nehemías 13:26). Por tanto, no hay nadie que pueda
escapar de las consecuencias de su pecado.
III.
LO QUE REALMENTE
APARTA EL JUICIO DE DIOS.
“E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus
grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no
se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales,
y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la
rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y
se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se
convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les
haría, y no lo hizo”.
Entonces, ¿qué es lo
que nos ayuda a escapar del juicio divino? ¿Cómo podemos escapar del castigo
por nuestros pecados? La respuesta es el arrepentimiento. Cuando los habitantes
de Nínive se enteraron de lo que Dios había pensado hacer por causa de sus
pecados se arrepintieron delante de Él, y se humillaron pidiendo misericordia y
Dios los perdono. La única forma de apartar el juicio de Dios es arrepintiéndonos
de todos nuestros pecados. El arrepentimiento va más allá de un simple remordimiento
o un par de lágrimas. Arrepentimiento implica cambio de actitud, de
pensamientos y sentimientos, es darle la espalda al pecado y correr humillado a
Dios pidiendo perdón por nuestros pecados. Esta gente lo hizo y Dios los
perdono. Nadie que apoyado en su propia justicia y peque escapara del juicio de
Dios, pero el que se arrepiente y se aparte de él alcanzara la misericordia y
vida eterna.
“Más el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y
guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de
cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán
recordadas; en su justicia que hizo vivirá. ¿Quiero yo la muerte del impío? dice
Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? Más si el justo se
apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las
abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo
le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado
que cometió, por ello morirá”.
Ezequiel 18:21-24
CONCLUSIÓN.
Por tanto, es
importante que el hombre se arrepienta y se aparte de sus pecados, porque ni su
propia justicia, ni su religión y no su astucia lo librara de las consecuencias
de su pecado, solo el humillarse delante de Cristo y confesar sus pecados: “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad”, (1 Juan 1:9).
Me gustaría un comentario si comparamos el arrepentimiento de Nínive con el no arrepentimiento de los filisteos cuando tomaron el Arca del Pacto como trofeo de guerra y le atribuyeron la victoria a sus dioses tales como sus ídolos Dagón y Baal-zebub. Los filisteos vieron la mano dura de Dios y las consecuencias de su pecado cuando se llenaron de tumores. Pero a pesar de eso no buscaron humillarse y arrepentirse ante el Dios de Israel. ¿Era necesario que Dios hubiera enviado un profeta como Jonás que les hablara directamente tal como a los habitantes de Nínive para que surgiera el mismo efecto de arrepentimiento? O por el contrario por la evidencia de los juicios de Dios en las ciudades de Asdod, Gat y Ecrón ¿era más que suficiente para que en ellos se produjera el arrepentimiento?
ResponderBorrardios es lo mejor que me paso dios es bueno con todos el murió por nuestros pecados y aun así aun q jugamos con el y lo maldecimos el nos da un planeta aire todo gratis te imaginas si el fuera como nosotros de sentido ya nos hubiera matado pero dice su palabra te fe como un grano de mostaza de mi parte les recdomiendo q busquen a dios el es el único q puede salvarnos si adoran los santos se iran al infierno la verdad ami no me importa pero el infierno no es bonito eso creo por eso esta la biblia ahí esta la verdad hemos hechos cosas peores q adorar santos creen q dios no estaria mejor y feliz q cumplamos sus mandamientos solo piénsenlo tal ves nos podria ir mejor tal ,ves si pudriamos verlo un dia aun estando vivos { vivir en armonia inmortales con papa dios
ResponderBorrarLUIS ENRIQUE GUZMAN VARA STM
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