Creciendo espiritualmente (1 Pedro 2:1-3)


 

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor”.

1 Pedro 2:1-3

 

INTRODUCCIÓN


Para el apóstol Pedro había cosas muy importantes que sus lectores debían saber una vez se operara en ellos el milagro del nuevo nacimiento, esto era la importancia de tener un buen testimonio, el producir un fruto agradable delante del Señor y el tema del crecimiento espiritual. Hasta el momento el apóstol les ha explicado la importancia de mantener un buen testimonio a través de reflejar ciertas características que definen a los verdaderos hijos de Dios, también ha insistido en la importancia de mantener la comunión en la iglesia a través del amor fraternal, ahora, nos hablara de como el hijo de Dios debe crecer espiritualmente.

 

creciendo-espiritualmente
Creciendo espiritualmente


UNA EXHORTACIÓN PARA CRECER ESPIRITUALMENTE


En el Nuevo Testamento se nos enseña la importancia del crecimiento espiritual, ¿pero a qué se refiere el crecimiento espiritual? Podemos decir que el crecimiento espiritual está relacionado con nuestro nivel de madurez y la medida del conocimiento de Dios y su palabra que dicta nuestro comportamiento. En estos tres versículos el apóstol Pedro nos enseña cómo un cristiano debe dar pasos a su crecimiento espiritual el cual se evidencia directamente con su comportamiento, convicciones y vida práctica en general.

 

El crecimiento espiritual se evidencia a través de un buen comportamiento.

 

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones…”

1 Pedro 2:1

 

En primer lugar, podríamos decir que el crecimiento espiritual nos lleva a tener un buen comportamiento con nuestros semejantes. Hoy en día vivimos en un mundo rodeado de personas influenciadas por la maldad, esta maldad provoca que los corazones de algunas personas sean malvada, hipócritas, injustas, envidiosas, traidoras y un sinfín de malas características que los distinguen. Sin embargo, los cristianos no podemos permitir que nuestra conducta este influenciada por las obras de la carne, por ello Pedro les dice a sus lectores: Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones. El primer paso a la madurez espiritual es desechar todo lo malo, de hecho, la palabra que Pedro usa y se traduce como, “desechando”, es apotízemi (ἀποτίθημι), que da la idea de poner muy lejos algo a tal punto que se pierda de vista. En este sentido, como creyentes debemos abandonar para siempre actitudes pecaminosas que antes de conocer a Cristo practicábamos. En este versículo Pedro nos presenta algunas obras malas, como malicia, la cual se traduce del griego kakía (κακία), la cual denota a una persona mal intencionada y malvada. Los cristianos en ningún momento debemos tener un corazón malicioso, incapaz de ardid males en contra de nuestro prójimo. Además, pide que los creyente abandonemos todo engaño, hipocresía, que es fingir ser otro persona que no se es, dejar toda envidia y detracciones. La palabra griega que se traduce como detracciones es katalalía (καταλαλία), la cual se puede traducir también como murmuraciones, difamación o decir toda clase de comentarios hirientes. En este sentido, el crecimiento espiritual nos ayuda a abandonar las malas actitudes y reemplazarlas por buenos hábitos y las mejores virtudes para que nuestras relaciones sociales sean agradables y de bendición para las personas que nos conozcan.

 

Para que las viejas costumbres sean abandonadas totalmente deben ser reemplazadas por otras, de lo contrario volveremos a caer en las mismas costumbres, por ello Pedro les ha pedido a sus lectores que abandonen las viejas costumbres pecaminosas porque han de ser sustituidas por las grandes virtudes y hábitos santos: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”, (1 Pedro 1:22). En general, como cristianos debemos abandonar nuestra vieja vida y enfocarnos en todo aquello que contribuya a nuestro crecimiento espiritual, así las nuevas costumbres piadosas van sustituyendo a las viejas y viciadas.

 

El crecimiento espiritual está directamente relacionado con el conocimiento de la palabra de Dios.

 

“… desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”.

1 Pedro 2:2

 

Una realidad importante de la cual debemos estar conscientes es que nuestro crecimiento espiritual está directamente relacionado con el aprendizaje y aplicación de la palabra de Dios, no solo mero conocimiento, sino aprender los principios bíblicos para adquirir sabiduría y prudencia, ponerla por obra y permitir que esta nos transforme con la ayuda del Espíritu Santo. Por ello Pedro les pide a los creyentes que deseen conocer la palabra de Dios, así como un niño recién nacido desee la leche materna: desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación. Ciertamente el espíritu necesita ser alimentado, porque de lo contrario nuestra naturaleza pecaminosa nos controlara. Recordemos que, aunque seamos cristianos aun tenemos dos naturalezas, la espiritual y la carnal, y es aquella a la cual alimentemos más la que prevalecerá en nuestro ser. Así como un niño necesita la leche materna para nutrirse, así el creyente en Cristo necesita alimentarse con la palabra de Dios, sin ella, el cristiano está espiritualmente desnutrido y su conducta será inmadura y carnal, ya que no ha permitido que los principios bíblicos transformen su vida: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía”, (1 Corintios 3:1-2). Es increíble la importancia que los autores del Nuevo Testamento le dan a estudio de la palabra de Dios, definitivamente esta, como la leche o los alimentos, nutre nuestra parte espiritual, a parte de la sabiduría y proceso de transformación que se obra en nosotros: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”, (Romanos 12:2). Esta transformación se realiza por medio de la palabra de Dios y la acción del Espíritu Santo, el cual ilumina nuestra mente para comprender y llevar a la practica las verdades del evangelio, adquiriendo sabiduría y progresando en nuestra vida espiritual, camino a la vida eterna. Al principio debemos aprender los temas básicos de la fe cristiana, tener un estudio devocional de la Biblia, luego, nuestro estudio de las Escrituras puede ir progresando y descubriendo los grandes tesoros inagotables del conocimiento de Dios que se encuentran en la Biblia, pero para esto necesitamos perseverar a lo largo de toda nuestra vida en su estudio, de lo contrario seremos como los que fueron amonestados por su descuido y poco progreso en el estudio de la Biblia: “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”, (Hebreos 5:12-14).


GUSTANDO DE SU BENIGNIDAD


“… si es que habéis gustado la benignidad del Señor”.

1 Pedro 2:3

 

Ahora, todo esto de abandonar nuestra vieja vida y costumbres pecaminosas y ser transformados por medio de su palabra y el poder del Espíritu Santo es posible si realmente hemos gustado de la salvación que Dios nos otorga en su infinita bondad, por ello Pedro dice: si es que habéis gustado la benignidad del Señor. Nadie que no haya experimentado un verdadero arrepentimiento de sus pecados y haya nacido de nuevo puede hacer todo esto que Pedro dice, aunque el hombre se esfuerce por ser moralmente bueno, solo en Cristo puede encontrar la verdadera transformación de su ser para vida eterna y así gustar de la benignidad del Señor. 



No hay comentarios.:

Publicar un comentario