El primer mártir de la iglesia (Hechos 7:54-60)


 

“Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió”.

Hechos 7:54-60

INTRODUCCIÓN

 

Con estos últimos versículos el capítulo 7 del libro de Hechos de los Apóstoles llega a su fin, a lo largo de este capítulo hemos visto cómo Esteban ha presentado una impactante defensa ante las falsas acusaciones que aquellos judíos habían hecho delante del sanedrín. La defensa de Esteban ha girado alrededor del relato de la misma historia del pueblo de Israel, desde sus mismos patriarcas hasta los tiempos de la monarquía, demostrando que el problema histórico de Israel a sido su desobediencia a la palabra de Dios y la negación de aceptar a los profetas que Dios les envió. Ahora, el juicio que le están realizando a Esteba terminará repentina y violentamente, lo cual conducirá a la muerte de Esteban en manos de estos malvados hombres.

 

Esteban-primer-mártir
El primer mártir de la iglesia

LA REACCIÓN DE LOS JUDÍOS QUE ESCUCHARON A ESTEBAN

 

“Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él”.

Hechos 7:54

 

Es triste ver la reacción que estos hombres tuvieron al ver que no podían resistir la sabiduría y autoridad con la cual Esteban presentaba sus argumentos. Recordemos que estos judíos religiosos habían llevado a Esteban hasta el sanedrín con el fin de acusarlo a través de falso testimonio: “Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley”, (Hechos 6:13), sin embargo, el respaldo de Dios siempre estuvo de parte de Esteban y esto fue evidente delante de aquellos hombres: “Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel”, (Hechos 6:15). Tanta fue la sabiduría con la cual Esteban presento sus argumentos que aquellos hombres no lograron resistirlo y de ser los acusadores, las palabras de Esteban terminaron acusándolos, ya que, como sus antepasados, habían caído en el mismo error, al perseguir a los santos hombres de Dios y crucificar a Jesucristo, el ungido de Dios, por ello, se llenaron de rabia y no pudieron ocultar su terrible enojo: Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. A lo largo de la historia humana esto se ha repetido una y otra vez, los justos han sufrido persecución por causa de la verdad y hombres malvados que no han soportado la proclamación de la verdad han actuado en contra de ellos, así lo podemos ver en las Escrituras, por ejemplo, tenemos a Zacarias, hijo del sacerdote Joiada, quien fue apedreado por proclamar la palabra de Dios: “Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada; y puesto en pie, donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por haber dejado a Jehová, él también os abandonará. Pero ellos hicieron conspiración contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta matarlo, en el patio de la casa de Jehová”, (2 Crónicas 24:20-21). El rey Acab también echo a la cárcel a un profeta por no soportar que le dijeran la verdad: “El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías hijo de Imla; más yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y Josafat dijo: No hable el rey así”, (1 Reyes 22:8). El mismo Señor Jesús sufrió el martirio por causa de la justicia y ahora estos hombres se enfurecían desmedidamente al ver que eran incapaces de contradecir la verdad que salía de la boca de Esteban.

 

El mundo siempre ha presentado oposición ante la verdad, los religiosos de los tiempos de Jesús quisieron callarlo, pero no pudieron: “Sucedió un día, que, enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos, y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad?”, (Lucas 20:1-2). Sin embargo, jamás pudieron resistir la sabiduría con la cual nuestro Señor hablaba. Luego, también amenazaron a los apóstoles de que ya no continuaran con la predicación del evangelio, pero sus esfuerzos no lograron vencer la sabiduría con la cual resistían sus duras palabras: “Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”, (Hechos 4:18-20). Y así como estos se opusieron a la proclamación de la verdad, así ha sido desde entonces ya que Satanás no desea que la verdad ilumine la mente de los hombres para que estos se conviertan de sus maldades, desde entonces la persecución se ha dado, hombres malvados se han levantado, enfurecidos porque el evangelio contradice sus creencias religiosas, filosofía o ideologías, sin embargo, si confiamos en Dios y somos fieles a sus principios divinos, el Espíritu Santo nos dará una sabiduría con la cual podremos refutar todo argumento violento y necio.

 

LA GRAN DECLARACIÓN DE ESTEBAN

 

“Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios”.

Hechos 7:55-56

 

Mientras sus acusadores crujían los dientes de odio y frustración, Esteban tuvo una gran visión que le permitió ver la misma gloria de Dios y a Jesús parado a su derecha: Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Lucas es insistente al hacernos ver que Esteban estaba lleno del Espíritu Santo, lo cual es un indicativo del respaldo sobrenatural que Dios le había dado a este hombre para no dejarse intimidar ante las amenazas y falsas acusaciones de estos hombres que querían desmentirlo y desvalorar su predicación, pero sus hechos eran indiscutibles. Es interesante considerar un detalle de esta visión ya que vio a Jesús, no sentado a la diestra del Padre, sino, de pie a la diestra del Padre, de allí que algunas versiones de la Biblia lo detallan en la traducción de este versículo: “Y les dijo: «¡Miren, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios!»”, (Hechos 7:56, NTV). En otros pasajes de la Biblia encontramos que se presenta a Jesús sentado a la diestra de Dios, así se lo dijo el mismo Jesús a Caifás cuando fue ente él para ser juzgado: “Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo”, (Mateo 26.64). También, el apóstol Pablo lo dijo en su carta a los Colosenses: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”, (Colosenses 3:1). Sin embargo, aquí no lo vemos sentado, sino de pie, lo cual ha llevado a muchos a creer que Jesús, justo antes que su siervo muera por causa de su fidelidad, se pone de pie para recibirlo en su gloria. Definitivamente Esteban no había reusado dar testimonio acerca de Cristo, a pesar de la oposición y el costo que pudiese significar, Estaban prefería ser martirizado que callar la verdad del evangelio. Muchas personas hoy en día podrían pensar que lo mejor es no complicarse la vida y ser fieles a sus principios cristianos, especialmente cuando se enfrentan a grupos intolerantes a la palabra de Dios que sostienen ideologías totalmente anticristianas, pero nosotros, los cristianos, debemos mantenernos firmes en nuestras convicciones cristianos y el Espíritu Santo nos respaldara para que nuestro testimonio sea respaldado y ninguna ideología prevalezca ante nuestras creencias.

 

ESTEBAN ES MARTIRIZADO

 

“Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo”.

Hechos 7:57-58

 

 

En estos versículos encontramos la muerte de Esteban, convirtiéndolo así en el primer mártir de la iglesia cristiana. Prácticamente el detonante final fueron las últimas palabras de Esteban al afirmar que veía a Jesús de pie a la diestra de Dios: Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Es interesante considerar la reacción de estos hombres, prácticamente ante la incapacidad de no poder contradecir la sabiduría con la cual Esteban presento sus argumentos, estos hombres se taparon los oídos y comenzaron a dar grandes gritos, como diciendo que no querían oírlo más, y en medio de este frenesí, arremetieron en contra de su persona. La palabra mártir se traduce del griego martus (μάρτυς), la cual literalmente se traduce en el Nuevo Testamento como testigo, y en ese sentido, un mártir es una persona que sufre persecución y aun la muerte por el testimonio que da de Cristo. También seria valedero decir que un mártir es una persona que sufre persecución y hasta la muerte por dar testimonio acerca de Cristo. En su significado etimológico podemos entender lo que realmente significa ser un testigo de Cristo, ya que aquel que lleva una vida tranquila, sin mayor esfuerzo o persecución en su vida, debería reflexionar si realmente es un testigo de Cristo, porque si no existe ni un esfuerzo mínimo por hacer su voluntad, menos sufrirá persecución o incluso dará la vida por sus principios.

 

Ahora, notamos que este juicio que estos hombres le iniciaron a Esteban fue totalmente injusto y violo todas las leyes que la misma ley levítica establecía y a la cual estos hombres decían defender. Primero, usaron testigos falsos, algo que la ley prohibía: “No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso”, (Éxodo 23:1). Lo otro es que ni siquiera terminaron el juicio para que los jueces diesen el veredicto, sino se lanzaron enfurecidos a apedrearlo: Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon. De acuerdo a la ley, los testigos tenían que ser los primeros en lanzar las piedras, como testimonio de su responsabilidad al haber acusado a la persona: “Saca al blasfemo fuera del campamento, y todos los que le oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la congregación. Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cualquiera que maldijere a su Dios, llevará su iniquidad. Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera”, (Levítico 24:14-16). De esta manera estos hombres hicieron con Esteban y para que sus túnicas no le estorbaran al momento de tomar las piedras y lanzarlas, se las quitaron y se quedaron con sus túnicas interiores y se las dejaron a los pies de un joven llamado Saulo: “lo arrastraron fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Sus acusadores se quitaron las túnicas y las pusieron a los pies de un joven que se llamaba Saulo”,

(Hechos 7:58, NTV). Finalmente aparece esta persona que en esta parte de la Escritura se le llama Saulo, pero que posteriormente seria conocido como Pablo y tendrá un papel protagónico muy importante en este libro.

 

ESTEBAN LOGRA SER COMO SU MAESTRO

 

“Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió”.

Hechos 7:59-60

 

Es increíble leer la forma de cómo Esteban afronto su martirio, verdaderamente alcanzo su meta suprema, ser fiel a su Maestro hasta la muerte e imitarlo aun en su muerte: Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Sus ultimas palabras nos recuerdan a las palabras que nuestro Señor Jesucristo mencionó cuando estaba en la cruz, solo que el orden esta invertido ya que primero dijo: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…”, (Lucas 23:34), y luego al momento de entregar su alma dijo: “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró”, (Lucas 23:46). Definitivamente Esteban alcanzo la meta suprema, meta de la cual el apóstol Pablo nos habla en su carta a los Filipenses: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús… a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”, (Filipenses 3:8, 10). Esteban logro la meta suprema, vivir siguiendo las enseñanzas de su Maestro, para conocerle e imitarlo en todo, para ser cómo Él y aún fue semejante a Cristo en su muerte, de tal manera de que no le importo lo injusto y violenta que era su muerte comparada a la visión que se le había permitido experimentar, ver los cielos abiertos y la gloria del Dios donde Jesús estaba de pie a la diestra del Padre para darle la bienvenida a la vida eterna. Quiera Dios que todos nosotros logremos terminar nuestra carrera, que vivamos nuestro cristianismo con pasión y fidelidad, que amemos el estudio de su palabra para adquirir el temor de Dios y su increíble sabiduría con la cual las ideologías del mundo no podrán resistirla. De esta manera murió Esteban, convirtiéndose en el primer mártir de la iglesia, su muerte, lejos de ser una desgracia o tragedia, fue un testimonio de fe que lejos de acallar el evangelio lo propago aún más por el resto del mundo tal y como lo veremos en los siguientes capítulos.

 


1 comentario:

  1. Muchas gracias, Hermano Walter y sea Dios derramando su eterna sabiduría y sobretodo aquí vemos el testimonio de Stefanos y como el Dios Padre lo escogió y le dió talentos que los aprovecho para ser un mejor testigo de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo y con la bendición de su Santo Espíritu. Amén.

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