Como
una parte de la Angelología, el estudio de Satanás y sus demonios constituye
una parte muy importante en la Teología. La realidad de la existencia de
Satanás no descansa en historias sensacionalistas, producto de la imaginación
humana. Por el contrario, la Biblia revela su existencia y describe su personalidad:
Génesis 3:1, se presenta en forma de
Serpiente para engañar a Eva; Job 2, pide permiso a Dios para atacar al justo
Job; 1 Crónicas 21:2, tentó a David para que censará al pueblo; Zacarías 3:1
acusa delante de Dios al sacerdote Josué; Isaías 14:12-17, describe como
Satanás, que en el principio se llamaba Lucero, cayó de la posición original
con que Dios lo había creado; Ezequiel 28:11-19, describe la perfección con la
que fue creado y su rebelión. Jesús habla de él 25 veces y el resto de los
autores del Nuevo Testamento hablan acerca de él o de sus demonios. De manera
que en todas partes, la Biblia revela que existe un ser espiritual invisible
que es identificado por al menos 40 títulos entre descriptivos de su
personalidad y nombres propios. Es de importancia crítica que entendamos que el
Satanás del que la Biblia nos habla, está vivo y activo en el mundo, tiene un
plan estratégico que tiene como objetivo destruirnos. El Dr. Dwight Pentecost
nos dice respecto a la importancia de conocer a nuestro enemigo: “Nadie puede ser
victorioso ante el adversario de nuestras almas a menos que conozca a ese
adversario; a menos que comprenda su filosofía, su modo de obrar, su forma de
tentar. Hoy se habla muy poco de Satanás, y en consecuencia muchos que
reconocen su existencia y saben que él es el enemigo de nuestras almas, no se
encuentran en condiciones de hacerle frente. Ignoramos la naturaleza de aquel
que golpea a la puerta de nuestro corazón. Desconocemos lo que las Escrituras
enseñan acerca de su persona y de sus métodos, sus planes, su programa y sus
artificios. En consecuencia, somos vencidos”. Lo único que quiere
Satanás es controlar y destruir a las personas para satisfacer su hambre,
segándolas para evitar que tengan fe en Dios. Su engañoso y tenebroso mundo de
maldad opera bajo un sistema de reglas totalmente diferentes a las de nuestro
misericordioso Dios. Su meta es “robar, matar y destruir” (Juan 10:10 a, NVI).
C. S. Lewis nos dice que debemos evitar en caer en dos errores comunes en
cuanto a este tema: “Con respecto a los demonios, hay dos errores comunes y
opuestos entre sí en los cuales puede caer el ser humano. Un error es negar su
existencia. El otro es creer que existen y tener un interés excesivo y
enfermizo en ellos. Ambos errores son igualmente ventajosos para los demonios”.
Por tanto, nuestro estudio debe estar basado en la evidencia que la Biblia nos
arroja respecto a este ser con el objetivo de conocer su forma de operar y
resistirlo. Finalmente, podemos citar las palabras de Lewis S. Chafer, otro
reconocido teólogo respecto a la importancia de estudiar al enemigo de nuestra
alma: “El que
quiera ser hallado fiel y útil como digno expositor de las Escrituras, y guía
para la humanidad, después de conocer al Trino Dios y los valores positivos de
Su gracia redentora, debiera comprender la verdad acerca del enemigo de Dios,
el cual "como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar"
(1 P.S: 8). Los conflictos y pruebas del cristiano pueden explicarse por tres
realidades -el mundo, la carne y el diablo; pero este último enemigo es el dios
de este mundo, y la naturaleza mala que domina la carne se originó de la
mentira de Satanás en el huerto de Edén, y él mismo es el opositor contra el
creyente no sólo en la esfera de la carne y sangre, sino también en las
actividades de la vida espiritual”.
Ilustración del Diablo de Gustave Coré en la obra poética de John Milton: Lost Paradise. |
El Origen de Satanás
“Vino
a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey
de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la
perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto
de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina,
topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y
oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en
el día de tu creación. Tú, querubín
grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en
medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”.
Ezequiel 28:11-15
¿Es Satanás un
ser creado? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Qué nos enseñan sus diferentes nombres?
¿Están todos los demonios bajo sus órdenes? Estas y otras preguntas pueden
encontrar su correcta respuesta a la luz de la Biblia ya que en la actualidad
su existencia y naturaleza están contaminadas por una serie de creencias
supersticiosas y erradas. De igual forma salta la duda del por qué Dios creo un
ser como éste su sabía que se iba a revelar. Respecto a ello el Dr. J. Dwight
Pentecost dice: “Estas
preguntas asedian a la persona que tropieza con la existencia de nuestro
adversario a la luz de la revelación bíblica de la santidad de Dios. La
filosofía jamás podrá dar una respuesta satisfactoria a estas preguntas. La
única respuesta satisfactoria es la que nos proporciona Dios en su Palabra”.
Solo estudiando las Sagradas Escrituras y con la ayuda del Espíritu Santo
podemos encontrar las respuestas a todas nuestras interrogantes. El profeta
Ezequiel nos ofrece una buena revelación en cuanto a la existencia de este
terrible ser. En Ezequiel 28:11-15 el profeta de parte de Dios envía un mensaje
de juicio contra el rey de Tiro: “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, levanta
endechas sobre el rey de Tiro”, de donde la palabra que se traduce en la RV60 como endecha proviene
del hebreo quiná (קִינָה) la cual sugiere una gran lamentación con golpes de
pecho. Es increíble ver como el libro de Ezequiel ocupa los capítulos 26, 27 y
28 para emitir un juicio contra esta nación enemiga de Dios, mientras que solo
dedica pocos versículos en el capítulo 25 para emitir el juicio sobre las
naciones de Amón, Moab, Edom y los filisteos. Esto nos sugiere que la maldad de
esta nación había excedido en gran manera a todas las demás que el mismo Dios
quiere dejarles muy claro que el quebranto a su orgullo y maldad será grande.
Lewis S. Chafer nos comenta algo parecido: “Antes de este discurso a un "príncipe" y a un
"rey" en Tiro, se hace alusión en el capítulo 25 a cuatro naciones
que son: Amón, Moab, Edom y Filistea; y los mensajes a estos reinos ocupan sólo
diecisiete versículos, mientras el mensaje para Tiro requiere ochenta y tres
versículos. Tal proporción nos parece algo llamativa surgiendo así una
importancia simbólica de aquella sola ciudad. Como Babilonia anteriormente,
Tiro era la ciudad comercial del mundo. Mediante el énfasis ya notado se
insinúa una elevación del ideal mundano de lo que significa éxito. Como en la
actualidad lo que significa éxito es partir al mundo de ultratumba dejando todo
aquí sin llevar nada consigo; mientras que el dejar nada aquí y llevar todo
consigo le parece al mundo un verdadero fracaso. Por lo tanto Tiro llega a ser
un símbolo del amor a las riquezas del mundo”. A lo largo de su
profecía Ezequiel va más allá de los acontecimientos presentes y proféticos, y
a partir del versículo 11 del capítulo 28 retrocede al pasado, posiblemente
antes de la misma creación del hombre, para hacer una comparación con la caída de otro ser que fue creado con gran
perfección: El diablo. No cabe duda que el diablo tenía una influencia maligna
sobre el rey de Tiro, como lo ha tenido y lo sigue teniendo sobre todos los
gobernadores impíos del mundo, y en este caso, la caída del rey de Tiro viene a
ser un tipo de la caída del diablo y su futuro juicio. El Dr. J. Dwight
Pentecost comenta al respecto: “Tiro, una parte de la Siria bíblica al norte, ocupada
por los fenicios, era uno de los principales enemigos de Israel. Pero en los
versículos 11 al 17 el profeta va más allá del verdadero «príncipe de Tiro», el
rey de esa nación, y dirige un mensaje de juicio sobre aquel que controlaba al
«príncipe de Tiro», y a quien se denomina el rey de Tiro. Debiéramos observar
que Satanás obra por intermedio de los hombres. En muchas ocasiones obra por
medio de los gobernantes. Como Satanás deseaba exterminar a Israel para que el
Mesías de Dios no pudiera venir a bendecir la tierra por intermedio de esa
nación, puso a las naciones gentiles en acción contra Israel. Los gentiles al
perseguir y tratar de exterminar a Israel estaban ejecutando la filosofía y el
programa de Satanás sin reconocerlo ni darse cuenta de ello. Y así como el
profeta pronuncia el juicio sobre este enemigo de Israel en los versículos 1 al
10, prosigue para dar un mensaje de juicio sobre quien controla a estos
príncipes gentiles”. Por tanto, estamos en el entendido que estas
palabras cobran un significado que va más allá de cualquier rey o príncipe
humano, se dirigen directamente al príncipe de los demonios, al mismo Satanás.
El profeta nos aclara que Satanás fue un ser creado por el mismo Dios: Tú eras el sello de la perfección, lleno de
sabiduría, y acabado de hermosura. El Señor creo a este ser y lo doto de toda
sabiduría y hermosura a tal punto que lo llama el sello de la perfección. Esto
nos sugiere que no había nada más perfecto en poder, hermosura y sabiduría
entre toda la creación del Todopoderoso que el diablo. Esto contrasta con la
idea mitológica que se tiene de este ser, tal y como lo declara el teólogo Myer
Pearlman: “La
idea de un diablo de horrible apariencia, con cuernos y pezuñas se deriva de la
mitología pagana y no de la Biblia”. Este ser fue puesto en el Edén,
el cual la mayoría de eruditos bíblicos diferencian del Huerto del Edén en el
cual Adán fue puesto. Este Edén era diferente al huerto de Dios en la creación del hombre y la vestidura de este
hermoso ser fue de toda clase de piedras preciosas que reflejaban su hermosura
y se paseaba en medio de piedras de fuego, las cuales algunos creen que hace
referencia a volcanes: En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu
vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro,
carbunclo, esmeralda y oro… en medio de las piedras de fuego te paseabas. Tan hermosa y
perfecta era su creación que Dios permitió que en el día de su creación se
tocaren instrumentos musicales para conmemorar el comienzo de la existencia de
este esplendoroso ser: los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti
en el día de tu creación.
Él fue creado como un querubín protector, lo cual nos
dice que estuvo a la cabeza de todos los ángeles, como el protector principal
de la gloria de Dios: Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de
Dios, allí estuviste.
Lamentablemente esta perfección llego hasta el día que en él se encontró
maldad: Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado,
hasta que se halló en ti maldad. Veamos en qué consistió su pecado.
El Pecado de Satanás
“¡Cómo
caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú
que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo;
en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte
del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las
nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el
Seol, a los lados del abismo”.
Isaías 14:12-15
Ezequiel nos
dice que Dios creo perfecto a este querubín: “… Tú eras el sello de la
perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura”, (Ezequiel 28:12), sin embargo, se encontró maldad en
él: “Perfecto
eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en
ti maldad”, (Ezequiel 28:15). Es en Isaías 14:12-14 que se nos
describe bien en que consistió este pecado. El texto hace referencia a él como
Lucero, hijo de la mañana y en nuestro idioma se le conoce como Lucifer que
viene del latín, formado por las palabras lux
(luz) y ferre (llevar), y
literalmente significa el portador de la
luz. En el original hebreo el termino Lucero se traduce de la palabra jeilél (הֵילֵל) que significa brillante, dándonos así la misma idea. Por tanto, Lucifer
era un querubín tan hermoso que reflejaba una gloria impresionante; pero cual
gloria, la suya propia, en ninguna manera, la gloria de Dios. Los diamantes
figuran entre las piedra más caras alrededor del mundo, pero por si solos no
son tan impresionantes que cuando se ponen detrás de una fuente de luz la cual
provoca que el diamante refleje toda clase de colores llameantes que asombran a
cualquier que lo ve. Pero su belleza es resultado no de una luz propia. De
igual forma, Lucifer brillaba como consecuencia de la gloria de Dios, tal y
como el Dr. J. Dwight Pentecost dice: “Era belleza reflejada. Dios en su santidad era la luz
que hacía que Lucifer irradiara y destellara la gloria que era suya. Podría
decirse que Lucifer era perfecto en hermosura, porque ninguna criatura reflejó
tan plenamente la gloria de Dios”. Isaías nos aclara que este ser
llamado Lucero, hijo de la mañana, cayó del cielo, lo cual nos habla de su
expulsión de la misma presencia de Dios.
Como ya vimos anteriormente, el cielo es la morada de los ángeles y
obviamente el de Dios. Cuando la Biblia habla de los cielos se puede distinguir
al menos tres de ellos. El primer cielo es el que conocemos como la atmosfera
terrestre, donde los pájaros y los demonios se mueven, y Génesis 1:7-8 nos hablan de ellos: “E hizo Dios la
expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de
las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la
expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo”. El
segundo cielo es donde se encuentran ubicados los astros celestes como el sol,
la luna y las estrellas y en ocasiones se le llama la expansión de los cielos: “Dijo luego Dios:
Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y
sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras
en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.”,
(Génesis 1:14-15). Muchos consideran el segundo cielo como la morada principal
de los ángeles. Finalmente, el tercer cielo es el lugar donde Dios habita y
gobierna soberanamente sobre todo el universo: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace
catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo”, (2 Corintios 12:2). El diablo fue arrojado del segundo cielo por
su pecado: ¡Cómo
caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú
que debilitabas a las naciones.
Ahora bien, el pecado de Satanás se puede encontrar en
cinco declaraciones que están en primera persona las cuales describen
perfectamente lo que había en su corazón: Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo
alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte
del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de
las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Veamos
en que consiste cada declaración:
1.
Subiré al cielo. Su principal interés era subir del segundo al tercer
cielo para hacerlo su morada principal. Tal y como lo vemos en las Escrituras
los ángeles tienen acceso al tercer cielo pero no es su morada principal: “Entonces
él dijo: Oye, pues, palabra de Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y
todo el ejército de los cielos estaba junto a él, a su derecha y a su
izquierda”, (1 Reyes 22:19), “Un día vinieron a presentarse delante de
Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás”,
(Job 1:6). El tercer cielo es la morada principal de Dios y el lugar donde
Cristo está sentado a la diestra del Padre sobre todo huésped angelical: “La cual operó en
Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío”
(Efesios 1:20-21). De igual forma el tercer cielo es la morada de todas las
almas de cristianos de todos los tiempos, nuestro Señor Jesús nos prometió que
al partir nos prepararía un lugar para que habitásemos junto a Él: “Y si me fuere y os
preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo
estoy, vosotros también estéis”, (Juan 14:3), y el apóstol Pablo lo
confirmo en una de sus cartas que estuvo en el paraíso el cual estaba ubicado
en el tercer cielo: “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en
el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue
arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o
fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde
oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”, (2
Corintios 12:2-4). El pecado de este querubín estuvo en querer hacer el tercer
cielo el lugar de su morada principal, ahora paradójicamente, Dios nos ha
permitido que nosotros los cristianos al morir partamos al tercer cielo para
vivir junto a Él. Esto debe molestar mucho al diablo.
2.
junto a las estrellas de Dios, levantaré
mi trono. Para poder
comprender un poco mejor esta declaración muchos teólogos afirman que cuando el
diablo hacer referencia a las estrellas de Dios se está refiriendo a los
ángeles. Esta afirmación se basa en algunos textos como Job: “¿O quién puso su
piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban
todos los hijos de Dios?”, (Job 38:6-7). En este pasaje encontramos
un paralelismo sinónimo común en la poesía hebrea donde el texto recalca la
adoración de los ángeles y en la primera
estrofa les llama las estrellas del alba, y en la segunda los hijos de Dios. También
en el libro de Apocalipsis cuando se habla del dragón el cual es Satanás, se
nos dice que en su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo,
los cuales son una figura de los ángeles caídos: “y su cola arrastraba la tercera parte de las
estrellas del cielo…”, (Apocalipsis 12:4). Por ende, una traducción
alternativa de este pasaje podría ser: junto
a los ángeles de Dios, levantaré mi trono. Aunque Satanás era el líder de
todos los ángeles, su corazón se llenó de tanto orgullo que anhelo llegar a
poner su trono en el tercer cielo y desde allí gobernar soberanamente a todos
los ángeles.
3.
y en el monte del testimonio me sentaré. El concepto “el
monte” aparece muchas veces en al Antiguo Testamento. Aparece en Ezequiel
cuando dice que este querubín fue puesto originalmente en el monte de Dios para
fungir como protector: “Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de
Dios, allí estuviste…”,
(Ezequiel 28:14). En Isaías se nos dice que este monte representa el asiento
del gobierno de Dios en esta tierra y su cede estará en Jerusalén: “Lo que vio Isaías
hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los
tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los
montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.
Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la
casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus
sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”,
(Isaías 2:1-3). Y el Salmo 48 nos dice que este monte estará ubicado al norte
de Jerusalén y será el trono del Mesías: “Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, es el monte de
Sion, a los lados del norte, la ciudad del gran Rey”, (Salmo 48:2). Finalmente,
el profeta Daniel compara el gobernó mesiánico que pondrá fin a todos los
reinos de esta tierra con una piedra que destruye la estatua con cabeza de oro,
brazos y pecho de plata, vientre y muslos de bronce, piernas de hierro y pies
de hierro y barro cocido, los cuales desde babilonia representan todos los
reinos humanos: “Entonces
fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y
el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin
que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue
hecha un gran monte que llenó toda la tierra”, (Daniel 2:35). Por lo
tanto, el deseo del diablo al sentarse en el monte del testimonio no era solo
gobernar sobre los ángeles, sino sobre todo el universo completo, desafiando el
señorío de Dios.
4.
a los lados del norte; sobre las alturas de
las nubes subiré. Para
poder comprender esta parte, Lewis S. Chafer nos dice: “de las 150 referencias a nubes en la
Biblia, unas cien a lo menos tienen que ver con la presencia y gloria divina.
Jehová apareció en una nube (Éxodo 16:10); éste fue llamada "nube de
Jehová" (Éxodo 40: 38); cuando Jehová estaba presente la nube llenó la
casa (1 Reyes 8: 10); "Jehová pone las nubes por su carroza" (Salmos
104:3; Isaías. 19:1). Como el Señor Jesús fue al cielo, así vendrá otra vez en
las nubes del cielo (Mateo 24:30; Hechos. 1:9; Apocalipsis 1:7); también los
distintos pueblos de Dios se comparan a nubes (Israel en Isaías 60: 8; y la
Iglesia en 1 Tesalonicenses 8: 17). El "hombre de pecado" que es de
Satanás, se exaltará "sobre todo lo que se llama Dios, o es objeto de
culto'" (2 Tesalonicenses 2:4), y en esto parece que Satanás busca· para
sí algo de la gloria que sólo pertenece a Dios”. En este sentido, el
anhelo de Satanás era obtener la gloria de Dios, sin saber que si alguna gloria
había recibido, esta no le pertenecía, sino que se le había otorgado por parte
de la divinidad.
5.
y seré semejante al Altísimo. Sus últimas palabras nos revelan su perversa
ambición: Querer ser semejante a Dios. El Dr. J. Dwight Pentecost nos explica
un poco más acercar de esta diabólica ambición: “El deseo de Satanás era entrar al trono de
Dios y ocuparlo, ejercer una autoridad absolutamente independiente sobre la
creación angelical, colocar
a la tierra
y a todo
el universo bajo su autoridad, revestirse de la gloria que pertenece
sólo a Dios, y no ser responsable ante nadie”.
Estas cinco
sentencias nos detallan bastante bien el pecado por el cual fue expulsado del
cielo: “¡Cómo
caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú
que debilitabas a las naciones… Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los
lados del abismo. Tanta era su hermosura, sabiduría y perfección que
creyó que lograría ser semejante a Dios y gobernar en el mismo trono de divino
sobre los ángeles y toda la creación, olvidando que también él era un ser
creado con limitaciones. Era el ser más sabio de todos los creados; pero no era
Omnisapiente. Era el querubín más poderoso de todos; pero no era Omnipotente.
Podía volar y desplazarse a cualquier parte que él quisiera; pero no era
Omnipresente. Lamentablemente dejo que su corazón se enfermara y este fue su
gran error que lo condujo a su caída: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste
tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los
reyes te pondré para que miren en ti”, (Ezequiel 28:17).
El Juicio de Satanás
“…
y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”.
Juan 16:11
Nuestro Señor
Jesucristo dijo en cierta ocasión que Satanás ya había sido juzgado por lo que
el día de su castigo ya está determinado. Fue en la cruz del Calvario que
nuestro Señor Jesús derroto a Satanás y su imperio poniéndolos por estrado de
sus pies: “anulando
el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados
y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la
cruz”, (Colosenses 2:14-15) .En Ezequiel se nos dice que su castigo
será por fuego el cual lo consumirá y vendrá a ser espanto a todos aquellos que
lo vean: “Con la
multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu
santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te
puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los
que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás,
y para siempre dejarás de ser”, (Ezequiel 28:18-19). Y También
Isaías nos describe lo terrible que será aquel día para Satanás: “Mas tú derribado
eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los que te
vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la
tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que
asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Todos los reyes de
las naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada; pero tú echado
eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a
espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado”,
(Isaías 14:15-19). Aquel día su esplendor y poder le habrán sido
quitado, y como Ezequiel dice, su cuerpo será como espanto a todos los que le
vean y descenderá al lugar del castigo eterno, donde todos los condenados le
verán y harán burla de él diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que
trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus
ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Finalmente, en
Apocalipsis nos dice que el Lago que arde con fuego y azufre será su morada
final: “Y el
diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban
la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos
de los siglos”, (Apocalipsis 20:10). Myer Pearlman nos comenta
acerca del trágico final del diablo: “La carrera del diablo ha sido ciertamente hacia abajo
Que arrojado del cielo al comienzo; durante la tribulación será arrojado del
cielo a la tierra (Apocalipsis 12:9); durante la tribulación será puesto en el
abismo, preso y después de mil años, será arrojado en el lago de fuego
(Apocalipsis 20:10). De manera entonces que la palabra de Dios nos asegura que
el diablo sufrirá una derrota final”.
Es primera vez que visito esta página pero ha sido de mucha ayuda su exposición. Gracias. Dios le bendiga.
ResponderBorrarEs bien impresionante esta pagina es de mucha ayuda para los que no conocemos quien es nuestro adversario Gracias por sus hermosas enseñanzas que Dios añada bendiciones y mas Sabiduría sobre los maestros que se interesan por nosotros
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