“Pablo, llamado a ser apóstol
de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de
Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser
santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro
Padre y del Señor Jesucristo”.
1 Corintios 1:1-3
INTRODUCCIÓN
1 Corintios es una carta paulina que se
diferencia de las otras trata de una gran gama de temas, como problemas y
conflictos de la iglesia, la inmadurez de los cristianos, el matrimonio, lo
sacrificado a los ídolos, los peligros de la idolatría, los abusos de la cena
del Señor, el atavió de las mujeres en la congregación, la doctrina de los
dones espirituales, la regulación de los mismos en la congregación, la doctrina
del rapto, etc. Es interesante ver como el nombre de Jesucristo o Cristo
aparece no menos de 10 veces en los primeros 10 versículos, lo cual nos sugiere
la estrategia de Pablo para corregir problemas al interior de la Iglesia. Él
sabía que tenía que corregir muchos problemas en una iglesia carnal por lo que
necesitaba el respaldo de Jesucristo en todas sus palabras y acciones. Muchos
quieren solucionar los problemas internos de la iglesia basándose en la
sabiduría humana y o reglamentos, lo cual no es de todo malo, pero nada más
efectivo que el poder de la palabra de Dios y el respaldo de Cristo. Cuando lo
hacemos de esta forma, los corazones de aquellos a quienes pretendemos corregir
son mas sensibles, ya que no son nuestras palabras, sino las de Dios, y así
nuestras palabras puede edificar más que destruir.
El Saludo de un Apóstol |
LA PRESENTACIÓN DE PABLO
“Pablo, llamado a ser apóstol
de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes”.
1 Corintios 1:1
Aquí
encontramos el típico saludo de Pablo. Su costumbre era siempre presentarse con
su propio nombre, seguido de su título de apóstol y aquellos que lo
acompañaban. La palabra apóstol proviene del griego apóstolos (ἀπόστολος), que literalmente
significa uno que es enviado, y en
este sentido Pablo había sido enviado a los gentiles por Cristo a predicar el
mensaje del evangelio: “Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo
me sobrevino un éxtasis… Pero me dijo: Vé, porque yo te enviaré lejos a los
gentiles”, (Hechos 22:17, 21). A excepción de Filipenses, 1 y 2
Tesalonicenses y Filemón, no se identifica como apóstol, pero en las demás
incluyendo 1 Corintios resalta su ministerio, no por voluntad de hombre, sino
la divina: Pablo,
llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios. Durante su ministerio, muchos atacaron el
apostolado de Pablo por lo que tuvo que defenderse en muchas ocasiones. Su
llamamiento era obra del Espíritu Santo: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu
Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”,
(Hechos 13:2). Ya desde los primeros días de su conversión el Señor lo había
apartado para servirle: “El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es
éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los
hijos de Israel”, (Hechos 9:15).Por eso se identificaba como: Pablo, llamado a ser
apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios.
En ocasiones su saludo iba
acompañado por el de sus colaboradores y aquí no encontramos la excepción.
Menciona al hermano Sóstenes. La palabra hermano proviene del griego delfós (ἀδελφός) el
cual denota a Sóstenes como un familiar de la fe cristiana, no como un ministro
como Pablo, sino más bien como un colaborador. En cuanto a la identidad de
Sóstenes no se tiene certeza acerca de ello. Algunos han llegado a identificar
con el principal de la Sinagoga de Corinto, el cual participo en una revuelta
contra Pablo al querer llevarlo delante de Galión el Procónsul de Acaya para
acusarlo; sin embargo, sus acusaciones no fueron escuchadas y la turba violenta
termino golpeando a Sóstenes, uno de los organizadores de esta revuelta: “Entonces todos los
griegos, apoderándose de Sóstenes, principal de la sinagoga, le golpeaban delante
del tribunal; pero a Galión nada se le daba de ello”, (Hechos
18:17). Algunos piensan que después de este incidente, el apóstol fue movido a
misericordia y ayudo a Sóstenes, curando sus heridas y compartiéndole el
mensaje del evangelio ganándolo para Cristo. No obstante, esto solo es una
teoría. Lo cierto es que Sóstenes tuvo que haber sido un creyente destacado en
Corinto para que Pablo lo mencionara en su carta.
UNA CARTA PARA TODOS LOS SANTOS
“… a la iglesia de Dios que
está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con
todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
Señor de ellos y nuestro…”
1 Corintios 1:2
En
primer lugar dirige su carta a los cristianos de Corinto. Aquí utiliza la
palabra iglesia que viene del griego eklessía
(ἐκκλησία), la cual era una
palabra que los cristianos acuñaron para referirse a la congregación de todos
ellos en un lugar determinado, haciendo diferencia a la congregación de los
judíos en una sinagoga o la de los paganos en sus templos idolátricos. El los
llama a los
santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos. La palabra
santo se traduce de la palabra griega jágios
(ἅγιος), la cual, como su
equivalente en hebreo kadésh (קָדַשׁ),
da
el significado de algo que ha sido apartado. Es así como el verdadero
significado de santo es algo que se ha apartado para Dios y es diferente al
mundo. Dios es santo porque su naturaleza es completamente diferente al mundo.
En el Antiguo Testamento los instrumentos del templo y algunos lugares eran
apartados para Dios, por eso se les llamaba santos. En el Nuevo Testamento son
los seres humanos los que son santificados para Dios. Este estado de santo no
es algo que se logra por esfuerzo humano, sino es una posición que el Señor les
otorga al rescatarlos del pecado. Por otro lado la santificación es un proceso
que busca perfeccionar este estado que Dios nos ha dado y es nuestra
responsabilidad su progreso: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas,
limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la
santidad en el temor de Dios”, (2 Corintios 7:1). Esta carta no solo
la dirige a los santos de Corinto, sino a todos aquellos que en cualquier parte
del mundo invoquen a Jesús como Señor, dándole así a la iglesia su carácter
universal: llamados
a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.
UN DESEO APOSTÓLICO
“Gracia y paz a vosotros, de
Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.
1 Corintios 1:3
Aquí
encontramos el saludo apostólico de Pablo: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo”. En este saludo tenemos dos palabras griegas que el cristianismo
acuño desde el primer siglo: Gracias y paz, que vienen del griego Járis (χάρις) y eirene (εἰρήνη)
respectivamente. Este no solo es un simple saludo de cordialidad, sino un
verdadero anhelo y declaración de bendición. Esto nos recuerda a la oración
sacerdotal, la cual los levitas tenían que repetir delante del pueblo para
bendecirlos y declararles la prosperidad y salud de Dios: “Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así
bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te
guarde; Jehová haga resplandecer su
rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y
ponga en ti paz”, (Números 6:23-26). Esta declaración era una
especie de oración que le deseaba lo mejor de parte de Dios al pueblo que la
recibía. De igual forma, el apóstol Pablo les declara a sus lectores los
mejores deseos pidiendo que la gracia y la paz del Señor Jesucristo este sobre
ellos. Otros autores bíblicos como Pedro y Juan utilizaron el mismo tipo de
saludo con algunas variaciones. Cuando Cristo viene a nuestra vida, por medio
de su gracia somos salvos y como consecuencia viene la completa paz a nuestras
vidas. Por eso el orden es primero la gracia, luego viene la paz y esta debe
ser la declaración de bendición que todos deberíamos tener para nuestra familia
en la fe.
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