“¿Con qué
me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él
con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de
carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi
rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te
ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer
justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.
Miqueas 6:6-8
INTRODUCCIÓN
Muchas personas buscan la forma de
como agradar a Dios. Muchos creen que a través de sus sacrificios, penitencias,
ofrendas o el cumplimiento de sus ritos religiosos están agradando al Señor, y
piensan que todo esto es algo que demanda del hombre, pero, ¿qué es lo que Dios
pide del hombre? Miqueas nos lo responde.
I.
LO QUE EL HOMBRE CREE QUE DIOS LE
PIDE.
“¿Con qué
me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él
con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de
carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi
rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?”.
Miqueas le habla a Israel quienes
creían que a través de sus muchos sacrificios y ofrendas lograban ganar el
favor del Señor. Muchas personas buscan agradar a Dios y si es posible ganarse
la vida eterna haciendo muchas cosas como las que Miqueas menciona, algunos
piensan que la mejor manera es a través de muchas ofrendas, otros piensan que
los sacrificios personales y penitencias les hará ganar favor con el Señor,
otros creen que por estar involucrados en las tradiciones de sus religiones les
ayudará ganar la vida eterna, pero realmente, ¿qué es lo que Dios espera del hombre?
II.
LO QUE DIOS LE PIDE AL HOMBRE.
“Oh
hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente
hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.
El profeta Miqueas resume en tres
condiciones lo que Dios demanda del hombre, es decir, lo que éste tiene que
hacer para ganarse su favor y heredar todas sus promesas y hasta la vida
eterna: solamente
hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Solamente esto es necesario, nada más se le necesita agregar a estos tres
requerimientos, veamos uno a uno estas condiciones.
1. Humillarse ante Dios: Arrepentimiento.
El primer paso para acercarse a
Dios es el arrepentimiento de nuestros pecados. Este tema ha estado presente
desde el principio de los tiempos y los profetas como Miqueas solían exhortar
al pueblo al arrepentimiento de sus idolatrías y pecados. De la misma forma, en
el Nuevo Testamento el tema del arrepentimiento no estaba excluido durante la
proclamación del evangelio. Estuvo en labios de Juan el Bautista: “Arrepentíos, porque
el reino de los cielos se ha acercado”, (Mateo 3:1). También lo
predico Jesús en los comienzos de su ministerio: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a
decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”,
(Mateo 4:17). Después de su resurrección les explico a sus discípulos que era
necesario que predicasen el tema del arrepentimiento: “y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde
Jerusalén”, (Lucas 24:47). En su primera predicación, Pedro incluyo
el tema del arrepentimiento: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo”, (Hechos 2:38) y así continuo haciéndolo: “sí que, arrepentíos
y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio”, (Hechos 3:19). Y años
mas tarde en Atenas Pablo continuaba siguiendo este tipo de predicación: “Pero Dios, habiendo
pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres
en todo lugar, que se arrepientan”, (Hechos 17:30).
Por tanto, no necesitamos nada más
que arrepentirnos de nuestros pecados para poder agradar a Dios y heredar la
vida eterna, esto es lo primero que Dios pide del hombre.
2. Amar misericordia.
En segundo lugar podemos decir
que lo que Dios desea del hombre es que ame hacer misericordia. La misericordia
es la disposición a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas, y así
como Dios se compadece de nosotros espera que nos compadezcamos de nuestros
semejantes. En cierta ocasión un intérprete de la ley le pregunto a Jesús
acerca de cuál era la forma de ganarse la vida eterna y Jesús lo hizo recitar
el resumen de todos los mandamiento, amar a Dios y al prójimo, por lo que éste
pregunto: ¿quién es mi prójimo?, a lo que Jesús respondió con la parábola del
buen samaritano lo cual nos enseña mucha acerca de la misericordia hacia los
demás:
“Pero él,
queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en
manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole
medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y
viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y
viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de
él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas,
echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y
cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le
dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos
de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le
dijo: Ve, y haz tú lo mismo”.
Lucas 10:29-37
Si lo resumimos, los dos
religiosos de la parábola no mostraron misericordia hacia su prójimo, más el
samaritano sí. Eso es precisamente lo que Dios quiere que su pueblo haga, sin
misericordia solo estaremos viviendo una religión hueca y sin significado y por
ello Santiago lo dice así: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es
esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse
sin mancha del mundo”, (Santiago 1:27). Solamente un corazón arrepentido es capaz de sentir
misericordia, misma misericordia que él mismo recibió de Dios.
3. Hacer justicia.
Finalmente, Dios espera que el
hombre practique la justicia. Hacer justicia significa en primer lugar
vivir como hijo de luz, abandonando toda inmundicia: “Haced morir, pues,
lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos
deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene
sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en
otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas
estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra
boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre
con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo
creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”, (Colosenses
3:5-10). En segundo lugar el espera que en nosotros se manifiesten toda las buenas
virtudes: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”,
(Gálatas 5:22-23). Finalmente, convencidos que la salvación es por gracia y no
por obras, debemos saber que la evidencia de nuestra salvación son las buenas
obras, por tanto, hacer justicia significa hacer buenas obras: “Porque por gracia
sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9
no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas”, (Efesios 2:8-10). El apóstol Santiago dice
que la fe y las obras son inseparables para los verdaderos hijos de Dios: “Pero alguno dirá:
Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré
mi fe por mis obras”, (Santiago 2:18). Cuando esto es así podremos
estar seguros que nuestra vida agradara a Dios, viviremos en el Espíritu y
manifestaremos todos sus dones espirituales.
CONCLUSIÓN.
¿Qué es lo que Dios pide del
hombre? Miqueas nos los dice:
1.
Humillarnos
ante Dios.
2.
Amar
misericordia.
3.
Practicar
justicia.
Si todos lo comprendiéramos y
viviéramos de acuerdo a estos principios espirituales este sería un mejor mundo
para vivir, quiera Dios que los cristianos nos esforcemos por cumplirlos.
Gracias por las enseñanzas, han sido muy edificantes y de bendición para mi vida.
ResponderBorrarAmen
BorrarGracias por este estudio me hizo muy bien y volver a los caminos de Dios que Dios los bendiga y siga usando para su gloria.
ResponderBorrarGracias por el mensaje muy necesario de que todos los cristianos meditemos en estas palabras. Y que nos esforcemos por cumplirlas ya que nuestro Dios lo demanda de nosotros. Y nuestra respuesta debe ser Si Señor Amén!!! Dios nos ayude por medio de su Espíritu a cumplir con este hermoso pero no fácil mandato. Buena exégesis. Dios lo bendiga
ResponderBorrarGloria a Dios, muy buena enseñanza.
ResponderBorrarExcelente explicación, Dios les bendiga, Gloria a Dios, y muchas gracias.
ResponderBorrarBendiga Dios Esta palabra es de gran edificacion para mi espiritu Amen.
ResponderBorrarMuy buena información
ResponderBorrarMuy bueno, edificante bendiciones
ResponderBorrarMuy buena explicación gloria a Dios x esto
ResponderBorrarAmen gloria a Dios.
ResponderBorrarHola! Gracias,la palabra de Dios es bendita,y la reflexión clara. Dios lo siga usando.
ResponderBorrarBendiciones siertamente debemos practicar esos tres pasos en nuestras vida si queremos ser salvos Dios les bendiga
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