“Pero el
generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado”.
Isaías 32:8
INTRODUCCIÓN
La generosidad es una virtud
cristiana que mana de un corazón agradecido y se expresa en buenas obras. Los
cristianos tenemos que ser las personas más agradecidas del mundo considerando
que el Señor ha perdonado nuestros pecados, y en las finanzas esta generosidad
se puede expresar en beneficio del Cuerpo de Cristo. Isaías nos dice que el
generoso solo pensara generosidades y será exaltado por esa misma actitud, y en
la Biblia podemos encontrar tres formas de expresar nuestra generosidad a
través de nuestras finanzas y ser exaltados por nuestro Dios. Veamos al menos tres
de ellas.
Tres formas bíblicas de expresar nuestra generosidad |
I.
NUESTROS DIEZMOS AHUYENTAN LA
ESCASEZ.
“Traed
todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en
esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos,
y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también
por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra
vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las
naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová
de los ejércitos”.
Malaquías 3:10-12
La primera forma bíblica de
expresar nuestra generosidad es a través de dar nuestros diezmos. El concepto
del diezmo es sencillo, consiste en apartar la décima parte de lo que recibimos
para Dios y con esto demostrar nuestra fidelidad a Él y contribuir con el
sostenimiento de la Iglesia del Señor. En el Antiguo Testamento los diezmos
estaban destinados a ayudar económicamente al mantenimiento de los levitas,
ayudar a los pobres y mantenimiento del Templo. El punto aquí no es entrar en
discusión si es válido o no el diezmar, sino ver que esta es una buena forma de
expresar nuestra generosidad al Señor al ser fieles administradores de nuestro
salario, apartando la décima parte de lo que recibimos y planeando nuestro
presupuesto basado en el 90% restante.
En Malaquías encontramos una
promesa que podemos hacer nuestra. El Señor prácticamente promete que si
diezmamos Él ahuyentara todo espíritu de escasez. Primero promete la
sobreabundancia: os
abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta
que sobreabunde. Esto no significa riquezas desmedidas, sino que lo
que tenemos nos satisfará y aun quedara un poco más. También promete reprender
cualquier situación en nuestro trabajo que pueda amenazar con destruir el fruto
de nuestro trabajo: Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os
destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice
Jehová de los ejércitos. Esto significa que nuestros diezmos
aseguraran mes a mes nuestros ingresos y sustento, y en general, Dios promete
derramar su bendición sobre nosotros que será evidente delante de los demás: Y todas las naciones
os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los
ejércitos.
II.
NUESTRAS LIMOSNAS SON UN PRÉSTAMO
A JEHOVÁ.
“Más
cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que
sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público”.
Mateo 6:3-4
La segunda forma de expresar nuestra
generosidad es a través de las limosnas. La palabra limosna es de origen griego
que significa misericordia, y en este sentido las limosnas son la ayuda
benéfica que les damos a los pobres en sus momentos de dificultad. Los pobres
siempre será un grupo que existirá en este mundo y a quienes debemos prestar
ayuda, así lo menciono Jesús: “Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis
les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis”, (Marcos
14:7). También una de las cosas que el apóstol Pablo procuro hacer con
diligencia fue ayudar a los pobres: “Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo
cual también procuré con diligencia hacer”, (Gálatas 2:10). Por
tanto, la iglesia del Señor debe preocuparse por ayudar a los pobres,
especialmente a la familia de la fe: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y
mayormente a los de la familia de la fe”, (Gálatas 6:10).
Ahora bien, esta ayuda tiene que ser
completamente desinteresada y emanar de un corazón generoso y cuando lo hagamos
Jesús nos promete que nuestro Padre celestial nos bendecirá en público lo que
hicimos en secreto. A parte de esto, cada vez que ayudamos a los más
necesitados sin esperar nada a cambio y por verdadero amor, ganamos el favor de
Dios y su perpetua providencia: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho,
se lo volverá a pagar”, (Proverbios 19:17).
III.
NUESTRAS OFRENDAS NOS AYUDAN A
COSECHAR ABUNDANCIA.
“En
cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que
ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de
vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando
yo llegue no se recojan entonces ofrendas”.
1 Corintios 16:1-2
Finalmente, la tercera forma de
expresar nuestra generosidad es a través de nuestras ofrendas. Las ofrendas son
aquellas contribuciones económicas que apartamos cada semana según hayamos sido
prosperados para entregar a la iglesia. Estas también tienen una promesa de
prosperidad, y no solo en el área material, y por eso Pablo considerando la
metáfora de la siembra y la cosecha dice:
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada
uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque
Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros
toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo
suficiente, abundéis para toda buena obra”, (2 Corintios 9:6-8).
CONCLUSIÓN.
Por tanto, los cristianos estamos
llamados a ser generosos y tres formas bíblicas en las cuales podemos
practicarlas es a través de dar nuestros diezmos, limosnas a los pobres y
ofrendas teniendo siempre en mente que es: “Más bienaventurado es dar que recibir”, (Hechos
20:35).
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