“Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos”.
Malaquías 1:11
INTRODUCCIÓN
De acuerdo al Diccionario la palabra honra
significa: estimar y respetar la dignidad de una persona. Demostración de aprecio
que se le da a alguna persona por su virtud y mérito. Si hay alguien
digno de honra es Dios. La Biblia nos enseña que Dios es un ser sublime y
grande, y como tal merece toda honra y gloria de parte de su pueblo. Sin
embargo, honrar a Dios va más allá de expresar solos bonitas palabras, requiere
un compromiso de nuestra parte que se ve reflejado en nuestra vida a tal punto
que muchas veces podemos vivir sin darle la verdadera honra que merece. En
Malaquías Dios reprende a los israelitas por no honrarlo y nos deja importantes
lecciones que podemos aplicar hoy en nuestra vida como creyentes. Veamos cuatro
áreas sencillas donde debemos honrar a Dios.
Veamos cuatro áreas sencillas
donde debemos honrar a Dios.
I.
NO LE HONRAMOS CUANDO DEJAMOS DE
RESPONDER AL AMOR DIVINO.
“Yo os he
amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de
Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob”.
Malaquías 1:2
Las duras pruebas y el tiempo de
espera de la respuesta divina habían enfriado el corazón de los israelitas y
pensaban que Dios ya no los amaba y por tanto ellos habían dejado de responder
a su amor. Parte de la honra que le debemos es responder a su inmensurable
amor, sin embargo, muchas veces este amor puede desaparecer, aquella pasión que
ardía en nuestro corazón por conocerle y servirle va menguando y sin darnos
cuenta podemos llegar a ser fríos en nuestra relación con Él. Como la iglesia
de Éfeso en el libro de Apocalipsis podemos llegar a perder nuestro primer amor,
pero si fuera así debemos recordar de donde Dios nos sacó y arrepentirnos de
nuestra conducta volviendo a retomar nuestro amor por El: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer
amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su
lugar, si no te hubieres arrepentido”, (Apocalipsis 2:4-5).
II.
NO LE HONRAMOS CUANDO SOMOS IRRESPONSABLES EN SU OBRA.
“El hijo
honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi
honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a
vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos
menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y
dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es
despreciable”.
Malaquías 1:6-7
No le honramos a Dios cuando
somos irresponsables al desarrollar la obra de Dios. Los sacerdotes no ofrecían
adecuadamente los sacrificios y servicios del templo y esto provoco su enojo.
Nosotros de igual forma podemos llegar a desarrollar un ministerio en la iglesia,
pero cada vez que no cumplimos de manera responsable con éste estamos deshonrando
al Señor y lo tratamos como Él lo diría: pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Por
tal motivo Dios exhortó a los sacerdotes a ser fieles y no piedra de tropiezo
en Israel por su mal ejemplo:
“Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento. Si
no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová
de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras
bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón…
Más vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en
la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos”.
Malaquías 2:1-2, 8
Cada uno de nosotros tiene que
evaluar la forma de cómo está realizando la obra de Dios, ya que esta demanda
responsabilidad, puntualidad, excelencia y esfuerzo. Si es algo que se realiza
sin esmero y con todo el descuido del mundo estamos deshonrando a Dios y
cometiendo un terrible pecado: “Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová…”,
(Jeremías 48:10).
III.
NO LE HONRAMOS CUANDO NO SOMOS
GENEROSOS AL DAR.
“Habéis
además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los
ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda.
¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová. Maldito el que engaña, el que
teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque
yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las
naciones”.
Malaquías 1:13-14
Otra área donde podemos honrar a
Dios es a través de nuestras finanzas, sin embargo, es una donde muchos podemos
fallarle si no somos cuidadosos. El Señor recrimina a su pueblo por el tipo de
ofrendas que le traían y les decía: “Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es
malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo,
pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová
de los ejércitos”, (Malaquías 1:8). Por
eso el maldice a aquellos que teniendo mejores ofrendas, ofrecen lo peor a
Jehová.
Como
Israel nosotros también podemos deshonrar a Dios cuando no somos fieles en
nuestras finanzas y cuando nos excusamos de diferentes formas para no dar
generosamente para la obra de Dios y decidimos gastarnos el dinero en otras
cosas que a lo mejor no son prioridad en nuestra vida. Al final, nuestra
fidelidad y generosidad con nuestras ofrendas y diezmos son una verdadera
prueba para nuestro corazón: o somos generosos con Dios o somos miserables con
Él.
IV.
NO LE HONRAMOS CUANDO HONRAMOS A
LOS PECADORES.
“Habéis
hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado?
En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se
complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?”.
Malaquías 2:17
Israel había caído en un serio
error. Ellos pensaban que Dios jamás cumpliría sus promesas de restablecer el
reino de Israel ya que ya habían pasado más de 70 años desde la cautividad en
Babilonia y ellos solo eran una pequeña provincia dominada por el imperio Medo-Persa. Esta espera los había hecho
pensar: “¿dónde
está el Dios de justicia?”. Pensaron que era en balde ser fieles a
Dios si no veían cerca el día en que pudieran ser libres de la opresión de sus
enemigos. Creían que no había diferencia entre vivir en justicia o en pecado: “Habéis dicho: Por
demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos
afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los
soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron
a Dios y escaparon”, (Malaquías 3:14-15).
Cuántos
de nosotros podemos caer en este terrible error y pensar que es de balde el
amar y serle fiel a Dios ya que las pruebas lejos de terminar quizás crecen en
nuestra vida. Pero es aquí cuando se nos presenta la oportunidad de honrar a
Dios y no negarlo aun en medio de las más duras dificultades.
V.
LOS FIELES Y TEMEROSOS QUE
HONRARON AL SEÑOR SERÁN HONRADOS.
“Entonces
los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y
oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová,
y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho
Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el
hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y
discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios
y el que no le sirve.
Malaquías 3:16-18
Definitivamente Dios
no se queda con nada y toda honra que le demos Él la recompensará. La Biblia
dice que el Señor ha escrito en su libro de memorias todas las cosas que
hayamos hechos para glorificar su nombre, aun cuando no recibimos recompensa
del hombre, Dios lo tiene presente y éstos le serán un especial tesoro y
llegara el día en el que se hará una gran diferencia entre los que honraron a
Dios y no lo hicieron.
CONCLUSIÓN.
Debemos honrar a Dios:
1. Amándolo con todo nuestro corazón.
2. Siendo responsables y esforzados en su obra.
3. Siendo generosos y fieles con nuestros diezmos y ofrendas.
4. No honrando la actitudes pecaminosas.
1. Amándolo con todo nuestro corazón.
2. Siendo responsables y esforzados en su obra.
3. Siendo generosos y fieles con nuestros diezmos y ofrendas.
4. No honrando la actitudes pecaminosas.
Al final Dios promete honrar a todos
aquellos que le honran haciéndolos su especial tesoro, diferenciándolos en
aquel día de los injustos y de los que no le sirven.
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