Apocalipsis 1:1-3
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INTRODUCCIÓN
Mientras que las persecuciones
contra los cristianos crecían por parte del Imperio Romano la iglesia del
primer siglo también enfrentaba otros enemigos como la introducción de
herejías, falsos maestros y la oposición de los judíos. Es en este período
cuando el libro de Apocalipsis consuela y exhorta a los creyentes a esperar pacientemente
la gloriosa promesa del regreso de nuestro Señor Jesucristo. La palabra
Apocalipsis viene del griego apokalupsis
(ἀποκάλυψις) que significa “descubrir
o revelar”, es decir, “retirar el
velo o cubierta de algo que está oculto”. En este sentido Jesucristo es el
que revela a sus siervos los planes y propósitos de Dios tocante a su segunda
venida en gloria y de los acontecimientos que precederán y seguirán a dicho
suceso. En este libro Jesucristo es el sujeto de esta revelación. El primer
versículo de este libro descubre el propósito principal: La revelación de la
persona Gloriosa de Cristo y de las cosas que habrán de suceder pronto. Esta
revelación es manifestada a sus siervos. La palabra siervos que se traduce del
griego doúlos (δοῦλος) que
literalmente significa esclavo. En este sentido esta profecía es revelada a
todos aquellos que han renunciado a sí mismos y se han sujetado a la soberanía
de Dios. Este libro de las Sagradas Escrituras es el único que tiene una
promesa de bienaventuranza para aquellos que leen, oyen y guardan sus palabras:
Bienaventurado el
que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en
ella escritas. La palabra bienaventuranza aparece siete veces en
este libro (Apocalipsis 1:3; 14:13; 16:15; 19:9; 20:6; 22:7,14).
Paradójicamente muchas personas no leen este libro porque dicen que les provoca
miedo, pero lo cierto es que hay una gran bendición para aquellos que leen,
oyen y guardan las palabras de esta profecía ya que revela una parte muy
importante de nuestra esperanza: La segunda venida de nuestro Señor Jesucristo
y la consumación de su plan eterno.
Introducción al Libro de Apocalipsis |
AUTOR
En cuatro ocasiones
se identifica que Juan es el autor del Apocalipsis (1:1, 4, 9; 22:8). Algunos
padres de la iglesia del primer siglo atribuyeron la paternidad literaria de
este libro a Juan el hijo de Zebedeo y hermano de Jacobo. Fue Justino Mártir
(100-165 d.C.) quien por primera vez atribuyo el Apocalipsis al apóstol Juan en
su obra “Dialogo con Trifón”. Otros padres de la iglesia primitiva como
Papías, Ireneo, Tertuliano, Hermas y Orígenes atestiguaban que Juan el apóstol
era el autor del Apocalipsis. El libro revela que el autor era un judío bien versado
en las Sagradas Escrituras, líder reconocido entre las 7 iglesias del Asia
Menor y una persona profundamente convencida de que la fe cristiana pronto
triunfaría sobre las fuerzas demoníacas. Sin embargo, hay quienes niegan la
paternidad literaria de Juan el apóstol. Fue el obispo Dionisio de Alejandría
(250 d.C.) quien rechazo no solo la paternidad apostólica del libro sino
también su enseñanza milenarista. Básicamente en lo que fundamento su rechazo
fue el lenguaje, estilo literario y línea de pensamiento con los demás escritos
de Juan, en estas observo grandes diferencias. Entonces surgió que el autor
podría ser un tal Juan el Presbítero, cuyo nombre aparece en otros lugares de
escritos antiguos. Si bien es cierto el estilo literario de Apocalipsis y
algunas palabras del mismo son bien diferentes a los escritos del apóstol Juan,
pero también
podemos encontrar algunas similitudes. Por ejemplo:
1) Juan presenta a Jesús como el Verbo en Juan 1:1, 14 y 1 Juan 1:1 y en Apocalipsis 19:13 se refiere a Él como el Verbo de Dios.
2) Juan llama a Jesús el Cordero de Dios en Juan 1:29 y en Apocalipsis el Cordero es el tema principal.
3) El vencer la aflicción y al anticristo son temas de Juan en sus escritos (Juan 16:33, 1 Juan 2:13; 18:23; 4:4; 5:4-5), de igual manera lo son también en Apocalipsis (Apocalipsis 2-3; 12:11; 21:7).
1) Juan presenta a Jesús como el Verbo en Juan 1:1, 14 y 1 Juan 1:1 y en Apocalipsis 19:13 se refiere a Él como el Verbo de Dios.
2) Juan llama a Jesús el Cordero de Dios en Juan 1:29 y en Apocalipsis el Cordero es el tema principal.
3) El vencer la aflicción y al anticristo son temas de Juan en sus escritos (Juan 16:33, 1 Juan 2:13; 18:23; 4:4; 5:4-5), de igual manera lo son también en Apocalipsis (Apocalipsis 2-3; 12:11; 21:7).
Por
tanto, es muy probable que Juan el Apóstol sea el autor del Apocalipsis.
FECHA
Hay quienes sugieren una fecha
temprana para el Apocalipsis. Estos lo sitúan entre la muerte del emperador Nerón
y la destrucción de Jerusalén lo cual ocurrió entre el año 68 y el 70 d.C. Los
argumentos para apoyar estas conjeturas están basados en el mismo libro de Apocalipsis
17:10, donde estos aseguran
que el quinto rey es el emperador Nerón: “Y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el
otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”,
(Apocalipsis 17:10). Otra razón usada a favor de esta conclusión está basada en
la interpretación del 666 que aparece en Apocalipsis 13:18, ya que al
transcribir al hebreo el nombre de César Nerón se obtiene el valor numérico 666
(Si César Nerón en hebreo
es: Qsr Nrwn, tendríamos los resultados: Q=100, S=60, R=200, por otro lado,
N=50, R=200, W=6, N=50, esto daría un resultado total de 666). También
se ha apelado a apocalipsis 11:1-3, donde se le ordena a Juan medir el Templo.
Los que creen en esta fecha temprana creen que el templo aún no se había
destruido y por lo tanto debió haber sido antes del año 70 d.C. Sin embargo, las
evidencias externas apoyan más el hecho para creer en una fecha más tardía para
la escritura del libro de Apocalipsis. Esta fecha se establece entre los años
90-95 d.C., durante el reinado del emperador Domiciano. La misma historia
cuenta que Domiciano a diferencia de los demás emperadores que se dedicaron a
perseguir y matar a los cristianos, se empeñó más que todo en desterrar y
confiscar todos sus bienes. Así encontramos a Juan desterrado en la Isla de
Patmos. De igual manera tenemos el testimonio de Ireneo, Clemente de
Alejandría, Eusebio y Jerónimo quienes afirman que el Apocalipsis fue escrito
durante el reinado del emperador Domiciano.
ESTILO LITERARIO
Es importante
saber que en la Biblia existen dos estilos literarios que tienen que ver con la
proclamación de eventos futuros y estos son el estilo profético y el
apocalíptico. La Biblia en su contenido total tiene bastante material profético
el cual ve hacia el futuro anunciado como la voluntad de Dios se cumplirá en el
desarrollo de la historia humana. Desde el mismo génesis podemos ver como las
profecías tiene su lugar en el plan de Dios, por ejemplo, en Genesis 3 aparece
la primera profecía que hablaba acerca del Mesías, en Josué se proclama una
profecía tocante a aquel que se atreviera a reconstruir la antigua Jericó: “En aquel tiempo
hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se
levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los
cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas”,
(Josué 6:26), la cual tiene su cumplimiento en tiempo de los reyes de Israel: “En su tiempo Hiel
de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó
el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas,
conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun”,
(1 Reyes 16:34). También tenemos la palabra profetizada por un profeta de Judá
contra Jeroboam acerca de las fuertes reformas que Josías haría en la nación: “Aquél clamó contra
el altar por palabra de Jehová y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: He
aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará
sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y
sobre ti quemarán huesos de hombres”, (1 Reyes 13:2). Muchos años
después el rey Josías cumplía esta profecía: “Asimismo profanó el rey los lugares altos que
estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la destrucción,
los cuales Salomón rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable de
los sidonios, a Quemos ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de
los hijos de Amón. Y quebró las estatuas, y derribó las imágenes de Asera, y
llenó el lugar de ellos de huesos de hombres”, (2 Reyes 23:13-14).
La exactitud del contenido profético de la Biblia es completamente increíble y
de hecho en los libros proféticos lo podemos observar. Por ejemplo, podemos
hablar de las profecías sobre Babilonia que se encuentran registradas en Isaías
13; 14:1-23; 21:1-10; 46:1,2; 47:1-3 y Jeremías 51:37. En Jeremías 51:37 se
afirmó que Babilonia vendría a ser unos montones de ruinas, y esto es
literalmente lo que ha venido a ser. Darío destruye Babilonia en el 520-519 a.C.
y otra vez en el 514, Babilonia se rebela contra Darío Histospes, que le venció
ambas veces y, finalmente, la destruyó. Seleuco Nicatór, que conquistó la
ciudad el 312 a.C. aceleró la decadencia. Hizo gran uso de los materiales de
construcción que halló en Babilonia para construir Seleucia, su nueva capital,
a orillas del Tigris. También tenemos la profecía contra Tiro. Ezequiel declaro cuando Tiro estaba en su
apogeo: “Y
demolerán los muros de Tiro, y derribarán sus torres; barreré de ella hasta su
polvo, y la dejaré como una peña lisa. Tendedero de redes será en medio del
mar, porque yo he hablado, dice Jehová el Señor ... y pondrán tus piedras y tu
madera y tu polvo en medio de las aguas ... Y te pondré como una peña lisa ...
nunca más serás edificada; porque yo Jehová he hablado”, (Ezequiel
26:4, 5; 12-14). Años después de haberse escrito esta profecía, el gran
Nabucodonosor rey de Babilonia trajo su ejército contra Tiro y sitió la ciudad.
Durante 13 años la ciudad de Tiro resistió los esfuerzos del rey de Babilonia.
Finalmente, los muros de la ciudad se derrumbaron y las huestes del ejército
babilonio entraron en la ciudad y mataron al resto de sus habitantes a filo de
espada. Millares de ellos, sin embargo, habían huido mar adentro en
embarcaciones, para formar la nueva ciudad de Tiro en una isla situada a menos
de un kilómetro en el Mediterráneo. Por tanto, la profecía se cumplió sólo en
parte. Sin embargo, la palabra de Dios era firme en cuanto a su fin: y pondrán tus
piedras y tu madera y tu polvo en medio de las aguas. Esta profecía
se cumplió completamente cuando Alejandro Magno la conquisto, y ordeno
destruirla totalmente, con el fin de construir una calzada en medio del mar,
por lo que la ciudad de Tiro fue derribada y literalmente su polvo, piedras y
maderas fueron arrastrados para lograr este fin. Así la gran Tiro se convirtió
en una peña lisa. Y así podemos encontrar profecías en contra de Filisteo,
Moab, Amón, Egipto y otras naciones que enriquecen en gran manera los
diferentes estilos literarios que la Biblia posee. No obstante, también existe
otro estilo literario que si bien es cierto tiene contenido profético, pero se
caracteriza por la forma de cómo presenta su contenido, este es el estilo
apocalíptico. Este libro pertenece al género literario judío conocido con el nombre de apocalíptico.
La literatura apocalíptica judía abundo desde el siglo II a.C. hasta al menos
el siglo I d.C. En la mayoría de los casos este tipo de literatura se escribió
para alentar al pueblo judío que sufría a causa de la cautividad y el exilio que vivían. Este
tipo de literatura apocalíptica posee las siguientes características:
1. El
mensaje se transmite a través de símbolos y visiones.
2. Aparece
la presencia de un mensajero celestial que declara o interpreta el significado
de dichos símbolos.
3. La
fuerza del mensaje es profética.
4. Esta
literatura se escribió primordialmente en un entorno exílico.
En
este sentido podemos clasificar a algunas partes de Daniel, Zacarías y
Ezequiel, junto con Apocalipsis como libros apocalípticos. Toda literatura
apocalíptica es profética, pero no toda literatura profética es apocalíptica.
Otras obras apocalípticas que no son considerados como Escritura inspirada por
Dios son: 4 Esdras, Enoc, los Testamentos de los Doce Patriarcas, Apocalipsis
de Baruc, los Oráculos Sibelinos, etc.
LA REVELACIÓN DEL DIOS TRINO Y LOS DESTINATARIOS
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a
vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete
espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo
fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra.
Al que nos amó, y nos lavó de
nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre;
a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. He aquí que
viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los
linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio
y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.
Apocalipsis
1:4-8
Las 7 Iglesias de Asia |
Aunque el mensaje del Apocalipsis fue dirigido a las 7 iglesias de Asia, también es dirigido a todos los creyentes en todo tiempo. Separadas entre sí por una distancia promedio de 80 kilómetros, formaban un círculo dentro de la provincia romana del Asia, actualmente al oeste de Turquía, siguiendo el mismo sentido del movimiento de las manecillas del reloj hacia el norte de Éfeso y dando la vuelta a partir de Laodicea. Los primeros 8 versículos del Apocalipsis describen el tema central del libro. En este libro Juan utiliza un saludo acostumbrando entre los cristianos del primer siglo: Gracia y paz a vosotros este saludo fue utilizado por Pablo en casi todas sus cartas y por Pedro en sus dos epístolas. En este saludo se nos revela la naturaleza trina de Dios: del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Como sabemos nuestros Dios es trino, es decir, tres personas diferentes pero un mismo Dios y en Apocalipsis su naturaleza queda revelada.
Primeramente, se hace una referencia
al Padre. Las palabras del que es y que era y que ha de venir vienen del
griego jo ón kaí ojén kaí jo erjómenos (ὁ ὢν καί ὁ ῆ̓ν καί ὁ ἐρχόμενος) una descripción correspondiente al
Padre en el Antiguo Testamento, es decir, el auto existente, inmutable Dios
guardador del pacto. Parece ser una paráfrasis del nombre de Dios en Éxodo 3:14
“Yo Soy el que Soy” del hebreo jayá (הָיָה) asher (הָיָה) jayá (הָיָה). En segundo lugar, el saludo hace referencia al Espíritu Santo. Los siete
espíritus que están delante de su trono no se refieren a seres angelicales ya que no
son dispensadores de la gracia, sino es más bien una referencia al Espíritu
Santo. El número 7 es un símbolo de perfección en sus diferentes funciones, tal
y como lo presenta el profeta Isaías: “Y reposará sobre él el Espíritu de
Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de
poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”, (Isaías 11:2). Pero es
más probable que Juan utilice la figura de Zacarías para representar la
actividad del Espíritu Santo:
“Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí:
He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus
siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están
encima de él; y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el
otro a su izquierda. Proseguí y hablé,
diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío? Y el ángel
que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No,
señor mío. Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel,
que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho
Jehová de los ejércitos. ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel
serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de:
Gracia, gracia a ella. Vino palabra de Jehová a mí, diciendo: Las manos de
Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y
conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros. Porque los que
menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la
mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la
tierra”.
Zacarías
4:2-10
Posiblemente Juan al igual que
Zacarías presenta un cuadro estupendo de la actividad del Espíritu Santo en el
mundo. Las 7 lámparas (con los 7 tubos que transportan posiblemente el aceite
en abundancia) al igual que los 7 espíritus representan al Espíritu Santo en su
plenitud obrando soberanamente en el mundo. Finalmente, el saludo presenta a Jesucristo el testigo fiel, el
primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. En este versículo la persona de Cristo recibe triple exaltación:
1. El testigo Fiel. La palabra testigo es mártus (μάρτυς) que a veces se traduce mártir. Este título describe bien su ministerio
como profeta fiel en el tiempo que estuvo entre los hombres, de igual manera
ahora es el Testigo en el que podemos confiar plenamente ya que sus promesas
son verdaderas.
2. El primogénito de entre los muertos. La palabra primogénito se traduce del griego prototókos (πρωτοτόκος) que puede tener dos significados. Puede querer
decir literalmente primer nacido. Si se usa en este sentido, se refiere
a la resurrección. Mediante su resurrección Jesús obtuvo una victoria sobre la
muerte de la que pueden participar todos los que creen en Él. En segundo lugar, puede interpretarse
también como el hijo que heredaba el honor y el poder del padre. Cuando Pablo le
llama a Jesús el Primogénito de toda la Creación (Colosenses 1:15), quiere decir
que le corresponde a Él el primer lugar de honor y de gloria. Si tomamos la
palabra en este sentido quiere decir que Jesús es el Señor de los que ya han
muerto como lo es de los que todavía están vivos. No hay parte del universo, de
este mundo ni de ningún otro, ni de la vida ni de la muerte, de la que
Jesucristo no sea Señor.
3. El Soberano de los reyes de la tierra. Él es el Rey Mesías y en su segunda venida reinará con poder y gloria
sobre todas las naciones. “Yo
también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra”. (Salmo
89:27)
El texto también describe la obra de Cristo en nuestras vidas: Al que
nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre… En el griego original el verbo amar está en tiempo presente, mientras que
el lavar de nuestros pecados es un aoristo en griego que expresa una acción
pasada. Por tanto, Jesús nos sigue amando hoy en el presente y nos libró de
nuestros pecados en la cruz del Calvario. La obra de Cristo ha producido un
resultado permanente en beneficio de los redimidos: nos hizo reyes y sacerdotes para
Dios, su Padre. Las palabras: He
aquí que viene con las nubes nos recuerda la
visión de Daniel del Hijo del Hombre: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes
del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el
Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él”, (Daniel
7:13). De igual forma las palabras: y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes
de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén nos recuerdan a las palabras de nuestro Señor Jesucristo: “Entonces aparecerá
la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las
tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo,
con poder y gran gloria”, (Mateo 24:30). A diferencia de su primera
venida, en su segunda todo el mundo lo verá y los judíos harán lamentación por
el Mesías que rechazaron: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de
Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él
como quien se aflige por el primogénito”, (Zacarías 12:10). El
saludo termina con las palabras: Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el
Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. El Alfa es la primera letra del alfabeto griego, y omega es la última.
Jesús es soberano desde el principio de los tiempos hasta el fin de los mismos
y a través de la eternidad. Tanto Jesús como el Padre pueden decir estas
palabras ya que ambos son co-iguales, co-substanciales, y co-eternos. De igual manera
Jesús se auto identifica como el Todopoderoso, palabra que se traduce del
griego pantokrátor (παντοκράτωρ) que puede traducirse como: “el que
tiene en sus manos todas las cosas”.
Felicitaciones amados por promover la verdad y sacar a la luz las cosas escondidas, que muchos no se atreven .
ResponderBorrarMuy buena información gracias
ResponderBorrarGracias por enseñarnos estos estudios con algo de historias, para poder entenderlos. El Señor le siga dando sabiduría de lo alto y lo bendiga grandemente
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