La Visión del Cristo Glorificado




“Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;  y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”.
Apocalipsis 1:9-20

Juan-Patmos
Juan en Patmos

LA SITUACIÓN DE JUAN

                La forma de cómo Juan se identifica nos hace creer que las iglesias a las cuales les está escribiendo ya lo conocían ya que se identifica como el hermano y copartícipe. Con estos dos sustantivos el autor expresa humildad e intimidad. Por un lado, Juan no se presenta como un apóstol que reclama autoridad y respeto para sí mismo, sino que al igual que ellos es un hermano y copartícipe en el sufrimiento, el reino y la paciencia de nuestro Señor Jesucristo. Por el otro lado nos muestra el nivel de hermandad que el apóstol expresaba hacia los creyentes. De hecho, las iglesias de influencia juanina se caracterizaron por no promover la supremacía de un creyente sobre otros: “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”, (3 Juan 9-10). Ahora, es estando en el exilio que Juan escribe esta revelación: Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Si nos damos cuenta en este saludo vemos al menos tres temas principales en los cuales el libro de Apocalipsis se desarrolla:

1.               El sufrimiento, esta palabra se traduce del griego zlípsis (θλίψις), y el sufrimiento es un tema que la iglesia ha vivido desde los primeros días de su fundación, por ello encontramos las palabras de ánimo que Pablo y Bernabé dirigieron a las iglesias que fundaban: “Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”, (Hechos 14:22).
2.               El reino del Mesías, el cual es un tema de gran importancia para los judíos que esperaban la restauración de este, por ellos sus discípulos le preguntaron esto mismo al Señor antes de su ascensión a los cielos, pero no recibieron una respuesta: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad”, (Hechos 1:6-7), y ahora la iglesia sabe que un día el Señor vendrá a hacerlo y en el libro de Apocalipsis lo vemos consumado cuando Jesús instaura su reino por mil años lo cual se conoce como el Milenio: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”, (Apocalipsis 20:4).
3.               La Paciencia, del griego, esta palabra viene del griego jupomoné (ὑπομονή), que puede traducirse también como resistencia o perseverancia, una virtud preciosa en el cristianismo que se manifiesta en el fruto del Espíritu.
Estos tres temas eran algo de lo que Juan podía hablar con toda autoridad ya que los vivía en carne propia. Para este momento el apóstol se encontraba exiliado en la isla de Patmos por orden del emperador Domiciano, allá por el año 95 d.C. Patmos es un pequeño islote rocoso del mar Egeo que mide 6.5 km de ancho por casi 13 km de largo y se halla a unos 80 km al suroeste de Éfeso, frente a lo que hoy es Turquía. Es probable que esta pequeña isla árida y rocosa fungiera como un centro penal que los romanos tenían y a donde exiliaban a sus prisioneros y es allí donde se encontraba Juan.
Patmos
La isla de Patmos

Fue en estas duras condiciones que Juan tuvo una íntima comunión con Dios y desde allí escribió el libro con el que culmina la revelación de Dios. Realmente al considerar esto uno puede ver como cada prueba difícil trae un propósito en la vida del cristiano. Muchas grandes bendiciones vienen después de que atravesamos por circunstancias duras, tal y como lo experimentaron los grandes hombres en la Biblia. Por ejemplo, Job no recibió las respuestas de Dios y las demás bendiciones sin antes atravesar por la amargura del sufrimiento. David no se convirtió en un gran rey y estratega militar sin atravesar por los sufrimientos que le provocaron las persecuciones del rey Saúl y los años de exilio que vivió. Por ende, las pruebas tienen un propósito especial en nuestras vidas: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”, (1 Pedro 1:6-8). Este venerable anciano llamado Juan es un verdadero ejemplo de perseverancia y paciencia en medio de grandes dificultades. Juan recalca el hecho de que estaba padeciendo por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, lo que nos indica que había sido exiliado por predicar la palabra de Dios y dar testimonio de Jesucristo. El autor expresa que estaba en el Espíritu en el día del Señor, y las expresiones el día del Señor” se refieren técnicamente al primer día de la semana, el domingo, ya que Jesús resucitó ese día. Cuando el texto dice que Juan estaba en el Espíritu nos sugiere que Juan estaba en una especie de éxtasis espiritual, muy parecido al que experimento Pedro cuando Dios vio en visión un lienzo que descendió del cielo con toda clase de animales: “Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”, (Hechos 10:9-15). A través de esta visión el Señor estaba preparando a Pedro para que aceptara la inclusión de los gentiles en la iglesia, pero en estos versículos podemos ver las palabras: le sobrevino un éxtasis, muy parecido a lo que Juan esta experimentando cuando dice que estaba en el Espíritu en el día del Señor.
             En el Antiguo Testamento se utiliza el término del día del Señor para hacer referencia al periodo de la gran tribulación, pero aquí se refiere al primer día de la semana, el domingo. La palabra domingo proviene del latín dominicus (que literalmente significa el día del Señor). Es la primera vez que se menciona así en la literatura cristiana, ya que anteriormente la expresión el día de Jehová se refiere al día del juicio de los impíos, pero ahora se usa en referencia a la resurrección de Jesús. La historia cristiana registra desde sus primeros comienzos que la iglesia no acostumbro a reunirse el sábado como lo hacían los judíos, sino que acostumbro a reunirse el domingo. Sin embargo, ¿cómo dejó de observar el sábado la iglesia cristiana, y pasó a reunirse el domingo? Posiblemente vieron que el sábado conmemoraba el descanso de Dios después de completar la obra de la creación; mientras que el domingo conmemora la resurrección de Jesucristo. Si uno revisa la Biblia hay una indicación de Pablo a los corintios de apartar sus ofrendas el domingo, que era el día que se reunión, tal y como lo había enseñado a las iglesias de Galacia: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”, (1 Corintios 16:1-2). De igual forma, si revisamos la literatura de la iglesia de los primeros tres siglos nos damos cuenta de que hay evidencia de que los cristianos se reunían el domingo. Por ejemplo, una de las obras del primer siglo muy famosa entre los cristianos de ese tiempo llamada la Didajé, o la Doctrina de los Doce Apóstoles, que fue uno de los primeros manuales de cultos y enseñanza cristiana dice: “El Día del Señor nos reunimos y partimos el pan” (Didajé 14:1). De igual forma, Ignacio de Antioquía, un padre de la iglesia primitiva escribió en su carta a los Magnesios de la siguiente forma: “ya no viven para el sábado, sino para el Día del Señor” (Epístola a los Magnesios, 9:1). Otro escritor antiguo llamado Melitón de Sardes escribió un tratado Acerca del Día del Señor. De esta forma podemos ver como la iglesia primitiva acostumbro a reunirse el domingo. Fue así como, en un domingo, estando Juan en este éxtasis oyó detrás de él una voz que le decía: oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. No cabe duda de que esta voz como de trompeta que le hablo a su espalda debió haberlo sorprendido y quizás a lo mejor asustarlo, y es Jesucristo el que habla con él ya que se identifica como , y tiene un mensaje divino dirigido a las 7 iglesias, tal y como lo dice en estos versículos que leímos: Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Este mensaje estaba dirigido en primer lugar, a estas siente iglesia, pero ahora se dirige a nosotros.

EL CRISTO GLORIFICADO

“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.

Apocalipsis 1:12-16
Cuando muchos cristianos piensan en Jesús lo imaginan como el Cristo sufriente colgado en una cruz sangrienta. Sin embargo, en este libro esa ya no es su imagen y es así como Juan lo ve en toda su gloria, completamente asombroso a tal punto que cuando lo vio cayó como muerto a sus pies, tal y como lo dice mas adelante en el versículo 17 de este mismo capítulo. Todos aquellos que puedan vislumbrar en realidad la majestad, la santidad y el poder de Cristo deberían caer como muertos a sus pies. En su visión el apóstol contemplo al Hijo del Hombre entre siete candeleros de oro: “Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre…” Este semejante al Hijo del Hombre es Cristo mismo y los siete candeleros de oro representan a las 7 iglesias de Asia a las cuales el mensaje está dirigido, tal y como lo dirá este mismo libro allá en el versículo numero 20: El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias (Apocalipsis 1:20). Esta visión de Jesús en medio de los siete candeleros de oro nos sugiere su presencia habitando siempre en medio de sus iglesias. Como siempre el anhelo de Dios ha sido habitar en medio de su pueblo y esto se deja ver desde el Antiguo Testamento, ya que desde el principio de la creación el Señor creo al ser humano para que tuviera comunión con Él y lo puso en el huerto del Edén: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado”, (Génesis 2:7-8). De igual forma el tabernáculo del desierto era una expresión del anhelo de Dios de habitar en medio de Israel: “Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí.  Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios.  Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios”, (Éxodo 29:42-46). Y cuando Jesús se encarnó aquel tabernáculo se hizo hombre y habito en medio de nosotros: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”, (Mateo 1:23). Y ahora en esta visión aparece completamente glorificado, habitando siempre en medio de su pueblo.


Cristo.Glorificado
El Cristo Glorificado


Volviendo al texto en estudio vemos que aquí aparece la palabra candelero, la cual se traduce a su vez de la palabra griega lujnía (λυχνία) que literalmente significa “lámpara”. Posiblemente esta sea una mejor traducción ya que en la forma de cómo lo traduce la RV60, la idea de los 7 candeleros que se nos viene a la cabeza es la imagen de candelero hebreo llamado menorá (מְנוֹרָה), es decir, el tradicional candelero de 7 brazos que se mantenía en el Templo judío y que estaba específicamente en el Lugar Santo. 
“Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo.  Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores.  Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante”.
Éxodo 25:31-37
Candelero
Candelero Hebreo


La diferencia en cada caso es significativa. Una vela de un candelero arde y se consume; la lámpara contiene aceite y puede continuar ardiendo y dando luz. Es interesante que los candeleros no se describan físicamente unidos, como la memoria judía de 7 brazos. En todo este escenario podemos ver un gran simbolismo, ya que, así como el aceite hace arder la llama de cada candelero, el Espíritu Santo proporciona la unción a la iglesia para alumbrar y resplandecer en este mundo de tinieblas. Igualmente, Cristo habita en medio de su pueblo y en su diestra están las 7 estrellas: “Tenía en su diestra siete estrellas”. Estas 7 estrellas más adelante las describe como los ángeles de las iglesias. La palabra griega que se traduce como ángel es ángelos (ἄγγελος) que literalmente significa mensajero. El hecho de que estén en su diestra nos dice que Cristo ejerce autoridad absoluta y constante protección sobre ellas. No cabe duda de que estas 7 estrellas se refieren a los pastores o individuos sobre los cuales el Señor ha delegado autoridad para estar al frente de cada una de las iglesias. Ahora, continuación, Juan describe la visión que tuvo de Cristo y esto es algo totalmente excepcional:
Texto
Descripción de Cristo
Significado
1:13
En medio de los 7 candeleros
Jesús está presente entre los creyentes de las iglesias.
1:13
Semejante al Hijo del Hombre
En este caso el título de Hijo del Hombre no es una referencia tanto a su humanidad sino más bien a su carácter como Mesías que regresará a establecer su glorioso reino. Posiblemente el apóstol tenía en mente la profecía de Daniel donde declara: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”, (Daniel 7:13-14). De igual manera Jesús afirmó acerca de su regreso con gran gloria: “Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria”, (Marcos 13:26).
1:13
Vestido de una ropa que llegaba a los pies
Esto nos habla de su dignidad real y sacerdotal, ya que los jueces, sacerdotes y reyes usaban ropas que les llegaban hasta los pies.
1:13
Ceñido por el pecho con un cinto de oro
El oro está relacionado con la realeza.
1:14
Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve
Esta descripción es parecida a la de Daniel: “Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente”, (Daniel 7:9), donde se describe a Dios como un Anciano de días. Esto nos dice que al igual que su Padre, Jesús también es eterno. El cabello blanco es relacionado con sabiduría.
1:14
Sus ojos como llamas de fuego
Los ojos como llamas de fuego son una referencia a su capacidad de Juez Justo de escudriñar todos los corazones y mentes.
1:15
Sus pies como bronce bruñido
Sus pies como bronce bruñido nos hablan de su capacidad de aplastar en su juicio a todos los malvados y los convertirá en polvo cuando vuelva por segunda vez con poder y gloria.
1:15
Su voz como estruendo de muchas aguas
Su poderosa voz nos sugiere autoridad.
1:16
En su diestra siete estrellas
Las 7 estrellas representan a los pastores de cada iglesia y a éstos Él los sostiene con el poder de su diestra.
1:16
De su boca salía una espada aguda de dos filos
Esta espada es la poderosa palabra de Dios (“Sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío”, Isaías 11:4; “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”, Hebreos 4:12).

1:16
Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza
Esto nos dice que nadie puede contemplar su gloriosa y relumbrante gloria. La primera vez que vino, nació en Belén, los hombres lo vieron “sin atractivo para que no le deseemos” (Isaías 53:2), sin embargo, ahora su gloriosa persona divina es tan grande como cuando se manifiesta el sol con toda su fuerza. La Biblia afirma que “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén”, (Timoteo 6:16). Sin embargo, un día le llegaremos a conocer: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”, (1 Juan 3:2).

UNA EXHORTACIÓN PARA CONFIAR

“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”.
Apocalipsis 1:17-20
Juan-visión-Cristo
Juan y la visión del Cristo Glorificado

                    
                 El primer capitulo del libro de Apocalipsis nos ha presentado una visión gloriosa, totalmente impactante, a tal punto que el apóstol Juan ha quedado totalmente anonadado, y podemos imaginarnos lo que Juan pudo experimentar en este momento al ver a un Cristo lleno de gloria, santidad y tremenda autoridad para aplastar a sus enemigos, pero en medio de esto, este mensaje termina con una exhortación a confiar en Dios, ya que después de esta impresionante e impactante visión, Juan necesitaba unas palabras de confianza que animaran su espíritu afligido. Ahora bien, es interesante analizar la reacción de Juan al ver la visión gloriosa: Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Literalmente dice que cayó como un cadáver, y tan impactante era la visión que este hombre recibió de Cristo que no pudo permanecer de pie. Esto nos hace pensar en la enorme diferencia que existe entre nuestra naturaleza humana e imperfecta y la naturaleza de Dios, ya que el hecho de contemplar a Cristo, lleno de una gloria impresionante, revestido de una santidad que parece fulminar nuestra naturaleza pecaminosa e imperfecta, su total autoridad como juez justo hace temblar las rodillas del hombre mas soberbio de esta tierra, esta fue la visión que Juan vio y que lo dejo como muerto. Ahora bien, la forma de cómo reaccionó el apóstol a esta visión nos recuerda a la experiencia que el profeta Daniel experimento cuando recibió aquellas impresionantes visiones de las cuatro bestias, Daniel acababa de recibir esa impresionante visión de las cuatro bestias y después de ello la Escritura declara: “Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron… Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón”, (Daniel 7:15, 28); de igual forma fue el impacto que la imagen del carnero y el macho cabrío le provoco al profeta Daniel a tal punto que quedo espantado de lo que había visto y hasta se enfermó: “Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía”, (Daniel 8:27). Posiblemente la reacción de Juan fue parecida a la del profeta Daniel al contemplar tan gloriosa visión que aparece allá en Apocalipsis 1:12-16, ya que la visión de Cristo que vio era: a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Sin embargo, a pesar de que Juan quedo atemorizado, se le exhorta a Juan a no temer, sino confiar, porque esta revelación tiene como propósito traer consuelo y esperanza para su pueblo, ya que contrario a lo que muchos creen, el libro de Apocalipsis no es un libro para temer, o para asustar a la gente, ya que si bien es cierto presenta una descripción detallada del periodo de gran tribulación que viene para este mundo malvado, también trae una palabra de confianza a aquellos que confíen en Cristo ya que serán librados de este terrible día de juicio y por ello se le dice a Juan: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Cuando Juan vio a Cristo glorificado cayó como muerto a sus pies; pero, Jesús se puso a su lado y le declaro estas palabras que estaban llenas de exhortación a confiar, consideremos pues sus palabras:
1.      No temas: Con estas palabras Cristo disipa el temor del corazón de Juan y de todo aquel que confía en Él, ya que Jesus nos ama y es este amor el que nos produce la confianza en el futuro: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”, (1 Juan 4:18).
2.      Yo soy el primero y el último: aquí encontramos una razón más para confiar, ya que Él es el mismo Dios de todos los tiempos en quien podemos confiar, Él es el Todopoderoso, el mismo Dios del Antiguo Testamento: “Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios”, (Isaías 44:6). Jesús nos promete que Él está al principio y al final, en el momento del nacimiento y en el de la muerte, cuando iniciamos nuestro camino cristiano y cuando terminamos la carrera y, por tanto, jamás nos abandonara.
3.      El que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos: Aquí encontramos una credencial de su divinidad, la credencial del que ha conquistado la muerte y que vive eternamente. Jesús estuvo muerto, más ahora vive eternamente ya que resucitó al tercer día.
4.      Y tengo las llaves de la muerte y del Hades: Esto nos dice que Él ha vencido a la muerte y con ello también al pecado y al imperio de Satanás, y por tanto, puede darnos vida eterna si creemos en Él: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”, (1 Corintios 15:56-57).
Por tanto, este mensaje esta dirigido a su pueblo con el fin de fortalecer la fe de su pueblo, traer esperanza, ya que a través del libro de Apocalipsis, Dios presenta la consumación de sus planes, el destino de esta humanidad a sido declarada en él, el fin de los malvados, de satanás y sus demonios, del anticristo y el falso profeta esta declarado aquí, el día del juicio del gran trono blanco donde serán juzgados todos los pecadores y recibirán su castigo se presenta en este libro, así como la recompensa de los justos, que hoy sufren en esta tierra por causa de la maldad y el testimonio de Cristo, pero está fijado el día donde el Señor vendrá por su iglesia y recompensara a cada uno, según hizo. Por ello, el libro de Apocalipsis trae esa bienaventuranza a la vida del creyente ya que le declara lo que Dios hará en respuesta a la maldad y sufrimiento de este mundo y como la fe de los justos será recompensada al final.
A Juan se le dice: Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. Con estas palabras, el mismo libro de Apocalipsis hace las divisiones en las cuales podemos estudiarlo. En este sentido, el libro de Apocalipsis se divide en tres secciones principales, la primera es, las cosas que has visto, la segunda división es, las cosas que son, y finalmente, la tercera división es, las cosas que han de ser después de estas. Veamos en que consisten cada una de las tres divisiones:
1.      Las cosas que has visto: Se refiere a la visión del Cristo glorificado que Juan vio, aquel Jesús que el conoció en la carne, ahora estaba totalmente glorificado como Dios eterno (Apocalipsis 1).
2.      Las cosas que son: o que tienen existencia ahora, es decir el mensaje a las 7 iglesias, y esto corresponde al tiempo desde que la iglesia fue fundada allá en el día de pentecostés, hasta nuestra época actual y hasta que ocurra el rapto. De hecho, cada mensaje dirigido a cada una de las siete iglesias puede verse como un período específico que la iglesia ha vivido hasta el momento que el Señor venda por ella. (Apocalipsis 2-3).
3.      Las cosas que han de ser después de éstas: Esta división corresponde a acontecimiento futuros, al cumplimiento del día del Señor que los profetas del Antiguo Testamento anunciaron, al cumplimiento de la semana número 70 que Daniel profetizo, al periodo de la gran tribulación, al surgimiento del anticristo y falso profeta y a los juicios que vendrán sobre los malvados y que se ven en los 7 sellos, las 7 trompetas y las 7 copas de la ira. (Apocalipsis 4-22).

De esta forma, el libro de Apocalipsis se divide, y da un vistazo a lo que fue, a lo que es y a lo que ha de ser. Finalmente, el capitulo 1 termina con estas palabras: El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias. Jesús le afirma a Juan, que las siete estrellas que están es su diestra son sus siervos, los pastores de cada iglesia, y que los siete candeleros de oro que están en medio de Él son las siete iglesias del Asia Menor, y estas iglesias son la iglesia de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodisea. De esta forma, el Señor esta en medio de su iglesia y tiene control de ella a través de sus siervos, los pastores, que ha puesto como sus mensajeros, los cuales están en su diestra para protegerlos, así el Señor Jesús esta en control de su amada iglesia y todo el destino de esta y el mundo entero ha sido determinado por su soberana voluntad, por lo que nosotros debemos vivir confiando plenamente en Cristo ya que no hay nada que temer porque el Señor lo ha determinado ya todo y nada escapara de sus designios divinos.

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  7. Dr. Wilton M. Nelson. “Diccionario Ilustrado de la Biblia”. Editorial Caribe, Miami, FL, EEUU, 1977. 735 pág.
  8. W. E. Vine. “Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo testamento exhaustivo de VINE”. Editorial Caribe, EEUU, 2007. 1040 pág.
  9. Earl D. Radmacher y otros. “Nuevo comentario ilustrado de la Biblia”. Editorial Caribe, Miami, EE.UU, 2003. Pág. 1756.

2 comentarios:

  1. Es una gran bendicion estos estudios para mi vida pastoral que Dios lo bendiga

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  2. Muchas gracias por tomarse el tiempo para publicar estos estudios son de mucha ayuda a personas que no tienen recursos para estudiar en una buena escuela Teológica.
    Muchas bendiciones

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