“Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén,
y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los
cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del
templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los
cambistas, y volcó las mesas; y dijo a
los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi
Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito:
El celo de tu casa me consume. Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué
señal nos muestras, ya que haces esto? Respondió Jesús y les dijo: Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En
cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo
levantarás? Más él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando
resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho
esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho”.
Juan 2:13-23
|
INTRODUCCIÓN
Después
de las bodas de Caná, Jesús se dirigió a Jerusalén, a celebrar la pascua. Era
una obligación para todo judío que fuera a Jerusalén tres veces al año: para la
fiesta de la Pascua, el Pentateuco y de los Tabernáculos: “Tres veces en el año me celebraréis fiesta. La
fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin
levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste
de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías. También
la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres
sembrado en el campo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando
hayas recogido los frutos de tus labores del campo”, (Éxodo
23:14-16). Al considerar esta historia se nos presenta un pequeño problema de
cronología. Según los evangelios sinópticos, este evento sucede al final de su
ministerio, pero de acuerdo al cuarto evangelio, Juan lo ubica al inicio. Algunos
consideran este problema como un error, sin embargo se han sugerido las
posibles soluciones:
1.
Se sugiere que
son eventos diferentes que sucedieron uno al inicio y el otro al final de su
ministerio. San Agustín nos dice: “Se sabe que esto no lo hizo el Señor una sola vez, sino
en repetidas ocasiones. Pero San Juan sólo refiere este hecho concreto, y los
otros tres evangelistas hablan de su repetición”, (San Agustín, De
Cons evang, 2, 67).
2. Se
sugiere que cuando Juan murió no había terminado su trabajó y este se
traspapelo y cuando intentaron arreglarlo este evento quedo al inicio de la
narración.
3. Se
considera el hecho de que Juan tiene más interés en la verdad que en los
detalles, por lo que es irrelevante si son o no los mismos eventos o
diferentes.
La purificación del Templo |
Independientemente de la supuesta contradicción
cronológica, lo cierto es que este evento trae grandes enseñanzas para
nosotros.
LA INDIGNACIÓN DE JESÚS
“Estaba cerca la pascua
de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que
vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo
un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes;
y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de
aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se
acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume…”
Juan 2:13-16
Al
estudiar este evento que ocurre en los evangelios sinópticos (Mateo 21:12; Marcos
11:15-17; Lucas 19:45) los cuales lo ubican al final del ministerio de Jesús,
podemos ver que el discurso entre ellos es bastante similar pero diferente al
que Juan nos presenta, por lo que podemos sugerir que se tratan de eventos
diferentes. Aquí vemos a Jesús muy indignado por lo que estaba pasando en el
Templo, pero ¿qué lo provocó? Para responder a esta pregunta es necesario comprender lo que estaba
pasado en ese momento. La ley exigía a cada judío adulto presentar su ofrenda
al Templo, fuera un buey, oveja o paloma, según sus finanzas. Sin embargo la
mayoría de ellos estaban dispersos por todo el mundo, por lo que hacían grandes
peregrinaciones hacia Israel. Para esta época existían muchas monedas, la
griega, romana, etíope y la judía, sin embargo la única que se aceptaba en el
Templo era la judía ya que las demás eran consideradas paganas. Todo judío que
se presentara en el Templo tenía que cambiar sus monedas extrajeras por judías,
sin embargo, lo hacían pagando más del valor real ya que los cambistas sacaban
gran ganancia de esto. Esto era necesario porque adentro del Templo estaban a
la venta los animales que se ofrecían para el sacrificio los cuales eran
vendidos a mayor precio del que se vendía fuera del Templo. Ahora bien, si alguien compraba un animal afuera del
Templo y lo llevaba al Templo, antes de entrar existía un grupo de inspectores
que examinaban a los animales y eran demasiados rigurosos a tal punto que generalmente
rechazaban a todos los animales declarándolos como no aptos para el sacrificio,
por lo que el judío no tenía muchas posibilidades de que le aceptaran su animal
para el sacrificio y no le quedaba otra que ser estafado dentro del Templo. Aparte
de eso, muchos gentiles que creían en Dios llegaban al Templo para adorar; pero
ellos solo podían llegar hasta el atrio de los gentiles donde estaban ubicados
los cambistas, junto con los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, por lo que
podemos imaginar el gran bullicio de los animales y las discusiones regateando
los elevados precios de las ventas. Esto le hacía difícil al gentil prosélito
hacer sus plegarias delante de Dios. Por ello Jesús se indignó haciendo un
azote de cuerdas y echando a fuera a todos estos vendedores: Y haciendo un azote
de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y
esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de
aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.
Esto nos enseña como el hombre
puede abusar de las cosas santas. A lo largo de la historia muchos abusadores
se han aprovechado de la gente haciéndose rico a costa de su necesidad
espiritual. Muchas personas son exprimidas por aquellos que venden los favores
de Dios. Sin embargo, esta conducta es condenada por Dios.
“Los que venden en
la Iglesia son los que buscan lo que les agrada y no lo que le agrada a
Jesucristo, haciéndolo todo vendible, porque quieren ser pagados. Simón Mago
quiso comprar la gracia del Espíritu Santo, porque se proponía venderla. Era de
aquellos que vendían palomas, porque el Espíritu Santo apareció en forma de
paloma; pero la paloma no se vende, se da gratis, porque se llama gracia”.
San Agustín, ut sup
Cuando los discípulos vieron
esto, se recordaron las palabras de un Salmo: “Porque me consumió el celo de tu casa…”
(Salmo 69:9). Aquí Jesús como Mesías presento su rechazo ante esta falsa
adoración. En sus inicios en el ministerio Él comenzó en el Templo, dejando por
sentado que es necesario limpiar primero la casa de Dios antes de querer
limpiar al mundo. De igual forma la limpieza tiene que comenzar por nosotros
antes de querer cambiar a los demás.
“Porque es tiempo de que
el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros,
¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?”.
1 Pedro 4:17
EL TEMPLO SERÍA LEVANTADO EN TRES DÍAS
“Y los judíos
respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?
Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron
luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en
tres días lo levantarás? Más él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto,
cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había
dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho”.
Juan 2:18-23
La
acción de Jesús provoco dos clases de reacciones en las personas. Por un lado,
sus discípulos vieron una evidencia más de su autoridad mesiánica al relacionar
sus acciones con el Salmo 69:9, como ya lo vimos anteriormente; pero en el caso
de líderes religiosos que Juan llama con el título judíos, provoco molestia a
tal punto que le pidieron que demostrara a través de una señal sus credenciales
mesiánicas. Para un judío
una señal era un hecho milagroso que una persona realizaba como confirmación de
sus palabras o acciones. Los judíos habían comprendido Jesús se estaba
presentando como el Mesías, sin embargo, ellos le pidieron una señal que lo
confirmara. Ante esto la respuesta que Jesús les dio fue: Destruid este
templo, y en tres días lo levantaré. Su respuesta debió ser un verdadero
problema para los que lo oyeron. Realmente estaba hablando del actual Templo
que Herodes el Grande les había construido o solo era una metáfora más. Fue en
el año 19 a.C. que se comenzó con la construcción del Templo, pero se terminó
hasta el año 64 d. C que se concluyó, por tanto, ni siquiera se habían
concluido los trabajos para este tiempo, por eso los judíos exclamaron: En
cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo
levantarás?
“Entonces levantándose
unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: Nosotros le hemos oído
decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro
hecho sin mano”.
Marcos 14:57-58
El detalle especial se encuentra en las
palabras de sus acusadores que afirmaron haber oído a Jesús decir que Él
derribaría el Templo hecho a mano y en tres días edificaría otro hecho sin
mano. Aunque sus palabras fueron tergiversadas, ya que nunca afirmo que Él
destruiría el Templo, se le agrega el detalle de que el Templo de los judíos
estaba construido por manos de hombres, mientras Jesús construiría uno
diferente. De lo que realmente Jesús estaba hablando era de su
muerte y resurrección, por eso les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Se
refería a su cuerpo, el cual después de muerto volvería a la vida a través de
la resurrección. Para los cristianos la prueba indubitable de su divinidad y la
garantía de nuestra vida eterna es su tumba vacía. Pablo afirmaba que si Cristo
realmente no resucito, nuestra fe es vana.
“Porque si no hay
resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana
es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe”.
1 Corintios 15:13-14
La verdadera fe cristiana está depositada en la
muerte y resurrección de Jesús. La mayor señal de todas es esa. En otra ocasión
sus enemigos le hicieron una petición similar, pidiendo una señal que
confirmara que Él era quien decía ser.
“Entonces respondieron
algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de
ti señal. El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal;
pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo
Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo
del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”.
Mateo 12:38-40
Jesús es el único Redentor |
Aunque Jesús realizo muchos milagros en
presencia de sus enemigos, ellos jamás creyeron, porque sus corazones eran
malos e incrédulo, sin embargo, Jesús les dijo que la única señal que
realizaría sería la de señal del profeta Jonás, refiriéndose una vez más a su
muerte y resurrección, porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en
el vientre del gran pez, así el Hijo del Hombre lo estaría en el corazón de la
tierra. Juan casi cierra el capítulo diciendo: sus discípulos se acordaron que había dicho
esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.
Por tanto, su resurrección es la señal contundente de que todo lo que dijo
Jesús de sí mismo es verdad, Él es el único y verdadero Dios y el redentor de
todo aquel que crea en Él.
excelente felicitaciones...
ResponderBorrarme encanto y me sirvió mucho gracias
ResponderBorrarHoy es igual.. el amor y vida perfecta del salvador Jesús esta plasmada en la historia, cultura, geografía, acciones sobrenaturales, pureza, sabiduría; pero puchos se aturden y dejan absorber por lo irrelevante, descuidando una salvación eterna tan grande.
ResponderBorrar