“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras
perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os
despedacen”.
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Mateo 7:6
Introducción
Llegamos al versículo 6 del capítulo 7 donde pareciera que Jesús se pasa
a hablar de otro tema diferente, sin embargo, podríamos tratar de encontrarle
un enlace. Ya anteriormente Jesús había hablado de la importancia de no juzgar
injustamente, reconociendo antes nuestras imperfecciones para cambiarlas antes
de juzgar a los demás. Obviamente esto implica acercarse a nuestros prójimos
para hacerles las observaciones basadas en el evangelio, pero podría darse el
caso de encontrarnos con personas incrédulas que ridiculicen las enseñanzas de
la palabra de Dios y es ahí donde nuestro Señor nos aconseja que hacer a través
de esta frase proverbial: No deis lo santo a los perros, ni echéis
vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y
os despedacen.
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No profanar lo santo |
No profanar lo santo
“No deis lo santo a los perros, ni echéis
vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y
os despedacen”.
Mateo
7:6
Para los judíos los perros y los cerdos eran considerados animales
inmundos completamente despreciados en su cultura. Por ejemplo, el perro era un
animal carroñero y se usaba generalmente como un símbolo de desprecio en el
Antiguo Testamento (1 Samuel 17:43, 2 Samuel 3:8; 9:8, Proverbio 26:11) y en el
caso del cerdo era un animal considerado impuro para la ley judaica (Levítico
11:7). Pero, ¿a quiénes compara con las palabras perros y cerdos? ¿Se refiere a
todos los incrédulos? El paralelismo pareciera tener una dificultad ya que
podemos encontrar relación entre los perros y cerdos como animales inmundos;
pero no entre lo santo y las perlas. No obstante, algunos estudiosos de los
idiomas bíblicos afirman que podríamos comprenderlo analizando la raíz hebrea
de donde se traduce santo. Hay dos palabras hebreas que son muy parecidas,
especialmente si recordamos que en hebreo no se escriben las vocales. La
palabra para santo es qadós (QDS), y
la palabra aramea para pendientes es qadasá
(QDS). Las consonantes son exactamente las mismas, y en la ortografía
hebrea antigua las palabras serían idénticas. Si lo que Jesús trato de decir
fue pendiente, entonces encontraríamos un paralelismo perfecto entre pendiente
y perla, y entre perro y cerdo; y si no fue así, la palabra santo no roba para
nada el significado de sus palabras. Realmente lo santo y las perlas se pueden
asociar con las verdades gloriosas del mensaje del evangelio, mientras que los
perros y cerdos se refiere a aquellos incrédulos que habiéndoles compartido el
evangelio lo desprecian y hacen burla de él; deben ser ignorados y no hacerlos
participes de semejante mensaje. San Agustín explica este versículo de la
siguiente manera:
“Son perros los que combaten la verdad,
y consideramos como puercos a los que la menosprecian. Como los perros se
arrojan para morder, y como destrozan lo que muerden no dejándolo entero como
estaba antes, dijo: No deis lo santo a los perros, porque en cuanto pueden, si
está a su alcance, se esfuerzan en destruir la verdad. Los puercos, aunque no
tienen tanto instinto de morder como los perros, andando por el fango todo lo
ensucian, y por ello añade: Ni echéis vuestras perlas ante los puercos”.
San Agustín, de sermone Domini, 2,20
Si uno considera
bien este pasaje Jesús dice que es un error dar las perlas a los cerdos así
como dar lo santo a los perros. Para comprender estas palabras consideremos el
contexto en el cual dijo estas palabras. Si nos damos cuenta los capítulos del
5 al 7 son enseñanzas directas de Jesús en cuanto a la verdadera interpretación
de la ley de Dios y la forma correcta de ponerla en práctica. Con sus palabras
nuestro Señor esperaba que sus oyentes viviesen obedeciendo los principios
divinos de su santo evangelio. Por tanto es correcto pensar que lo santo y las
perlas son una figura literaria que se refieren al mensaje glorioso del
evangelio. El deseo de Dios es que su iglesia proclame este glorioso mensaje a
toda criatura ya que de ello depende la salvación de las personas: “les
dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”, (Marcos 16:15-16).
Nuestra insistencia y oraciones tienen que ir orientados a que los hombres
crean, y aunque algunos no crean en el momento, tal vez lo harán después, pero
eso no nos tiene que desmotivar para seguir predicando: “Te
encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a
los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que
instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda
paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina,
sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus
propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las
fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de
evangelista, cumple tu ministerio”, (2 Timoteo 4:1-4). Nuestra perseverancia tiene que
ser en presentar el evangelio a los incrédulos especialmente porque en los
postreros días se levantaran falsos maestros que apostataran de la fe enseñando
doctrinas diabólicas. Sin embargo, también se puede dar la posibilidad de
encontrar personas soberbias a quienes después de haberles compartido el
mensaje de verdad vengan a ridiculizarlo y hasta se conviertan en verdaderos
obstáculos para el avance del reino de Dios. En este caso hay que apartarse de
ellos y como diría Jesús no dar las perlas a los cerdos porque las
despedazaran. Generalmente estas personas lo que hacen es iniciar fuertes
contiendas para defender sus creencias eradas y a veces terminan en insultos
por lo cual Pablo aconsejo a Timoteo que evitara tales cosas: “Recuérdales
esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo
cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas
palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad”, (2 Timoteo 2:14-16).
Si el testimonio de la palabra de Dios a algunas personas provoca profanas y
vanas palabrerías lo mejor es alejarse de estos. Por ejemplo, vemos como Jesús
aconsejo a sus discípulos que cuando la doctrina que ellos predicaban no era
aceptada, mejor salieran de aquel lugar sacudiendo sus sandalias y dejándolos
en su estado de condenación: “Mas en cualquier ciudad o aldea donde
entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Y
al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá
sobre ella; más si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si
alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o
ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día
del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de
Gomorra, que para aquella ciudad”, (Mateo 10:11-15). Tristemente estas personas se negaron
creer en el evangelio y se opusieron tanto que Jesús les dijo a sus discípulos:
salid
de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. Uno ve el caso de
Pablo, quien después de testificarles por mucho tiempo a los judíos, reconoció
que algunos de ellos jamás creerían por lo que decidió ya no compartirles el
mensaje de salvación y volverse mejor a los gentiles: “Y
habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les
declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde,
persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los
profetas. Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían. Y como no
estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien
habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres,
diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo
veréis, y no percibiréis; Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con
los oídos oyeron pesadamente, Y sus ojos han cerrado, Para que no vean con los
ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los
sane. Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y
ellos oirán”, (Hechos 28:23-28). Muchos no creerán y lo peor es que algunos se
volverán en enemigos del evangelio buscando la forma de oponerse y ridiculizar
el mensaje de salvación. Aquel día Jesús había enseñado vastamente acerca de la
ley y los profetas, de la correcta interpretación, del amor a los enemigos y
muchos temas doctrinales más, también les enseño la correcta forma de ayunar,
dar limosnas y orar, pero con todo eso algunos líderes religiosos no creerían y
se burlarían afirmando que hasta demonio tenía. Cuando uno se encuentra
con personas así lo mejor es apartarse de ellos y ya no continuar
testificándoles del amor de Dios ya que ellos mismos por la dureza de su
corazón han elegido el camino de perdición. Por todo esto Jesús les decía: No
deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no
sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
Muy bueno! Muy edificante y entendido!
ResponderBorrarExcelente la explicación bendiciones
ResponderBorrarMuy buena explicación
ResponderBorrarMaravilloso
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